Karlita Contreras era buena persona. Así lo dicen muchos que
la conocieron. Así lo dicen sus “amigos” en el Facebook. Pero solo
quienes la trataron de cerca saben quién era y cómo esa joven de 18 —no
19 años, como fue publicado en casi todos los medios de comunicación—
que fue abatida a tiros en el crucero del bulevar Sinaloa, en la colonia
Las Quintas.
Lo cierto es que su vida estrepitosa, de antros y coronas de reina,
de cercanía con el poder de la criminalidad narca, la condujo rápido
hacia la muerte. Esa noche, alrededor de las 23 horas del 30 de junio,
fue interceptada por hombres armados con quienes aparentemente discutió y
le dispararon a corta distancia.
Versiones extraoficiales señalan que uno de los disparos fue de
arriba abajo: ingresó por el cuello y salió en la cabeza, alrededor de
la oreja. Los homicidas usaron dos tipos de armas. La calibre 5.7 x 28,
mejor conocida como matapolicías, por su capacidad para atravesar los chalecos antibalas que usan los agentes de las diferentes corporaciones. Además, una .45.
El reporte rendido por las policías Ministerial del Estado y
Municipal de Culiacán no indica el número de casquillos encontrados en
el lugar. Información cercana a las indagatorias señala que Karla
Contreras Rodríguez, de 18 años, conducía una camioneta marca Cadillac
modelo Escalade 2008, negra, con placas VMX 9677, que no estaba a su
nombre. El vehículo, considerado de lujo, es propiedad de Eduardo
Velázquez Juárez, con domicilio en la comunidad de El Melón, en Quilá.
Contreras tenía su domicilio en Privada Diamante 27, fraccionamiento
Pradera Dorada. La joven había sido electa reina de la Facultad de
Contabilidad y Administración (FCA) de la Universidad Autónoma de
Sinaloa, en mayo de 2013, durante los festejos del Día del Estudiante.
La hoy occisa iba acompañada de otra joven de alrededor de 25 años,
de nombre Anette Liliana Bojórquez Valdez, cuyo domicilio lo desconocen
las autoridades y quien fue llevada a la Clínica Cemsi. Al parecer, la
lesionada está fuera de peligro, pero no se tiene más información sobre
el número de heridas ni su gravedad.
La coronación
La joven no pudo con su belleza y buscó la perfección: se sometió a
por lo menos dos operaciones estéticas y en su muro de Facebook posó en
un panteón, depositando una ofrenda floral, con las vendas quirúrgicas
luego de una intervención de este tipo alrededor de la cabeza y en el
pecho.
Todos en la facultad coreaban su nombre. Despilfarró tanto dinero que
para muchos la corona que se le impuso aquel día de mayo fue comprada.
Hordas de jóvenes a las que se unieron maestros coreaban su nombre, el
día de la elección: voten por Karlita, decían, repetían, insistían, hasta la saciedad. Y ganó.
“El día de la elección de la reina de la facultad, a la entrada del
salón de fiestas Kuwa… los maestros nos pedían a los estudiantes que
votaran por Karlita”. “Voten por Karlita”, era lo que les
pedían. “Ya ‘todo mundo’ sabía que ella iba a ganar, es lo que se decía
en la escuela”, recordó una joven de este plantel.
La farándula antrera
De antro en antro. Así se conoció la vida nocturna de Karlita
Contreras. Siempre con amigos y amigas, muchos de ellos con ropa de
marca. Siempre abrazando un vaso, a otros hombres y mujeres, posando
para la cámara del teléfono celular y viajando con las dosis de bebidas
embriagantes.
Luces, estridencia, curvas artificiales silueteando ese cuerpo de jovencita. La seducción tras la frase Reinas del Pacífico, como reza una de las frases plasmadas en su féis
para clasificar las fotos, el 25 de febrero, anticipando lo que quería y
logró y que fue, al final, parte de su perdición: el cetro de reina de
belleza de la Facultad de Contabilidad y Administración y otros reinados
igualmente seductores y peligrosos, resultado de los vínculos con los
narcos, la plebada metida en la “enfermedad” del sicariato, los dólares y
el poder de los que mandan en el bulevar Sinaloa, la Isla Musala, y en
todo Culiacán.
Las pesquisas
Las primeras investigaciones relacionan este homicidio con al menos
dos hechos violentos, uno de ellos en el antro Clássico, ubicado por la
calle Rafael Buelna, entre Andrade y Paliza, en el primer cuadro de la
ciudad.
Igual que en el bulevar Sinaloa —donde sobran drogas, hay un centenar
de jóvenes armados y opera una gigantesca cantina combinada con burdel,
de noche y madrugada—, en los antros ingresa primero la naiceada: jóvenes bien, juniors,
hijos de políticos y empresarios prominentes, en una primera tanda y
hasta antes de las 2 de la mañana. El siguiente turno es de la narcada:
pistoleros, los hijos de los capos del cártel de Sinaloa y sus escoltas,
jóvenes enfermos, émulos de narcos. Esos llegan de 2 en adelante. Y
entonces, los antros son el infierno, su antesala y lo que le sigue.
En uno de estos antros, el Clássico, fue ultimado José Luis Angulo
López Portillo, de 31 años, con domicilio en calle Hidalgo, en el centro
de la ciudad. Los homicidas ingresaron, armados con fusiles AK-47, se
dirigieron al hoy occiso y le dispararon a corta distancia. Las fuentes
cercanas a las investigaciones señalan que Karla Contreras habría puesto, informado o entregado a José Luis.
El asesinato fue alrededor de las 3:30 horas del domingo 30.
Otras versiones indican que tenía problemas con otras mujeres, debido
a los hombres con los que se relacionaba, entre ellos varios casados.
Más de una vez, en alguno de esos antros, se hizo de palabras y golpes.
Pasado que alcanza
El 6 de septiembre de 2010, una persona fue ejecutada a balazos en un
camino cercano a Mojolo, al norte de esta ciudad capital. Datos de la
Procuraduría General de Justicia del Estado indican que el occiso fue
identificado por familiares. Era Rafael Contreras Núñez de 50 años y de
oficio comerciante, quien vivía en la colonia Colinas de San Miguel.
El hallazgo fue alrededor de las 18:00 horas, a pocos metros del
canal Humaya. La víctima estaba boca abajo, tenía las manos y pies
atados con cinta adhesiva, y sobre uno de sus costados tenía un mensaje
escrito en una cartulina donde lo señalan de “huarache y violador”.
Era Rafael Contreras, padre de Karla Contreras.
La Sirenita
Buena persona, dicen. Simpática, libre, agradable, así la describen. Karlita
iba igual al Kuwa, al Mala Noche, al Clássico y casi a cualquier antro:
era conocida, estimada, plural, abierta y alegre. Cambió su aspecto
para gustar más y sumergirse en los pantanos de la perdición culichi, anegada de sangre y balas por los criminales mandamás.
Desde niña fue fan del personaje de La Sirenita. Así aparece
en sus fotos y así fue vestida en su féretro: como sirenita, con una
muñeca con el mismo atuendo y la banda y corona que le entregaron cuando
fue reina de la facultad.
En uno de los mensajes post mortem, una de sus conocidas
expresó: “No lo creo, me niego a aceptarlo. Tú, una gran persona. Me
niego a aceptarlo, en serio que no. Era tan guapa”.
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