Mientras las
investigaciones oficiales sobre el incendio en la guardería que acabó con la
vida de 49 niños el 5 de junio de 2009 se mantienen sin responsables, uno de
los vecinos que arriesgó su vida para rescatar a otros tres bebés del fuego ha
sido víctima del engaño y el olvido.
La tarde del viernes
5 de junio de 2009, Juan López Trujillo, a quien todos en su barrio conocen
como Cayetano, estaba con cuatro de sus compas cotorreando, tirándose unas
caguamas y quemando mota en el cauce de un arroyo seco que cruza una parte del
sur de Hermosillo, Sonora.
A cuatro cuadras de
ahí, se había desatado el infierno en el interior de la Guardería ABC, ubicada
en la colonia Y Griega: cuando Cayetano miró la columna de humo negro que
comenzó a llenar el cielo de la ciudad, pensó que se estaba quemando una
llantera aledaña a la estancia infantil.
Acostumbrado a
recolectar lo que otros desechan para sobrevivir, Cayetano pensó que podría
hacerse de un “llantón de tráiler” para venderla y conseguir dinero para
“seguir el cotorreo”. En ese momento, Cayetano no sabía que se encontraría con
una escena de terror y caos. Todas las victimas tenían entre 5 meses y 5 años
de edad.
Media década después
las investigaciones oficiales siguen en proceso, sin lograr
imputarresponsabilidad por la negligencia ni a los socios de la empresa, ni a
las dependencias de gobierno encargadas de vigilar el buen funcionamiento de la
guardería del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) subrogada a
particulares.
El incendio comenzó
en una bodega cercana, que almacenaba documentos estatales de impuestos, generando teorías de que el incendio fue
provocado intencionalmente por alguien pretendiendo esconder documentos
incriminatorios. Cada 5 de junio desde la tragedia, los padres de los menores
fallecidos y lesionados han marchado en Hermosillo y la Ciudad de México,
exigiendo el castigo a los responsables de la muerte de sus hijos, bajo la
consigna “Ni Perdón, Ni Olvido”.
Lo que se puede
garantizar es que esta tragedia es una cicatriz sobre la sociedad Mexicana, un
símbolo poderoso de la falta persistente del gobierno mexicano de adquirir
justicia adecuada para sus ciudadanos.
“Cuando llegué todas
las doñas estaban gritando por sus hijos y había unos policías que nomás se
quedaban viendo, como los chinos, pero no hacían nada”, recuerda Cayetano a
cinco años del trágico accidente que acabó con la vida de 49 niños y dejó con
quemaduras y lesiones permanentes a otros 74.
De pronto, alguien
le dijo “Métete, Cayetano” y él no la pensó dos veces, pues pese a no contar
con protección, ni entrenamiento, sí tuvo el valor que le faltó a algunos
policías para sacar del fuego a los bebés atrapados adentro de la bodega
habilitada como estancia infantil. La Guardería ABC operaba adentro de una
bodega convertida, y no contaba como salidas de emergencia, a pesar de que
había sido aprobada recientemente después de una inspección municipal de
seguridad.
“Me metí así mero:
me pasaron un extinguidor y tiré un bombazo en la única puerta que había y por
el hueco que se abrió en la lumbre me dejé ir. Ya había lumbre por acá, por
allá y por todos lados. Haz de cuenta que vi el infierno, compa”, cuenta
Cayetano, sentado en el patio del predio donde vive con su familia en pequeños
cuartos de concreto levantados con mucho esfuerzo y poco dinero.
Ya en el interior de
la Guardería ABC, Cayetano recorrió por algunos minutos las salas de la
guardería sin encontrar más que objetos incinerados o en llamas. También
esquivó los pedazos del techo de poliuretano que caían al piso “como tortas de
huevo”. De forma inexplicable, Cayetano aspiró el humo tóxico sin que éste
afectara su respiración. Después observó al fondo de la guardería una silueta
inmóvil de una niña, sentada sobre una pequeña silla en un rincón de aquel
infierno. Cayetano asegura que dudó si lo que miraba era una niña o una muñeca.
También dice que las voces del “chamuco” y de “dios” comenzaron a rebotar en su
cabeza.
