Desde
que Carlos Salinas le ganó en 1988 mediante el fraude electoral a Cuauhtémoc
Cárdenas, candidato del Frente Democrático nacional, una alianza del PPS, PARM
y PFCRN, la presidencia vía la “caída del sistema”, operada por Manuel
Bartlett, se conformó un nuevo sistema electoral con órganos “ciudadanizados” y
un claro sistema de partidos cuyo espectro incluía un PAN a la derecha, PRI, al
centro, pero inclinado a la derecha y el recién formado PRD, como ala de
izquierda.
Hoy
nada de eso existe. Los órganos electorales integrados por ciudadanos son cosa
del pasado y vivieron sus tiempos de gloria con el IFE de 1994 presidido por
José Woldenberg.
Actualmente,
todos los organismos encargados de organizar los comicios están cooptados por
los partidos. En Sonora en 2015, Padrés lo hizo y en 2018, Claudia Pavlovich,
los penetró. Ni siquiera el TRIFE, se salvó de ese fenómeno y en 2017 con las
elecciones de Coahuila y Estado de México, quedó evidente.
FIN DEL SISTEMA DE PARTIDOS
Los
partidos también se han desdibujado ideológicamente y programáticamente. El PAN
sufre una abundante sangría desde que el grupo de los “Little Chicken”, que
encabeza Ricardo Anaya, decidió tomar su control e ir por la candidatura
presidencial. En el PAN sucedió lo impensable: la derrota y expulsión de los
doctrinarios por el pragmatismo de sus dirigentes.
Su
alianza con una descolorida izquierda, como el moribundo PRD y el oportunista
Movimiento Ciudadano, acabaron con el prestigio de Acción Nacional, partido al
que sus cuadros más conocidos abandonaron, agrado tal que los dos presidentes
emanados de sus filas, Fox y Calderón, apoyan al rival de enfrente Pepe Toño
Meade, un exempleado de ambos, cuya candidatura es un fracaso anunciado y cuyo
partido que lo arropa, está dando más coletazos y mostrando más resistencias
que los que dio el PCUS de la URSS producto de la perestroika y el glasnost de
Mijael Gorbachov, ante el fin de sus días, ante el ascenso de un cuadro
político como el Peje, forjado en la vieja escuela priísta, cuya propuesta de
inclusión total a todos los damnificados del neoliberalismo y su corte, le está
dando buenos dividendos al capitalizar el enojo social y atrayendo a sectores y
liderazgos que le fueron adversos en el pasado.
ADIÓS A LA CAUSA
En
toda esa rebatinga en que se ha convertido la asignación de candidaturas al
interior de los partidos políticos y que está causando fracturas, divisiones y
rupturas al por mayor, como la del PVEM con el PRI y Peña en Chiapas, el sector
de la clase política del entorno del presidente Peña Nieto, se encuentra
pasmado, ante el país que se les va de la manos.
Dicho
escenario ha propiciado que las reglas escritas y no escritas que regulaban la
vida política sean ignoradas por los actores en la lucha descarnada y no exenta
de canibalismo, por la obtención del poder.
Aquello
de que se lucha “por la causa”, ya quedó como un término en desuso y como algo
romántico y ramplón.
EN LAS TRINCHERAS CALIENTES DEL FUEGO
AMIGO
En
Cajeme, en donde se libra la batalla más cruenta dentro del priísmo en busca de
la candidatura a la alcaldía entre el poderoso clan Bours y el la coalición
beltronista conformada por Claudia Pavlovich, Rogelio Díaz Brown y Faustino
“Tinito” Félix.
Así
que para nada resulta extraño que Alejandro López Caballero, exalcalde de
Hermosillo, acompañado de Carolina Lara, una de las “cuatro llantas ponchadas”,
haya dinamitado la alianza PAN-PRD en Sonora. López Caballero, se la siente con
Damián Zepeda, a quien en 2015 hizo perder en la capital al apoyar sin recato
al “Maloro” Acosta.
No
falta quien vea detrás de esa decisión del Tribunal Estatal Electoral de
cancelar dicha alianza, la mano peluda del gobierno del estado, a quien no
conviene tal arreglo y cuyo misil impacta la línea de flotación de la
candidatura de “El Cerillo”, rumbo a convertirse en exniño maravilla.
Dicen
que por eso la Lola del Río, jefa emecista en la entidad, se negó a marchar
junto al PAN y PRD, habida cuenta que en 2015 apoyó al PRI por sugerencias de
su patrón López Caballero.
Tampoco
extraña que se vea la mano de Carlos “Bebo” Zataraín, detrás de la movida de
tapete al presidente del ejido San José Jesús “Chuy” Garza, para sacarlo de la
jugada en la busca de la diputación federal por el 04 distrito por la alianza
PVEM-PRI.
Ni
de que Oliver Flores, dicen que a cambio de fuerte “cañonazo”, haya promovido y
apalancado a Jesús “Negro” Saldaña, con Miguel Ángel Armenta, para buscar la
candidatura a la diputación federal por el PRD. Esa acción no dejó contento al
profe José Guzmán, quien se sentía seguro en esa candidatura.
Menos
de que Lorenzo De Cima, haya registrado una nueva planilla para ayuntamiento
que lo acompañará en su intento de reelección, lo cual tiene encabritado a más
de dos que presumen de panuchos de abolengo. Al Paco Bueno, ya se le bajaron
los ímpetus con la inclusión de sus allegados en el “mesón lorencista”.
Ya
con la candidatura al senado en la bolsa y algunos cadáveres de panistas
aspirantes regados, el Toño Astiazarán, pieza política del tablero del Yaqui
Power, ha adquirido una nueva legitimidad que va a hacer valer en Guaymas, en
donde ejerce el control del PRI y tiene su base de apoyo con diversas líderes
de barrio, a través de sus incondicionales a los que ha alimentado y dado
calorcito durante mucho tiempo y de los operadores políticos formados a su vera
como Martín Larios Velarde y Gabriel Davis Santoyo, pues es un hecho que el
PVEM desde que postuló al hoy panista de hueso azul a la alcaldía Javier
“Tacitas” Peralta, no se sabía de su existencia.
En
todo ese rompecabezas que incluye fuego amigo y enemigo, movidas de ajedrez,
sacrificio de alfiles y otras piezas del juego, fintas, blofeadas y demás
mañosadas de la grilla, la canasta de las calabazas empieza a acomodarse…
(EL PORTAL DE LA NOTICIA/ La Viña del
Señor/21 Febrero 2018)
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