martes, 12 de mayo de 2015

VERA, LOS CAMINOS... REGRESAN AL HIPÓDROMO


El ex presidiario Antonio Vera Palestina, diagnosticado por las autoridades carcelarias con "trastorno antisocial de personalidad y rasgos del trastorno narcisista de personalidad”, recuperó la libertad tras 25 años en prisión. En Tijuana, regresó al lado de su incondicional jefe, Jorge Hank Rhon, ambos aparecieron en público, y el también ex reo de “El Hongo”, dijo que revisaría la situación jurídica del sentenciado culpable de asesinato del periodista Héctor Félix para darle trabajo. La Ley prohíbe a personas con antecedentes penales, portación de arma

“El delito que cometió fue grave, y con todas las agravantes de la Ley; la justicia queda muy limitada en estos casos. Ya salió y su perfil es delinquir”, dijo a ZETA un funcionario de la procuración de justicia en Baja California, respecto la liberación -después de cumplir una condena de 25 años- de Antonio Vera Palestina, asesino del periodista Héctor Félix Miranda.

En efecto, el 1 de mayo de 2015, Vera Palestina abandonó la prisión de máxima seguridad ubicada en Almoloya de Juárez, Estado de México, conocida como “El Altiplano”, y luego que un convoy lo esperaba para trasladarlo al aeropuerto, apareció en Tijuana.

La primera en entrevistarlo fue la coordinadora de Difusión del Instituto Municipal de Arte y Cultura del Ayuntamiento de Tijuana, Rocío Galván. A ella le reiteró lo que después diría a medios como El Mexicano, Frontera, Uniradio y que así lo publicarían: que es inocente.

Incluso los medios replicaron fotografías del encuentro público que el asesino sentenciado tuvo con quien fue su jefe al momento del homicidio del periodista, Jorge Hank Rhon,  donde también aprovechó para denostar a quien ya no está en vida para defenderse, Jesús Blancornelas, codirector fundador de ZETA, quien dijo Vera y así lo publicaron, se benefició del asesinato de  “El Gato” Félix Miranda.

La paradoja de los medios, de dar un trato de celebridad a quien fue determinado culpable de asesinato de un periodista, es solo comparable con el protagonismo de Jorge Hank Rhon y su esbirro 25 años después, Antonio Vera Palestina.

Incluso antes de abandonar la prisión, lo hizo el otro sentenciado culpable del asesinato de Félix, Victoriano Medina, y como en el caso de Vera, Jorge Hank declaró que revisaría la Ley para ver si los contrataba, aduciendo una vez más como escoltas de seguridad que fueron de él. La Ley es rígida: ninguna persona con antecedentes penales puede obtener un permiso para portación de armas. En los dos casos, Vera y Medina, es público que cuentan con el antecedente penal, al haber purgado 25 y 27 años respectivamente de prisión por el homicidio del codirector y cofundador de ZETA, Héctor Félix Miranda.

Denostando la administración de la justicia en su caso, Vera Palestina fue sentenciado por el entonces Juez Segundo de lo Penal, Miguel Ángel Barud Martínez. Expresó a los reporteros:

“Es una experiencia amarga, afortunadamente en estos momentos se vive en un Estado de Derecho plenamente en el pasado, se debe de confiar en las leyes, si en estos momentos hubiera sucedido -el asesinato del periodista-, no hubiera pasado nada, porque nunca existieron los elementos suficientes como para ni siquiera indicios, mucho menos pruebas”.

Refirió también que en ZETA “lucran con el dolor ajeno”, calificando así la exigencia a las autoridades federales y estatales, de justicia en el caso de Héctor Félix, y de investigar y procesar al autor intelectual.

LA DIAGNOSTICADA SOCIOPATÍA DE VERA

La razón de la salida de prisión de Vera Palestina, se debe a que en 1988, cuando cometió el asesinato por el que fue sentenciado, la pena máxima por homicidio era de 25 años, hoy día es de 50 años. En la Ley se incrementó la penalidad, con la idea de que quien cometa homicidio, pase la mayor parte o el resto de la vida tras las rejas.

