“El Chapo” y Murillo Karam. Fotos:
Cuartoscuro
Ciudad de México, 21 de julio
(SinEmbargo).- Ginger Thompson, ex corresponsal en México del diario The New
York Times y ganadora del premio Pullitzer, desayunó con un ex miembro del
Cártel de Sinaloa, con un funcionario de inteligencia mexicana y con un
veterano agente antinarcóticos estadounidense. Conversaron sobre la reciente
fuga del narcotraficante Joaquín Archivaldo “El Chapo” Guzmán Loera.
La pieza periodística es
titulada “‘El Chapo’, su fuga, y al menos una no tan loca teoría de lo que hay
detrás”. Narra el insólito encuentro efectuado en una cafetería llamada Le Peep,
ubicada en San Antonio, Texas.
El resultado de la
conversación es publicado en conjunto por la prestigiosa revista estadounidense
The Atlantic, y por ProPublica, una agencia de noticias independiente y sin
fines de lucro radicada en Manhattan, Nueva York.
Los tres hombres coincidieron
y le aseguraron a The Atlantic que el Gobierno encabezado por Enrique Peña
Nieto habría pactado con “El Chapo” para que este saliera por la puerta grande
del Centro de Readaptación Federal Número 1, El Altiplano, ubicado en Almoloya
de Juárez, Estado de México. La idea: que restaurara la paz en el mundo de las
drogas, en especial ante ascendente poder del Cártel Jalisco Nueva Generación.
Que el túnel fue un montaje
para que el Estado se viera vulnerable y aceptara el alto costo de la vergüenza
internacional.
En todo esto, dijeron, hubo
demasiado cinismo gubernamental.
La fuga de “El Chapo” parece
haber puesto fin a cualquier tipo de ilusión sobre la “nueva era de confianza
entre los gobiernos de México y Estados Unidos”, dijo la periodista, Thompson.
También se acabó con la ilusión de que el Presidente Enrique Peña Nieto era
serio acerca de poner fin a una larga historia de corrupción en el gobierno, y
que Washington, después de cierto escepticismo, podía confiar en él.
Thompson cuenta su encuentro
en esa mesa con el narcotraficante. Parecía “más un ministro evangélico que un
criminal negociando ofertas entre los capos de la droga y los funcionarios del
Estado”. “Llevaba una camisa abotonada y meticulosamente ajustada; un reloj de
oro, gafas con montura de oro y una cruz de oro alrededor de su cuello… Y
cuando sus compañeros de desayuno empezaron a meter a sus bocas trozos de avena
y de salmón a la benedictina, se aclaró la garganta y pidió un momento de
silencio. ‘¿Les importaría hago una oración?’, Preguntó”.
Entonces sucedió que todos,
incluyendo el criminal, el agente antidrogas estadounidense y el funcionario de
inteligencia mexicano, inclinaron sus cabezas para orar y luego procedieron a
hablar, escribió la reportera.
“Unos días antes, el
traficante de drogas más importante de México, Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán, había
escapado otra vez de una de las prisiones de máxima seguridad de ese país.
Nadie en este grupo se sorprendió [los tres personajes con los que la periodista
se reunió]. Tampoco estaban particularmente interesados en los detalles
logísticos de la fuga, a pesar de que claramente no creyeron la versión que
habían escuchado por parte del gobierno mexicano”, narró Thompson.
Inclusive todavía
narcotraficante, ex miembro del Cártel de Sinaloa, dijo que “El Chapo”
probablemente había caminado por la puerta principal de la cárcel, y que toda
la historia de túnel y de la motocicleta había sido puesta en escena para hacer
pasar su salida de prisión “como una hazaña ingeniosa que el gobierno no podía
haber previsto”, y mucho menos detenido.
“Tal idea descabellada puede
no ser sorprendente para cualquiera que sepa algo de México. Pero para alguien
que vivió allí durante 10 años, e informó sobre ese país casi el doble de tiempo,
lo que me sorprendió fueron las teorías de estos tres hombres sobre por qué
nadie en el Gobierno mexicano estaría interesado en un acuerdo tal. ¿Quizás, me
pregunto en voz alta, ‘El Chapo’ había poseído información que podría haber
incriminado a altos funcionarios mexicanos en el tráfico de drogas y, en lugar
de juzgarlo, habían accedido a hacerse de la vista gorda para que se fugara?”,
escribió la ahora reportera senior de Pro Pública.
Los tres hombres coincidieron
en que “El Chapo” había “sido arrojado” de nuevo en el mundo de las drogas para
que restaurara el orden. “Cuando me enteré de la noticia, pensé que esto no era
algo ni bueno, ni malo. O esto es una muestra de hasta qué punto las cosas en
México están fuera de control. O esto demuestra que el gobierno está dispuesto
a correr el riesgo por una cierta cantidad de vergüenza internacional, a fin de
restaurar la paz para los mexicanos”, dijo el ex miembro operativo del Cártel
de Sinaloa.
