Distintos testimonios y documentos
acusan que las violaciones sexuales de menores por parte de sacerdotes habrían
iniciado hace décadas, pero siempre existe una especie de protección por parte
de la alta jerarquía católica y de las autoridades civiles encargadas de
investigar.
El padre Marcial Maciel Degollado, fundador
de la congregación de los Legionarios de Cristo. Foto: Cuartoscuro.
Ciudad de México, 10 de
febrero (SinEmbargo).– En marzo de 2015 el Papa Francisco dijo en entrevista
con Valentina Alazraki, corresponsal de Televisa en el Vaticano, que el
fundador de la Legión de Cristo, Marcial Maciel, era un “gran enfermo” y que
“sería raro” que no tuviera un
“padrinito”, por ahí, que encubrió las acusaciones en su contra por casos de
abuso sexual cometidos contra de cientos de niños.
“Uno puede presumir que sí
(hubo encubrimiento), aunque siempre en justicia hay que presumir la inocencia,
pero sería raro que no tuviera algún padrinito por ahí, medio engañado, medio
que, que sospechaba y no supiera”, le dijo.
Marcial Maciel Degollado fue
un “depredador sexual”, aseguran sus víctimas. En noviembre de 1997 ocho de
ellas, ex Legionarios de Cristo, publicaron una carta dirigida al entonces Papa
Juan Pablo II, luego de que ese mismo años hubieron público a través del diario
Hartford Courant de Connecticut, Estados Unidos, el abuso sexual que sufrieron.
Motivados porque era muy
cercano a Juan Pablo ll, quien el 5 de diciembre de 1994 le envió una carta de
felicitación, publicada en los diarios más importantes de la Ciudad de México,
en donde lo reconoció como “guía eficaz de la juventud” y como quien “ha
querido poner a Cristo […] como criterio, centro y modelo de toda su vida y
labor sacerdotal…”, las víctimas del Presbítero decidieron hablar.
“Quienes ahora Os escribimos
somos varios hombres cristianos, doblemente víctimas en dos claras épocas de
nuestra vida: primero durante nuestra adolescencia y juventud y, luego, en
nuestra madurez, por parte de un sacerdote y religioso muy allegado a Vos, que
repetidamente abusó, antaño, sexualmente y de otras maneras de nosotros,
indefensos, lejos de nuestros padres o tutores, en países diversos y lejanos
del nuestro […] Somos un pequeño grupo de ex miembros de la Legión de Cristo
los que, con pleno derecho, y ahora aún más en legítima defensa, nos decidimos
a declarar la terrible y dolorosa verdad del oscuro mal oculto, casi desde la
fundación de su institución, durante más de cuatro décadas”, dice la misiva.
Hoy, a unos días de que
llegue a México el Papa Francisco, el ex Legionario de Cristo y víctima de
abuso sexual de Marcial Maciel, José Barba Martín, sigue esperando justicia.
En 2002, recuerda en
entrevista con SinEmbargo, no había ni siquiera un acuse de recibo de los 212
documentos entregados a la Santa Sede por las víctimas.
José Antonio Pérez Olvera y José Barba,
ex legionarios de Cristo en México y el chileno Juan Carlos Cruz, víctima de
pederastia, presentaron en 2015 las cartas abiertas de víctimas de abusos
sexuales de sacerdotes en Latinoamérica que le enviaron al Papa Francisco.
Foto: Cuartoscuro
Dos décadas después de la
denuncia, con Marcial Maciel ya muerto, surgen más acusaciones en contra de
sacerdotes católicos en México por abusos sexuales en contra de niños, ante la
resistencia de la Iglesia a entregar a la justicia civil a los presuntos
responsables.
