domingo, 26 de junio de 2016

PRESA FÁCIL DEL HAMPA, PASAJEROS DE AUTOBÚS


Saltillo, Coah.- La falta de medidas de seguridad para el abordaje de pasajeros en la Central de Autobuses de Saltillo y Torreón fue constatada por Zócalo durante un viaje realizado la noche del viernes.

Una persona pudo introducir un puño de llaves de metal y hasta una navaja suiza con un peso similar a un revólver 38 especial, pasando por todos los filtros, sin que los objetos fueran detectados.

Entre las fallas de seguridad detectadas por Zócalo destaca el hecho de que las barras detectoras de metales no funcionan. Además los guardias no revisan el equipaje y carecen de armamento en caso de presentarse una contingencia.

Tanto la terminal de Saltillo como la de Torreón carecen de máquinas de rayos X para verificar el contenido del equipaje, además las líneas de camiones tienen subestaciones en las que los pasajeros suben sin ser revisados por un guardia.

No existe la documentación de equipaje como se hace en los aeropuertos y a las personas no se les pide identificarse al momento de comprar los boletos.

RULETA RUSA LLAMADA VIAJE EN AUTOBÚS

El sonido de las llaves de metal es evidente, así como el bulto que hacen en la bolsa del pantalón al estar junto a una navaja, sin embargo, para el guardia de seguridad esto pasa desapercibido. Tampoco la mochila es importante para él, parece más concentrado en revisar que el boleto de autobús esté pagado y sea el andén de abordaje correcto.

Las llaves pesan alrededor de 400 gramos, la navaja suiza 300, la cual es suficiente para amenazar e intimidar a cualquier persona con ella. El peso de la navaja y las llaves es similar al de un revólver .38 especial, que oscila entre los 800 y 900 gramos, el tipo de arma más común con el que se cometen los asaltos a bordo de autobuses de líneas comerciales.

Al llegar al andén, los operadores de los camiones toman las maletas y las meten en el portaequipaje sin revisarlo. Un protocolo distinto al del aeropuerto, donde el equipaje pasa por una máquina de rayos x y en todo momento uno debe llevar una identificación a la mano.

El viaje empieza en Saltillo, el destino es Torreón. La misión: verificar las medidas de seguridad que hay en las centrales de autobuses, las cuales son nulas.

VULNERABLE

Todo comienza desde el momento en que se adquiere el boleto. La asistente de viaje sólo pregunta el nombre sin pedir una identificación oficial, por lo que uno prácticamente puede dar el nombre que sea.

Luego viene la elección del asiento, el pago del boleto y el ticket de compra.

Pide que uno pase al andén marcado para el abordaje y añade que hay que estar 20 minutos antes de la salida. No comenta nada sobre el seguro de viajero ni las medidas de seguridad durante el viaje.


En el ticket tampoco se aclara la seguridad del viajero. En el reverso se hace referencia a diversas leyes y normas mexicanas que avalan la remuneración económica que no exceda de 60 dólares si se pierde el equipaje durante el viaje, sin embargo, no menciona nada en cuestión de asaltos o accidentes.

La rampa hacia el andén es custodiada por un guardia de seguridad privada. Está desarmado. A diferencia de las terminales aéreas, no hay una mesa para la revisión del equipaje, mucho menos una máquina de rayos x.

Tiene una máquina detectora de metales por la que el viajante debe pasar, pero el guardia no se asegura de que la persona vació los bolsillos antes de pasar, aunque no es necesario, pues el aparato no está encendido.

En la Central de Autobuses de Saltillo hay dos rampas hacia los andenes y en ninguna de las dos funcionan los detectores de metal. Las condiciones son similares, a pesar de la gran afluencia de viajeros, sobre todo en las temporadas vacacionales, cuando aumenta el flujo de personas.

Una vez pasado este “filtro”, prácticamente estás del otro lado, ya no hay revisiones ni detectores de metal. El camión de la línea Omnibus con destino a Torreón está a punto de salir. El conductor toma el boleto y sólo verifica la corrida.



