Raymundo
Riva Palacio
En
permanente exploración de nuevas formas para acercarse al lector, la columna
Estrictamente Personal ha buscado durante más de tres lustros decodificar la
toma de decisiones en la política mexicana y exponer las tensiones del sistema
en el que operan. Los parámetros técnicos del género no han sido barrera nunca
para que en el formato de columna se mezclen otros géneros como el del
reportaje y la crónica, con un énfasis permanente en la investigación y en la
explicación de los fenómenos que afectan a la sociedad.
Amado
Yáñez Osuna solía llamar a su socio minoritario en Oceanografía “El Loco”. ¿Por
qué razón? Yáñez Osuna y muchos de quienes conocen y han tratado con Martín
Díaz, dicen sin dudarlo un segundo, porque sí está loco. Lo describen como
alguien impredecible, explosivo y violento. Mencionan siempre un trato
arrogante, presuntuoso y déspota. Ni siquiera en estos meses de desgracia,
donde los dueños de Oceanografía pasan por un laberinto judicial acusados de
fraude, Díaz ha tenido humildad. Al contrario, sigue amenazante como si el
poder político que alguna vez detentó, mantuviera el blindaje sobre sus
excesos.
Martín
Díaz, a quien en Yáñez Osuna identifica como el responsable del manejo
financiero en Oceanografía que llevó al quebranto de Banamex por más de cinco
mil millones de pesos, es desde el jueves pasado un hombre perseguido por la
justicia mexicana. El procurador general, Jesús Murillo Karam, reveló que se
había pedido la orden de aprehensión en su contra, y una petición al gobierno
de Estados Unidos para su extradición. Díaz se encuentra en Miami y es posible,
por el tiempo que ha estado en esa ciudad, que su visa por seis meses haya
expirado y sea deportado, con lo cual su regreso a México sería expedito.
Díaz
se vinculó con Yáñez Osuna por medio de un amigo del principal accionista de
Oceanografía, a quien le ofreció incrementar sustancialmente sus líneas de
crédito. Con una carrera financiera exitosa como antecedente, Yáñez Osuna, que
necesitaba crecer en el momento en que las condiciones se habían alineado a
favor de su empresa durante los primeros años del gobierno de Felipe Calderón,
lo incorporó a la empresa. Su pago sería el 15% de las acciones de Oceanografía
–que después aumentó a 20% con la adquisición de las acciones del ex tenista
internacional Oliver Fernández-, y cumplió lo ofrecido. Las líneas de crédito
en Banamex subieron en forma meteórica y Yáñez Osuna canceló su vieja relación
con Bancomer para convertirse en cliente platino en su nueva institución.
Oceanografía,
como se publicó en este mismo espacio en marzo pasado, utilizó una red de
relaciones políticas edificadas durante los gobiernos del PAN, y convirtió una
situación financiera incómoda en los 90s, en un negocio espectacular en la
primera parte de este siglo, durante el cual armó la principal flota petrolera
en el mundo. Díaz, primo del secretario de Hacienda de Vicente Fox, Francisco
Gil Díaz, yerno de uno de los políticos veracruzanos de mayor alcurnia,
Dionisio Pérez Jácome, casado con una famosa ex conductora de TV Azteca,
Gloria, y cuñado de Dionisio, el hermano, secretario de Comunicaciones en el
gobierno de Felipe Calderón, y actual representante de México en la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, fue el agente de
ese cambio.
Le
presumía a Yáñez Osuna que él podía hacer todo en Banamex, que daba órdenes,
movía personal. La forma como Banamex y su matriz Citigroup rearmaron toda el
área de factoraje por el volumen de negocios con Oceanografía, respaldaba con
acciones, para muchos, sus dichos. Díaz exudaba poder. Tenía casas en la ciudad
de México, Acapulco, Miami y Sevilla, y rancho en Huixquilucan. Manejaba un
Ferrari y sólo volaba en jets y helicópteros privados que usaba para sus
negocios y relaciones públicas. Publirrelacionista, era anfitrión en las peleas
de box en las Vegas donde patrocinaba a los pugilistas, y anteponía como
demostración de músculo, su red de poder familiar y empresarial.
Esa
certidumbre de intocable exhibía algunas de las características más ruines de
la condición humana. A su primera esposa, hija de uno de los más grandes
transportistas de México, la hizo pasar por un infierno, cuando empapado en
alcohol la maltrataba y con una pistola en la mano corriendo por las escaleras
del condominio de lujo donde vivían, amenazaba con matarse. En 2007 amenazó con
“meter a la cárcel” a la reportera Carolina Rocha en la víspera de que
publicara las irregularidades en la entrega de la primera concesional aduanal para
operar un recinto dentro del aeropuerto
internacional de la ciudad de México, 72 horas justo antes que el gobierno de
Carlos Salinas –cuyo subsecretario de Hacienda era Gil Díaz- propusiera pasar
los recintos aduanales a la iniciativa privada.
La
intervención de la PGR en Oceanografía en febrero de este año, cuando comenzó
la penuria judicial de la empresa, tomó por sorpresa a Díaz en Vail, Colorado,
el destino de invierno más apreciado por el jet-set mexicano. En las vísperas,
Díaz y Yáñez Osuna habían cruzado llamadas telefónicas porque habían escuchado
rumores de que las cosas no iban bien para la empresa con el nuevo gobierno.
Díaz lo tranquilizó, pero al aparecer en la prensa la acción contra
Oceanografía, desde Vail exigió en noticieros de televisión que le abrieran
espacio para decir su verdad. Los noticieros le cerraron los micrófonos de
manera voluntaria.
Díaz
continuó buscando acceso a medios y contrató al publirrelacionista Carlos
Salomón, quien empezó a entregar información falsa a la prensa. Como era de
esperarse, le resultó contraproducente. En forma directa, desde Miami, a donde
se fue tras regresar de Vail brevemente para hablar con Yáñez Osuna, se
comunicó con el director de uno de los principales periódicos de la ciudad de
México, a quien le pidió espacio para poder decir su verdad. Se lo abrirían,
por supuesto, le respondió el directivo, cuando una llamada a Díaz interrumpió
por unos minutos su conversación. Al reanudarse, Díaz era otro. Comenzó a
insultarlo, a agredirlo con todo tipo de palabras y a amenazarlo. Entonces,
colgó.
No
se sabe que Díaz haya tenido contactos adicionales con los medios, salvo a
través de su publirrelacionista. Pero rápidamente su credibilidad continuó en
picada. De todos los involucrados en el caso de Oceanografía –es el quinto con
orden de aprehensión; Yáñez Osuna y tres empleados de Banamex son los otros-,
es la papa más caliente de todos. En muchos sentidos. Su familia política, su
familia de sangre, sus relaciones con algunos de los más altos funcionarios del
sector público financiero en los 90s. Todo este enjambre, vinculado por su
personalidad bipolar, terriblemente explosiva y totalmente incierta. Uno sabe
dónde comienza una conversación con él, pero no dónde termina. Eso no lo ayuda
en definitiva, al ser en las investigaciones de la PGR, la persona clave en el
quebranto millonario a Banamex.
rrivapalacio@ejecentral.com.mx
twitter:
@rivapa
(EJE
CENTRAL/ LA COLUMNA DOMINICAL DE RAYMUNDO RIVA PALACIO/ Domingo 7 de
septiembre, 2014)
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