De hecho, en los estudios de personalidad que se le practicaron -a petición suya- cuando incluso hace un año pretendía ser beneficiado con la libertad anticipada, las autoridades carcelarias determinaron que no estaba apto ni en condiciones psicológicas para reinsertarse en la sociedad.
El estudio practicado a Antonio Vera Palestina cuando se encontraba en el penal de Puente Grande, Jalisco, indica textualmente:

“Sus juicios continúan distorsionados por su estructura de personalidad antisocial que se mantiene vigente, puntualizando que se conserva un reconocimiento social, poder económico y liderazgo negativo, elementos de los cuales puede hacer uso si existen los motivadores y factores precisos”.

El diagnóstico inicial lo mantuvieron vigente:

“Trastorno antisocial de personalidad, rasgos del trastorno narcisista de personalidad”.

En términos médicos, se define el Trastorno Antisocial de Personalidad (TAP)  como “una afectación de salud mental por la cual una persona tiene un patrón prolongado de manipulación, explotación o violación de los derechos de otros. A menudo este comportamiento es delictivo”.

Mientras, refiere el sitio MedlinePlus, “algunos médicos creen que la personalidad psicopática es el mismo trastorno. Otros creen que la personalidad psicopática es un trastorno similar, pero más grave”.

La Enciclopedia Libre define el Trastorno de Personalidad Antisocial: “… a veces llamado sociopatía, es una patología de índole psíquico, las personas que la padecen pierden la noción de la importancia de las normas sociales, como son las leyes y los derechos individuales… se trata del trastorno disocial de la personalidad”.

En los estudios practicados en prisión, se señaló de Vera Palestina:

“… el solicitante a lo largo de su internación no ha mostrado buena conducta, algunas de carácter grave, como las concernientes a faltarle el respeto a los vigilantes, agredir física y verbalmente a celadores, amenazar al personal de la Penitenciaría, incluyendo a los licenciados del penal, faltarle el respeto al personal de cocina, de seguridad, no acatar indicaciones y demás, circunstancia que se valoró en su conjunto…”.

La misma persona que el miércoles 6 de mayo, los reporteros entrevistaron a un lado de quien, es evidente, siempre ha sido incondicional: Jorge Hank Rhon.

SALIDA DE “EL ALTIPLANO”, EN CONVOY

Fuera de prisión, los primeros pasos de José Antonio Javier Vera Palestina, fueron lentos, pausados. Tras purgar 25 años de condena por el asesinato del periodista Héctor “El Gato” Félix Miranda, salió libre a las 2:58 pm del 1 de mayo de 2015.
Fue el primer interno en abandonar el penal de máxima seguridad “El Altiplano”, en el municipio de Almoloya de Juárez, Estado de México, ese día.

Sin personal penitenciario para sujetarlo de la nuca o del brazo al caminar, Vera Palestina luce casi sonriente. Su uniforme de sudadera y pantalón deportivos en tono gris, se funde en camuflaje con el camino de cemento que da entrada al penal. A lo lejos, solo resalta su cabeza canosa.

Un día antes, jueves 30 de abril, sus hijos y familiares esperaban la salida temprana del homicida del cofundador de ZETA frente al penal de máxima seguridad. No ocurrió así.
Quienes viven frente a la cárcel que aloja a los criminales más peligrosos del país, como los narcotraficantes Servando Gómez Martínez “La Tuta” y Édgar Valdez Villarreal “La Barbie”, recuerdan haber visto a la familia permanecer en las inmediaciones ya entrada la madrugada. Ahí seguirían hasta el día siguiente.

Un pasaje solitario, rodeado por extensos campos donde pastan vacas y caballos, atraviesa el pueblo de Santa Juana, perteneciente a Almoloya, hasta topar con el Centro Federal de Readaptación Social Número 1.

Sobre este terregoso camino, dos camionetas Suburban de reciente modelo, saltan a la vista. La de color negro estacionada frente a la gris, vidrios polarizados en ambas.
En aspecto, solo le son rivales un tanque militar y una camioneta del Ejército Mexicano. Soldados custodian desde 200 metros antes, el acceso al penal. Fueron instalados en ese punto desde el 22 de febrero de 2014, día en que Joaquín “El Chapo” Guzmán ingresó a “El Altiplano”.

