Se encontró con él fortuitamente a mitad
de una pista de baile en un pueblo de Durango. Ella tenía 17 años; él, 35 más.
En ese momento se marcó la vida de Emma Coronel Aispuro, ahora esposa de Joaquín
Guzmán Loera, El Chapo, el preso más célebre de México. En entrevista con
Proceso, la joven nacida en California narra su historia y la historia de la
vida en pareja con quien es considerado el narcotraficante más poderoso del
mundo, ahora preso. “No hay ningún lecho de rosas ni nada de eso”, confiesa.
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).-
El encuentro apenas duró 15 minutos. Después de tres días de espera, a mediados
de enero Emma Coronel Aispuro logró que la dejaran entrar al penal El Altiplano
para ver a su esposo, Joaquín Guzmán Loera, líder del Cártel de Sinaloa,
recapturado el pasado 8 de enero. Al cubículo entraron hombres encapuchados
quienes traían a El Chapo totalmente sometido y seguido por un perro. Él se
sentó, pero los guardias se quedaron a escasos centímetros; ella podía sentir
su respiración en la nuca y su mirada intimidante.
Durante los seis meses
anteriores, mientras Guzmán era fugitivo, la pareja apenas había podido
encontrarse dos veces. Ninguna en Navidad, como afirma la Procuraduría General
de la República. En medio de la tribulación, Emma y el capo apenas pudieron
hablar de lo elemental. Cómo se encontraban ella y las gemelas de cuatro años
que procrearon; cómo estaba su madre, Consuelo Loera; y cómo estaba él. Por
primera vez Guzmán Loera parecía estar acorralado. Sólo había algo que le
pesara más que haber perdido la libertad: no poder ver a sus seres queridos.
“Si hubiera sabido que no iba
a poder estar con todos los que quiero, no hago esto”, murmuró. Emma pensó que
se refería a haber escapado del Altiplano el 11 de julio de 2015, pero en
realidad nunca hablaron específicamente de eso.
Pero si alguien sabe que “el
hubiera no existe” es ella, quien a los 17 años, en un baile de pueblo en la
región de La Angostura, Durango, se topó en medio de la pista con un hombre que
era 35 años mayor que ella y que le sonrió. Emma bailaba con su novio; él, con
otra joven. Tal vez por temor a ser rechazado, a través de una tercera persona
la invitó esa noche a bailar y ella aceptó. No era nada especial, en realidad
le hubiera dicho que sí a cualquiera, porque esa era la tradición para las
jóvenes, incluso aunque tuvieran novio.
Después de ese encuentro
fortuito Emma no terminó inmediatamente la relación con su novio y no volvió a
ver a Guzmán Loera hasta meses después.
El pasado viernes 12 me reuní
con Emma Coronel para hacerle una entrevista, la primera que da tras ocho años
y medio de matrimonio con El Chapo. Durante más de dos horas, sin prisas, habló
de su vida al lado de quien es señalado por el gobierno de Estados Unidos como
el narcotraficante más poderoso del mundo. Aceptó, sin condiciones, la lluvia
de preguntas de esta reportera.
Esta es la historia de Emma
Coronel, según su propia versión y en sus propias palabras, contada por primera
vez. A veces nerviosa, otras evasiva, poco a poco fue narrando el impacto en su
vida de saberse casada con el criminal más buscado del mundo.
UNA MUCHACHA DE CALIFORNIA
Coronel tiene toda la estampa
de una joven del norte de México: alta, de piel blanca como porcelana, grandes
ojos marrón, cabello que le cae como cascada en la espalda y una silueta
curveada sin exageración. De familia humilde, nació el 2 de julio de 1989 cerca
de San Francisco, California. Exactamente en Santa Clara, como indica el acta
de nacimiento obtenida por la reportera.
–¿Por qué nació ahí?
–Como que no fue nada planeado,
fue de última hora. Mi mamá se pasó de “mojada”, que en aquel tiempo era mucho
más común, mucho más fácil; tocó que allá nací, ninguno de mis hermanos nació
allá ni nada, no fue planeado ni lo decidieron. Fue ahora sí que de mera
casualidad.
Al mes y con un acta de
nacimiento que la acredita como ciudadana estadunidense regresó a Canelas,
Durango, municipio enclavado en la zona de influencia de los cárteles de
Sinaloa y de Guadalajara desde hacía décadas. Ahí las esperaban su padre, Inés
Coronel, y su hermano mayor, Omar. La familia se hizo más extensa cuando
llegaron su hermana Claudia, y Édgar.
