Myrna
Nereyda Medina fue la primera en recibir el aviso. Antes que al teléfono de
emergencias, antes que a la policía. Ella, desde el 10 de julio pasado, busca a
su hijo Juan Roberto Corrales, desaparecido desde el 10 de julio pasado.
Por eso
cuando un hombre que recogía leña encontró cinta canela regada en el monte, lo
primero que hizo fue llamarla.
Igual
que el hombre, Myrna Nereyda no avisó a nadie y ella misma encabezó la
excavación a un costado de la carretera Los Mochis-El Fuerte, en el tramo de
Estación Sufragio y La Chocha. Luego tuvo que llamar al Ministerio Público por
el hallazgo de una fosa clandestina.
Los
peritos no necesitaron excavar mucho. Apenas a metro y medio aparecieron
apiladas cinco osamentas. Una sobre otra, sin tierra de por medio. Calculan los
expertos que llevan entre seis meses y un año en ese lugar. Fuentes de la
Procuraduría describen que todos fueron enterrados al mismo tiempo, y que
algunos todavía tenían restos de la ropa. Ninguno tenía zapatos y
preliminarmente no se encontraron en el lugar proyectiles ni casquillos de
alguna arma.
El
sitio al costado de la carretera Los Mochis-El Fuerte está alejado de otros
puntos de ambos municipios donde se han detectado otras fosas clandestinas.
Un
funcionario de la Procuraduría de Justicia que pidió no ser identificado
adelantó que se tomarán muestras de ADN de las cinco osamentas, un proceso que
podría tardar de dos a tres meses, y será entonces cuando puedan determinar la
identidad. Los restos de ropa, dijo, no son suficientes para concluir de quién
se trata.
Al
cierre de edición (la madrugada del sábado) Myrna Nereyda Medina, junto a otras
dos personas más, estaba rindiendo declaración ministerial por el hallazgo que
reportó de una fosa clandestina.
EL CLAMOR DE MYRNA: “CÓMO ESTÉ, LO QUIERO
DE REGRESO”
Juan
Roberto Corrales Medina, conocido como el Chacharitas, de 21 años de edad,
desapareció el 10 de julio de este año cuando vendía discos piratas en la
gasolinera de la calle Ignacio Zaragoza.
Ya van
a cumplirse cinco meses de su ausencia, y el joven no aparece. Parece que se lo
tragó la tierra.
La
ausencia quedó registrada en la averiguación previa FRTE/137/2014 que se sigue
en la agencia del Ministerio Público del Fuero común en esta cabecera
municipal.
La
madre del joven, Myrna Nereyda Medina Quiñónez, profesora jubilada, organizó la
primera manifestación pública para reclamar el paradero de los desaparecidos de
esta comunidad.
El
descontento social de los familiares de hombres y mujeres desaparecidos,
explotó en una manifestación pública por las calles de la ciudad, y un mitin
frente al palacio de gobierno, lo que obligó a funcionarios de la Procuraduría
General de Justicia del Estado, a apersonarse en el cabildo.
Y tras
negociaciones individuales, la dependencia se comprometió a ahondar en lo que
las madres con hijos desaparecidos y demás familias exigían: operaciones
policiales de búsqueda y rescate.
Pero
hoy, cinco meses después, la maestra de Mochicahui, El Fuerte, ya no exige
rescate alguno, sino sólo la búsqueda. “Sé que para estas fechas ya es muy
difícil tenerlo vivo, pero como esté yo lo quiero encontrar, como sea pero lo
quiero de regreso conmigo”, dice con voz franca, fuerte, que a veces se quiebra
pero que recupera la compostura. “No quiero que me vea que me doblo, pues
siempre hemos salido adelante de todas las situaciones adversas que nos
enfrentamos juntos. Ahora no será la excepción”.
El
Chacharitas se ganó el apodo porque vendía piratería en la gasolinera más vieja
de El Fuerte.
MIRNA
MEDINA. Investigación por cuenta propia.
Su
trabajo cotidiano fue interrumpido por la visita de un desconocido que a nombre
de la policía del lugar, le pedía cuota para dejarlo trabajar en paz. Con su
raquítico ingreso, pagó la cuota exigida mensualmente: 500 pesos.
Un día,
mientras trabajaba, abordó una camioneta negra. “Eran sus camaradas”, declaró
un testigo del caso que no pudo identificar a los ocupantes.
Ese día
fue el último que se le vio, pues desde entonces no se reporta ni con su madre
ni con su mujer. El celular manda al buzón.
Cuando
la maestra se enteró del caso, la ausencia ya sumaba 48 horas. Ella se
movilizó. Tocó puertas, tantas veces que hasta enfadó a las agentes auxiliares
y titulares del Ministerio Público del Fuero Común que llegaron a atenderla de
mala gana. Ella nunca se amilanó, sino que sucedió todo lo contrario, le dieron
más combustible por encontrar a su hijo.
La
madre la hizo de investigadora sin charola y en poco tiempo ya tenía la
historia de lo que la policía municipal de El Fuerte y la Policía Ministerial
del Estado se negaban a sacar a la luz. Buscó videos, pero ninguna tienda se
los entregó. Ese día, sorpresivamente, las cámaras no grabaron. Los testimonios
que obtuvo fueron cara a cara, pero los testigos preferían el anonimato y no
verse involucrado en ese ni en ningún otro asunto que implicara policías y
desaparecidos, pues sabían que los primeros perpetraban lo segundo.
Ella
tampoco se desanimó, y continuó en su búsqueda.
En eso
estaba, cuando unos vecinos suyos la encontraron. Le dijeron que en su mercería
estaba estacionada una camioneta negra, con el comandante de la policía a bordo
y otras personas más.
Pensó
que se trataba de resultados de la búsqueda de su hijo y se dirigió al negocio,
que desde que la ausencia de su hijo permanece cerrado la mayor parte del
tiempo.
Cuando
llegó, encontró sólo una nota: “Ya no le muevas, porque sigues tú”.
Aquella
amenaza velada le dio a la maestra un nuevo impulso y renovó la búsqueda. Sabía
que andaba en lo correcto y eso le reencendía los motores, que hasta ahora no
se han apagado. Ella mantiene viva la promesa que le hizo a su hijo, la de
encontrarlo en donde estuviera y como fuese.
Y
repite, lo que para ella es su oración de consuelo: “Sé que para estas fechas
ya es muy difícil tenerlo vivo, pero como esté yo lo quiero encontrar, como sea
pero lo quiero de regreso conmigo”.
(RIODOCE/ Luis Fernando Nájera / diciembre
7, 2014)
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