Persecución
y balacera entre policías y sicarios en la colonia Indeco, terminó con la
captura de Víctor Barraza Martínez “El 28”, “El Víctor” o “El Vidal”, uno de
los dos jefes de pistoleros de Los Dámaso en La Paz
Al
momento de su detención, la noche del miércoles 26 de noviembre, Víctor Barraza
Martínez “El 28”, “El Víctor” o “El Vidal”, pretendía huir de la casa de
seguridad que utilizaba como escondite de sicarios y donde se resguardaban
drogas, armas e incluso personas privadas de su libertad, las cuales eran torturadas, y otras fueron asesinadas en la narcoguerra
por el control del territorio del narcomenudeo entre la banda de Ranulfo López
Portillo “La Muñeca”, célula de Dámaso López Núñez “El Licenciado”; y la de
Rolando González Moreno “El Compadrón”, de Ismael “El Mayo” Zambada.
En
operativo conjunto con el Ejército Mexicano y la Secretaría de Marina, agentes
de investigaciones de la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE)
circulaban a las 8:55 pm sobre las calles Tuna y Toronja de la colonia Indeco
de La Paz, Baja California Sur, cuando observaron un vehículo sospechoso,
Chevrolet Sonic 2014, de color blanco y vidrios polarizados.
Los
oficiales tenían el reporte de que un automóvil con esas características había
participado en la ejecución -un día antes- del narcomenudista Eduardo Francisco
Victorio Santamaría, en Bulevar Padre Kino esquina con Manuel Encinas. Colonia
Los Olivos en La Paz.
Por
eso, las tres unidades oficiales aceleraron el paso y dieron alcance a la
unidad, marcando el alto, pero el chofer pisó el acelerador y emprendió la
huida, por lo que se inició una persecución de alto riesgo sobre la calle
Toronja, luego Dátil y posteriormente, el Bulevar Francisco J. Mújica, en
dirección al bordo de contención del Libramiento Daniel Roldán Zimbrón.
Unidades
de la Policía Ministerial, Ejército y Marina que perseguían a la unidad
sospechosa solicitaron apoyo de más unidades de los tres niveles de gobierno
para lograr la detención de los cuatro tripulantes del vehículo.
La
persecución, que se extendió por más de 15 cuadras, terminó en el Bulevar
Francisco J. Mújica, esquina Benito Beltrán, Colonia Indeco, cuando una de las
patrullas golpeó la parte trasera del vehículo perseguido, el cual giró
violentamente hasta quedar atravesado en medio de la calle.
En el
inter de la persecución, los sospechosos sacaron por una de las ventanillas un
rifle de asalto AK-47, y con el automóvil en movimiento, descargaron en dos
ocasiones ráfagas de aproximadamente 15 detonaciones en contra de los agentes
de la Policía.
La primera
-según un parte informativo de la PGJE- casi frente a la Universidad Pedagógica
Nacional (UPN), y la segunda, atrás de la Escuela de Estudios Superiores,
cuando se sintieron acorralados.
Golpeado
por la parte trasera, el vehículo ya no quiso arrancar, por lo que los cuatro
tripulantes se bajaron de la unidad y echaron a correr, iniciándose una
persecución pedestre de Este a Oeste, sobre la calle Benito Beltrán, doblando
hacia el lado izquierdo por la calle Granada y luego virando a la derecha por Gilberto
Mendoza, en la colonia Reforma.
Los
cuatro pistoleros prácticamente llegaron agotados a las puertas de una casa de
la calle Gilberto Mendoza, donde fueron encañonados y detenidos. De hecho,
según testigos, un sujeto abrió la puerta de la vivienda en espera de los
fugitivos, quien fue capturado junto con ellos.
De
acuerdo a testigos, cuando esposaban a los detenidos, una mujer gritó desde el
interior de la vivienda: “¡Auxilio! ¡Ayúdenme! ¡Me tienen secuestrada!
¡Ayúdenme por favor!”, para después romper en llanto.
Los
oficiales se quedaron viendo entre sí, fue entonces que ingresaron a la
vivienda, logrando rescatar a la víctima, que estaba amordazada de pies y manos
y con una venda en los ojos.