El reloj marca las 9:00 am del viernes 1 de mayo. Un grupo de mujeres y hombres, vestidos con uniforme de cocineros, abandona la prisión mientras una cuadrilla de trabajadores con camisetas de color verde, esperan entrar al penal.
Junto a quienes atienden un par de puestos de tlacoyos, quesadillas y tacos, los tripulantes de las camionetas son los únicos en permanecer frente al reclusorio.

En el transcurso de las siguientes seis horas, llegan cuatro automóviles más. Sus ocupantes intercambian asientos entre vehículos, conversan y caminan hacia La Luz del Día, una pequeña fonda ubicada en el extremo noroeste de la prisión.
Más de doce personas conforman la comitiva que espera la salida de Vera Palestina en convoy y a máxima velocidad.

En los 23 años de vida de la prisión que inició con el nombre de “Almoloya” para cambiarlo por el de “Altiplano”, Mario, quien desde entonces vive y trabaja en las inmediaciones del penal, solo ha visto a otro reo salir de la forma en que lo hizo Vera Palestina.

“No es común que los reciban en camionetas, casi todos salen caminando a pedir un taxi o tomar el autobús para irse de aquí”, relata el hombre que ya rebasa los 50 años.
Pero el compadre de Jorge Hank Rhon, quien se desempeñaba como su jefe de seguridad cuando le quitó la vida a Félix Miranda, abandonó la prisión en un convoy digno de un operativo de seguridad.

Aunque caminó su salida, la camioneta tipo Suburban negra se aproximó a él antes de abandonar por completo los terrenos de la cárcel. Parte de la familia abordó el vehículo y con ayuda de uno de sus hijos, Antonio Vera Palestina ingresó al asiento trasero.

En menos de un minuto, el resto de los familiares ya se encontraban dentro de dos camionetas más y dos automóviles compactos. Un joven abogado, vestido de camisa verde y pantalón de mezclilla, corría con una bolsa de plástico transparente en la mano, en el interior las pertenencias del ex reo.

Con la Suburban negra al centro, el convoy conformado por cuatro vehículos más, se alejó a toda velocidad hasta perderse en el camino del pueblo.

El vehículo donde viajaba Vera Palestina, era conducido por su hijo Jerónimo Vera Ayala, quien también permaneció recluido en una penal de máxima seguridad, en Puente Grande, Jalisco.

Tras 15 meses de encarcelamiento, el ahijado de Hank Rhon regresó a trabajar a su lado como director de Planeación Estratégica del equipo de futbol Xoloitzcuintles de Tijuana. Anteriormente había ocupado el cargo de gerente de presidencia en el equipo propiedad de Hank Rhon.

Su estancia en prisión federal fue debido a que se le acusó de delincuencia organizada. De acuerdo a un testigo protegido, Vera Ayala era el encargado de recibir y esconder cargamentos de droga en el Hipódromo de Agua Caliente en Tijuana.

Su hermano gemelo, Jorge, así como el propio Jorge Hank Rhon, también fueron señalados en las declaraciones del testigo protegido, de otros crímenes como homicidios.

De ahí que Jerónimo Vera fuera detenido en febrero de 2012 en Guadalajara, Jalisco, y trasladado a Puente Grande, penal que también alojó a su padre.

Sin embargo, la justicia federal le concedió un amparo para anular el auto de formal prisión por “una indagatoria defectuosa”, y el 7 de junio de 2013, salió de prisión.

LOS CAMINOS DE REGRESO AL HIPÓDROMO

En entrevista con ZETA, minutos antes de la liberación de su padre, Jerónimo Vera dijo que su familia se encontraba feliz con su salida de prisión.