–¿De dónde es originaria su
familia, su mamá y su papá?
–Del rancho cerquita de donde
yo soy originaria, La Angostura, de ahí también son mis papás. Toda la vida han
vivido ahí, yo también hasta los 18 años viví ahí.
–¿Cómo es ese lugar?
–Es un rancho común y
corriente, como cualquier otro, son personas humildes…
–¿De qué vive la gente ahí?
–Pues mucha gente se va a
trabajar a Culiacán, otras personas se han ido a Estados Unidos, sobreviven,
sobreviven pero todo muy humildemente. A mí me gusta porque ahí viví toda mi
niñez… ahí me crié con mis hermanos, con mis papás. Ahí no se ve nada de cosas
extravagantes, de cosas que se ven en la ciudad que son tan estresantes; es una
vida muy tranquila. La extraño demasiado –dice casi para sí misma, con un dejo
de nostalgia.
Afirma que su madre era ama
de casa. Su padre desde muy niño se dedicaba a sembrar maíz y frijol, y ya más
recientemente, a la venta de autos usados en la frontera con Estados Unidos.
–¿Hubo un momento, cuando
eras niña, que hayas regresado a Estados Unidos?
–Sí, este, a los 11 años me
fui con la familia de mi mamá; estudié un año en Estados Unidos, y a los 12 me
regresé.
–¿Por qué te fuiste?
–Mis papás me mandaron para
que aprendiera inglés, para que viera cómo era donde había nacido, más que
nada. Sí me gustó, pero yo me quise regresar porque los extrañaba mucho; no me
acostumbré. Estaba lejos de donde yo soy y extrañaba mucho a mi familia. Al año
los convencí de que me regresaran.
Meses después de aquel baile
y primer encuentro con El Chapo, Emma decidió participar en el concurso para
elegir a la reina de la Feria del Café y la Guayaba, que en febrero de cada año
se lleva a cabo en Canelas. Su novio, muy celoso, no estaba de acuerdo en que
participara en el certamen y eso provocó la ruptura. Con orgullo ella afirma
que ganó por méritos propios, no porque Guzmán Loera haya influido en el
resultado.
“Gané con muchísimos votos y
a partir de entonces fue cuando se hizo, pues, un escándalo de él implicándolo
en mi vida, y todavía no estaba en mi vida”, asegura.
LA BODA
Guzmán Loera, fugitivo luego
de escaparse en enero de 2001 de la cárcel de máxima seguridad de Puente
Grande, Jalisco, la comenzó a visitar en su casa.
–Es un hombre que le lleva
muchos años, pareciera una relación difícil de entender.
–Yo digo que lo que me
conquistó de él fue su plática, su forma de tratarme… no me llevó grandes
regalos ni grandes cosas, sino que él se gana a las personas por su forma de
ser.
–¿Cuándo realmente se unen
ustedes como pareja?
–¿Que nos casamos o cómo…?
–Sí, que te unes, que te vas
a vivir con él, que hacen una vida de pareja.
–Fue cuando nos casamos en
2007, nos casamos por la iglesia nada más y a partir de entonces somos pareja.
–¿Dónde fue la boda?
–En mi casa. Nada más
estuvieron muy poquitas personas. Mi familia más allegada… He escuchado que no
sé cuánta gente hubo, funcionarios… no sé. No es cierto, fue nada más mi
familia, las personas del rancho.
En septiembre de 2007 el
nombre de Emma Coronel Aispuro y su boda salieron a la luz cuando la periodista
Patricia Dávila publicó en Proceso una crónica sobre el enlace del capo y la
reina de belleza. Ahí se describió una boda con varios invitados, incluyendo
políticos de Sinaloa, y un cinturón de protección compuesto por el propio
Ejército mexicano.
La autora de este reportaje
obtuvo por otra vía información similar e incluso los nombres de algunos de los
supuestos invitados. Insistentemente en la entrevista Emma negó que su boda
hubiera sido así.
–¿No hubo políticos en tu
boda?
–No, yo nunca lo he visto a
él con un político.
–¿Había militares en tu boda?
–No. Todo fue algo muy
chiquito, con pura familia, no hubo las grandes bandas que dicen, nada de eso.
–¿Y en qué iglesia se
casaron?
–No, este, no fue en una
iglesia, fue un padre del municipio de Canelas, fue y nos casó ahí.
