El
gobierno de Enrique Peña Nieto no bien acaba de empezar una
“estrategia” para apaciguar la violencia en un estado cuando ésta ya
repunta en otro. Es el caso de Tamaulipas, donde el descabezamiento de
las fracciones del Cártel del Golfo que operan en las ciudades de
Tampico, Matamoros y Reynosa sembró de cadáveres estas plazas y enfermó
de zozobra a los ciudadanos. Exmilitantes y personas cercanas al grupo
criminal comentan a Proceso que la disputa por el liderazgo enfrenta a
los sicarios de la organización y evidencia la complicidad de las
autoridades, que no hacen nada por controlar la situación. Muestra de
ello, dicen, son las balaceras de las últimas dos semanas, que
provocaron medio centenar de muertos.
TAMPICO, Tamps. (Proceso).- La caída de dos destacados capos del Cártel del Golfo (CDG) y la muerte de Homero Cárdenas Guillén en las últimas semanas no sólo provocaron otra ruptura en la organización, sino detonaron nuevamente la violencia. Esta situación pone en evidencia la intrincada red de corrupción y complicidad entre las bandas criminales que operan en el estado y funcionarios estatales y municipales, e incluso con elementos de las Fuerzas Armadas.
Después de la captura de Mario Cárdenas Guillén y Jorge Eduardo Costilla, El Coss, en septiembre de 2012, el cártel dejó de ser una organización horizontal y comenzó a funcionar como federación, comentan a Proceso exmilitantes y personajes cercanos al grupo criminal. Hablan a condición de que no se revelen sus nombres.
Hoy, dicen, son tres los grupos que controlan las principales plazas en la entidad: Reynosa está bajo el poder de Los Metros; Tampico estuvo hace poco bajo el mando de Javier Garza Medrano, El Comandante 14, quien pretendía convertirse en el nuevo jefe del CDG, y Matamoros –lugar de nacimiento de la organización a principios de los años treinta–, donde la familia Cárdenas Guillén aún mantiene el control.
Durante un tiempo el jefe en esta última ciudad fue Homero Cárdenas Guillén, El Orejón o El Majadero, el hermano mayor de Osiel, quien falleció de un paro respiratorio el pasado 28 de marzo en Monterrey, adonde fue trasladado luego de someterse a una liposucción en una clínica de Matamoros.
Meses antes, en noviembre pasado, sicarios de Los Metros arribaron a Matamoros con la intención de ejecutar a Homero Cárdenas. En un enfrentamiento con la banda de Los Ciclones, quienes protegían al capo, hubo por lo menos 12 muertos, entre pistoleros y civiles.
La muerte de Homero reactivó la rivalidad. La fracción de Matamoros filtró al Ejército la ubicación de Jesús Alejandro Leal Flores, El Simple, un capo con trayectoria y familiares de la facción de Los Metros. Además, informó a la Policía Federal el lugar en el que se escondía Javier Garza Medrano, Comandante 14, originario de Matamoros, quien en los noventa era agente de la Policía Preventiva Municipal; en esa época El Coss era oficial de la radio en esa corporación.
El Simple fue capturado el 31 de marzo último en Reynosa, mientras que el Comandante 14 cayó el jueves 3 en Querétaro. Ambos eventos dejaron prácticamente acéfalas las fracciones del CDG.
(Fragmento del reportaje que se publica en Proceso 1954, ya en circulación)
(RIODOCE/ REDACCION/
TAMPICO, Tamps. (Proceso).- La caída de dos destacados capos del Cártel del Golfo (CDG) y la muerte de Homero Cárdenas Guillén en las últimas semanas no sólo provocaron otra ruptura en la organización, sino detonaron nuevamente la violencia. Esta situación pone en evidencia la intrincada red de corrupción y complicidad entre las bandas criminales que operan en el estado y funcionarios estatales y municipales, e incluso con elementos de las Fuerzas Armadas.
Después de la captura de Mario Cárdenas Guillén y Jorge Eduardo Costilla, El Coss, en septiembre de 2012, el cártel dejó de ser una organización horizontal y comenzó a funcionar como federación, comentan a Proceso exmilitantes y personajes cercanos al grupo criminal. Hablan a condición de que no se revelen sus nombres.
Hoy, dicen, son tres los grupos que controlan las principales plazas en la entidad: Reynosa está bajo el poder de Los Metros; Tampico estuvo hace poco bajo el mando de Javier Garza Medrano, El Comandante 14, quien pretendía convertirse en el nuevo jefe del CDG, y Matamoros –lugar de nacimiento de la organización a principios de los años treinta–, donde la familia Cárdenas Guillén aún mantiene el control.
Durante un tiempo el jefe en esta última ciudad fue Homero Cárdenas Guillén, El Orejón o El Majadero, el hermano mayor de Osiel, quien falleció de un paro respiratorio el pasado 28 de marzo en Monterrey, adonde fue trasladado luego de someterse a una liposucción en una clínica de Matamoros.
Meses antes, en noviembre pasado, sicarios de Los Metros arribaron a Matamoros con la intención de ejecutar a Homero Cárdenas. En un enfrentamiento con la banda de Los Ciclones, quienes protegían al capo, hubo por lo menos 12 muertos, entre pistoleros y civiles.
La muerte de Homero reactivó la rivalidad. La fracción de Matamoros filtró al Ejército la ubicación de Jesús Alejandro Leal Flores, El Simple, un capo con trayectoria y familiares de la facción de Los Metros. Además, informó a la Policía Federal el lugar en el que se escondía Javier Garza Medrano, Comandante 14, originario de Matamoros, quien en los noventa era agente de la Policía Preventiva Municipal; en esa época El Coss era oficial de la radio en esa corporación.
El Simple fue capturado el 31 de marzo último en Reynosa, mientras que el Comandante 14 cayó el jueves 3 en Querétaro. Ambos eventos dejaron prácticamente acéfalas las fracciones del CDG.
(Fragmento del reportaje que se publica en Proceso 1954, ya en circulación)
(RIODOCE/ REDACCION/
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