El ex presidiario Antonio Vera
Palestina, diagnosticado por las autoridades carcelarias con "trastorno
antisocial de personalidad y rasgos del trastorno narcisista de personalidad”,
recuperó la libertad tras 25 años en prisión. En Tijuana, regresó al lado de su
incondicional jefe, Jorge Hank Rhon, ambos aparecieron en público, y el también
ex reo de “El Hongo”, dijo que revisaría la situación jurídica del sentenciado
culpable de asesinato del periodista Héctor Félix para darle trabajo. La Ley
prohíbe a personas con antecedentes penales, portación de arma
“El delito que cometió fue
grave, y con todas las agravantes de la Ley; la justicia queda muy limitada en
estos casos. Ya salió y su perfil es delinquir”, dijo a ZETA un funcionario de
la procuración de justicia en Baja California, respecto la liberación -después
de cumplir una condena de 25 años- de Antonio Vera Palestina, asesino del
periodista Héctor Félix Miranda.
En efecto, el 1 de mayo de
2015, Vera Palestina abandonó la prisión de máxima seguridad ubicada en
Almoloya de Juárez, Estado de México, conocida como “El Altiplano”, y luego que
un convoy lo esperaba para trasladarlo al aeropuerto, apareció en Tijuana.
La primera en entrevistarlo
fue la coordinadora de Difusión del Instituto Municipal de Arte y Cultura del
Ayuntamiento de Tijuana, Rocío Galván. A ella le reiteró lo que después diría a
medios como El Mexicano, Frontera, Uniradio y que así lo publicarían: que es
inocente.
Incluso los medios replicaron
fotografías del encuentro público que el asesino sentenciado tuvo con quien fue
su jefe al momento del homicidio del periodista, Jorge Hank Rhon, donde también aprovechó para denostar a quien
ya no está en vida para defenderse, Jesús Blancornelas, codirector fundador de
ZETA, quien dijo Vera y así lo publicaron, se benefició del asesinato de “El Gato” Félix Miranda.
La paradoja de los medios, de
dar un trato de celebridad a quien fue determinado culpable de asesinato de un
periodista, es solo comparable con el protagonismo de Jorge Hank Rhon y su
esbirro 25 años después, Antonio Vera Palestina.
Incluso antes de abandonar la
prisión, lo hizo el otro sentenciado culpable del asesinato de Félix,
Victoriano Medina, y como en el caso de Vera, Jorge Hank declaró que revisaría
la Ley para ver si los contrataba, aduciendo una vez más como escoltas de
seguridad que fueron de él. La Ley es rígida: ninguna persona con antecedentes
penales puede obtener un permiso para portación de armas. En los dos casos,
Vera y Medina, es público que cuentan con el antecedente penal, al haber
purgado 25 y 27 años respectivamente de prisión por el homicidio del codirector
y cofundador de ZETA, Héctor Félix Miranda.
Denostando la administración
de la justicia en su caso, Vera Palestina fue sentenciado por el entonces Juez
Segundo de lo Penal, Miguel Ángel Barud Martínez. Expresó a los reporteros:
“Es una experiencia amarga,
afortunadamente en estos momentos se vive en un Estado de Derecho plenamente en
el pasado, se debe de confiar en las leyes, si en estos momentos hubiera
sucedido -el asesinato del periodista-, no hubiera pasado nada, porque nunca
existieron los elementos suficientes como para ni siquiera indicios, mucho
menos pruebas”.
Refirió también que en ZETA
“lucran con el dolor ajeno”, calificando así la exigencia a las autoridades
federales y estatales, de justicia en el caso de Héctor Félix, y de investigar
y procesar al autor intelectual.
LA DIAGNOSTICADA SOCIOPATÍA DE VERA
La razón de la salida de
prisión de Vera Palestina, se debe a que en 1988, cuando cometió el asesinato
por el que fue sentenciado, la pena máxima por homicidio era de 25 años, hoy día
es de 50 años. En la Ley se incrementó la penalidad, con la idea de que quien
cometa homicidio, pase la mayor parte o el resto de la vida tras las rejas.