–¿Y de la familia de él quién
fue?
–Nadie.
–¿Traía escoltas?
–Ya no recuerdo… en ese
tiempo; pero eran más amistades de él…
–¿Es verdad que tu tío es
Ignacio Coronel? –pregunto. Durante la primera década del siglo, Ignacio
Coronel fue considerado “rey de las metanfetaminas”, socio del Cártel de
Sinaloa, jefe en Jalisco. El gobierno de México afirma que cayó muerto en un
operativo del Ejército en 2010, en Guadalajara.
–No. No es verdad. Si bien
tenemos el mismo apellido, hay muchas personas que se apellidan igual y no son
familia. El señor no es mi tío, de hecho no lo conozco.
–Porque se había dicho que
supuestamente era a través del señor Ignacio Coronel, que trabajaba con Joaquín
Guzmán Loera, que se habían conocido. ¿No fue así?
–No. En unas ocasiones han
dicho que es mi papá también (Ignacio Coronel), otras que es mi tío, pero no es
ni mi papá ni mi familiar. No lo conozco.
–¿En ese momento tú ya
entendías quién era Joaquín Guzmán Loera?
–Creo que no
LOS AÑOS DORADOS
Pasaron la luna de miel en un
rancho. Pese a su presunta cuantiosa fortuna, Guzmán Loera no pudo ofrecer a su
joven esposa algo mejor. Nunca viajaron al extranjero y si Guzmán Loera llegó a
viajar a Argentina y otros lugares, como se ha dicho en la prensa, “no me ha
llevado con él”, asegura.
Después ella se mudó a
Culiacán y comenzó sus estudios de preparatoria, a sugerencia de él.
–Después estudié ciencias de
la comunicación. No lo he ejercido pero me gusta mucho el periodismo.
Afirma que los estudios los
realizó en la Universidad Autónoma de Sinaloa, donde se inventó un mundo
paralelo al mundo criminal en el que navegaba su marido. Si él podía mantenerla
como una parte compartimentada de su vida, ella también aprendió a
“compartimentar” ser la esposa del Chapo.
–¿Aquí, en Culiacán, con
quién vivías, quién era tu círculo cercano?
–Mi familia… se fueron
viniendo poco a poco, y amigas, más que nada. Amistades mías que yo hice de la
escuela o familiares. Pero todo bastante normal, bastante tranquilo, nada
extravagante… soy una persona normal.
Después de la entrevista Emma
comenta que no le gusta dar su nombre y que incluso hay amistades que no saben
quién es ella, porque así se siente más cómoda.
“Hace poco entre amigas
escuché un comentario sobre viajes y dieron el nombre de un viaje que estaba
carísimo y una comentó ‘ni que yo sea mujer del Chapo’, sin saber que yo sí lo
era”, comenta. “Si supieras, m’ija, lo difícil que es serlo, no hay ningún
lecho de rosas ni nada de eso”, pensó ella. Pero no dijo nada.
Fue durante los años de
matrimonio con Emma cuando Guzmán Loera se convirtió en una negra leyenda.
Desde 2009 la revista Forbes lo señaló, cuatro años consecutivos, como uno de
los hombres más ricos del mundo. En 2011 el Departamento del Tesoro de Estados
Unidos lo nombró el narcotraficante más poderoso del mundo. Ningún traficante
había logrado tanta atención, ni siquiera Pablo Escobar, el colombiano líder
del Cártel de Medellín.
Durante esos años dorados los
encuentros entre Emma y El Chapo parecen haber ocurrido sin un esquema. A veces
se veían cada fin de semana… o podían pasar meses. “…Ocurría cuando todo estaba
medio normal, dentro de lo que cabe”.
Ella se quedaba estable en
algún lugar, principalmente en Culiacán. Era él quien cambiaba constantemente
de lugar. “Yo iba cuando él ya estaba en un lugar establecido y estaba muy
tranquilo. Sí escuchaba que había días que no la pasaba tan bien, pero no
estaba yo; yo iba cuando todo estaba tranquilo”, admite.
Señala que tras la
publicación donde se reveló su boda con el capo ella no le dio tanta
importancia. “Cuando comencé a preocuparme más fue cuando nacieron mis hijas y
también salió en los medios”, dice refiriéndose a la publicación de Los Angeles
Times, que informó que en agosto de 2011 Emma y El Chapo se convirtieron en
padres de gemelas.