Las llaves y la navaja siguen siendo evidentes en la bolsa del pantalón, pero nadie advierte su presencia. Al abordar, recorro el pasillo hasta los asientos finales, el 35, desde donde se ve la totalidad del autobús.

El chofer cierra la puerta y se aísla en su cabina de conductor. Una película se proyecta en las pantallas para entretener a las no más de 20 personas que viajan dispersas entre los asientos. Pocos respetan el lugar que les asignaron.

EL VIAJE

Arranca el autobús. Si fuera un avión, la asistente habría indicado las condiciones del viaje y solicitado a los pasajeros ponerse los cinturones de seguridad, pero éste es un autobús, no hay asistente y el conductor sólo se concentra en manejar.

Pasan varios minutos sobre el bulevar principal de Saltillo. A pesar de que la salida a la carretera Torreón está al poniente de la ciudad, el camión se dirige al oriente, donde en la Central de Abastos hay una subestación de la línea de autobuses.

Esta es la última parada que hace el camión antes de salir a carretera. Si las medidas de seguridad son pocas en la Central, en la subestación son prácticamente nulas, pues no hay barras detectoras de metales ni guardias de seguridad.



Mientras el chofer etiqueta el equipaje de los últimos pasajeros, un hombre se pasea entre los asientos ofreciendo frituras y botana.

Carga en una caja de cartón bolsas de cacahuates y papas fritas. Diez pesos es lo que cuesta cada una. Nadie lo revisa, camina libre por el autobús, incluso algunos pasajeros se sorprenden cuando aquel hombre les ofrece lo que vende.

El autobús toma el periférico Luis Echeverría hacia el poniente e ingresa a la carretera a Torreón. En el camino, varias personas hacen señas para que se detenga el camión, pero el conductor los ignora. El transcurso es tranquilo, algunos pasajeros descansan en sus asientos, otros ven la película y otros más revisan sus celulares.

La única vez que el autobús se detiene es en la caseta de cobro de la autopista Saltillo-Torreón. Pasan tres horas y el camión recorre ya la zona urbana de la Perla de La Laguna. Se detiene frente al cuartel militar de esta ciudad y dos personas bajan con autorización del operador. Fue la única concesión que hizo durante el camino.

EL ‘ALIVIO’ DE LLEGAR

Al llegar a la Central de Autobuses de Torreón, las personas abandonan el camión y salen por las rampas de ascenso y descenso.

Condiciones similares en cuestiones de seguridad se perciben en la terminal de Torreón; los guardias tampoco revisan a los pasajeros ni el equipaje.

El recorrido de regreso a Saltillo transcurrió en las mismas circunstancias. Durante el viaje no se pudo percibir la presencia de elementos de la Policía Federal, ni de retenes de revisión.

Finalmente las llaves y la navaja viajaron en el bolsillo de un pasajero sin que nadie las pudiera encontrar. Burlaron los filtros de seguridad de las terminales de autobuses con más afluencia de pasajeros en el estado.

ANTECEDENTES

» El 24 de mayo pasado dos personas murieron a bordo de un autobús cuando éste fue asaltado por un par de delincuentes a la altura del ejido Paila, sobre la carretera a Torreón. Una de las víctimas fue uno de los ladrones y la otra un padre de familia.

» En la Región Sureste se han registrado cinco asaltos a autobuses en los últimos dos años. Tres fueron en el tramo Derramadero-Huachichil, sobre la carretera 57; dos sobre la carretera a Torreón y uno más en la carretera Zacatecas-Saltillo.

» En las últimas semanas se han registrado varios asaltos a camiones de pasajeros sobre las carreteras del país. El ocurrido sobre la autopista México-Querétaro derivó en la violación de una pasajera.


(ZOCALO/ LUIS DURÓN/ 26/06/2016 - 05:00 PM)

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