viernes, 1 de marzo de 2013

GUILLOTINA PARA ELBA ESTHER GORDILLO



¿Cuándo comenzó el quiebre entre la maestra y el Presidente?

Raymundo Riva Palacio/ columnista
Ganó la línea dura en el gobierno de Enrique Peña Nieto, pero la maestra Elba Esther Gordillo, sola, colocó su cabeza en la guillotina. Los argumentos removerla como líder sindical era insuficiente para resolver los problemas de la educación, fueron derrotados.

Su destitución de facto –formal y legal sólo los maestros-, se dio al acusarla de lavado de dinero y denostarla como una persona que usó el dinero de sus agremiados para vivir como multimillonaria. La captura de la maestra, ejecutada con la precisión de un cirujano del corazón, la descabezó del liderazgo que pretendió poner al Estado de rodillas.

La operación del gobierno, que recurrió a las traiciones internas y a la información de quienes dentro del sindicato estaban en condiciones de saber de las oscuras operaciones financieras que provocaron su caída, permanece todavía envuelto en el misterio de cuáles fueron las motivaciones políticas que llevaron a este extremo, cuando todavía hace unas cuantas semanas, la relación se mantenía, aunque distante, estable.

¿Cuándo comenzó el quiebre entre la maestra y el Presidente? ¿Qué cálculos hicieron los de la mano dura en Los Pinos y el gabinete para remplazar su liderazgo con quien era su delfín? Peña Nieto no tenía la necesidad de legitimidad de Carlos Salinas, quien para alcanzarla encarceló a los líderes petroleros a los 41 días de asumir la Presidencia, pero hay dos similitudes entre este episodio con aquél en 1989.

Salinas tenía una cuenta pendiente con el líder petrolero, Joaquín Hernández Galicia, “La Quina”, quien durante su campaña presidencial financió un libro donde, sin prueba alguna, lo acusaban de un asesinato.

Lo más cercano de ese tipo que puede tener Peña Nieto con ella es cuando después de que en octubre le dijo que quería trabajar con ella durante seis años, la maestra pronunció un discurso en el Congreso Extraordinario del SNTE para fijar posición, inclusive, frente a “aquél del copete” que anda en Europa, donde se encontraba el presidente electo en esos días. Pero como lo hizo Hernández, cayó en la soberbia del desafío. Hernández le había dicho al presidente Miguel de la Madrid que si tocaba al sindicato, se hundiría el país; Gordillo llamó “ignorantes” a quienes hicieron la reforma educativa –o sea, del Presidente para abajo-, y amenazó con movilizar a los maestros para crear inestabilidad.

No hay nadie más poderoso en el Estado Mexicano que el Gobierno, siempre y cuando el Presidente en turno utilice los recursos de su Presidencia.

De la Madrid no lo hizo con Hernández, ni Ernesto Zedillo, Vicente Fox, o durante cinco años Felipe Calderón –porque al final de su sexenio rompió con ella-, lo hicieron con Gordillo.

 Para Salinas, el golpe contra los petroleros allanó el camino para transformar el corporativismo que afectaba su modelo político, y fue el principio de golpes estratégicos a representantes de sectores productivos para apuntalar su modelo económico.  ¿Dice lo mismo Peña Nieto con la captura de Gordillo?

Pareciera parte de un todo. Recientemente se aprobó la nueva Ley de Amparo que le impide a quienes tienen dinero para pagar abogados, que sigan operando irregularmente cobijados por amparos, con el mensaje de que si las empresas que tienen concesiones del Estado marchan al ritmo que exige la modernización del país, convivirán en paz.

Si no, que asuman las consecuencias. Gordillo tras las rejas, es la señal más gráfica de qué tan serio está hablando.

El gobierno de Peña Nieto camina en firme. Gordillo no tiene el consenso dentro del magisterio y no ha habido nadie, ni siquiera su familia, que ante la contundencia del caso, a diferencia de cómo fue con “La Quina”, levantan la voz para protestar.

Los anticuerpos dentro del magisterio impidieron la paralización educativa y el país se volcó en contra de quien tenía una de las peores imágenes públicas en la memoria del país.

Fue un golpe quirúrgico perfecto, premisa desarrollada desde el gobierno salinista que los sindicatos no son un poder dentro del sistema sino un grupo de interés, que durante un cuarto de siglo, en el caso de Gordillo, nunca se aplicó.

Pero también es un manotazo sobre la mesa de los alcances y necesidades del Presidente en turno.

(ZOCALO/ Columna de Raymundo Riva Palacio/ 01 de Marzo 2013)

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