El amor que se profesaron Televisa y Saúl Canelo
Álvarez no duró mucho tiempo. En marzo último el consorcio que no había
dejado de mimar al pugilista concediéndole espacios privilegiados en
las pantallas y ensalzándolo de mil maneras se volvió contra él. Ahora,
para la televisora el boxeador es una suerte de monstruo al que incluso
responsabiliza de la muerte de uno de sus sparrings…
MÉXICO, D.F. (Proceso).- Durante más de cinco años fue parte de las estrellas
de los canales de Televisa, que sedienta de competir con TV Azteca por
los niveles de audiencia en las transmisiones de boxeo se permitió crear
una falsa imagen llamada Saúl Canelo Álvarez,
con un oscuro historial en su vida personal, al que inflaron, vendieron
al mejor postor, como el más taquillero, y hasta lo hicieron ver como
un chico carismático y galán.
Tanta promoción y seguimiento
de sus actividades cotidianas, por más intrascendentes que parecieran,
rindieron resultados cuatro años después de su primera pelea oficial
transmitida por la televisora. Saúl Álvarez, quien dejó el anonimato
para convertirse en la nueva figura del boxeo del consorcio televisivo,
fue el foco de atención en la super velada del 14 de septiembre de 2013
en el MGM Grand Garden Arena, de Las Vegas, su mayor reto deportivo
profesional, que anhelaba y aguardaba: imponerse al estadunidense Floyd
Mayweather, el mejor libra por libra del momento e invicto en 44
combates.
Pero la gran apuesta del consorcio televisivo fue una
caricatura en el ring. Con el mínimo esfuerzo, su oponente se encargó de
exhibir todas las carencias técnicas del pelirrojo pugilista.
Las imágenes de televisión llegaron a más de 100 países, y en México la desigual contienda alcanzó un rating
histórico en las peleas de boxeo profesional: 41.9 puntos, equivalente a
45 millones de telespectadores, informó Golden Boy Promotions, con lo
que superó en 10 puntos el nivel de audiencia del pleito entre el
filipino Manny Pacquiao y Juan Manuel Márquez, transmitida a su vez por
la competencia directa, TV Azteca.
Tras el desigual combate, la
credibilidad de Saúl se desplomó como el globo que la televisora se
encargó de inflar en torno a su mediática imagen. Después de su derrota,
y en el mismo escenario que lo vio caer ante Mayweather, su regreso al
cuadrilátero no estuvo exento de polémica nada más propinarle un potente
gancho de izquierda que cimbró al débil adversario, Alfredo El Perro Angulo, por lo que el réferi Tony Weeks decidió detener la pelea en el décimo episodio, el pasado 8 de marzo.
El Canelo
se impuso por nocaut técnico. Sin embargo, el fallo desencadenó el
enojo de Angulo y de un gran sector en la arena, la mayoría a favor del
derrotado. Y el desenlace fue peor: el descontento derivó en silbatinas,
abucheos y lanzamiento de objetos al cuadrilátero. Como pudo, el equipo
de seguridad retiró del lugar a Saúl y a su grupo de trabajo. Incluso,
un objeto impactó el rostro del entrenador de Álvarez, José Chepo Reynoso.
El idilio Canelo-Televisa
se desquebrajó en cuestión de días: justo una semana después la
televisora se lanzó contra su gran estrella y hasta ahora único
pugilista que le genera altos índices de rating. La puntilla se
la asestó al exhibirlo y señalarlo como responsable de la muerte de uno
de sus sparrings, el excampeón mundial ligero de la Federación
Internacional de Boxeo (FIB) Javier Chatito Jáuregui.
Durante dos semanas consecutivas, la revista TV y Novelas,
del grupo Editorial Televisa, se encargó de acusar al pecoso peleador
en su edición del 17 de marzo. En la portada destacó como nota principal
que Javier Jáuregui, de 40 años, perdió la vida por “las terribles
golpizas que recibió durante los entrenamientos con el pelirrojo para su
pelea contra el Perro Angulo”.
(Fragmento del reportaje que se publica en Proceso 1954, ya en circulación)
/12 de abril de 2014)
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