De hecho, en los estudios de
personalidad que se le practicaron -a petición suya- cuando incluso hace un año
pretendía ser beneficiado con la libertad anticipada, las autoridades
carcelarias determinaron que no estaba apto ni en condiciones psicológicas para
reinsertarse en la sociedad.
El estudio practicado a
Antonio Vera Palestina cuando se encontraba en el penal de Puente Grande,
Jalisco, indica textualmente:
“Sus juicios continúan
distorsionados por su estructura de personalidad antisocial que se mantiene
vigente, puntualizando que se conserva un reconocimiento social, poder
económico y liderazgo negativo, elementos de los cuales puede hacer uso si
existen los motivadores y factores precisos”.
El diagnóstico inicial lo
mantuvieron vigente:
“Trastorno antisocial de
personalidad, rasgos del trastorno narcisista de personalidad”.
En términos médicos, se
define el Trastorno Antisocial de Personalidad (TAP) como “una afectación de salud mental por la
cual una persona tiene un patrón prolongado de manipulación, explotación o
violación de los derechos de otros. A menudo este comportamiento es delictivo”.
Mientras, refiere el sitio
MedlinePlus, “algunos médicos creen que la personalidad psicopática es el mismo
trastorno. Otros creen que la personalidad psicopática es un trastorno similar,
pero más grave”.
La Enciclopedia Libre define
el Trastorno de Personalidad Antisocial: “… a veces llamado sociopatía, es una
patología de índole psíquico, las personas que la padecen pierden la noción de
la importancia de las normas sociales, como son las leyes y los derechos
individuales… se trata del trastorno disocial de la personalidad”.
En los estudios practicados
en prisión, se señaló de Vera Palestina:
“… el solicitante a lo largo
de su internación no ha mostrado buena conducta, algunas de carácter grave,
como las concernientes a faltarle el respeto a los vigilantes, agredir física y
verbalmente a celadores, amenazar al personal de la Penitenciaría, incluyendo a
los licenciados del penal, faltarle el respeto al personal de cocina, de
seguridad, no acatar indicaciones y demás, circunstancia que se valoró en su
conjunto…”.
La misma persona que el
miércoles 6 de mayo, los reporteros entrevistaron a un lado de quien, es
evidente, siempre ha sido incondicional: Jorge Hank Rhon.
SALIDA DE “EL ALTIPLANO”, EN CONVOY
Fuera de prisión, los
primeros pasos de José Antonio Javier Vera Palestina, fueron lentos, pausados.
Tras purgar 25 años de condena por el asesinato del periodista Héctor “El Gato”
Félix Miranda, salió libre a las 2:58 pm del 1 de mayo de 2015.
Fue el primer interno en
abandonar el penal de máxima seguridad “El Altiplano”, en el municipio de
Almoloya de Juárez, Estado de México, ese día.
Sin personal penitenciario
para sujetarlo de la nuca o del brazo al caminar, Vera Palestina luce casi
sonriente. Su uniforme de sudadera y pantalón deportivos en tono gris, se funde
en camuflaje con el camino de cemento que da entrada al penal. A lo lejos, solo
resalta su cabeza canosa.
Un día antes, jueves 30 de
abril, sus hijos y familiares esperaban la salida temprana del homicida del
cofundador de ZETA frente al penal de máxima seguridad. No ocurrió así.
Quienes viven frente a la
cárcel que aloja a los criminales más peligrosos del país, como los
narcotraficantes Servando Gómez Martínez “La Tuta” y Édgar Valdez Villarreal
“La Barbie”, recuerdan haber visto a la familia permanecer en las inmediaciones
ya entrada la madrugada. Ahí seguirían hasta el día siguiente.
Un pasaje solitario, rodeado
por extensos campos donde pastan vacas y caballos, atraviesa el pueblo de Santa
Juana, perteneciente a Almoloya, hasta topar con el Centro Federal de
Readaptación Social Número 1.
Sobre este terregoso camino,
dos camionetas Suburban de reciente modelo, saltan a la vista. La de color
negro estacionada frente a la gris, vidrios polarizados en ambas.