“Cuando uno tiene hijos
cambia la forma de pensar y de ver la vida. Para mí fue entonces cuando empecé
a pensar la situación, que todo estaba un poco difícil”. Dice que quisiera que
sus hijas hagan una vida normal y no tengan problemas como otros hijos de
Guzmán Loera. “…Solamente por ser sus hijos se tienen que andar escondiendo,
porque el gobierno ha decidido que también ellos tienen que pagar…”.
“Me da mucha tristeza pensar
que en estos momentos no pueden ver a su papá, que de grandes puedan ser
juzgadas, que las puedan señalar por cosas que ellas no tienen ni idea”, dice
sobre sus hijas.
Aunque reconoce que su esposo
pudo estudiar poco– según su expediente de ingreso a la cárcel, en 1993, hasta
tercero de primaria–, lo califica como un hombre “muy inteligente… su
inteligencia es a base de las pruebas de la vida, es un hombre muy inteligente,
muy humano”.
Señala que durante todos
estos años que su esposo fue prófugo nunca lo vio preocupado o alterado, ni
aun en los momentos de mayor persecución. “Él en ningún momento demuestra que
está preocupado por algo. Puedo decir que hemos tenido muy buena relación,
siempre nos hemos llevado muy bien. Es un hombre muy atento, muy cariñoso, muy
respetuoso, muy alegre, que hace que se te olviden los problemas cuando lo ves
a él y sabes que tiene muchísimos problemas y está como si nada. Todo muy tranquilo,
muy normal…”. Asevera que durante el tiempo que ha estado con él nunca vio
drogas ni armas.
El retrato que hace de él se
contrapone con las decenas de declaraciones de testigos rendidas ante los
gobierno de México o Estados Unidos, que lo retratan, desde que estuvo preso
por primera vez en 1993 hasta sus años de mayor poder, como un narcotraficante
sin escrúpulos.
LOS SOCIOS, LOS HIJOS
–En estos años de 2007 a 2014
se supone que era prófugo de la justicia, se supone que el gobierno de México
lo buscaba, quería meterlo a la cárcel; se supone que el gobierno de Estados
Unidos lo buscaba. ¿Cómo era vivir así?, ¿se cambiaban constantemente de
lugar?; en ese sentido, ¿cómo era la vida que llevaban?
–Efectivamente, siempre ha
estado cambiándose de lugares.
–¿Usted sabía a qué se
dedicaba? ¿Sabía que traficaba drogas?
–No. De hecho a mí no me
consta que él trafique drogas, nunca he visto drogas ni con él ni con nadie;
nunca lo he visto haciendo un trabajo ni cosas así. A mí no me consta.
–¿Usted ha visto ese video
que circuló en las redes sociales, donde está él supuestamente frente a una
cámara de video y señala que se ha dedicado al tráfico de drogas y que esa
situación ha sido por la propia situación, por el propio contexto en el que
vivió?
–Sí, sí lo miré –responde
refiriéndose al video grabado por El Chapo para la actriz mexicana Kate del
Castillo y el actor estadunidense Sean Penn, dado a conocer por la revista
Rolling Stone tres días después de su más reciente detención, en enero pasado.
–¿Y qué piensa de eso?
–Pienso que quiso que el
mundo viera lo que en realidad él era y lo que había hecho, en lo que se había
convertido, a base de qué circunstancias. Como que él quiso platicar su vida
–admite.
Asegura que lo que ella sabía
era que El Chapo no grabó el video con la intención de que fuera transmitido al
público, sino sólo para que de ahí se tomara información para el artículo que
Penn iba a escribir en Rolling Stone.
–¿Usted conoció al Mayo
Zambada? –le pregunto. Ismael Zambada García, El Mayo, es uno de los
principales socios de Guzmán Loera en el Cártel de Sinaloa; según las
acusaciones criminales del gobierno de Estados Unidos, comparte igual poder
dentro de la organización criminal.
–No. No lo conozco. Siempre
que estábamos con mi esposo estábamos nada más él… cuando nos recibía nada más
estaba él. Nunca lo miré con otras personas, ni que tuviera citas con otras
personas y yo estuviera presente, no.
–¿Usted conoció a Vicente
Zambada, el hijo del Mayo Zambada?
–No. No lo conozco. Lo miré
en la televisión, nada más.
–La relación con su familia,
con sus hijos, ¿cómo ha sido todos estos años? ¿Con sus primeras parejas,
esposas? ¿Cómo es esta relación siendo una familia tan extensa?
