Arturo Soto
Munguía / El Zancudo.com.mx
En la página 49 de
la segunda edición de El Zancudo aparece una crónica titulada “El Estado soy yo”.
Alude a la tentación
que por esos años invadió al entonces gobernador Eduardo Bours Castelo, para
asumirse como el poseedor plenipotenciario del poder, avasallando en esa
lanzada al Poder Legislativo, comenzando desde luego por la bancada de su
partido, el PRI.
“El que gobierna soy
yo es una frase por lo menos desafortunada. La monarquía terminó hace mucho. El
gobierno plenipotenciario también. Su gobierno está sentado sobre el mayor
índice de abstencionismo y en la votación más dividida de la que se tenga
memoria”, escribí en aquel entonces, a propósito de los afanes transexenales de
Eduardo Bours.
La historia es
implacable. Y sin embargo hay quienes no la leen. Los afanes de Guillermo
Padrés por reeditar episodios que terminaron en tragedia son obvios. Asumirse como administrador de 400 mil votos
que le dieron la gubernatura y de los cuales a estas alturas quizá le quede la
mitad, lo está llevando a correr riesgos peligrosos.
Eduardo Bours tuvo
una despedida muy dramática en el trayecto del Congreso a Palacio de Gobierno,
el día que entregó el poder.
Años después, a la
mitad de su mandato, Guillermo Padrés vive una historia similar. Fuera de sus
‘escenarios controlados’, no hay lugar en el que no lo increpen, le cuestionen,
le reclamen.
La diferencia entre
Eduardo Bours y Guillermo Padrés (una de tantas) es que a Bours lo rechiflaron
al final de su sexenio. A Padrés lo rechiflan apenas a la mitad.
La similitud entre
ambos personajes puede ser, en todo caso, la obstinación por asumirse
poseedores de la verdad absoluta, del camino correcto, de la divina iluminación
que los cubrió con su manto para decirles cuál era el camino.
PARTE II
El gobierno de
Sonora parece dispuesto a retar a todos y a pasar por encima de todos. Si el
director de la CNA, David Korenfeld dice que no hay solicitud de trasvase de la
cuenca del Río Yaqui a la del Río Sonora, Guillermo Padrés dice que eso se
resolverá en “las instancias correspondientes” y que lo importante es que “ya
llegó el agua a Hermosillo”.
Las ligas de la
gobernabilidad están estiradas al máximo, y desde el gobierno estatal se actúa
bajo la premisa de que “vamos bien, vamos muy bien”.
En los hechos, lo
que ocurre es que la crisis de credibilidad en la que se encuentra el gobierno
de Sonora es bien seria.
Pero Padrés parece
decidido a todo. Arrastrando la decepción ciudadana hacia un gobierno que se
vendió en campaña como el remedio para la corrupción, el nepotismo, el tráfico
de influencias, el abuso de poder, hoy está dispuesto a demostrar que puede
superar a sus antecesores en todos esos temas.
Las condiciones, sin
embargo, han cambiado mucho de 2009 a la fecha. Tres años después del triunfo
de la “alternancia” en Sonora, se les agotó el modelo. Tres años después el PRI
recuperó la presidencia de la República y en estos días, la estructura del
gobierno federal comienza a rearmarse.
En Sonora, quien
fuera dirigente del PRI estatal, Rosario Rodríguez Quiñónez asumió la
delegación federal de Sedesol; Ulises Cristópulos Ríos levantó la mano como
delgado de Semarnat; Javier Hernández Armenta hizo lo propio en la delegación
de la Secretaría de Comunicaciones y Transporte.
Y así seguirá en los
días subsecuentes, la ocupación de esa estructura de gobierno que entre otras
cosas, le restará al gobierno local los amplísimos márgenes de maniobra para
operar programas y recursos federales, así como personal al servicio del
proselitismo panista para fines electorales.
Nada de esto parece
impresionar al grupo compacto del gobernador sonorense. Ellos siguen viviendo
en su universo paralelo.