Thompson les dijo a los demás
comensales que, en efecto, ella había estado fuera de México demasiado tiempo y
que no podía creer cómo la fuga de “El Chapo” Guzmán podría ser algo bueno para
restaurar la seguridad pública.
Los tres informantes le
dijeron que la violencia del narcotráfico está imparable, y que un cártel
ascendente, el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), ha lanzado
“impresionantes” ataques contra las fuerzas de seguridad y funcionarios
públicos, como cuando, a principios de este año, derribó un helicóptero militar
y dejó 15 oficiales de Policía muertos en un solo día.
Los comensales le dijeron a
Thompson que “El Chapo”, al contrario del “sanguinario” líder del CJNG, Nemesio
Oseguera Cervantes alias “El Mencho”, se forjó durante los primeros años de la
guerra contra las drogas.
“Él era de la vieja escuela.
Y a pesar de su locura y su voluntad de hacer todo lo necesario para construir
su imperio, mitigó su fuerza… para así mantenerse alejado, lo más posible, de
los ataques contra el gobierno, siempre y cuando este permitiera que su negocio
funcionara”.
Los tres hombres le dijeron a
la periodista que “si se le permitió volver al trabajo [a ‘El Chapo’], se
encargaría de ‘El Mencho’ y habría, muy probablemente, una ola de violencia
que, aunque dolorosa, sería tratada en silencio por las autoridades mexicanas
como un mal necesario. Y que los líderes del cártel [CJNG] que permanecieran de
pie, estarían muy debilitados”.
“El aparato de seguridad de
México no está listo para combatir el crimen organizado”, dijo el funcionario
de inteligencia mexicano durante el desayuno. “En la mesa había más de 75 años
de experiencia combinada en las trincheras del tráfico de drogas. En cuanto a
los pormenores de la lucha en contra, ahora en su cuarta década fallida, ellos
sabían mejor que nadie que ningún cinismo es demasiado grande… ni
inimaginable”, escribió Thompson.
“El verdadero problema no es
sólo es el flujo de drogas. Es la lucha contra las drogas, porque todo el mundo
se ensucia en esa lucha”, dijo el narcotraficante, quien había estado en el
negocio por más de 30 años.
“Había aterrizado en Texas
por primera vez como un fugitivo, y luego como un proscrito. Los líderes del
Cártel de los Zetas, que fueron pionero en las decapitaciones que se han
convertido en una característica común de la sangrienta guerra contra las
drogas de México, le habían acusado de robar millones de dólares. Ya habían
matado a su hermano y mostrado su cuerpo en una calle muy transitada, cerca de
la frontera con Estados Unidos. Cuando el operativo llegó a los Estados Unidos,
fue detenido por agentes federales por cargos de lavado de dinero. Fue puesto
en libertad como parte de un acuerdo con la Fiscalía después de servir dos años
y medio de cárcel, además de perder unos 5 millones de dólares en el proceso”,
narró Thompson sobre el ex miembro del Cártel de Sinaloa.
El funcionario de
inteligencia mexicano le dijo a la reportera, mientras el criminal fue al baño,
que el sur de Texas estaba lleno de hombres como él.
“Él debe saber, porque ha
llevado a muchos de ellos allí. Mientras que su trabajo del día lo mantiene muy
ocupado en México, ha mantenido su esposa, ex esposa, y a sus niños en Texas,
donde es más seguro y en el que se gana la vida en secreto colaborando con
Washington”, dijo el funcionario mexicano que ha ayudado a numerosos narcotraficantes
o funcionarios corruptos a entregarse a las autoridades de Estados Unidos para
su enjuiciamiento o cooperación.
Una de sus más recientes
negociaciones, dijo, había tenido lugar en Culiacán, y había involucrado a uno
de los hijos del líder del Cártel de Sinaloa, Alfredo.
“Lo vi con incredulidad. En
mis años de cubrir la guerra contra las drogas, había visto numerosos informes
clasificados que describen este tipo de reuniones. ¿Pero el hijo de ‘El Chapo’?
¿En serio?”, escribió Thompson.
“Usted está pensando
demasiado como una persona honesta”, le dijo el funcionario a la periodista.
“Estados Unidos puede llegar a acuerdos [...]. En México, no hay tal cosa, al
menos no oficialmente”.
“No hay una verdadera lucha
contra las drogas”, dijo el funcionario de inteligencia mexicano. “Es todo un
juego perverso de intereses”, aseguró.
“Sinaloa se convirtió en el
McDonalds del tráfico de drogas. Los clientes pueden encontrar sus productos
(cocaína, heroína y metanfetaminas) en todas partes. La fuga de ‘El Chapo’
parece haber puesto fin a cualquier tipo de ilusione sobre la nueva era de
confianza entre los gobiernos de México y Estados Unidos”, dice Thompson.
También se acabó la ilusión
de que el Presidente de México, Enrique Peña Nieto, era serio acerca de poner
fin a una larga historia de corrupción en el gobierno, concluye.
(SIN EMBARGO/REDACCIÓN/ JULIO 21, 2015 -
18:19H)
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