“Por un lado una voz
me decía: no la saques, pendejo, es una muñeca y todos se van a reír de ti
cuando salgas con ella en los brazos; pero otra voz, desde otro lado, me
repetía: tienes que sacarla, tienes que sacarla”, narra Cayetano mientras hace
ademanes con sus manos y voltea a los lados como si volviera a escuchar
aquellas voces del 5 de junio de 2009.
Cayetano decidió
entonces acercarse hasta la silla y tomó a la pequeña por la cintura, pero ésta
escurrió de sus manos como si se estuviera derritiendo y cayó de vuelta en la
silla. El olor a carne quemada en las manos de Cayetano fueron la confirmación
de que la silueta inmóvil no era ninguna muñeca. Cayetano se quitó entonces la
“tirahuesos” (camiseta) y envolvió en ella a la pequeña, volteándola boca abajo
para no ver su rostro y no “malviajarse” en el trayecto para salir de la
guardería. Las llamas seguían ardiendo y el humo se volvía más denso. Cayetano
no alcanzaba a ver la salida, hasta que por fin una pequeña luz —que asegura
fue una hadita Wendy— le mostró el camino de regreso a la única puerta de
entrada y salida que existía en la estancia infantil.
“En cuanto salí me
arrebataron a la niña, casi en el aire, y luego los policías me dijeron que me
metiera otra vez. Me dieron sus camisetas, con todo y charolas (placas) según
esto para que me cubriera. Pero lo primero que hice cuando volví a entrar fue
tirar las camisetas de los policías a la lumbre porque no me servían de nada.
Fue bien loco, andando ahí adentro entre la lumbre pero no me quemaba”, advierte
Cayetano, que tiene la piel curtida por recorrer las calles de Hermosillo bajo
el ardiente sol desértico en busca de botes, cables o cualquier desecho para
vender o reciclar.
Durante el segundo
ingreso al infierno de aquel 5 de junio de 2009, Cayetano logró sacar a otros
dos niños de la Guardería. En ese lapso, otro joven llamado Francisco López
Villaescusa, El Frank, impactó su pick-up contra la pared de la guardería para
improvisar una salida de emergencia. Cayetano piensa que la entrada repentina de
aire también sirvió para alimentar el poder de las llamas.
“Ahí se puso más
cabrón el fuego y ya fue más difícil rescatar a los niños. Creo que a ese bato
le regalaron otro pick-up y a mí no me dieron nada. Pero todo bien, yo no me
metí ahí para sacar provecho de esa desgracia”, dice Cayetano.
Tras su incursión
como rescatista emergente, Cayetano se sentó por algunos minutos a observar el
caos que continuaba esa tarde del 5 de junio en los alrededores de la estancia
infantil siniestrada.
Después caminó las
cuatro cuadras de regreso a su casa y se puso a llorar por varias horas en la
pequeña capilla con imágenes de la Virgen de Guadalupe y otros santos que tiene
su familia en el predio donde habitan. Luego asegura haberse ido a dormir por
tres días seguidos: “Me sentía como sin fuerza, no me levanté para comer, ni
para mear”.
LOS ENGAÑOS AL HÉROE ANÓNIMO
Cayetano asegura
que, una vez que su caso y el de otros compas del barrio fue divulgado por el
cronista Benjamín Alonso Rascón, allá por noviembre de 2009, muchos llegaron a
ofrecerle ayuda y le prometieron mejorar su vida.
Uno de los “engaños”
que más molestaron a Cayetano fue cuando aceptó participar en el programa
Tiempo de héroes, de TV Azteca, del día 19 de junio de 2012. Antes de aceptar,
recuerda Cayetano, el jefe de casting estuvo cuatro días en labor de
convencimiento. Le prometieron recorridos por la Ciudad de México y hasta
cumplirle el sueño de conocer a Cepillín, pues Cayetano es fan de los payasos
“porque esos batos siempre están alegres”.
Tras varias jornadas
de negociación, Cayetano dijo sí a la oferta de los enviados de la televisora
con la condición de que le consiguieran rivotril, para viajar relajado en su
primer paseo en avión. El emisario de TV Azteca también consiguió una
identificación “en una oficina de correos” para que Cayetano pudiera abordar el
vuelo. Como plus, le prometieron tomarse fotos con la conductora del programa,
Edith González, a pesar de que Cayetano opina que “las güeritas de Sonora están
más buenas”.