PARTE III
En el Congreso del
Estado los diputados no sesionan. En el Distrito Federal el director de la
Comisión Nacional del Agua sostiene que no existe solicitud alguna para el
trasvase del agua de la cuenca del Río Yaqui a la del Río Sonora, pero las
autoridades locales del ramo sostienen que esa solicitud existe desde 2010.
Y entre que son
peras o son manzanas el gobernador Guillermo Padrés aparece muy sonriente en
imágenes que documentan un caudal de agua llenando el reservorio construido en
la zona rural oriente de la capital, presuntamente proveniente de la Presa
Plutarco Elías Calles, mejor conocida como El Novillo.
La noticia levantó
todas las antenas, sobre todo en el sur del estado y concretamente en Cajeme,
donde la oposición al acueducto independencia -una obra cuyo costo roza los 4
mil millones de pesos y que serviría para llevar agua desde la presa El Novillo
hasta la capital del estado- ha llevado a confrontar gravemente a un sector
importante de los sonorenses, contra el gobierno del estado.
La confrontación no
es menor. El indicador más claro de que en Cajeme, el municipio más importante
después de Hermosillo, el rechazo a esa obra alcanza dimensiones mayúsculas, es
el resultado electoral del año pasado. Allí el PAN perdió la alcaldía por una
histórica derrota de casi 3 a 1; perdió los tres distritos locales, los dos
federales y perdió también su fórmula al Senado de la República.
Aun así, el gobierno
panista decidió seguir con su proyecto, que ayer fue publicitado profusamente
como concluido.
Al igual que en
otros temas, la tónica gubernamental es la de cero negociación. Las cosas se
hacen porque se hacen. Porque “es lo correcto”.
En esos mismos
términos se ha abordado el asunto de la tenencia disfrazada. El gobierno
estatal se vio obligado a prorrogar hasta el último día de junio el plazo para
que los propietarios de automóviles paguen los impuestos relativos a la tenencia
de vehículos, especialmente la llamada Contribución Municipal, eufemismo con el
que se rebautizó el impuesto sobre tenencia.
Ese plazo se venció
el pasado 31 de marzo, pero la recaudación fue tan precaria que tuvieron que
establecer una prórroga de tres meses más. En el universo paralelo en el que
viven los gobernantes de Sonora, la explicación para esta prórroga es atribuida
a la ‘buena respuesta’ de los contribuyentes.
Lo cierto es que las
proyecciones están muy lejos de alcanzarse debido a una huelga de pagos que de
facto se registra en Sonora, rechazando la voracidad recaudatoria y sobre todo,
la falta de transparencia en el ejercicio presupuestal.
El movimiento contra
los incrementos abusivos a los impuestos se mantiene, a pesar de los sistemáticos
embates mediáticos para desacreditar a sus voceros, y el desprecio
gubernamental hacia propuestas ciudadanas que plantean rutas alternas para
salir del atolladero.
En el Congreso del
Estado, donde hay un par de dictámenes con propuestas para destrabar el tema,
lo que persiste es la parálisis legislativa.
Ahora son los
panistas quienes después de más de cien días en que se opusieron a debatir el
tema en sesión extraordinaria, presionan a su contraparte para sesionar en el
periodo ordinario, llevando como primer punto en el orden del día, el tema del
COMUN.
Pero el Congreso no
sesiona. La alianza PRI-PVEM sostiene que la bancada del PAN lo que busca es
asumir la presidencia de la mesa directiva, para operar en contra de los
amparos que ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación, se han interpuesto
contra el COMUN.
El coordinador
parlamentario del PAN, Javier Neblina Vega sostiene que eso no ocurrirá, pero
por lo visto sus homólogos de otros partidos no le creen. Y mientras tanto, el
Poder Legislativo no camina.
Todos hablan del
diálogo como la ruta para alcanzar acuerdos, pero en los hechos lo que existe
es un diálogo de sordos y una ausencia de acuerdos.
(DOSSIER POLITICO/ Arturo Soto Munguía / El
Zancudo.com.mx/ 2013-04-05)
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