La
mujer es “delgada, de cabello corto y traía puesta una sudadera de color rosa”,
refiere un informe.
Todavía
con lágrimas en los ojos, la joven relató que la habían levantado y querían
matarla.
Cuando
los agentes cotejaron la información y revisaron su nombre, complexión y una
ficha de búsqueda, confirmaron que la rescatada era una de las dos meseras que
habían sido privadas de su libertad la noche del 22 de noviembre en el interior
del bar El Paraíso, en la colonia Pueblo Nuevo.
Se
trata de Karla Guadalupe Lugo Beltrán “Kenia”, de 24 años de edad, quien de inmediato
confesó que su otra compañera, de nombre Alejandra Baltodano Vázquez “Lupita” o
“Alejandra”, de 37, había sido liberada un día antes por sus captores.
Al
cierre de esta edición, la víctima rendía su declaración en la Agencia del
Ministerio Público de la PGJE.
LOS DETENIDOS
Aun
cuando inicialmente se había hablado de la captura de Cruz Alonso Lozoya
Uriarte “El Grande”, lo cierto es que la PGJE confirmó la detención de Víctor
Barraza Martínez “El 28”, “El Víctor” o “El Vidal”, y cinco pistoleros más a su
servicio:
* José Manuel Becerra Osuna o José Miguel
García García “El Meño” o “El Recio”, de 39 años de edad, originario de
Mazatlán, Sinaloa.
* Juan Manuel González Montaño “El
Millagui”, de 28, nativo de La Paz, Baja California Sur.
*
Roberto Onassis Ruelas Barraza “El Moreno”, de 21, oriundo de Mazatlán,
Sinaloa.
*
Geovanny Alejandro Agúndez González “El Pelón”, de 21, nacido en
Tijuana, Baja California.
* Monserrat Guadalupe Villa Arciniega “La
Lupita”, de 23, originaria de Mazatlán, Sinaloa.
Los
detenidos tenían en su poder dos rifles de asalto AK-47, un rifle R-15, dos
pistolas 9 milímetros, un radio de comunicación de 2 metros, un radio Matra con
frecuencia de la Policía, propiedad de la Policía Estatal Preventiva; además de
tres silenciadores de armas, diez equipos tácticos de color negro y tipo
militar (incluyendo pantalón, botas, camisa, chalecos antibalas y cascos de
balística).
También,
cartuchos y cargadores de armas 9 milímetros, 223 y 7.62 y 39 milímetros; diez
celulares con fotografías de crímenes, directorio telefónico, tabletas
electrónicas y computadoras laptops con una serie de información de contactos y
relaciones de la ola de crímenes en La Paz.
Las
delaciones
La
primera en declarar fue la pareja sentimental de “El Meño” o “El Recio”,
Monserrat Guadalupe Villa Arciniega “La Lupita”, quien de entrada dijo tener
entre tres y cuatro semanas de haber llegado a la ciudad, procedente de
Mazatlán, Sinaloa.
La
mujer confesó haber sido contratada por su novio, a cambio de 3 mil pesos semanales,
y a su vez, éste fue contratado como sicario de “El 28”. Según su testimonio,
estaba enterada que habían creado “Las Fuerzas Especiales de Dámaso” en La
Paz, brazo armado de Dámaso López Núñez
“El Licenciado” y su hijo, Dámaso López Serrano “El Mini Licenciado”, en su
lucha por arrebatar el control de la plaza del narcomenudeo a Ismael “El Mayo”
Zambada en la zona norte de La Paz.
Sin
necesidad de presionarla, la mujer explicó que su tarea dentro de la
organización era cuidar y darle de comer a todos los narcomenudistas que
estaban levantando, previo a ser asesinados.
Asimismo,
dijo saber que el pleito por el control de la plaza del narcomenudeo no era
entre el Cártel de Sinaloa y el de los Beltrán Leyva, sino una lucha entre “El
Licenciado” y “El Mayo”, inclusive, que las células de esa organización
criminal fueron las encargadas propagar esa versión entre todas las
instituciones de seguridad pública para que no se supiera a ciencia cierta la
lucha a muerte entre Dámaso e Ismael por el control de la organización y los
territorios entre los propios integrantes del Cártel de Sinaloa, después de la
captura del ex capo Joaquín “El Chapo” Guzmán.
