¿Cuándo comenzó el quiebre entre la maestra y el
Presidente?
Raymundo Riva Palacio/ columnista
Ganó la línea dura
en el gobierno de Enrique Peña Nieto, pero la maestra Elba Esther Gordillo,
sola, colocó su cabeza en la guillotina. Los argumentos removerla como líder
sindical era insuficiente para resolver los problemas de la educación, fueron
derrotados.
Su destitución de
facto –formal y legal sólo los maestros-, se dio al acusarla de lavado de
dinero y denostarla como una persona que usó el dinero de sus agremiados para
vivir como multimillonaria. La captura de la maestra, ejecutada con la
precisión de un cirujano del corazón, la descabezó del liderazgo que pretendió
poner al Estado de rodillas.
La operación del
gobierno, que recurrió a las traiciones internas y a la información de quienes
dentro del sindicato estaban en condiciones de saber de las oscuras operaciones
financieras que provocaron su caída, permanece todavía envuelto en el misterio
de cuáles fueron las motivaciones políticas que llevaron a este extremo, cuando
todavía hace unas cuantas semanas, la relación se mantenía, aunque distante, estable.
¿Cuándo comenzó el
quiebre entre la maestra y el Presidente? ¿Qué cálculos hicieron los de la mano
dura en Los Pinos y el gabinete para remplazar su liderazgo con quien era su
delfín? Peña Nieto no tenía la necesidad de legitimidad de Carlos Salinas,
quien para alcanzarla encarceló a los líderes petroleros a los 41 días de
asumir la Presidencia, pero hay dos similitudes entre este episodio con aquél
en 1989.
Salinas tenía una
cuenta pendiente con el líder petrolero, Joaquín Hernández Galicia, “La Quina”,
quien durante su campaña presidencial financió un libro donde, sin prueba
alguna, lo acusaban de un asesinato.
Lo más cercano de
ese tipo que puede tener Peña Nieto con ella es cuando después de que en
octubre le dijo que quería trabajar con ella durante seis años, la maestra
pronunció un discurso en el Congreso Extraordinario del SNTE para fijar
posición, inclusive, frente a “aquél del copete” que anda en Europa, donde se
encontraba el presidente electo en esos días. Pero como lo hizo Hernández, cayó
en la soberbia del desafío. Hernández le había dicho al presidente Miguel de la
Madrid que si tocaba al sindicato, se hundiría el país; Gordillo llamó
“ignorantes” a quienes hicieron la reforma educativa –o sea, del Presidente
para abajo-, y amenazó con movilizar a los maestros para crear inestabilidad.
No hay nadie más
poderoso en el Estado Mexicano que el Gobierno, siempre y cuando el Presidente
en turno utilice los recursos de su Presidencia.
De la Madrid no lo
hizo con Hernández, ni Ernesto Zedillo, Vicente Fox, o durante cinco años
Felipe Calderón –porque al final de su sexenio rompió con ella-, lo hicieron
con Gordillo.
Para Salinas, el golpe contra los petroleros
allanó el camino para transformar el corporativismo que afectaba su modelo
político, y fue el principio de golpes estratégicos a representantes de
sectores productivos para apuntalar su modelo económico. ¿Dice lo mismo Peña Nieto con la captura de
Gordillo?
Pareciera parte de
un todo. Recientemente se aprobó la nueva Ley de Amparo que le impide a quienes
tienen dinero para pagar abogados, que sigan operando irregularmente cobijados
por amparos, con el mensaje de que si las empresas que tienen concesiones del
Estado marchan al ritmo que exige la modernización del país, convivirán en paz.
Si no, que asuman
las consecuencias. Gordillo tras las rejas, es la señal más gráfica de qué tan
serio está hablando.
El gobierno de Peña
Nieto camina en firme. Gordillo no tiene el consenso dentro del magisterio y no
ha habido nadie, ni siquiera su familia, que ante la contundencia del caso, a
diferencia de cómo fue con “La Quina”, levantan la voz para protestar.
Los anticuerpos
dentro del magisterio impidieron la paralización educativa y el país se volcó
en contra de quien tenía una de las peores imágenes públicas en la memoria del
país.
Fue un golpe
quirúrgico perfecto, premisa desarrollada desde el gobierno salinista que los
sindicatos no son un poder dentro del sistema sino un grupo de interés, que
durante un cuarto de siglo, en el caso de Gordillo, nunca se aplicó.
Pero también es un
manotazo sobre la mesa de los alcances y necesidades del Presidente en turno.
(ZOCALO/ Columna de Raymundo Riva Palacio/ 01 de Marzo
2013)
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