Víctor Ballina/ La
Jornada
Distrito Federal— La extorsión telefónica es uno de los ocho delitos que
más impactan a la sociedad después del homicidio, el secuestro y las lesiones
generadas por ataques de la delincuencia. Actualmente cada 24 horas se intentan
más de 6 mil 700 extorsiones, es decir, 2.4 millones al año en todo el país, y
de ellas en 30 por ciento de los casos los delincuentes consiguen su objetivo.
El senador priísta Jesús Casillas Romero destacó que en promedio, cada año
más de 700 mil personas son extorsionadas y los montos que les exigen van de
mil a 80 mil pesos; indicó que las entidades más afectadas por este delito son
Distrito Federal, Estado de México, Michoacán, Jalisco, Tabasco, Nuevo León,
Puebla, Guerrero, Chiapas y Tamaulipas.
Ante esa situación, que lejos de decrecer va en aumento, el legislador
solicitó al Senado que se exhorte a la Secretaría de Gobernación, a la Procuraduría
General de la República, a los gobiernos del Distrito Federal y de los estados,
para que realicen intensas campañas de difusión donde se informe, se oriente y
exista la cultura de la prevención mediante medidas y recomendaciones a la
ciudadanía.
De igual forma, el senador Casillas Romero instó a las autoridades a que
intensifiquen sus programas preventivos, poniendo especial énfasis en el delito
de extorsión telefónica.
Destacó que la forma de extorsión que más se realiza a nivel nacional es la
telefónica. Los métodos han evolucionado, ya que entre 2000 y 2002 los
delincuentes llamaban y hacían creer a quien contestara que un familiar
proveniente de Estados Unidos “tenía un problema y necesitaba dinero”. Luego
fue muy usado el engaño sobre un supuesto “premio”, pero para otorgarlo
requerían un pago por concepto de “trámite”. Sin embargo, dijo el legislador,
ahora llaman y se hacen pasar como integrantes de un grupo del crimen
organizado y le dicen a la potencial víctima que desde su número realizaron una
denuncia a las autoridades en contra del grupo criminal. Enseguida le exigen
dinero a cambio de no hacerle daño.
Otras formas de operar, enumeró el senador, son las llamadas donde indican
que tienen a una persona –familiar de quien contesta– secuestrada y ponen una
grabación, por lo general una mujer o un niño llorando, y les exigen dinero a
cambio de no dañar a los cautivos y dejarlos en libertad.
Otra treta muy usada por los delincuentes, refirió Casillas, es hacer creer
a la víctima que “va a haber un ataque” o una agresión directa contra algún
miembro de esa familia o que algún grupo del crimen organizado atacará su
hogar; les dicen que los tienen vigilados y les piden que se resguarden en otro
lugar, normalmente hoteles. Sin embargo, previo a la extorsión, los
delincuentes hablan al número de la víctima, piden datos personales sobre las
personas que habitan el domicilio, generan un diálogo pretextando ser empleados
de una institución bancaria, de alguna empresa de encuestas, e incluso
“amenazan a la víctima con que están cerca, con la intención de hacer efectivos
los atentados (que previamente le han anunciado)”.
Ante esta creciente embestida de la delincuencia, dijo el senador Casillas,
se requieren programas intensivos de atención y orientación, incluso vía
telefónica.
(La Jornada/ Víctor
Ballina/ 2013-03-28 | 22:50)
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