“— ¿La
pelea es entre los propios integrantes del Cártel de Sinaloa?”, interrogó uno
de sus captores.
“Sí, de
hecho La Paz siempre ha estado bajo el dominio del Cártel de Sinaloa, la zona
sur era contralada por Dámaso López Núñez, y la zona norte por Ismael ‘El Mayo’
Zambada, pero cuando cae ‘El Chapo’, la gente de Dámaso pide la entrega de la
zona norte a los de ‘El Mayo’, y es cuando matan a su escolta, Esteban Espinoza
Velázquez ‘El Pantera’, y empieza la pugna por el poder”.
La
novia del brazo derecho de “El 28” agregaría que la muerte de “El Pantera”
prácticamente dividió al Cártel de Sinaloa en La Paz, donde los grupos
criminales locales agarraron partido para uno y otro bando.
Por
ejemplo, el grupo delictivo de José Fernando Torres Montenegro y/o José
Francisco Ojeda Torres “El Pepillo”; Alejandro Sánchez Trejo “El Frank” o “El
Peinado” y Ranulfo López Portillo “El Ranulfo”, están operando para Dámaso
López Núñez y su hijo, mientras el grupo criminal de Rolando González Moreno
“El Compadrón”, Luis Antonio Montoya Beltrán “Don Carlos”, “El Artista” o “El
Montoya” y “El René”, trabajan para “El Mayo” Zambada.
El jefe
de la célula delictiva, Víctor Barraza Martínez “El 28”, “El Víctor” o “El
Vidal”, fue más explicitó cuando fue habló y de entrada confesó que “Las
Fuerzas Especiales de Dámaso”, eran integradas por él y “El Grande”, cada uno tenía entre cinco y diez matones a
su cargo.
“—
¿Tienen el mismo nivel jerárquico dentro de la organización delictiva?”,
cuestionó uno de los captores.
“Sí
señor”.
El
sicario expuso que tanto él como “El Grande” estaban bajo las órdenes de Édgar
Amílcar Acosta Reyes “El Rayo”, yerno -según dijo- de “El Pepillo”.
El
pistolero declaró haber sido en su momento policía municipal de Comondú, y
haber estado bajo la orden del actual comisario de la Policía Estatal
Preventiva, Francisco Javier Camacho Manríquez.
“—
¿Conoces al comisario de la Policía Estatal Preventiva? ¿Tienen comunicación?”,
se le preguntó a “El 28”.
“Sí, a
través de otras personas”.
“— ¿De
dónde sacaste el radio que traían en su poder?”, continuó el interrogatorio.
“Su
gente me lo dio”.
El
detenido ofreció nombres y detalles, pero no transcendieron, lo que sí, admitió
haber participado en el crimen de las siguientes personas:
* Mario Alberto López García “El Junior”,
Tomás Antonio Rico Castro “El 3” y Carlos Antonio Mayoral El Mayoral”, los
tres, asesinados el 22 de octubre en el Kilómetro 38 de la carretera La
Paz-Ciudad Constitución.
* Carlos Castro Hale “El Güero” o “El
Pecas”, ultimado el 22 de noviembre y abandonado en la calle Mantarraya, entre
Mero y Camarón, Fraccionamiento Fidepaz.
* Adauto
Sarabia García, asesinado el 23 de noviembre y abandonado en la calle de
Privada Las Sirenas entre Tuparam e Ignacio Ramírez , Colonia Misioneros.
* Eduardo Francisco Victorio Santamaría,
muerto el 25 de noviembre en el Bulevar Padre Kino, esquina con Manuel Encinas,
Colonia Los Olivos.
Ya
confeso, Víctor Barraza Martínez “El 28” dijo que en toda la ola de crímenes
que habían estado cometiendo siempre fueron proveídos de protección por parte
de agentes de la Policía Estatal Preventiva, quienes a cambio recibían 3 mil
pesos semanales.
