Gregorio
López, mejor conocido como el padre Goyo, puso a Apatzingán en la mira cuando
salió a oficiar misa con un chaleco antibalas y confrontó al alcalde por la ola
de violencia en el municipio.
Ciudad de México.- Un
domingo a principios de año, Gregorio “Goyo” López se puso un chaleco
antibalas. Abajo se asomaban el alzacuellos y la sotana.
Así ofició la misa
en la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, en Apatzingán.
En su comunidad se
tenía reporte de unas 300 personas desaparecidas, viudas, huérfanos. La gente
tenía miedo. La delincuencia no paraba. El chaleco antibalas, dice el padre Goyo,
era una forma de llamar la atención en su petición de acabar con Los
Templarios.
El 9 de febrero los
grupos de autodefensa tomaron la cabecera municipal de Apatzingán.
Ese día el padre
Gregorio ofició una misa en punto de las 6 de la tarde para dar la bienvenida a
los civiles armados.
Para cuando entraron
las autodefensas a Apatzingán, Goyo ya se había ganado un pleito con el alcalde
Uriel Chávez. El padre aseguraba que el presidente municipal mantenía
relaciones estrechas con Los Templarios.
Chávez Mendoza llamó
al sacerdote “viejo mentiroso” y lo retó para que le hiciera las acusaciones de
frente.
El religioso decía
que un sobrino del alcalde es templario, que el político tenía una lista negra
de los habitantes del pueblo y que Los Templarios lo ayudaban a intimidar a sus
enemigos. Pero cuando el alcalde o los medios le pedían pruebas, Goyo sólo
respondía que era lo que la gente decía.
Alegre, servicial,
dicharachero y con la lengua un poco suelta, Gregorio López se dice inspirado
por la figura del papa Juan Pablo II, y afirma que decidió entregar su vida a
Jesucristo para de esa forma poder ayudar a la comunidad.
Hijo de padres
agricultores, el Padre Goyo se define a sí mismo como un hombre trabajador,
humilde y crecido en un rancho. “Mi vida fue una vida normal, bonita, de
rancho, desde niño trabajando, con una mentalidad de productividad, el dinero
se gana no se recibe, se gana”.
“Desde niño para mí
fue clave un hombre que se llamaba Karol Wojtyla, Juan Pablo II, yo al verlo a
él como predicaba con coraje y con autoridad y con ese amor a Cristo, yo me fui
enamorando de Cristo, él me fue invitando a hacer lo mismo, salir con coraje
pero también con mucha cercanía a los pobres. Juan Pablo Segundo se acercó a
los indígenas, se metió a las cárceles y eso me
gustó de él, me cautivó”.
“Yo hice la tesis
sobre Carlos Marx y su manifiesto comunista y de El Capital aprendí que el
usufructo o la ganancia es mediante la transformación de la materia prima, y
ahí está el usufructo, ahí está la ganancia, ahí está el plus que debemos
sacarle a la economía, el hombre debe hacer trabajar al dinero, no el dinero al
hombre, el esclavo debe ser el dinero y no al revés.”
De acuerdo con él,
estas teorías le han ayudado a impulsar en las comunidades el trabajo cooperativo,
con los cuales ha generado muchos proyectos que han beneficiado a la gente como son las queseras que ha
implementado en ranchos, la entrega de tractores, la inauguración de una planta
purificadora con 10 viudas, entre otros más.
Con 19 años de
sacerdocio en diferentes municipios de Michoacán, llegó hace tres a la diócesis
de Apatzingán donde, según él, la gente vivía bajo las constantes amenazas de
Los Templarios.
Dice que al ver esto
comenzó a apoyar a la comunidad impulsando proyectos como llanteras para que
trabajaran los hombres sin empleo en el pueblo, talleres de corte y confección
y cursos de estilismo para las mujeres.
Sus amigos y la
gente que ha trabajado con él tienen una idea común: es un hombre alegre con
ganas de ayudar al pueblo.
Javier Cortes,
vocero de la diócesis de Apatzingán y quien ha trabajado de cerca con el
párroco, afirma que la relación del padre Goyo con las policías comunitarias no
es con ninguna mala intención.
“Nosotros podemos no
estar de acuerdo con lo que el padre haga, con cómo lo haga, pero sabemos que
su actuar siempre es impulsado con el fin de generar un bien en la población”.
“El padre Goyito
siempre está de buenas, es raro verlo molesto con nosotros, sí hace sus corajes
con las injusticias que pasan en el pueblo pero siempre es muy amable con
nosotros”, comenta Lupita, una de las mujeres que atiende la oficina de la
iglesia donde el sacerdote imparte misa.
Hace 19 años, cuando
se ordenó como sacerdote, Gregorio López decidió hacer de su frase de
consagración el versículo Juan 15:13 “No hay amor tan grande que dar la vida
por los amigos”.
Según el padre eso
es lo que hace él. “Cristo no fue pura boca, lo cumplió y yo no hago más que lo
que hizo el maestro, dar la vida por los amigos, por los que están sufriendo,
nada más”.
Por eso es que dice
tiene severas diferencias con el alcalde de Apatzingán, ya que, señala, él no
fue capaz de detener la ola de violencia en el municipio.
“Él no hizo nada, no
movió un dedo, no grióo, no salió a la calle, yo en su lugar hubiera hecho una
marcha, hubiera agarrado un rifle, simbólicamente me hubiera puesto una gorra
como lo hacía Felipe Calderón, me subo a una patrulla, hago la finta, le hago
al tarugo pero ni siquiera.
“Eso significa que
él no tiene ninguna autoridad, o estaba de parte de los templarios o es un
pendejo, un cero a la izquierda”, aseveró.
Además de sus
estudios en Europa, Goyo hizo una licenciatura en Antropología teológica y
ahora pretende regresar a las aulas para hacer un doctorado.
Para la iglesia
michoacana el actuar del padre Goyo no ha sido el mejor y el arzobispo de
Morelia, Alberto Suárez, afirmó que le han hecho varias recomendaciones para
que actúe y reflexione de manera sensata.
Incluso dijo que, de
la actitud y comportamiento del sacerdote, dependerá su permanencia en el
cargo.
Después de estos
señalamientos, el padre Goyo afirmó que tomará un descanso e irá a Europa a
editar su libro “La esperanza desde la desesperanza”, el cual espera sea un
best seller.
Gregorio afirma que
no es un sacerdote armado, y que tampoco es parte de las autodefensas, sino que
utiliza a estos grupos para erradicar “la plaga que es peor que un huracán” de
Los Caballeros Templarios.
“Nuestro movimiento
no es guerrillero, es humanitario, y no es comunitario. Yo he utilizado a los
comunitarios para sacar a los templarios de esta ciudad, pero nosotros no vamos
a ir a la avanzada, nosotros queremos quedarnos en la comunidad, trabajar para
lo comunidad para formar gente”.
El padre Goyo afirma
que él está haciendo lo que el actual papa Francisco ha pedido, “dejar de ser
un pastor con olor a incienso y ser uno con olor a oveja, yo me estoy acercando
a mi rebaño”.
(MILENIO/ Verónica
González/ @verounicaglz/ 07/03/2014
03:08 PM)
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