En
el preludio de la Segunda Guerra Mundial cientos de mexicanos de origen
alemán abandonaron el país para pelear en el ejército de Adolfo Hitler.
Tras la derrota nazi, decenas de ellos intentaron recuperar la
nacionalidad mexicana que habían rechazado y regresaron al país legal o
clandestinamente. Algunos contaron con la ayuda de Miguel Alemán Valdés.
Ello consta en documentos del Archivo Histórico Genaro Estrada de la
Secretaría de Relaciones Exteriores y del Archivo General de la Nación.
MÉXICO,
D.F. (Proceso).- Como canciller de Alemania, a partir de 1933, la
incendiaria oratoria de Adolfo Hitler se trasmitía y repetía por todos
los medios de la época: prensa, cine y principalmente radio.
Sus
llamados para defender la patria trascendían fronteras y tuvieron eco en
México, al grado de que en el preludio de la Segunda Guerra Mundial
cientos de mexicanos de origen alemán viajaron a Europa para sumarse a
las filas del ejército hitleriano.
Algunos de ellos habían nacido en las fincas cafetaleras del Soconusco en Chiapas y apenas habían cumplido 18 años.
Al
llegar a Alemania rechazaban la nacionalidad mexicana para enrolarse en
algunas de las divisiones de la Wehrmacht, la maquinaria de guerra
nazi. Pelearon en diversos frentes de la guerra en Europa. Algunos
alcanzaron grados de oficiales. Muchos de esos mexicanos dejaron sus
vidas en los combates contra el ejército soviético.
Los que
sobrevivieron a la derrota nazi fueron recluidos en campos de
concentración. Muchos intentaron recuperar la nacionalidad mexicana que
habían rechazado y con ello tener la posibilidad de regresar al país.
Decenas lo lograron. Realizaron los trámites en el consulado de México
en Frankfurt. Antes tuvieron que demostrar que no habían militado en el
Partido Nazi.
Otros regresaron ilegalmente, sin cumplir todos los
trámites. Cientos más que no eran de origen mexicano también intentaron
huir de Europa viniendo a México. Algunos lo lograron.
Hay
indicios de que también criminales de guerra escaparon a México,
Argentina, Brasil o Bolivia. Esa información se desprende del reporte de
un agente de inteligencia estadunidense que operaba en Roma, quien
advirtió a sus superiores en ese sentido; el documento está en el
Archivo Nacional de Washington.
Sobre los mexicanos que lograron
recuperar su nacionalidad existen dos tomos con al menos medio centenar
de expedientes cada uno en el Archivo Histórico Genaro Estrada de la
Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE).
Además en el Archivo
General de la Nación (AGN) hay cartas, documentos, fotografías y
pasaportes de mexicanos que estaban peleando en Europa. Mandaban misivas
y fotos de sus campañas a sus familiares, la mayoría radicados en
fincas cafetaleras de Veracruz y Chiapas, cartas que no llegaron a su
destino pues fueron incautadas por el gobierno.
“Desnazificación”
Según
los archivos de la SRE entre los oficiales que lograron regresar a
México se encontraba Jurgen Petersen, nacido en Puebla en 1923. Abandonó
el país y rechazó la nacionalidad mexicana a principios de los
cuarenta. En octubre de 1942 alcanzó el grado de sargento de infantería
en el ejército nazi. Al término de la guerra fue recluido en un centro
de concentración y desde ahí comenzó los trámites para regresar a
México.
Su expediente precisa: “La Dirección General de Asuntos
Jurídicos determinó que a esta persona le corresponde la nacionalidad
mexicana por nacimiento. Con fecha 24 de julio último esta Dirección ha
solicitado al interesado un Certificado de Desnazificación debidamente
legalizado que hasta la fecha no se ha podido producir”.
El
Certificado de Desnazificación era el documento más importante para
salir de los países ocupados por los Aliados en Europa. Incluso era más
relevante que el pasaporte. Las autoridades militares eran las únicas
que podían validarlo.
Petersen regresó a Puebla sin ese documento.
Además, muchos de los oficiales que regresaron a México presentaron
papeles expedidos por autoridades civiles alemanas que no certificaron
los mandos militares británicos ni estadunidenses.
Otros que
pudieron regresar a México fueron los hermanos Herbert Emil y Hellmuth
Trampe. Nacieron en la finca cafetalera La Estrella, de Escuintla,
Chiapas.
En 1929 salieron de México y siguieron refrendando su pasaporte
mexicano hasta 1940. A partir de ese año lo rechazaron y se sumaron al
ejército del Tercer Reich.
Al término de la guerra Herbert Emil
Trampe fue recluido en un campo de concentración en Francia. Solicitó su
repatriación a México a través del consulado de Frankfurt.
Su
expediente precisa: “Se trata de un joven de buena conducta, de buena
reputación, a quien sorprendió la guerra en Alemania, donde se
encontraba junto con su hermano, sólo con su madre, quien falleció y por
lo mismo no estaba en edad de decidir lo que debiera hacer en esas
circunstancias. Como casi todos los jóvenes de 16 años o más, fue
enrolado en el ejército, a pesar de estar registrado como mexicano”.
Los hermanos Trampe sirvieron en el ejército de Hitler desde 1942. Regresaron a México a principio de los cincuenta.
