Nueva Delhi, India.- Como
miles de niños de Nueva Delhi, Jyoti Kumari conoce muy bien la vida en la
calle, una vivencia que plasma como reportera en un periódico que da voz a los
desamparados.
La adolescente de 16 años,
que nunca ha pisado un colegio, participa en la redacción de un periódico que
narra el día a día de estos niños en una ciudad de casi 17 millones de
habitantes.
Kumari y sus compañeros
trabajan en el próximo número, sentados frente a una mesa llena de folios.
“Ahora somos 70 reporteros” en el periódico Balaknama, que significa voz de los
niños en hindi, declara con orgullo la adolescente.
“Buscamos la información, la
verificamos y uno de nosotros la escribe. Una vez decidida la maquetación,
enviamos todo a la impresión”.
El diario se alimenta de las
historias cotidianas de las familias que viven en los cruces de carreteras, en
las calles, y aborda temas tan delicados como el matrimonio de niños, la
violencia sexual, la droga o la brutalidad policial.
La adolescente está
convencida de que su labor da fruto. “Por ejemplo cuando un tipo, borracho,
cambió de rumbo en cuanto vio que su comportamiento fuera de lugar con su mujer
y sus hijos apareció en el periódico…”, cuenta Kumari riéndose.
Y lleva razón. Una de sus
noticias, que contaba cómo unos policías utilizaban a los niños de la calle
para evacuar de las vías férreas los cuerpos de las víctimas de accidentes o
suicidios, obligó a las autoridades a intervenir.
REBUSCANDO ENTRE LA BASURA
Kumari creció con sus cinco
hermanos y hermanas con un padre alcohólico y enfermo. Durante mucho tiempo
pasaba las horas buscando objetos reciclables entre la basura, y a veces
mendigando.
En 2010, la visita de una
profesora de la oenegé Chetna a la cabaña en la que vivía le devolvió la
esperanza.
“Me impresionó mucho cuando
me habló de la importancia de la educación y de las oportunidades para los
niños pobres como yo”, cuenta Kumari, que por la noche duerme en un refugio
para personas sin techo.
Chetna, que trabaja con unos
10.000 niños de la calle, le propuso que se uniera al programa educativo y le
habló del proyecto Balaknama.
Entonces asistió a un taller
de periodismo y en unas cuantas semanas ya empezó a investigar y a hacer
entrevistas.
“Podemos cambiar la forma en
que la gente nos percibe expresando nuestros sentimientos y nuestras
preocupaciones en el periódico”, explica Shanno, que asesora a los reporteros.
Esta joven dejó su empleo en un taller textil para trabajar en la oenegé
mientras sigue cursando estudios de asistenta social.
‘HACERSE OÍR’
El periódico pasó de ser
trimestral y con ocho páginas en 2002 a una tirada mensual de 10 mil
ejemplares.
Encontrar fondos para
financiarlo sigue siendo un desafío para Sanjay Gupta, director de Chetna. Los
ingresos son escasos. “Vendemos el diario a dos rupias (tres céntimos de euro)
pero poca gente lo compra…”, dijo a la AFP.
“Es una cuestión de
mentalidad, la gente debe darse cuenta de que nuestro diario es un intento muy
serio de que estos niños hagan oír sus voces. Es un instrumento perfecto para
que ganen en autonomía”, añade. “Nuestro sueño es ver nuestro diario en los
principales quioscos antes de cinco años”.
La mayoría de los lectores de
Balaknama son los niños de la calle y sus padres. Como suelen ser analfabetos,
se lo leen los reporteros como Kumari.
“Escuchan con interés. Están
muy contentos y orgullosos de nuestro trabajo”, añade.
Chetna paga a Kumari los
gastos de su labor de reportera. Ella sueña con terminar sus estudios y
trabajar en una oenegé para ayudar a los pobres.
“Sabemos que ningún periódico
importante se interesará por los temas que nos preocupan”, apunta.
“Poder expresarnos es una
inmensa oportunidad”.
(ZOCALO/ AFP/ 14/04/2016 - 10:38 AM)
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