“Yo le diría al Papa: usted
habla de un hombre enfermo, que tenía un ‘padrinito’, pero ¿por qué Marcial
Maciel durante 70 años, pudo estar dirigiendo una congregación, siendo un
hombre enfermo, teniendo ustedes por los menos esos 212 documentos que hemos
publicado?, ¿por qué teniendo esa información y quejas permitieron que ese
hombre, que usted llama enfermo, estuviera al frente de la nave llamada Legión
de Cristo”, cuestiona.
Barba Martín sigue: “¿Por qué
si tenía un padrinito, usted no ha investigado al padrinito, nos dice quién fue
y qué justicia se está haciendo con respecto a ese gravísimo encubridor?”.
El ex Legionario de Cristo
asegura que distintas instancias del Vaticano cubrieron a Maciel Degollado.
“El fenómeno Marcial Maciel
se convierte en una horrenda anécdota dentro de un contexto llamado Legión de
Cristo. Tuvo sus cómplices, sus encubridores”, dice.
El Vaticano simplemente ha
tratado a la pederastia como un pecado y no como un delito. El pecado, explica,
se queda al interior de la religión tras el arrepentimiento y el perdón.
“El pecado, no solamente es
pecado, sino que es delito y existen las leyes. El sacerdote pederasta va, se
confiesa y se puede ir. Pero la parte del delito, es decir, ve y cumple con la
Ley, declara que has faltado, eso no lo van hacer, en el momento que lo hagan,
pierden supremacía”, dice.
Marcial Maciel murió en 2008,
es decir 11 años después de que las enviaran cartas a cada uno de los obispos
mexicanos que tenían una responsabilidad, incluyendo a Norberto Rivera Carrera,
Arzobispo Primado de México, pero el Papa no fue informado hasta la publicación
de las cartas en medios de comunicación.
“En 2002 yo mismo llevé una
carta al Vaticano traducida en Polaco que fue entregada al secretario del Papa,
pero nunca llegó a sus manos”, expone.
Barba afirma que Marcial
Maciel violó niños desde los años 40 y luego de que la denuncia se hiciera pública, la Santa Sede no
cesó el ministerio del sacerdote, ni limitaron sus actividades
“sistemáticamente” dice el documento “Pederastia Clerical en México y en Otros
Países” elaborado por más de 50 organizaciones civiles para el Comité de los Derechos
del Niño de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Para 1976, señaló, se hablaba
de unos 20 niños que fueron abusados por Maciel y que se convirtieron en
violadores con los años.
Sin embargo, el Papa Juan
Pablo II promovió el fundador de los Legionarios de Cristo. El documento de las
organizaciones civiles indica que: “Permitió que continuara cometiendo delitos
impunemente en contra de niños durante muchos años. Nunca fue denunciado ante
las autoridades competentes ni, mucho menos, llevaron a cabo alguna iniciativa
para acercarse siquiera a la víctimas o para reparar algún daño hacia ellas, a
su integridad física y moral”.
EL MODUS OPERANDI
Testimonios señalan que
Marcial Maciel abusaba de los niños que llegaron a Los Legionarios de Cristo,
separados de sus familias y llevados a otros países. Los pequeños fueron
obligados a guardar silencio a través del voto de caridad.
Para las víctimas la denuncia
trajo consigo el desprecio, protección y encubrimiento a Marcial Maciel por
parte de la congregación y del mismo Norberto Rivera de la Arquidiócesis de
México.
Rivera acusó a las víctimas
de pagarle al periodista Salvador Guerrero Ciprés, del periódico La Jornada,
para inventar la historia y desprestigiar a Marcial Maciel.
En 2010 la Santa Sede
reconoció públicamente, que Maciel había sido “un auténtico delincuente y que
había cometido delitos graves”.
Raúl Olmos revela en su libro
El Impero Financiero de los Legionarios de Cristo; una mafia empresarial,
disfrazada de congregación, que Marcial Maciel heredó a la Iglesia Católica
varios curas pederastas.
El Vaticano tuvo que
reconocer a 35 sacerdotes de la Legión de Cristo como violadores de niños. Seis
de ellos superiores de la congregación.
