El secretario de
Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, presidió una reunión de seguridad
extraordinaria este lunes en Reynosa, la ciudad tomada por el cártel del Golfo,
que enfrenta abiertamente a las fuerzas federales. Poco tiene que ofrecer el
secretario, salvo más retórica. La organización criminal está en la lógica que
por cada jefe que le detengan, responderá violentamente. El desafío es abierto,
pese a la asimetría que se supone hay en la capacidad de fuego, sin miedo ni
respeto al Gobierno federal.
El duelo es en un
territorio que asumen de su propiedad, donde controlan la vida diaria de
Reynosa. Eso podría explicar por qué, pese a que había un operativo que llevaba
horas para detener a unos cabecillas del cártel, éstos se divertían en una
fiesta, donde fueron capturados. Pero tan pronto se dio la detención, sus
sicarios comenzaron a atacar a los federales y organizaron bloqueos para
rescatarlos. Reynosa está inerme y sus habitantes viven en situación extrema.
Conocer cómo es la
vida en esa ciudad es muy difícil por el miedo de sus habitantes. La prensa
tiene que contener y suprimir detalles en sus informaciones porque no hay
autoridad que les garantice la seguridad para ejercer la libertad de prensa.
Una introducción a esa tragedia la aportó Emily, quien viajó a McAllen, ciudad
vecina de Rey-nosa, para un asunto de negocios. Viajó con su hermana, y había
pasado la noche en Rey-nosa para regresar a su casa en Monterrey –a donde
llegaron de Ciudad Juárez hace seis meses–, el domingo. Fue imposible porque
quedaron atrapadas en la balacera y los bloqueos, que les trajo recuerdos,
agravados, de la violencia en Chihuahua.
“La mañana
amaneció bloqueada la ciudad por autobuses, en el hotel (en la Zona Centro de
Reynosa) nos dijeron que no saliéramos. La radio local también hablaba que
nadie saliera porque habría enfrentamientos”, narró Emily. “Nosotras (íbamos)
de regreso a Monterrey pensando que el domingo por la mañana estarían más
tranquilas las cosas. Ayer (el sábado) estuvimos escuchando desde la tarde detonaciones
que supongo eran balaceras. Llamé (el domingo) a una conocida en Monterrey,
porque la tele del hotel no tiene buena imagen y audio, para saber si ella
sabía algo. Prendió las noticias y había una alerta de que nadie viajara a
Reynosa por lo del bloqueo, y que se esperaban enfrentamientos.
“Eran las 8 de la
mañana. Esto no es nuevo para nosotras, ya lo vivimos en Ciudad Juárez, pero al
grado de paralizar gran parte de la ciudad y dejarla como pueblo fantasma (era)
como esos duelos del oeste que salen en las películas… Varios autobuses los
voltearon supongo para que no (fueran) movidos fácilmente. Se respira mucho
miedo entre la gente. Con las pocas personas que he platicado, todas viven
asustadas. Vivir en la frontera es como vivir en otro país si lo comparamos con
la Ciudad de México.
“Los códigos son
otros. La gente está cansada de la violencia y la extorsión. Sin embargo, no
hay toda esa conciencia tanto de las autoridades locales para defenderlos y
hacer su trabajo, como de los ciudadanos para unirse y protestar enérgicamente
al Gobierno de que lo mínimo a lo que deberíamos aspirar es a tener cierta
seguridad; la policía es un chiste, una broma. Las fronteras son la parte más
olvidada de país... La impunidad ha hecho creer a estos malandros que son
dueños de vidas, que pueden ejercer su poder, cobrar dinero por lo que ellos
consideran su territorio. Y si te niegas el precio es tu vida. Nadie te
defiende. Tu muerte, sólo significa un número más en la estadística.
“Un profesor de
primaria me contó que hace un mes afuera de la escuela estuvieron por más de
dos horas disparando, los niños tirados en el suelo muertos de miedo. Los
medios locales no reportaron ningún muerto, ninguna autoridad llegó, como si
apostaran a que se maten entre ellos… Por otro lado, el chico de la recepción
(del hotel) está asustado, me platica y ríe nerviosamente que (a) su primo lo
acribillaron saliendo de una llantera hace tres semanas. Imagino es lo que
llama nuestro gobierno ‘daño colateral’…
“El vacío en el
estómago me produce náuseas. En Ciudad Juárez pasamos por muchas experiencias
traumáticas. Regresa el tiempo y me pregunto si algún día salimos realmente de
Juárez. Como todo el mundo lo presuponía, menos la autoridad, se escucharon
balazos. Cuatro horas después avisaron al hotel y la radio que la cosa ya
estaba bajo control. Por si las moscas nos quedaremos un día más. (El lunes)
intentaremos regresar a Monterrey. (Pero) si por mi fuera, me seguiría hasta la
Ciudad de México”.
Habrá quien lo
pueda hacer y quien no. Emily es, de alguna manera, afortunada. Dejó Reynosa y
quizás no regrese. Puede hablar de lo que le pasó, algo que los tamaulipecos en
las zonas calientes temen hacerlo. Cerrará este capítulo y volverá a su vida.
¿Pero qué de aquellos que tienen su vida en Reynosa? Recibirán, una vez más,
discursos, promesas, y cuentas alegres de cómo van mejorando las cosas. Su
realidad no son los números, sino las balaceras, los muertos y los bloqueos.
Así será que mueran ellos mismos, porque como se miran las cosas en esa ciudad,
la política federal en Reynosa, ha resultado un absoluto fracaso.
(ZOCALO/ COLUMNA ESTRICTAMENTE PERSONAL DE RAYMUNDO
RIVA PALACIO/ 29 DE ABRIL 2015)
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