El
hartazgo por la falta de seguridad en Monterrey movió a los vecinos de
la colonia Independencia a hacerse justicia por sus propios medios y
arremetieron contra tres presuntos delincuentes el pasado 31 de mayo.
Uno de ellos murió, mientras que a los otros dos los lanzaron a un
barranco de 12 metros de profundidad. Legisladores y activistas sociales
advierten: si las autoridades no responden a los reclamos ciudadanos,
existe el riesgo de que surjan grupos de autodefensa, lo que complicaría
aún más el vacío de poder.
MONTERREY, N.L. (Proceso).– La noche
del 31 de mayo pasado elementos de la Policía Federal llevaban a tres
presuntos delincuentes esposados y encapuchados a bordo de una patrulla.
Circulaban por las calles de la colonia Independencia cuando una turba
de embravecidos vecinos interceptó el vehículo, sacó a los detenidos y
comenzó a golpearlos con palos, piedras, tubos.
Y aunque los
uniformados hicieron algunos disparos al aire para controlar a la
multitud, nada impidió que ésta moliera a golpes a los tres sujetos a
los que llamaba rateros y los relacionaba con grupos de la delincuencia
organizada. Uno murió, mientras los otros dos fueron arrojados a un
barranco, lo que les permitió salvar la vida.
Días después otro
presunto ladrón fue agredido por residentes del mismo sector
regiomontano. Tuvo suerte de que elementos de Fuerza Civil observaran la
escena y controlaran a los vecinos.
Para el diputado local
Guadalupe Rodríguez Martínez –quien en los setenta integró las guardias
rojas del Frente Popular Tierra y Libertad para la defensa de su
colonia, ubicada al poniente de esta capital–, el hartazgo de la
ciudadanía es resultado de la inacción de la autoridad estatal. Hoy,
dice, los propios vecinos recurren a la autodefensa; algunos incluso han
adquirido armas y organizan rondines en las calles de sus colonias.
Pese
a linchamientos como el de la colonia Independencia, documentado
incluso por la Procuraduría General de Justicia del Estado, el
gobernador Rodrigo Medina de la Cruz dijo desconocer la existencia de la
organización de movimientos de autodefensa ciudadana.
En esta
ciudad no se recuerda ningún otro incidente como el del pasado 31 de
mayo. Hasta el viernes 7 se conocían dos versiones, recogidas en las
actas ministeriales relativas al caso: la de un policía federal y la de
una vecina.
Según el uniformado, el día de los hechos, entre las
19:00 y las 20:00 horas, él y otros nueve elementos patrullaban por la
zona en dos vehículos oficiales cuando una vecina le comunicó que en el
Antiguo Camino a San Agustín sin número, en el sector surponiente, unas
personas golpeaban a otra. El agente se comunicó con uno de sus
superiores y acudió al lugar junto con sus compañeros.
Ahí vieron a
civiles armados con piedras y palos que corrían por la calle. Al
descender de las patrullas observaron a otras personas con el rostro
cubierto que golpeaban a un hombre obeso. Se trataba de Ángel Servando
Nava Maldonado, alias El Vando, de 33 años. El agente quiso ponerlo a
salvo, pero los agresores le dijeron: “El gordo es asesino, ha matado a
mucha gente”.
Y cuando les dijo que él se haría cargo de la
situación y les prometió llevarlo ante las autoridades, los vecinos se
enardecieron y lo acusaron de proteger al presunto delincuente; lo
empujaron junto con el hombre esposado y los arrinconaron en una casa.
Comenzaron a arrojarles botellas de vidrio. Los demás policías los
rescataron y subieron a Ángel en una patrulla.
El policía tomó su nextel para pedir refuerzos. Los vecinos le arrebataron el aparato, según el testimonio del uniformado.
A
su vez, la vecina interrogada, quien pidió mantener el anonimato,
relató que alrededor de las 20:00 horas observó desde su casa a tres
policías federales cuando bajaban del cerro con tres detenidos. Iban
esposados y con los rostros cubiertos con capuchas. Policías y detenidos
se introdujeron en un domicilio contiguo donde vive una señora llamada
Brenda. La propietaria comenzó a gritar cuando los agentes le decían que
les dijera dónde estaba la droga.
Poco después los policías
salieron de la casa y se llevaron a los encapuchados calle arriba, hacia
las patrullas. Al verlos pasar, la declarante identificó a los
detenidos como Jonathan Alán, alias El Cochinillas o El Maromas; otro
era El Maca o Maquilla, y uno más era El Vando.
Los tres, dijo la
testigo, pertenecen a la delincuencia organizada y siempre andan
armados; agregó que los tres estuvieron implicados en la muerte de
algunos vecinos.