Antes de la
grabación del programa, Cayetano y su sobrina Ramona esperaron un par de horas
en un cuarto de los estudios de la televisora. Luego la actriz Edith González
presentó, casi con lágrimas en los ojos, la historia de Cayetano durante el
incendio en la Guardería ABC, y le comentó que le tenía una sorpresa especial.
—Cayetano, sabemos
que tienes una hernia que te impide trabajar, yo también tuve dos hernias
inguinales, y vamos a llamar a uno de los mejores cirujanos del país, Enrique
Colonna, quien ya está en la línea: Te tengo que pedir un favor, Enrique, te
quiero comprometer en público para ver si tú puedes operar a Cayetano, preguntó
la conductora.
—Por supuesto que
nosotros lo podemos operar gratuitamente— aseguró el médico cirujano—, y le
vamos a reparar sus hernias y las mallas como las que te puse a ti, se las
vamos a donar a Cayetano; es lo menos que podemos hacer por una gente tan
importante, que es el tipo de gente que necesita México en este momento, gente
de esa categoría.
—Gracias, Enrique,
eres un héroe también, replicó la actriz, mientras Cayetano sonreía entre
nervioso e incrédulo. Concluida la grabación del programa, a Cayetano le
avisaron que su vuelo saldría en una hora y media y si lo perdían “ya era su
bronca”. No hubo paseo por el DF, ni la anhelada foto con Cepillín, a quien
Cayetano lleva tatuado en la espalda. El compromiso público de la operación
hecho durante el programa, tampoco se concretó. La prueba de ello es la
abultada hernia que se observa en la ingle izquierda de Cayetano.
“En la ida nos
llevaron como reyes y luego nos regresaron como bueyes”, se lamenta el héroe
que rescató de las llamas a tres niños de la Guardería ABC.
EL SUEÑO DE CAYETANO
A cinco años de
distancia, el rescatista improvisado de la Guardería, sobrevive porque todos
los días “le sale al toro” para buscar latas, cables y basura para reciclar, o
trabajar ocasionalmente en la construcción.
“Todos llegan a
prometer y dicen que me van a alivianar, pero son puras promesas, o dicen que
primero me tengo que enderezar, pero a mí me gusta mi vida así como está. Ya
por eso no me gusta platicar con los reporteros, ni los del gobierno, porque
son bien gaviotas, nada más se vienen a sacar las fotos y hasta me quieren dar
un beso, pero yo no los ocupo para nada”, dice el héroe olvidado de la
Guardería ABC.
Después Cayetano
confiesa que estuvo a punto de correrme cuando llegué a buscarlo para la
entrevista pero un presentimiento lo hizo cambiar de parecer: “Tú no tienes
finta de gaviota”, me dijo después de más de una hora y media de platicar sobre
su vida, aficiones, adicciones y pasiones.
Cuando le pregunto
si después de todo lo que ha pasado se volvería a arriesgar su vida para salvar
la de otros.
“Sí me volvería a
meter, porque igual yo ya estoy bien vivido y hasta me gustó la adrenalina que
sentí cuando entré al incendio. Y en veces que miro en la tele los rescates que
hacen en los terremotos y esas ondas, me dan ganas de que me lleven para allá,
para meterme a sacar gente y andar así como los topos. ¿Tú crees que se pueda
armar ese jale?”, pregunta Cayetano.
Antes de finalizar
la entrevista, le pregunto a Cayetano si siente que es un héroe o si piensa que
no hubo un reconocimiento adecuado por el rescate que realizó. “Una vez que me
preguntaron qué esperaba por haber salvado a los niños, les dije que lo único que
quería es que dios me aparte un rinconcito en el cielo cuando me lleve para
allá arriba. Eso es todo, además, yo soy medio ignorante y ni siquiera entiendo
qué significa ser un héroe”, concluye Cayetano.
(DOSSIER
POLITICO/ TOMADO DE Manuel Larios / Vice/ 2014-06-09)
Es muy dura la realidad con la que se vive en México, definitivamente es un héroe mexicano que nunca lo podremos ver en libros, es sorprendente saber que las televisoras hoy en día nos siguen manipulando. ya no nos queda más que creerles la mitad de sus reportajes. y del gobierno el .5
ResponderEliminar