Las
peticiones de repatriación de oficiales llegaron hasta el despacho del
presidente, quien turnó los expedientes a la SRE para que los mexicanos
de origen alemán regresaran al país.
Fueron los casos de Hans H.
Koopemann y de Guillermo Hasselmann y su esposa, cuyo nombre el
expediente no consigna.
La mayoría de esos trámites se realizaban
en el consulado de México en Frankfurt, pero otros se promovieron en
sedes diplomáticas en Praga, Bruselas o Madrid.
De esos consulados
llegaron decenas de peticiones de repatriación de presuntos “mexicanos”
que desconocían lo más elemental de la República Mexicana. Incluso
varios de ellos comenzaron los trámites y sin esperar respuesta se
introdujeron ilegalmente al país.
Entre ellos está Herbert Fahmel.
Sus trámites para regresar a México los realizó una empresa de la
industria química llamada Pinturas Rapidol.
El expediente del caso
contiene una carta en la cual la empresa aclara que Fahmel estaba preso
en un centro de reclusión en Bruselas. La empresa muestra copias de un
cheque por 600 dólares a cargo del Chemical Bank Trust para cubrir los
gastos del viaje.
La respuesta de la SRE a la petición de Pinturas
Rapidol dice que “lamenta no poder, por ahora, acordar de conformidad
la repatriación del señor Fahmel”.
Agrega que éste salió del país en
1942 como ciudadano alemán, en canje por ciudadanos mexicanos.
Posteriormente
el consulado mexicano en Frankfurt reportó que Fahmel ya se encontraba
en México debido a que la Secretaría de Gobernación autorizó la
documentación para que viajara como migrante.
Ruta de las Ratas
Nazis
de la talla de Adolf Eichmann, Josef Mengele o Klaus Barbie lograron
huir a Sudamérica gracias a una red de colaboradores que incluyó a
miembros de la Cruz Roja Internacional y hasta a personajes del
Vaticano, como el obispo austriaco Alois Hudal, quien los escondió en
una red de monasterios conocidos como la Ruta de las Ratas.
Según los
documentos de los tribunales de Nuremberg, alrededor de 5 mil oficiales
nazis de importancia lograron escapar por esa vía.
Esa
organización tenía su contraparte en Latinoamérica. En México el
servicio de inteligencia militar alemán, la Abwehr, mantenía intacta una
parte de su centro de operaciones, el más grande e importante fuera de
Europa.
Meses antes de que empezara la Segunda Guerra Mundial, el
almirante Wilhelm Franz Canaris, jefe de la Abwehr, ordenó que se
abriera en México un puesto de avanzada con la misma capacidad con la
que contaba la Organización de Guerra establecida en España, de acuerdo
con documentos desclasificados por el gobierno de Estados Unidos.
La
oficina fue dirigida por el mayor George Nicolaus junto con el teniente
coronel Friedrich Karl von Schelebruegge, pariente del excanciller
Franz von Papen, lo que dejaba ver la importancia que tenía la nueva
sede de espionaje.
El principal objetivo de la Abwehr era vigilar
desde la frontera norte de México los movimientos militares y realizar
espionaje industrial sobre la maquinaria bélica de Estados Unidos, así
como asegurar el suministro de petróleo mexicano para la fuerza aérea
alemana (la Luftwaffe) y desplegar una red de inteligencia para toda
Latinoamérica.
Luego sumarían a sus actividades el sabotaje desde la
frontera contra la industria e infraestructura estadunidenses.
México
era relevante para el ejército nazi. Desde 1938 vendía a los alemanes
70% de su producción petrolera, pero a mediados de 1941 comenzó a
cortarle el suministro por presión de Estados Unidos.
A partir de
entonces se inició la operación de una eficiente red de contrabando
encabezada por el doctor Joachim A. Hertslet, quien mandaba el crudo a
Alemania a través de Italia, Japón y la provincia marítima rusa de
Primorsky, Siberia.
Para asegurar ese suministro también llegaron
nazis del más alto nivel. Entre ellos Williams Rhodes Davis, empresario
petrolero estadunidense, y Axel Wenner Gren, magnate sueco considerado
en esa época uno de los hombres más ricos del mundo. Éste último
administraba los fondos nazis desde bancos suizos.
También llegó
al país la actriz alemana Hilda Kruger, quien se convirtió en amante del
entonces secretario de Gobernación Miguel Alemán Valdés.
Gracias a
ella, el funcionario protegió la red de la Abwehr que operaba en México.
Por
ello resultan creíbles las versiones de que algunos criminales de
guerra nazis primero llegaron a México para después fugarse a
Sudamérica.
También existen evidencias en los documentos
desclasificados por Washington que señalan que los servicios de
inteligencia estadunidense y británico trajeron a México a nazis para
posteriormente llevarlos ilegalmente a Estados Unidos y ponerlos a su
servicio.
Los altos mandos militares aliados decidieron usar a los
agentes nazis debido a que sus prioridades en Europa habían cambiado.
Para finales de los cuarenta ya no les preocupaba perseguir a los
criminales y llevarlos a los Juicios de Nuremberg.
Su nuevo objetivo era
frenar la expansión de los soviéticos en Europa del Este. Los altos
oficiales nazis habrían servido para ese propósito.
/ 01 de mayo 2013)
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