En ese momento, continúa, vio bajar 70 u 80
vecinos que venían gritando, pues también habían identificado a los
detenidos; algunos le reclamaron a un policía por qué había separado al
Vando de los otros dos.
Se escucharon varias detonaciones. Los
colonos no se amedrentaron y acorralaron al federal y a su cautivo;
arremetieron contra ellos con palos y piedras. El detenido y su custodio
se refugiaron en un domicilio, según el testimonio.
Otro intento
Según
la Agencia Estatal de Investigaciones, el 31 de mayo llegó una llamada a
las oficinas en la que se reportaba el hallazgo del cadáver de un
varón, quien murió “al parecer por golpes”, frente al número 1812 del
Antiguo Camino a San Agustín. Cien metros más adelante, en un barranco,
había dos personas lesionadas.
Acompañados por militares, policías
ministeriales acudieron al lugar, donde encontraron el cuerpo de Ángel
Servando Nava Maldonado. Lo identificaron por una credencia de elector
que llevaba, según la cual era vecino de la Unidad habitacional Mártires
de Cananea, en Santa Catarina.
Los elementos de Servicios
Periciales encontraron manchas hemáticas en las piedras del entorno, así
como en el piso y la fachada del domicilio; incluso un tubo metálico
ensangrentado.
Frente al número 1160 de la misma calle fue hallado
un casquillo calibre 223 y a 35 metros del cadáver del Vando había dos
casquillos: uno 7.62×39 y otro 223. La dependencia no aclaró si las
balas procedían de las armas de los agentes federales o de los vecinos.
Asimismo,
a 100 metros de distancia, los federales encontraron los cuerpos
magullados de El Cochinillas, de 21 años, domiciliado en la colonia
Solidaridad, de Monterrey, y otro conocido como El Maca o La Maquilla,
con heridas contusas en la región frontal y en el parietal derecho.
De
acuerdo con la dependencia, los lugareños comentaron a los
investigadores que los dos pertenecían a un grupo de la delincuencia
organizada –no precisa a cuál– y que tenían amenazados a los residentes
del sector. Señalaron que días antes habían asesinado a una persona, por
lo que decidieron lincharlos.
Hasta el viernes 7, ninguna
autoridad ha informado si se sigue una investigación por la muerte del
Vando y por las lesiones a El Cochinillas y El Maca.
La noche del
miércoles 5, en la misma colonia un grupo de autodefensa intentó linchar
a Junior Aarón Salinas Gómez, un lavacoches de 22 años. De acuerdo con
una fuente cercana a la investigación, un residente reportó un robo. Los
lugareños se organizaron para hacer rondines en la zona y descubrieron
al joven en el momento en que inhalaba tolueno en la azotea de su
domicilio, en el cruce de las calles Veracruz y Oaxaca.
Algunos
vecinos comenzaron a arrojarle piedras para obligarlo a descender. El
joven corrió entre los techos hasta que pisó uno que estaba endeble y
cayó, provocándose lesiones leves. Su concubina salió a defenderlo y
refirió que era inocente.
En ese momento llegó una veintena de
elementos de la policía estatal Fuerza Civil y rescató al joven y lo
transportó al cuartel ubicado al sur de la ciudad, donde el juez
calificador lo retuvo por alterar el orden. Sin embargo, como no hubo
acusación de robo, lo dejó en libertad a la mañana siguiente.
La
investigación posterior arrojó que Salinas Gómez se había enfadado con
su pareja y decidió subir a la azotea para evadirse con el solvente.
Horas antes del incidente, el gobernador Medina de la Cruz fue
cuestionado sobre las estrategias de autodefensa vecinal en la colonia
Independencia.
“Aquí en Nuevo León no tenemos detectado ningún grupo de autodefensa, lo descartamos totalmente”, respondió el mandatario.
La autodefensa, un riesgo
El
diputado Guadalupe Rodríguez Martínez es cuñado de Alberto Anaya
Gutiérrez, fundador del Partido del Trabajo (PT) y del movimiento Frente
Popular Tierra y Libertad, que en 1970 instaló su comarca en el sector
poniente de Monterrey y que, desde entonces, se mantiene como una
entidad cuasi autónoma dentro de la capital.
Ahí hay rondines de
patrullas de los tres niveles de gobierno, pero desde hace más de 40
años al sector se le conoce como uno de los más conflictivos de la
metrópoli, sobre todo porque los lugareños han impuesto sus propias
reglas de convivencia.
