CREEL, Chih. (apro).-
Familias completas se congregaron el sábado pasado en la recién inaugurada
Unidad Deportiva para presenciar la final de la liga local de futbol soccer, el
arma con la que combaten la violencia y vencen al miedo, al terror.
Hace casi ocho años, el
pueblo de Creel, ubicado en el municipio de Bocoyna en el corazón de la Sierra
Tarahumara, vivió la peor tragedia de su historia reciente: un comando irrumpió
en una fiesta de jóvenes y asesinó a 12 y a un bebé.
Las familias de las víctimas
y el pueblo entero que fue testigo de aquel acontecimiento, enfrentaron otras
situaciones difíciles. Unos vieron caer sus negocios, principalmente de
turismo; otros enfrentaron enfermedades como cáncer, intentos de suicidios, y
se registraron decesos derivados de las consecuencias físicas y emocionales de
la masacre.
De manera paralela, el pueblo
se reorganizó en comités: cultural, deportivo, de seguridad, entre otros.
Al vicario general de la
Diócesis de la Tarahumara, Héctor Fernando Martínez Espinoza, lo nombraron
encargado de la comisión deportiva. “A mí siempre me ha gustado el futbol, así
que enfoqué la comisión al futbol”.
Lo primero que hicieron fue
buscar un terreno. Había uno ubicado en la salida de Creel hacia San Juanito,
que no estaba escriturado. “Era una invasión de los barrios que usaban para
hacer su liga, entonces comenzamos a profesionalizarla, a hacerla más
competitiva. Conseguimos que todos se uniformaran y conseguimos un árbitro”.
Lograron que les escrituraran
el predio y continuaron con la profesionalización de los jóvenes que acudían a
jugar.
Las actividades continuaron
de forma regular, había ya una liga estructurada de toda la región, con más de
20 equipos de San Rafael, municipio de Urique; Huajumar, del municipio de
Ocampo; de Tomochi, municipio de Guerrero y de otras comunidades de Bocoyna.
Los equipos se quedaron y
decidieron apoyar el proyecto, recuerda el sacerdote Héctor Martínez.
“Aunque el gobierno
invirtiera, se acordó que no fuera obra licitada ni que se privatizara, sino
que la hiciera la gente y acordaron que fuera la parroquia la encargada como
representante del pueblo, porque es de ellos”, explicó el presbítero.
OBRA DEL PUEBLO Y PARA EL PUEBLO
Lograron los apoyos
necesarios y trabajaron con perseverancia para ver su sueño hecho realidad: una
cancha de primer nivel con pasto sintético, “la mejor de la Sierra Tarahumara”,
dice Martínez Espinoza.
La inversión fue de seis
millones 350 mil pesos y fue inaugurada el pasado 26 de febrero. Los
deportistas y el comité deportivo, entregaron una obra del pueblo al gobierno,
para que apoye el proyecto administrado por los mismos usuarios.
La cancha forma parte de un
complejo deportivo conformado por una cancha de futbol rápido, juegos
infantiles y áreas familiares de esparcimiento. La cancha fue nombrada como
Tico, en honor de un destacado futbolista de esa población. Sus padres
estuvieron presentes en la inauguración, donde se le rindió homenaje a su
memoria.
Gestionaron también, recursos
para la operación de una escuela de futbol. La financia el Instituto de
Capacitación para el Trabajo del Estado de Chihuahua.
Alrededor de 200 adolescentes
y jóvenes asisten de 4:00 a 6:00 de la tarde todos los días, para ser
entrenados por un jugador rarámuri muy talentoso de 18 años, Felipe Torres, El
Pollo.
“El Pollo es muy bueno,
conseguimos que el gobierno le pague un sueldo para organizar y entrenar a los
niños en la tarde”, dice el sacerdote, mientras El Pollo calienta para la final
que enfrentará el equipo de la parroquia Cristo Rey al que pertenece.
En el torneo de categoría
libre -de 16 a 35 años-, participaron dos equipos de San Rafael, 8 de San
Juanito, del municipio de Bocoyna, uno de Sisoguichi, uno de Creel del mismo
municipio y uno de Tomochi.
RESPETADOS POR LOS SICARIOS
“El futbol venció el terror,
los jóvenes van a donde había sicarios y los sicarios ‘paso franco’, respeto a
la liga. Los papás no tienen temor de que sus hijos vayan a jugar a los
ranchos, se les respeta. Saben que las magias los respetan, hablamos con ellos
(grupos delictivos)”, refiere el padre Héctor Martínez.
Cuando inauguraron la cancha,
la entregaron al gobernador, “se le hizo énfasis en que el pueblo le estaba
entregando esa obra para comprometer a que, con cualquier instancia, sigan
apoyando. Sí ayudó en la inversión, pero la iniciativa y el impulso del
proyecto, es del pueblo”, precisó el sacerdote.
José Raúl González Molina,
coordinador de la comisión deportiva, recuerda que la tragedia cambióla vida de
todo el pueblo. La cancha, el proyecto de todos, representa un logro común. “Es
una emoción, un sentimiento muy grande, porque comenzamos desde abajo, varios,
viendo y buscando proyectos. Aquí era un campo de cultivo, fueron varios años
de aprendizaje también”, concluyó.
(Proceso/ reportaje especial/ PATRICIA
MAYORGA / 22 MARZO, 2016)
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