Hostigamiento laboral, castigos gratuitos, reducción
salarial, insultos y menosprecio ha obtenido Griselda Montero por
denunciar el ambiente misógino que impera en la Policía Federal, donde
labora. “Si eres una mujer agraciada, como policía federal es lo peor
que te pudo ocurrir. No falta el mando que te pida favores sexuales”,
afirma otra agente. Las denuncias de éstas y otras mujeres de la PF, sin
embargo, no hallan eco en ningún lado, ni siquiera en la Comisión
Nacional de los Derechos Humanos.
MÉXICO, D.F. (Proceso).- Instructora en aplicación
de juicios orales y en derechos humanos de la Policía Federal (PF),
Griselda Montero, abogada con maestría en derecho penal, está castigada:
su pago quincenal se redujo a cien pesos. Pese a sus cinco años en la
corporación y a su expediente limpio, no ha recibido notificación
oficial que justifique el que cada quincena le descuenten 7 mil 488.80
pesos.
La única explicación, dice, es que se trata de represalias por su
respaldo a sus colegas víctimas de acosos laborales y sexuales, así como
por denunciar abusos de autoridad, discriminación de género y el
hostigamiento que ella misma ha sufrido por parte de sus mandos.
Egresada de la Universidad Autónoma de Tamaulipas y certificada como
agente de seguridad para líderes nacionales por la embajada de Estados
Unidos en México, desde 2010 Montero ha ido con varias de sus compañeras
a interponer quejas y denuncias penales ante la Comisión Nacional de
los Derechos Humanos (CNDH), la Fiscalía Especializada para los Delitos
de Violencia contra la Mujer y Trata de Personas (Fevimtra) y la Unidad
de Asuntos Internos de la PF.
Montero ha denunciado los abusos a las mujeres dentro de la
institución y ha enterado de ello al presidente Enrique Peña Nieto; al
secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, al comisionado
nacional de Seguridad Pública, Monte Alejandro Rubido García, y a la
Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos
Humanos, por medio de cartas que Proceso pudo consultar.
“Se trata de una policía profundamente misógina y no se hace nada por
cambiar la situación ni castigar a los responsables; al contrario,
quienes nos hemos atrevido a denunciar somos presionadas para
desistirnos y somos víctimas de un continuo hostigamiento”, asegura en
entrevista.
Griselda Montero y la policía Genoveva Ramírez, víctima de acoso
sexual y quien la acompaña en el encuentro con la reportera, revelan la
existencia de un grupo de mujeres policías –la mayoría de ellas
adscritas al Agrupamiento Femenil de la Coordinación de Restablecimiento
del Orden Público (CROP), encabezado por Epigmenia Esperanza Galicia
Carrillo– que dan servicios sexuales a mandos de la PF.
(Fragmento del reportaje que se publica en Proceso 1967, ya en circulación)
/ 12 de julio de 2014)
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