“En una carta dirigida a
finales de 2013 entre la comunidad legionaria, el entonces pro-director general
Sylvester Heereman reconoció con crudeza que el equivalente al 3 por ciento de
los sacerdotes de la congregación habían sido acusados de estar implicados en
prácticas sexuales con menores de edad”, cita Olmos.
El porcentaje, agrega, es
similar al de Estados Unidos que reconoce que 4 por ciento de los sacerdotes
llegaron a estar vinculados con pederastia.
A pesar de las denuncias y la
evidencia, Los Legionarios de Cristo no han visto mermada su fortuna. Al
contrario son multimillonarios. Dinero que le sirvió a Marcial Maciel para
sobornar a “altos dignatarios del Vaticano”.
Olmos indica que Maciel
Degollado manejó un fondo discrecional de 20 mil dólares mensuales, además de
falsificar firmas para desfalcar cuentas bancarias de la Legión.
Los Legionarios de Cristo
tienen empresas fantasmas y Maciel “recurrió a paraísos fiscales para evadir
impuestos y lavar dinero”.
En cuanto a las víctimas,
sólo a siete de ellas se les pagó entre 11 mil y 28 mil dólares por reparación
del daño y al resto, les ofreció “ayuda espiritual”, dice el autor.
Distintas víctimas aseguran haber
acudido al Cardenal Norberto Rivera. Foto: Cuartoscuro
José Barba asegura que
Norberto Rivera no sólo fue un encubridor de Marcial Maciel, sino que también
“ha sido injusto con nosotras las víctimas”.
El ex Legionario indica que
desde que se dieron a conocer los testimonios, Rivera Carrera los ha
perseguido.
“Ha actuado con mala fe. En
el caso mío no me merece respeto. Respeto la investidura del Arzobispado, pero
no lo respeto a él, porque por sus actos lo conocemos”, dice.
En 1997 cuando salió a la luz
el caso, la iglesia persiguió a varios medios de comunicación como La Jornada y Canal 40. Las presiones
fueron de todo tipo, incluso comerciales.
“Hicieron lo indecible para
que no saliera en el Canal 40. Sospecho que Norberto Rivera estuvo
[involucrado] porque Norberto fue nombrado a través de una recomendación de
Marcial Maciel cuando él [Rivera] era Obispo en Tehuacán [Puebla]”, indica.
Ciro Gómez Leyva narró el 1
de julio de 2010 en la revista Nexos el boicot y las presiones de las que fue
víctima el equipo de Canal 40 que transmitió en 1997 los abusos de Marcial
Maciel.
Luego de contar con cuatro ex
Legionarios de Cristo víctimas de los abusos sexuales del Presbítero, buscaron
la otra versión por rigor periodístico.
“No tardaron en visitarnos.
Nunca quisieron dialogar. Iban a someternos. Prepotentes, groseros, jamás les
escuché una palabra de duda o misericordia. Venían a conquistarnos, aplastarnos
si no les quedaba más; legionarios al fin. Aseguraban que se trataba de una
conspiración en contra del Vaticano y que esas cuatro voces habían sido
corrompidas para dañar al padre Maciel. A los chantajes y advertencias
siguieron las amenazas espirituales, comerciales y físicas: el programa no
debería salir al aire. Amenazas del padre Gregorio, rector de la Universidad
Anáhuac: ayuno, rústico, incapaz de superar el lugar común de los 20 siglos de
ataques contra la Santa Iglesia. De Luis Garza Medina, alto jerarca de la
Legión; de ex legionarios, amigos del Regnum Christi [movimiento católico que
busca la instauración del Reino de Cristo en el mundo] familiares, anunciantes,
funcionarios del Gobierno federal”, relata.
Gómez Leyva lanzó varios
nombres: Roberto Servitje, de Bimbo; Alfonso Romo, duelo de Seguros América y
Carlos Slim. Del gobierno federal Liébano Sáenz, Secretario particular del ex
Presidente Ernesto Zedillo Ponce de León, también presionó.