El
delincuente agregó que la persona que pagaba el dinero era Martín Octavio
Burgueño Reyes “El Viejo Pelón”, cuyos contactos eran el agente Salvador Díaz
Moreno “El Chava”, y el ex comandante del Grupo Especial Operativo, Raúl Rojas
Rivera “El Cobra”, enlaces directos con el resto de los agentes de la Policía
Estatal Preventiva implicados en la ola de levantones, ejecuciones y balaceras;
incluso expuso que el día del crimen del narcomenudista Eduardo Francisco
Victorio Santamaría, una mujer de nombre Yesica y un hombre de apellido Ayala,
agentes de la Policía Estatal Preventiva, pusieron a la víctima, “cuando tras
rastrearlo y localizarlo, llamaron y pasaron el reporte dónde y cómo estaba
vestido, y nosotros nos encargamos de matarlo”.
Finalmente,
el jefe de sicarios cínicamente aseveró que saldría libre, porque -confesó- la
organización delictiva tenía una amplia red de complicidades en la Procuraduría
General de la República y el Poder Judicial de la Federación, donde muchos de
los sicarios que habían sido detenidos armados, fueron liberados rápidamente,
ya que tenían muy buenos contactos para comprar agentes del Ministerio Público de
la Federación, actuarios adscritos, secretarios de Acuerdo y hasta jueces
federales.
LAS INVESTIGACIONES
Después
de la detención de los sicarios encabezados por Víctor Barraza Martínez “El
28”, la PGJE procedió a realizar pruebas de balística para determinar si el
armamento decomisado a todos los detenidos en el operativo “Código Rojo”, tiene
relación directa con algunos de los crímenes.
Los
peritos revisaban también la información contenida en celulares, tabletas
electrónicas y computadoras, donde se pudo confirmar que la casa de seguridad
fue el centro de tortura y ejecución de cuando menos cinco de sus víctimas.
Los
equipos portátiles contenían fuertes grabaciones de torturas de las víctimas,
las cuales eran enviadas a sus jefes, donde daban nombres de narcomenudistas,
ubicaciones y a quiénes planeaban levantar y asesinar, así como nombres y
números telefónicos de policías que, ahora se confirma, participaron en la
privación ilegal de la libertad de algunas de las víctimas.
De
hecho, de acuerdo con las investigaciones, en una de las computadoras se
encontró la cuenta de Facebook de José Miguel García García “El Meño” o “El
Recio”, quien subió a la red fotografías de la tortura y muerte de los
narcomenudistas Carlos Castro Hale “El Pecas” o “El Güero”, y de Adauto Sarabia
García.
Con
armas punzocortantes, los sicarios marcaron sobre la piel de las víctimas
algunas leyendas como “Perro 100%” y “Montoya”, cuando aún estaban con vida,
amordazándolos de pies y manos, además de colocar una bolsa en sus cabezas,
para después semidesnudarlos, matarlos y tirarlos a la calle.
Las
fotografías de las atrocidades de los
matones fueron subidas a través de esa cuenta de Facebook, justo antes de que
aparecieran los cuerpos, con la leyenda: “La plaza sigue siendo del Cártel de
Sinaloa o se las vamos a kitar (sic) a la verga y me vale verga y aike (sic)
darle komo (sic) ustedes kieran (sic) perrillos kagones (sic) muertos de ambre
(sic)”.
Según
los investigadores de la PGJE, el tipo de piso que apareció en esas imágenes
-donde están tiradas las víctimas- corresponde a la casa donde fue detenido “El
28”, la misma donde torturaron y asesinaron a las tres víctimas encontradas
incineradas en el Kilómetro 38 de la carretera La Paz-Ciudad Constitución.
Cabe
destacar que, al cierre de esta edición, la cifra de muertos por la narcoguerra
alcanzó los 47, donde la captura de “El 28” es considerada el primer golpe
contundente a la delincuencia organizada, desactivando prácticamente una de las
principales células que estaban sembrando zozobra y terror entre la población
de La Paz.
(SEMANARIO
ZETA/ REPORTAJEZ BCS/ Investigaciones ZETA/ 02 de Diciembre del 2014 a las 12:00:01)
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