En aspecto, solo le son
rivales un tanque militar y una camioneta del Ejército Mexicano. Soldados
custodian desde 200 metros antes, el acceso al penal. Fueron instalados en ese
punto desde el 22 de febrero de 2014, día en que Joaquín “El Chapo” Guzmán
ingresó a “El Altiplano”.
El reloj marca las 9:00 am
del viernes 1 de mayo. Un grupo de mujeres y hombres, vestidos con uniforme de
cocineros, abandona la prisión mientras una cuadrilla de trabajadores con
camisetas de color verde, esperan entrar al penal.
Junto a quienes atienden un
par de puestos de tlacoyos, quesadillas y tacos, los tripulantes de las
camionetas son los únicos en permanecer frente al reclusorio.
En el transcurso de las
siguientes seis horas, llegan cuatro automóviles más. Sus ocupantes
intercambian asientos entre vehículos, conversan y caminan hacia La Luz del
Día, una pequeña fonda ubicada en el extremo noroeste de la prisión.
Más de doce personas
conforman la comitiva que espera la salida de Vera Palestina en convoy y a
máxima velocidad.
En los 23 años de vida de la
prisión que inició con el nombre de “Almoloya” para cambiarlo por el de
“Altiplano”, Mario, quien desde entonces vive y trabaja en las inmediaciones
del penal, solo ha visto a otro reo salir de la forma en que lo hizo Vera
Palestina.
“No es común que los reciban
en camionetas, casi todos salen caminando a pedir un taxi o tomar el autobús
para irse de aquí”, relata el hombre que ya rebasa los 50 años.
Pero el compadre de Jorge
Hank Rhon, quien se desempeñaba como su jefe de seguridad cuando le quitó la vida
a Félix Miranda, abandonó la prisión en un convoy digno de un operativo de
seguridad.
Aunque caminó su salida, la
camioneta tipo Suburban negra se aproximó a él antes de abandonar por completo
los terrenos de la cárcel. Parte de la familia abordó el vehículo y con ayuda
de uno de sus hijos, Antonio Vera Palestina ingresó al asiento trasero.
En menos de un minuto, el
resto de los familiares ya se encontraban dentro de dos camionetas más y dos
automóviles compactos. Un joven abogado, vestido de camisa verde y pantalón de
mezclilla, corría con una bolsa de plástico transparente en la mano, en el
interior las pertenencias del ex reo.
Con la Suburban negra al
centro, el convoy conformado por cuatro vehículos más, se alejó a toda
velocidad hasta perderse en el camino del pueblo.
El vehículo donde viajaba
Vera Palestina, era conducido por su hijo Jerónimo Vera Ayala, quien también
permaneció recluido en una penal de máxima seguridad, en Puente Grande,
Jalisco.
Tras 15 meses de
encarcelamiento, el ahijado de Hank Rhon regresó a trabajar a su lado como
director de Planeación Estratégica del equipo de futbol Xoloitzcuintles de
Tijuana. Anteriormente había ocupado el cargo de gerente de presidencia en el
equipo propiedad de Hank Rhon.
Su estancia en prisión
federal fue debido a que se le acusó de delincuencia organizada. De acuerdo a
un testigo protegido, Vera Ayala era el encargado de recibir y esconder
cargamentos de droga en el Hipódromo de Agua Caliente en Tijuana.
Su hermano gemelo, Jorge, así
como el propio Jorge Hank Rhon, también fueron señalados en las declaraciones
del testigo protegido, de otros crímenes como homicidios.
De ahí que Jerónimo Vera
fuera detenido en febrero de 2012 en Guadalajara, Jalisco, y trasladado a
Puente Grande, penal que también alojó a su padre.
Sin embargo, la justicia
federal le concedió un amparo para anular el auto de formal prisión por “una
indagatoria defectuosa”, y el 7 de junio de 2013, salió de prisión.
LOS CAMINOS DE REGRESO AL HIPÓDROMO
En entrevista con ZETA,
minutos antes de la liberación de su padre, Jerónimo Vera dijo que su familia
se encontraba feliz con su salida de prisión.
“Entero, en una pieza y listo
para trabajar donde se le dé oportunidad”, describió a su padre, quien de
inmediato se vería con su antiguo patrón, Jorge Hank Rhon. El de los casinos
había declarado que nuevamente le daría empleo.
