Excélsior
Distrito Federal— Los tentáculos del Cártel de Sinaloa de Joaquín “El
Chapo” Guzmán se van extendiendo hacia el sur del continente por el vacío que
van dejando las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que se encuentran
en conversaciones de paz con el gobierno de Juan Manuel Santos.
La llegada de los narcotraficantes mexicanos a esa región pone en riesgo la
seguridad del continente entero, pues su poder se incrementa con las alianzas
que están cerrando los grupos criminales locales a cambio de armas o dinero.
De acuerdo con Inter American Dialogue, el grupo criminal mexicano ya está
operando en ese país sudamericano.
Para expertos de Estados Unidos, el problema es alarmante y los gobiernos,
incluido ese país, tendrán que sumar fuerzas para afrontar el problema de modo
continental.
Douglas Fraser, general retirado y ex jefe del Comando Sur de Estados
Unidos, dijo que los cárteles mexicanos de la droga, como el de Sinaloa, han
desarrollado vínculos con redes criminales colombianas, como las FARC y el
Ejército de Liberación Nacional (ELN), por varios años.
Consideró que los acuerdos se mantendrán incluso si el gobierno de Santos
logra la paz con las FARC.
“El Gobierno colombiano ha demostrado capacidad de afrontar eficazmente las
redes criminales y sus esfuerzos continuarán. Por ejemplo, en los últimos cinco
años han reducido la producción de cocaína en más de 50 por ciento y
encarcelado o extraditado a cientos de criminales, pero esa lucha no es sólo de
Colombia.
“Redes criminales operan en toda América, incluido Estados Unidos, por lo
que la lucha hemisférica contra ellos debe mejorar; el reto contra las redes
criminales transnacionales es un problema interamericano y cada vez más un
problema global.”
John Arquilla, de Rand Corporation, dijo que los gobiernos de todo el
hemisferio deben mejorar la comprensión colectiva de esas redes delictivas,
desarrollar y mejorar el intercambio de información y mejorar la coordinación
de inteligencia entre ellos.
“Los Gobiernos por sí solos no van a resolver este problema. Todos
nosotros, los ciudadanos, debemos trabajar dentro de sus sociedades para
reducir drásticamente la demanda de bienes ilícitos. Tenemos que ser parte de
la solución”, aseveró. Jack Devine y Amanda Mattingly, presidente y directora,
respectivamente, de Grupo Arkin para América Latina, dijeron que si es verdad
que el cártel de Sinaloa está comprando activos en el manejo de drogas en
Colombia, es muy preocupante.
“Éste es otro ejemplo de cómo los cárteles de la droga son organizaciones
delictivas transnacionales que no respetan fronteras… El presidente Enrique
Peña Nieto no tendrá tregua en materia de seguridad, como él pudo haberlo
esperado.
“La posibilidad de que los grupos de autodefensa (en México) puedan ser
cooptados por los cárteles o se infiltren en las fuerzas del orden amenaza con
una guerra…
“Es claro que el gobierno de EU debe permanecer apoyando a México y a
Colombia. Los estadounidenses deben hacer más... pero hay que seguir trabajando
con nuestros socios en el hemisferio para disminuir la oferta (de drogas) a través
de la formación policial, equipo, inteligencia compartida y asistencia para el
desarrollo”, aseveraron.
Para Oliver Wack, analista colombiano de control de riesgos, la creciente
participación de los cárteles mexicanos acelera el problema.
“En el lado de la guerrilla se observa una creciente fragmentación del
grupo y el surgimiento gradual de estructuras locales operando de manera
independiente del comando central. En caso de una desmovilización de las FARC
tras un acuerdo de paz se impulsarían los mandos medios que se niegan a
desmovilizarse. Se rearmarían para mantener el control de los negocios
ilegales.”
Con el tiempo, detalló, esos grupos sucesores de las FARC son susceptibles
de ser absorbidos por grandes organizaciones criminales, como las Bacrim
(bandas criminales, herederas de paramilitares y dedicadas al narco).
Explicó que desde 2008 el país ha visto una reducción en el número de las
Bacrim de 21 a 10, pero que dos (Rastrojos y Urabeños) se están convirtiendo en
los principales actores.
“La estrategia de los cárteles mexicanos de incrementar su presencia en
Colombia probablemente termine incorporando a estos dos grupos, dando lugar a
un recrudecimiento de la violencia, pues trabajarán con los mexicanos,
alentados por la afluencia de dinero en efectivo (y quizás armas),
intensificando así la lucha por los territorios y las rutas.”
(EL DIARIO DE JUAREZ/
Excélsior | 2013-03-28 | 22:45)
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