“Entero, en una pieza y listo para trabajar donde se le dé oportunidad”, describió a su padre, quien de inmediato se vería con su antiguo patrón, Jorge Hank Rhon. El de los casinos había declarado que nuevamente le daría empleo.
Dijo siempre haber recibido apoyo del “señor, el ingeniero”, en referencia a Hank Rhon, tanto para su padre como para su familia.

Mientras que de su padre, consideró, “ha sido un gran ejemplo, siempre nos instruyó a estudiar y ganarnos la vida”.
El 20 de abril de 1988, Héctor “El Gato” Félix fue ultimado a balazos. En aquel entonces, Antonio Vera Palestina y Victoriano Medina, ambos pertenecientes al equipo de seguridad de Jorge Hank, fueron juzgados y sentenciados como autores materiales del homicidio.

Pese a que las primeras investigaciones de la Procuraduría del Estado determinaron que los asesinos, las armas y los vehículos habían salido del Hipódromo Agua Caliente, la dependencia nunca investigó al jefe de los homicidas, Jorge Hank Rhon, quien ha sido señalado como autor intelectual del homicidio de Félix Miranda.

El 1 de mayo de 1990, Vera Palestina fue detenido por el asesinato. Antes de trabajar para el dueño del hipódromo, había servido a su padre, Carlos Hank González, cuando éste gobernó el Estado de México.

Así, en 1991, el hoy ex presidiario fue sentenciado en el Juzgado Segundo de lo Penal en Tijuana, Baja California, a 25 años de prisión.

Desde entonces, sus abogados tramitaron múltiples amparos para obtener una pre-libertad durante su condena. Ninguno fue concedido.

Primero recluido en la penitenciaría de La Mesa en Tijuana, Vera Palestina fue trasladado en abril de 1995 a la prisión de Puente Grande, Jalisco.

De ahí pasó al penal de máxima seguridad en Ciudad Juárez, Chihuahua. En abril de 2012, llegó a la cárcel estatal de “El Hongo” en Tecate, Baja California, pero antes de que finalizase ese año, fue enviado al penal “El Altiplano”, donde cumplió los últimos años de su condena.

El 5 de mayo de 2015, Antonio Vera Palestina regresó a Tijuana en un vuelo desde la Ciudad de México. De ahí con Jorge Hank Rhon, a las instalaciones del hipódromo, el mismo lugar del que hace 27 años salió para asesinar al periodista, como lo consignó un juez.

EL RETRASO DE LA VERDAD

El asesino libre… ¿Readaptación social o regresión delincuencial protegida?




Los medios, en especial, los que sirven intereses comunes o a recíprocos favores en esta frontera, no deben vender como verdad un producto engañoso.

Bajo el principio salomónico si tampoco la sociedad juzga sin tener de por medio el cauce legal, corresponde al juez competente emitir el fallo inapelable, por tanto, Antonio Vera Palestina, asesino material del periodista  Héctor “El Gato” Félix, está reinventando o reconstruyendo una falsa percepción de su ilícita conducta por la que fue sometido a un proceso de 25 años, utilizando periódicos y periodistas sumisos para “lavar su impureza moral”.

Es inconcebible cómo se “editorializa”  un caso juzgado para crear un mártir recién salido de presídium, con fétido tufo delincuencial, que no solo no acepta un proceso de sentencia condenatoria resuelto en apego irrestricto a las leyes de México,  sino que desde el escaparate comercial del creyente cuarto poder, ofrecen al leyente un giro radical casi exigiendo un perdón clerical y una  “canonización social”.

La cultura de la libertad de expresión parece paradójica en su sinuoso lealtaismo, hace más ominoso y deleznable defender un culpable desde primera plana y el jet set intermedio que culpar a un inocente desde la nota roja con todo y sus bemoles restrictivos, pues se toma la foto, se señala, se culpa y se juzga desde el amarillismo y se “desneja” lo obscuro de un delito, contrastando con la facilidad que solo otorga la condición de influyentismo, el advenimiento de empresarios y políticos como directores de medios, o la mera indiscreción de una factura “disfrazada”.

Debo confesar a título personal que existen cientos de miles de expedientes donde por menos condena, robo, asalto, choque o atropellamiento, no dejan de ser ex convictos, como tampoco desaparecen su antecedentes.