Dijo siempre haber recibido
apoyo del “señor, el ingeniero”, en referencia a Hank Rhon, tanto para su padre
como para su familia.
Mientras que de su padre,
consideró, “ha sido un gran ejemplo, siempre nos instruyó a estudiar y ganarnos
la vida”.
El 20 de abril de 1988,
Héctor “El Gato” Félix fue ultimado a balazos. En aquel entonces, Antonio Vera
Palestina y Victoriano Medina, ambos pertenecientes al equipo de seguridad de
Jorge Hank, fueron juzgados y sentenciados como autores materiales del
homicidio.
Pese a que las primeras
investigaciones de la Procuraduría del Estado determinaron que los asesinos,
las armas y los vehículos habían salido del Hipódromo Agua Caliente, la
dependencia nunca investigó al jefe de los homicidas, Jorge Hank Rhon, quien ha
sido señalado como autor intelectual del homicidio de Félix Miranda.
El 1 de mayo de 1990, Vera
Palestina fue detenido por el asesinato. Antes de trabajar para el dueño del
hipódromo, había servido a su padre, Carlos Hank González, cuando éste gobernó
el Estado de México.
Así, en 1991, el hoy ex
presidiario fue sentenciado en el Juzgado Segundo de lo Penal en Tijuana, Baja
California, a 25 años de prisión.
Desde entonces, sus abogados
tramitaron múltiples amparos para obtener una pre-libertad durante su condena.
Ninguno fue concedido.
Primero recluido en la
penitenciaría de La Mesa en Tijuana, Vera Palestina fue trasladado en abril de
1995 a la prisión de Puente Grande, Jalisco.
De ahí pasó al penal de
máxima seguridad en Ciudad Juárez, Chihuahua. En abril de 2012, llegó a la
cárcel estatal de “El Hongo” en Tecate, Baja California, pero antes de que
finalizase ese año, fue enviado al penal “El Altiplano”, donde cumplió los
últimos años de su condena.
El 5 de mayo de 2015, Antonio
Vera Palestina regresó a Tijuana en un vuelo desde la Ciudad de México. De ahí
con Jorge Hank Rhon, a las instalaciones del hipódromo, el mismo lugar del que
hace 27 años salió para asesinar al periodista, como lo consignó un juez.
EL RETRASO DE LA VERDAD
El asesino libre…
¿Readaptación social o regresión delincuencial protegida?
Los medios, en especial, los
que sirven intereses comunes o a recíprocos favores en esta frontera, no deben
vender como verdad un producto engañoso.
Bajo el principio salomónico
si tampoco la sociedad juzga sin tener de por medio el cauce legal, corresponde
al juez competente emitir el fallo inapelable, por tanto, Antonio Vera
Palestina, asesino material del periodista
Héctor “El Gato” Félix, está reinventando o reconstruyendo una falsa
percepción de su ilícita conducta por la que fue sometido a un proceso de 25
años, utilizando periódicos y periodistas sumisos para “lavar su impureza
moral”.
Es inconcebible cómo se
“editorializa” un caso juzgado para
crear un mártir recién salido de presídium, con fétido tufo delincuencial, que
no solo no acepta un proceso de sentencia condenatoria resuelto en apego
irrestricto a las leyes de México, sino
que desde el escaparate comercial del creyente cuarto poder, ofrecen al leyente
un giro radical casi exigiendo un perdón clerical y una “canonización social”.
La cultura de la libertad de
expresión parece paradójica en su sinuoso lealtaismo, hace más ominoso y
deleznable defender un culpable desde primera plana y el jet set intermedio que
culpar a un inocente desde la nota roja con todo y sus bemoles restrictivos,
pues se toma la foto, se señala, se culpa y se juzga desde el amarillismo y se
“desneja” lo obscuro de un delito, contrastando con la facilidad que solo
otorga la condición de influyentismo, el advenimiento de empresarios y
políticos como directores de medios, o la mera indiscreción de una factura
“disfrazada”.
Debo confesar a título
personal que existen cientos de miles de expedientes donde por menos condena,
robo, asalto, choque o atropellamiento, no dejan de ser ex convictos, como
tampoco desaparecen su antecedentes.