“El programa de 48 minutos se
transmitió a contracorriente del enfoque de negocio. En un testimonial de una
dureza y emotividad creo que nunca vistos antes en nuestra televisión, Barba
describió paso por paso el abuso de Maciel. Alejandro Espinosa detalló la forma
en que mon père seleccionaba a sus predilectos. Saúl Barrales explicó la
cultura del engaño. Por temor, quitamos los testimonios sobre la drogadicción
de Maciel. Algunos anunciantes tardaron en perdonar la transgresión, otros no
la olvidaron. Siempre pensé que estaban en su derecho. Era su dinero y era su
inversión. Y era, en aquel 1997, la televisión que no querían ver”, escribió
Gómez Leyva.
Carmen Aristegui y Javier
Solórzano entrevistaron a la víctimas de Marcial Maciel en el programa Círculo
Rojo, de Canal 2 de Televisa en 2002.
Miguel Ángel Granados Chapa
escribió en el prólogo de “Marcial Maciel, historia de un criminal”, de
Aristegui, que cuando se acabó el programa Círculo Rojo: “flotó en el aire la
impresión de que su abordamiento del caso Maciel había contado entre los
factores que determinaron su supresión”.
José Barba explica que
durante la visita a México del Papa Francisco se espera un acercamiento con los
pobres, con los indígenas, pero no se reunirá con los familiares de los 43
desaparecidos de Ayotzinapa para no causar conflicto con las autoridades
civiles.
Tampoco con las víctimas de
pederastia en el país.
“No va a tocar temas que
hagan olas y que hagan quedar mal, ni al gobierno de México ni a la jerarquía
católica en la Ciudad de México. Tiene un Arzobispo que con respecto al
problema de la pederastia ha sido un fracaso, ha sido un fracaso”, dice.
Joaquín Aguilar Méndez tenía 13 años
cuando fue víctima de abuso sexual. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo
Marcial Maciel Degollado fue
sólo el inicio del escándalo de pederastia que sacudió a la Inglesia Católica
en México.
En la historia hay un, ahora
ex sacerdote, acusado de violar a más de 200 niños. Se llama Nicolás Aguilar y
cuando era cura, según testimonios, obligó a Sergio Sánchez Merino cuando tenía
12 años a realizarse sexo oral argumentando que si no lo hacía, él o su mamá
podrían morir.
Primero, de acuerdo con el
testimonio, se acercó al niño y le pidió que lo tocara porque tenía un tumor en
el estómago, luego se desabrochó el pantalón y le obligó a tocarle las partes
nobles. Después abusó de él.
Sergio denunció el hecho con
el cardenal Norberto Rivera Carrera en 1997, pero en lugar de entregarlo ante
las autoridades, Rivera sumó el caso del menor abusado a otros casos.
De acuerdo con el informe
realizado por organizaciones civiles y activistas mexicanos, para el Comité de
la ONU, Sergio denunció a su abusador y también a Norberto Rivera por
encubrimiento de abuso sexual, pero la demanda fue desechada por falta de jurisdicción
competente.
Lo mismo le sucedió a Joaquín
Aguilar Méndez, quien tenía 13 años cuando el párroco de San Antonio de las
Huestas, Estado de México, quien acusó a Nicolás Aguilar de violarlo en la
rectoría donde dormía, aledaña a la iglesia, mientras se oficiaba una misa.
Era acólito y entre los
aromas del incienso, el cura acusado de pederastia en Estados Unidos y recién
egresado de una Clínica del Apostolado Católica donde combatía su
homosexualidad, pederastia y alcoholismo,
lo olfateó y después de cuatro años de conocerlo, lo violó y acusó al
sacristán del delito.
“Él mismo fue quien le dijo a
mis padres que me habían violado, pero les dijo que fue el sacristán, entonces
yo hablé y dije la verdad. Desde ese momento fui víctima del Ministerio Público
y de la gente de la comunidad, que me despreciaba por haber denunciado a
Nicolás”, dice Joaquín.