¿Qué pretende el “señor asesino” al utilizar los medios para declarar que el juez fue un pendejo y la sociedad en su conjunto somos sus cómplices?

¿Y la prensa y servidores de redacción ofertan  un mito o leyenda, de continuismo paralelo al de Juan Soldado como mártir y hasta devocionario de la fe de creyentes, que no fue quien violó a la menor por la que fue inculpado?

Señor  asesino: si de tratar de lavar su moral se trata, use otros medios que no contagien de perversidad y mentira lo insoslayable.

La terapia filosofal de un  confesionario, un tune up emocional y espiritual que le permita exigirse que es una “blanca palomita” que fue enjaulada por yerro.

Y si decide la asepsia espiritual, el confesor hasta lo perdona, o queda en secreto de confesión su inocencia o culpabilidad.
Pero no nos involucre a todos, ¡por favor! No atente contra la inteligencia y exagere de las bondades inexigentes de la sociedad tijuanense que todo olvida o perdona todo fácilmente, al grado de permitir el acceso a su interactuar solo con el pasaporte que otorga un capital poderoso.

Su atrevimiento va más  allá de lo metafísicamente alcanzable, de lo humanamente posible de perdonar,  cuando ofrece una disculpa a Jorge Hank Rhon, su “jefe”, reiterando que manchan su inmaculada familia “inventando” su delito un juez, un proceso y testimoniales que fundamentaron el criterio unánimemente consolidado en el proceso.

Su ilusa pretensión declarativa desfasada en tiempo y forma, utilizando como litigantes a posteriori a periodistas, es contrastante con el juicio a priori, puesto que no solicita la simple declaración de una situación jurídica que ya existía con anterioridad a la decisión, buscando solo certeza.

Debe entender que en Derecho, lo que en un momento determinado se presentaba incierto, si le asistía,  adquiere certidumbre mediante la sentencia, y la norma abstracta se convierte así en disposición concreta.

Y si pretende sojuzgar su reinserción socialmente, debe demostrarlo cultivando la verdadera readaptación real, no la teórica o falsa que vislumbra un reincidente.

No regrese con el pie izquierdo mofándose de la justicia por estar protegido por su jefe, ni tratando de hacer creer a todos que el mundo era cuadrado antes y hoy es redondo.

EN LAS PROPIAS PALABRAS EXISTE LA CONDENA O LA DEFENSA

Usted ha referido que le apena que a la familia Hank la hayan vituperado acremente, se hayan ensañado vilmente persiguiendo a Jorge Hank Rhon como el asesino intelectual del proditorio crimen del periodista, no alcanza a distinguir esa miopía que es un arma de doble filo, pues para el enemigo buscarle tres pies al gato puede ser continuación al congelamiento de la impunidad hoy que el autor material,  el contratado homicida, está libre arrojando piedras.

Se le olvidó recapacitar que su “patrón” financió una cárcel “de oro” a su reo privado, una custodia especial para librarlo de la guerra penitenciaria, lujos y comodidades que menguaban el regreso a la libertad lento pero seguro, un futuro promisorio que hoy toca y que le hace olvidar, al mismo tiempo, las  tribulaciones carcelarias que en todo caso fueron diferentes al resto de reclusos, como la comida en viandas o los vinos de marca distintos también al menú generalizado de un centro  penitenciario común.

Si Usted no hubiera declarado su culpabilidad, no hubiera gozado esas prerrogativas o nos haría creer vehementemente que Jorge Hank Rhon es la divina filantropía hecha hombre, para haberlo ayudado todos esos años erogando fuerte capital, o ¿simplemente es un amigo fuera de serie?   

AL PIE DE LA LETRA.- Impotencia se escribe como sinónimo de periodismo comercializado.

EL RETRASO A LA VERDAD.- Es la pluma que escribe a prueba del silencio y hace público lo privado.


(SEMANARIO ZETA/ REPORTAJEZ/ Adela Navarro Bello / Inés García Ramos /   11 de Mayo del 2015 a las 18:08:00)

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