–Han sido pocas las ocasiones
que me ha tocado verlos, pero muy bien, muy tranquila, muy amables. Puedo decir
que sus hijos son unos muchachos muy educados, muy amables, como él. Se quieren
demasiado como papá e hijo, como cualquier persona. El problema también es el
hecho de que ellos siempre se tienen que estar cuidando por ser hijos de él,
que no es que primero los investigan y luego los acusan, sino que primero los
acusan y luego investigan.
Iván Guzmán Salazar, uno sus
hijos mayores, fue arrestado por el gobierno de México en 2005 y liberado en
2008. Y José Alfredo, del mismo apellido, es acusado de tráfico de drogas en
una corte de Illinois junto con su padre. Ambos son producto de su primer
matrimonio, con Alejandrina Salazar.
La DEA
–¿Guzmán Loera hablaba con
alguien del gobierno estadunidense?, ¿conocía a gente de la DEA?
–Que yo sepa, no; nunca he
sabido que tenga negociaciones ni que haya hablado con una persona de la DEA.
Yo más bien creo que a la DEA lo que le importa es tener comunicación con
personas que puedan aportarle cosas, como es ponerle a otras personas, y saben
perfectamente que él nunca haría eso; entonces, como que por ese lado nunca han
tratado de buscarlo.
En una corte de distrito en
Chicago, Vicente Zambada, quien fue detenido en Mexico en 2009 y extraditado en
2010, afirmó ante el juez que el Cártel de Sinaloa, a través del abogado del
Chapo, Humberto Loya Castro, había ayudado a detener y matar a miles. Y que
gran parte de esa información provenía directamente de Guzmán Loera, quien,
según su abogado, José Refugio Rodríguez, está abierto a no obstaculizar la extradición
a Estados Unidos si llega a un convenio con ese gobierno.
Emma afirma que el gobierno
de México ha inventado muchas historias falsas de su marido para tener a quien
echarle la culpa de las cosas malas que pasan en el país. “Para tener
entretenidas a las personas y no dejarnos ver lo que realmente pasa… como es
tanta pobreza que hay, tantas personas desaparecidas que no encuentran y que no
saben cómo explicarlo. Es mi opinión”.
En febrero de 2014, cuando
fue detenido por la marina en Mazatlán, Emma estaba ahí. Lo visitó
religiosamente en El Altiplano durante el año y medio que estuvo preso. Afirma
que se enteró por los medios de comunicación de su fuga el 11 de julio de 2015
y supo, por los mismos medios de comunicación, que fue detenido la mañana del 8
de enero pasado en Los Mochis, Sinaloa, mientras presuntamente huía en un auto
robado.
–¿Qué sintió?
–Estaba preocupada por lo que
le pudieran hacer… las represalias que pudieran tomar en su contra por lo
pasado; muchos pensamientos encontrados.
–¿Temía usted por su vida
–Por supuesto. Aún temo.
Emma Coronel, la exreina de
belleza de Canelas, fue de nuevo a la misma prisión de donde había escapado su
marido, para verlo. Después de esperar ahí tres días, desde la mañana hasta el
anochecer, la dejaron verlo 15 minutos en el área de visitas del Altiplano.
Ella afirma que su vida corre peligro y que el gobierno de México, en venganza
por la humillante fuga, lo maltrata y “tortura lentamente”.
Aunque el gobierno lo niega,
ella y Rodríguez, el abogado, reiteraron a esta reportera que su estado de
salud es muy delicado. Por el constante pase de lista y la presencia de
personal camuflado fuera de su celda, no ha podido dormir y tiene la presión en
190. Es decir, al borde de un infarto o una embolia. Fuentes consultadas esta
semana dentro del penal confirmaron que el estado de salud del Chapo está muy
deteriorado.
La Comisión Nacional de los
Derechos Humanos se negó a informar sobre la salud de Guzmán Loera y señaló que
no podrán hacer ningún pronunciamiento mientras no termine la investigación.
“Si hubiera sabido que no iba
a poder estar con todos los que quiero, no hago esto”, murmuró el capo a Emma
Coronel en su breve encuentro a mediados de enero; y desde entonces no ha
podido ver ni hablar con nadie de su familia.
(PROCESO/ REPORTAJE ESPECIAL/ ANABEL HERNÁNDEZ , 1 MARZO, 2016)
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