Joaquín es ahora un hombre de
35 años y está al cargo de la oficia de la Red de Sobrevivientes de Abuso
Sexual por Sacerdotes (SNAP) y asegura que el cura que abusó sexualmente de él,
lo hizo también con unos 200 niños más.
El análisis de las
organizaciones mexicanas para el Comité de los Derechos del Niño de la
Organización de la Nacionales Unidas (ONU) detalla que Nicolás Aguilar violó a
niños en Los Ángeles California, Estados Unidos, en Puebla y en el Estado de México sistemáticamente a los largo
de sus 30 años como sacerdote y fue encubierto por la Iglesia Católica.
En 1997, de acuerdo con el
informe firmado por varios organismos de la sociedad civil mexicana, salieron a
la luz pública las denuncias de 60 niños abusados de Sierra Negra,
extremadamente pobres.
Efrén Alva Cortez, Felipe
Vadallares Rivera y decenas más fueron abusados por Nicolás Aguilar, de acuerdo
con el documento. Aunque se denunció, finalmente no se ejerció ninguna acción
penal en su contra.
“El proceso de los Niños de
Sierra duró un total de cuatro años y reposa en archivos bajo el número 6/1998.
El párroco fue sentenciado a un año de prisión por ‘ataques al pudor’. Sin
embargo el cura nunca fue encarcelado, ya que mantuvo su libertad bajo fianza.
En el año 2001 la justicia le concedió un amparo para dejar sin efecto dicha
condena”, dice el documento.
El informe sigue: “Estas
denuncias infructuosas muestran claramente la predisposición de las autoridades
mexicanas y del Poder Judicial, de proteger a los curas pederastas en lugar de
a las víctimas”.
Nicolás Aguilar pudo burlar a
las justicia porque en México lo encubrió en ese entonces el obispo de
Tehuacán, Norberto Rivera Carrera y en
Estados Unidos, el Cardenal Roger Mahony.
“En tan sólo nueve meses
abusó de 26 niños. De regreso a México, el padre Nicolás abusó sexualmente de
60 niños más, residentes de distintas comunidades de Puebla”, dice el informe.
En contra de Norberto Rivera
existen denuncias por encubrimiento, como la de Valentina Mendoza, madre de
tres hijos abusados sexualmente por Aguilar en Los Ángeles, California.
En Estados Unidos el 18 de
junio de 2009 Joaquín González Rodríguez, de 32 años interpuso una demanda en contra
de Nicolás Aguilar por abuso sexual en 1987.
La justicia estadounidense le
permitió utilizar el seudónimo de John Doe “quien aún se encuentra sufriendo de
gran dolor mental y físico, shock, desasosiego emocional, manifestaciones
físicas de desasosiego, vergüenza, pérdida de autoestima, deshonra, humillación
e incapacidad para disfrutar de la vida; se ha visto impedido de realizar con
plenitud sus actividades diarias y ha incurrido y seguirá incurriendo en gastos
para tratamiento médico, psicológico, terapias y asesoría”, dice el informe.
John declaró que cuando fue
abusado, conocía al sacerdote desde hacía seis meses y que iba a la iglesia
para estudiar el catecismo. En su demanda la víctima acusa al cardenal Roger
Mahony, arzobispo de Los Ángeles, California de complicidad.
Una corte federal de Los
Ángeles cerró el caso en 2012 y el abogado de John pidió al juez responsable
aplazar el caso hasta 2013, pero la solicitud fue rechazada.
Los crímenes del sacerdote
hasta el día de hoy están impunes y de acuerdo con Joaquín Aguilar, víctima de
Nicolás en México, cada día hay más denuncias en contra de curas que ofician
misas y después violan niños.