¿Qué pretende el “señor
asesino” al utilizar los medios para declarar que el juez fue un pendejo y la
sociedad en su conjunto somos sus cómplices?
¿Y la prensa y servidores de
redacción ofertan un mito o leyenda, de
continuismo paralelo al de Juan Soldado como mártir y hasta devocionario de la
fe de creyentes, que no fue quien violó a la menor por la que fue inculpado?
Señor asesino: si de tratar de lavar su moral se
trata, use otros medios que no contagien de perversidad y mentira lo
insoslayable.
La terapia filosofal de
un confesionario, un tune up emocional y
espiritual que le permita exigirse que es una “blanca palomita” que fue
enjaulada por yerro.
Y si decide la asepsia
espiritual, el confesor hasta lo perdona, o queda en secreto de confesión su
inocencia o culpabilidad.
Pero no nos involucre a
todos, ¡por favor! No atente contra la inteligencia y exagere de las bondades
inexigentes de la sociedad tijuanense que todo olvida o perdona todo
fácilmente, al grado de permitir el acceso a su interactuar solo con el
pasaporte que otorga un capital poderoso.
Su atrevimiento va más allá de lo metafísicamente alcanzable, de lo
humanamente posible de perdonar, cuando
ofrece una disculpa a Jorge Hank Rhon, su “jefe”, reiterando que manchan su
inmaculada familia “inventando” su delito un juez, un proceso y testimoniales
que fundamentaron el criterio unánimemente consolidado en el proceso.
Su ilusa pretensión
declarativa desfasada en tiempo y forma, utilizando como litigantes a
posteriori a periodistas, es contrastante con el juicio a priori, puesto que no
solicita la simple declaración de una situación jurídica que ya existía con
anterioridad a la decisión, buscando solo certeza.
Debe entender que en Derecho,
lo que en un momento determinado se presentaba incierto, si le asistía, adquiere certidumbre mediante la sentencia, y
la norma abstracta se convierte así en disposición concreta.
Y si pretende sojuzgar su
reinserción socialmente, debe demostrarlo cultivando la verdadera readaptación
real, no la teórica o falsa que vislumbra un reincidente.
No regrese con el pie
izquierdo mofándose de la justicia por estar protegido por su jefe, ni tratando
de hacer creer a todos que el mundo era cuadrado antes y hoy es redondo.
EN LAS PROPIAS PALABRAS EXISTE LA CONDENA O LA DEFENSA
Usted ha referido que le
apena que a la familia Hank la hayan vituperado acremente, se hayan ensañado
vilmente persiguiendo a Jorge Hank Rhon como el asesino intelectual del
proditorio crimen del periodista, no alcanza a distinguir esa miopía que es un
arma de doble filo, pues para el enemigo buscarle tres pies al gato puede ser
continuación al congelamiento de la impunidad hoy que el autor material, el contratado homicida, está libre arrojando
piedras.
Se le olvidó recapacitar que
su “patrón” financió una cárcel “de oro” a su reo privado, una custodia
especial para librarlo de la guerra penitenciaria, lujos y comodidades que
menguaban el regreso a la libertad lento pero seguro, un futuro promisorio que
hoy toca y que le hace olvidar, al mismo tiempo, las tribulaciones carcelarias que en todo caso
fueron diferentes al resto de reclusos, como la comida en viandas o los vinos
de marca distintos también al menú generalizado de un centro penitenciario común.
Si Usted no hubiera declarado
su culpabilidad, no hubiera gozado esas prerrogativas o nos haría creer
vehementemente que Jorge Hank Rhon es la divina filantropía hecha hombre, para
haberlo ayudado todos esos años erogando fuerte capital, o ¿simplemente es un
amigo fuera de serie?
AL PIE DE LA LETRA.- Impotencia se escribe como
sinónimo de periodismo comercializado.
EL RETRASO A LA VERDAD.- Es la pluma que escribe a
prueba del silencio y hace público lo privado.
(SEMANARIO ZETA/ REPORTAJEZ/ Adela
Navarro Bello / Inés García Ramos / 11
de Mayo del 2015 a las 18:08:00)
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