Eugenio Ímaz Gispert, titular del CISEN.
Foto: Cuartoscuro
Ciertamente el señor Eugenio
Ímaz Gispert tiene muy poca experiencia en materia de seguridad, inteligencia y
operación estratégica. Lo suyo en Hidalgo, donde se desempeñó mayormente antes
de entrar al plano nacional, fue acompañar a gobernadores en encomiendas
distintas a la seguridad. Más inclinado al sector empresarial fue Secretario de
Industria y Comercio, Coordinador de Asesores, Secretario de la Contraloría,
Secretario de Planeación y Finanzas, e incluso Secretario para Asuntos
Comerciales de la Embajada de México en Canadá.
Tuvo un pequeño periodo,
apenas de un año, donde fungió como Subsecretario de Gobierno de la Secretaría
de Gobernación, cuando esa institución la encabezaba Diódoro Carrasco
Altamirano en el último año del sexenio de Ernesto Zedillo Ponce de León. De
ahí en fuera nada.
Pero estando su corazón
político en Hidalgo, cuando su ex Jefe y amigo, Miguel Ángel Osorio Chong llegó
a la Secretaría de Gobernación de la mano de la confianza de Enrique Peña
Nieto, lo lógico fue ubicar en una posición delicada y que requiere de extrema
secrecía e inteligencia, a uno de los suyos. A don Eugenio Ímaz Gispert a cargo
del Centro de Investigación y Seguridad Nacional, el antes temido CISEN.
Pero bueno, si consideramos
que, de acuerdo a la propia institución, su misión es “producir inteligencia
estratégica para la toma de decisiones, a fin de preservar la Seguridad
Nacional, la Gobernabilidad y el Estado de Derecho”, como que la cosa no anda
bien.
Desde la llegada de Peña, y
por ende de Osorio y de Ímaz, lo que ha destacado en el País han sido los
brotes de inseguridad, de inconformidad, de hartazgo, de terror, de
criminalidad, de exceso y abusos, que llevan a nuestro México, pasito a pasito,
más cerca de la ingobernabilidad.
En el CISEN no han tenido la
capacidad para recabar información, analizarla y determinar las acciones a
seguir para evitar, tomando decisiones estratégicas que satisfagan a la
mayoría, los brotes de inconformidad y violencia que han dominado el escena
pública en la República Mexicana.
Vaya no fueron ni siquiera
capaces –o sí lo fueron y son cómplices- de prever que Joaquín “El Chapo”
Guzmán se escaparía otra vez de una prisión de máxima seguridad.
Desmantelado ciertamente
durante el sexenio de Vicente Fox Quesada, que sin el menor respeto por las
instituciones veía el Centro de Investigación y Seguridad Nacional como el
infierno que albergaba a todos los espías y no como un ente de análisis de
información para preservar la seguridad en el territorio mexicano. Se limitó
mucho el trabajo en lugar de encaminar los esfuerzos para, ciertamente, velar
por la seguridad nacional desde el interior de la misma.
Hoy día, con un Gobierno
emanado del PRI otra vez en la Presidencia de la República, el CISEN no ha
podido reestructurarse, mejor dicho, las personas que encabezan la institución
no han estado a la altura de las circunstancias. No previeron la corrupción en
Iguala, ni la relación narco-política en Guerrero que llevó a 43 estudiantes de
la normal de Ayotzinapa a la desaparición forzada. No anticiparon en el Centro
de Inteligencia el levantamiento de las autodefensas en Michoacán, ni vieron
venir la relación de políticos de varios partidos y funcionarios públicos, relacionados
con Servando Gómez “La Tuta”.
Tampoco son capaces de
anticipar las olas de violencia que la corrupción y la impunidad, producto de
la malvada dupla de Gobierno y narcotráfico, han brotado en Guerrero,
Tamaulipas, Jalisco, Michoacán, Baja California, Sinaloa, Baja California Sur y
el Estado de México por mencionar los principales puntos rojos.
El CISEN tiene representantes
en todos los Estados de la República Mexicana, y en las principales ciudades
del país. Los delegados del Centro de Inteligencia, mayormente de bajo perfil,
enfrascados en su labor de análisis de información, capacitados para captarlas
en el aire y alertar al Sistema de Seguridad Nacional, pero en lugar de ello,
muchas de las veces se dedican al espionaje político, al chisme electoral, a
reunir elementos para la denostación de la oposición. A recabar información
para la difamación y la calumnia. Y por eso, en la mayoría de los casos, ha
sucedido en México el desmoronamiento del Estado de Derecho que hoy padecemos.
Por supuesto que se han
desarrollado manifestaciones de hartazgo que resultan inevitables ante un
Gobierno como el que encabeza Enrique Peña Nieto, que es intolerante a la
crítica, a la libertad de expresión, y que es susceptible a la presión social,
al terrorismo fiscal, al oscurantismo político. Pero los hechos de violencia,
de corrupción político-criminal, los brotes de inseguridad se deben prevenir.
No debería existir un Centro
de Inteligencia y Seguridad Nacional que ni siquiera está preparado para
salvaguardar a los suyos, porque ello significa que incumple la parte que le
corresponde en responsabilidad como es “proteger al país frente a riesgos y
amenazas. Preservar la soberanía, independencia, territorio y la unidad de la
federación. Mantener el orden constitucional y fortalecer las instituciones
democráticas de gobierno. Defender al país frente a otros Estados o sujetos de
derecho internacional. Preservar el régimen democrático fundado en el
desarrollo social, económico y político”.
Hace unos días, el delegado
del CISEN en el Estado de México –la entidad de origen y arraigo del Presidente
de la República y una de las más violentas en los últimos tres años- Jaime
Ramos Neri, fue secuestrado. Por notas de prensa y la mínima información que el
Gobierno Federal emitió al respecto, se supo que incluso hubo amenazas previo
al plagio, y que –evidentemente- no se consideraron con seriedad permitiendo
así que el crimen se llevara a cabo. También mencionan que había una solicitud
de rescate por 4.5 millones de pesos para liberar al funcionario federal.
Un delegado del CISEN que da
la impresión que puede pagar un rescate de 4.5 millones de pesos, no es un buen
ejemplo de funcionario de bajo perfil dedicado al análisis de la información
para contribuir a la inteligencia nacional. De hecho es todo lo contrario. Pero
vaya, lo del dinero puede ser por otras razones.
Información extraoficial
indica que efectivamente hubo una negociación para la liberación del delegado,
y la falta de detenidos en la investigación lo confirma.
Días después de haber sido
secuestrado, el delegado del CISEN fue rescatado con vida y sus plagiarios
perdidos en la impunidad que vergonzosamente caracteriza a este país.
No hay más información al
respecto. Quién sabe si porque no la tienen o porque de tan comprometedora no
la quieren compartir, lo que sí es que el secuestro de un funcionario del
Centro de Investigación y Seguridad Nacional no deja bien parada a la
Institución que Eugenio Ímaz encabeza, y a la cual, ahora se entiende, se le
han prendido todos los focos de inseguridad, de inconformidad, políticos y
sociales, ante el deficiente sistema de investigación e información que ahí
manejan.
Claro que no son las
instituciones las que no sirven, son los hombres que las encabezan los que
fallan. Y en inteligencia a México le hace falta un cambio urgente y de raíz.
(SINEMBARGO.MX/ Adela Navarro Bello
diciembre 23, 2015 - 00:00h)
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