MÉXICO,
D.F. (apro).- Desde que un centenar de jóvenes encapuchados se sumaron a
la marcha convocada por 37 organizaciones independientes para
conmemorar el Día Internacional del Trabajo, se sintió la tensión.
Los
intrusos, que portaban una manta que los identificaba como Frente
Oriente, y unos cuantos palos, tubos, botes de aerosol y latas de
pintura, dijeron ser los mismos que horas antes habían desalojado la
torre de Rectoría de la UNAM.
En un principio, amagaron con quemar
monigotes de cartón frente a la embajada de Estados Unidos. No lo
hicieron. Posteriormente, cuando caminaban sobre el Paseo de la Reforma,
a la altura del metro Hidalgo, un grupo de ellos se separó. Una señora
alcanzó a escuchar que arrojarían piedras a los policías.
Las
autoridades capitalinas dispusieron de 5 mil policías para evitar
disturbios. Un grupo de efectivos siguió de cerca a los encapuchados,
miembros de la Organización Libertaria Independiente. De manera inusual,
los jóvenes marcharon por avenida Hidalgo.
Al pasar por el majestuoso Palacio de las Bellas Artes, sorpresivamente comenzaron a lanzar piedras a los uniformados.
El ambiente se tensó más.
Los
encapuchados, la mayoría vestidos de negro, siguieron su camino, ahora
por la avenida 5 de Mayo, siempre custodiados por los policías.
En su andar, coreaban lo mismo un “Goya” que consignas contra el gobierno de Peña y las reformas laboral y educativa.
El
orden se rompió nuevamente en la esquina de Isabel La Católica. Alguien
hizo tronar un petardo. Fue la señal para que los encapuchados
arremetieran nuevamente contra sus escoltas.
Los patearon, los golpearon con los puños y les lanzaron piedras. La trifulca dejó tres uniformados y un fotógrafo lesionados.
La misma escena se repitió al entrar a la plancha del Zócalo capitalino.
Ya
en el templete, frente a Palacio Nacional, uno de los oradores pedía a
los manifestantes que no cayeran en provocaciones, que la marcha era
pacífica.
Se trata, argumentó, de demostrarle al gobierno federal
que los trabajadores mexicanos no necesitan usar la violencia para
llamar su atención.
“Son provocadores”, gritó un señor y los
contingentes se transformaron en virtuales cadenas humanas. Enlazados
brazo con brazo, los trabajadores siguieron marchando.
En
el templete, Martín Esparza, dirigente del Sindicato Mexicano de
Electricistas (SME), tomó el micrófono para anunciar la constitución de
una nueva central obrera que, dijo, defienda los derechos de los
trabajadores.
“Los trabajadores mexicanos iremos de frente contra el neoliberalismo y la Comisión Federal de Electricidad”, advirtió.
El
gobierno y los empresarios, acusó, “hoy pretenden imponer las mismas
condiciones laborales que hace un siglo. Con sus políticas han logrado
que los trabajadores mexicanos ganemos menos salario que los gringos”.
También
criticó que debido a las políticas laborales impuestas por los
organismos internacionales, como el FMI y Banco Mundial, las autoridades
sólo aumentaron los salarios en dos pesos al año.
Asimismo, el
líder del SME denunció que la exsecretaria de Energía, Georgina Kessel,
es actualmente consejera de la empresa española Iberdrola, a la que el
gobierno de Felipe Calderón favoreció con múltiples contratos para
comprar energéticos.
Además, exigió libertad para los presos políticos, como el electricista Jorge Ulises Ruiz Gaona, preso desde hace dos años.
Antes,
habló el dirigente de la Sección 22 de la Coordinadora Nacional de
Trabajadores de la Educación (CNTE), Rubén Núñez, quien llamó a los
trabajadores a no caer en provocaciones ni actos violentos.
El
líder del magisterio disidente señaló que, a diferencia de otras
centrales de trabajadores, ellos no apoyan el Pacto por México impulsado
por el gobierno federal, “porque no lo consultó con los trabajadores”.
Los
discursos de los dirigentes de los llamados sindicatos independientes
estuvieron enmarcados por una enorme manta con la leyenda: “Por un nuevo
rumbo económico y político y por el rescate de la Nación”.
Ahí
estuvieron los tranviarios, telefonistas, magisterio, un pequeño
colectivo de Morena, los electricistas, mineros, trabajadores del
mercado Hidalgo y opositores a la construcción de una tienda Chedraui en
Xochimilco.
También acudió al mitin obrero un grupo denominado
1DMX, que responsabilizó al gobierno capitalino y a Enrique Peña Nieto
por cualquier detención arbitraria y hostigamiento contra cualquier
luchador social.
Además, se movilizaron trabajadores del IMSS,
integrantes del colectivo #YoSoy132, de la Universidad Pedagógica
Nacional (UPN) y del transporte público capitalino, entre otros.
La
marcha partió a las 10:00 horas desde tres puntos: el monumento a La
Diana Cazadora, del Ángel de la Independencia y de la Estela de Luz.
Y todos confluyeron en el Zócalo capitalino, que para esa hora ya había sido desalojado de las centrales obreras oficialistas.
Fue
cerca de las 8:30 horas que se realizó el acto oficial por parte de la
CTM, la CROC, los petroleros y ferrocarrileros y del Congreso del
Trabajo, entre otros.
El acto obrero corporativo duró media hora y sólo hubo tres oradores.
Rafael
Salgado, de la CROC, dijo que estas centrales obreras se sumaban al
Pacto por México para mejorar la calidad de vida de los mexicanos.
El
líder de la CTM, Joaquín Gamboa Pascoe, reconoció la “difícil
situación” por la que atraviesan los trabajadores mexicanos y por eso
apoyan el Pacto por México que, aunque lo suscribieron los partidos
políticos, dijo que esta central está vinculada al mismo porque
pertenece “indirectamente” a una fuerza política, es decir, al PRI.
Al ser cuestionado sobre cuáles son las demandas de la clase obrera, respondió: “Yo ahorita no puedo meterme ahí”.
Los
dirigentes de las centrales obreras vinculadas al gobierno terminaron
el acto para luego trasladarse a la residencia oficial de Los Pinos,
donde se llevaría a cabo la celebración del 1 de mayo encabezada por el
presidente Enrique Peña Nieto.
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