“El problema que existe en
México es que muchos no se animan a denunciar y cuando lo hacen, después de
años, ya no se puede hacer nada. Otro problema grave es que para que los
violadores puedan salir libres la justicia se les reclasifica el delito de
violación a estupro, donde se alega que el niño consintió la violación. En todo
el país un abusador sale libre por este delito”, dijo.
El caso de Joaquín no es el
único, en el informe que se presentó en el del “Foro Internacional: el
significado del informe del Comité de los Derechos del Niño a la Santa Sede y
las implicaciones para México” que se realizó la semana pasada en la Cámara de
Diputados aparecen cientos de niños violados por distintos sacerdotes, todos
impunes.
El PADRE CARLOS LÓPEZ
Cuando Jesús Romero Colín
tenía 11 años y era acólito de la iglesia San Agustín de las Cueva en la
delegación Tlalpan del Distrito Federal, el cura Carlos López Valdéz, abusó de
él sistemáticamente.
El sacerdote lo tocaba y le
tomaba fotos para “hacer un álbum de cómo iba creciendo”.
A los 15 años Jesús encontró
sus fotos y correspondencia postal que el cura Carlos López mantenía con otras
personas, donde él era el protagonista.
“La Congregación para la
Doctrina de la Fe, ubicada en el Estado Vaticano, órgano de la iglesia católica
encargado de juzgar delitos más graves, entre ellos los abusos sexuales
cometidos por clérigos contra menores, considera que las pruebas presentadas
por el Tribunal Eclesiástico Interdiocesano de México son contundentes. Entre
ellas se presentó como prueba un CD con pornografía infantil que incluye
imágenes de la víctima tomadas por el propio agresor”, dice el informe.
Sin embargo, a pesar de las
pruebas en contra del sacerdote, el Vaticano aún no ha resuelto sobre el caso y
López Valdéz sigue oficiando misas.
Jesús Romero asegura en entrevista
que el sacerdote, a quien le fue retirado su ministerio, violó a otros niños.
Vivía en una casa muy grande,
con otros jovencitos de quienes también abusaba, indica.
Eduardo Córdova está entre los más
buscados de la Procuraduría del Estado. Foto: Procuraduría de Justicia San Luis
Potosí
El ex sacerdote Alberto Athié
Gallo denunció el caso el padre Eduardo Córdova Bautista de San Luis Potosí,
implicado en al menos 100 casos de abuso sexual en esa entidad en 2014.
“Tiene 30 años con estas
actividades, hay muchos papás y mamás, muy dolidos y molestos y no han visto
que se haga justicia para sus hijos. Este caso se sabía en la Arquidiócesis
desde hace mucho tiempo y nunca hicieron nada para entregarlo a las autoridades
civiles a pesar de que hay denuncias penales detenidas en los ministerios
públicos”, dijo.
El sacerdote fue removido de
sus cargos por órdenes de la Santa Sede que lo investigó y determinó su
culpabilidad, sin embargo siguió oficiando misas en un asilo de ancianos en
total libertad, burlando a la justicia mexicana, indicó.
Después, ese año se convirtió
en un prófugo de la justicia, luego de que los padres de un adolescente,
acompañados por Luis Nava Calvillo, decidieron en 2014 llevar la denuncia no
ante la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJEM), cuyo titular era
entonces Miguel Ángel García Covarrubias, sino ante la Fiscalía Especial para
los Delitos de Violencia Contra las Mujeres y Trata de Personas (Fevimtra)
dependiente de la Procuraduría General de la República (PGR).
En los hechos tampoco ha
habido mucha diferencia, no se tiene noticia de que la averiguación previa haya
sido consignada ante un juez, además la integración del expediente se ha visto
afectada en su avance por cambios de funcionarios en la PGR.
La Iglesia Católica dice no
saber el paradero de Eduardo Córdova, mientras que las víctimas creen que el
pederasta fue encubierto por las autoridades religiosas.
(SIN EMBARGO.MX/ Shaila Rosagel febrero
10, 2016 00:00h)
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