El diputado por el PT recuerda que a
principios de los setenta se crearon las guardias rojas para hacer
patrullajes en las calles de la colonia. Para detener a los delincuentes
y remitirlos a la autoridad. Esa labor de autogestión terminó en 1985,
cuando el sector ya estaba más o menos pacificado, asegura.
Hoy, a
casi tres décadas de distancia, la reacción de los colonos de la
Independencia que ejercieron justicia sumaria contra tres presuntos
delincuentes hace suponer que la ciudadanía está cansada del vacío de
poder en Nuevo León.
Y aun cuando al parecer el enemigo es el
pillo de siempre –menos atemorizante incluso que el sicario, quien suele
accionar su fusil sin importar los daños colaterales–, “existe una
percepción de que es la delincuencia común la que perpetra los delitos,
principalmente de tipo patrimonial”.
“Y como ya no está el crimen
organizado, la gente está respondiendo (con acciones propias) y más en
la colonia Independencia, un barrio bravo desde los años cuarenta, que
ha sufrido un gran vacío de autoridad”, dice el legislador.
El
cansancio de los colonos de este sector marginal es un reflejo de la
proclividad de Monterrey de organizar grupos de choque frente al acoso
de los delincuentes, añade. Incluso hay ciudadanos que han optado por
obtener pistolas para responder a las agresiones, dice. Y añade:
“Si
no hay guardias armadas. Yo entendería que en Monterrey hay una
predisposición mucho más desarrollada a la autodefensa. Lo veo como
fenómeno individual. Conozco personas que han tenido situaciones
difíciles de confrontación con la delincuencia común. Con resistencia
activa y ahora parece que se da como fenómeno colectivo.”
Según
Rodríguez Martínez, el péndulo oscila de regreso y ahora son los
anteriormente afectados quienes golpean a los delincuentes:
“Esto
habla de un escalamiento de la violencia en otro nivel… No es bueno que
la gente tome la ley por sus manos y se desquite. Ahora parece que el
ciudadano está dispuesto a confrontar, a dar respuesta, a resistirse a
ser victimizado.”
Desde su punto de vista, la acción de las bandas
criminales ha sido acotada por una macronegociación que hizo con ellas
el gobierno federal para acabar la guerra frontal que “insensatamente”
emprendió Felipe Calderón durante su sexenio.
Lo preocupante ahora
es saber que los ciudadanos comenzaron a adquirir armas: también hay
una tendencia vecina cada vez mayor a formar grupos de autodefensa por
sectores. Mientras no infrinjan la ley y sean coadyuvantes, la
estrategia puede funcionar; lo malo es cuando los vigilantes deciden
actuar por su cuenta, advierte el legislador petista.
Su colega
Eduardo Arguijo Baldenegro, del PRD, estima que el linchamiento en la
colonia Independencia es una evidencia del fracaso del modelo
policiaco-militar de la administración de Medina de la Cruz quien, por
ciento, dice, no logra contener la violencia.
“Los ciudadanos
tiene todo el derecho de autodefenderse si el Estado es incapaz de
ejercer esa responsabilidad. Sólo el pueblo puede defender a su pueblo.
No hay que esperar respuesta pronta del modelo policiaco-militar, que
está aquí desde hace muchos años y no ha dado resultados. Lo que queda
es ver cuántas personas de las comunidades se pueden organizar para
coadyuvar con la autoridad dentro de la ley. No queda de otra”,
considera Arguijo.
Los núcleos de autodefensa que puedan surgir en
Nuevo León serán diferentes a los de Michoacán, opina el perredista,
porque acá en el norte se percibe más una tendencia a la actuación
espontánea y no organizada, como ocurre en el sur.
Para Consuelo
Morales Elizondo, presidenta de Ciudadanos en Apoyo a los Derechos
Humanos (CADHAC), el ejemplo de la colonia Independencia puede cundir si
el gobierno de Medina de la Cruz no asume la responsabilidad de dar
protección a todos.
“Estos hechos, que antes sólo se veían en
Guerrero, Oaxaca, Chiapas, ahora suceden en Nuevo León. Eso quiere decir
que no hay respuestas adecuadas para la seguridad que las familias y la
sociedad reclaman”, insiste.
El linchamiento del pasado 31 de mayo debe ser tomado por la autoridad como un llamado de auxilio de la población.
“No
se justifica el hecho, porque todos debemos estar bajo el imperio de la
ley, pero hay que trascenderlo –señala la activista–. El evento nos
está diciendo que la población está tomando la ley en sus manos. Habla
de desesperación por ausencia de respuesta oportuna de seguridad
pública. Es un llamado urgente para que haya seguridad y se valore la
creación de estos cuerpos policiacos que crecen sin control.”
/ 13 de junio de 2013)
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