México.- Las luces
callejeras se apagan. La fiesta escasea y el trago y la juerga merman; la
música disminuye e invade el ulular de patrullas y ambulancias. Una noche de
antro en una ciudad del norte de México, como Saltillo, Torreón o Monterrey, es
un volado al aire so pena de sufrir un ataque o incluso morir en circunstancias
fortuitas y desafortunadas a manos de la delincuencia organizada. “Una noche
loca, una noche de copas” ya no es lo que era.
La vida nocturna en
estados como Coahuila, Nuevo León, Sinaloa, Baja California, Durango y
Tamaulipas se ha eclipsado por igual debido a la presencia del narcotráfico,
sus cobros de piso, extorsiones, amenazas, asesinatos y un clima de inseguridad
e incertidumbre que prevalece por doquier.
Negocios como bares,
discotecas y salones de baile han ido cerrando sus puertas. Se han ido quedando
solos, pues los padres de familia, en Saltillo por ejemplo, han decidido
conminar a sus hijos a realizar reuniones en sus
domicilios.
La seguridad se
vuelve cada vez más precaria y el entusiasmo por salir de juerga es cada vez
menor. El miedo a ser secuestrado, agredido, asaltado o víctima de una bala
perdida durante un enfrentamiento es ya una preocupación de miles de padres
coahuilenses.
¿Existe una
esperanza para la reactivación de la noche en el norte? Los jóvenes hablan de
cómo su derecho a divertirse, tras las modificaciones a las leyes y sus estilos
de vida, se ha truncado por la sombra de los cárteles y cómo los usos y
costumbres se modificaron.
COAHUILA, ¿EL FIN DE LA FIESTA?
Tan sólo el año
pasado, de acuerdo con cifras oficiales tanto de la Procuraduría estatal como
del Sistema Nacional de Seguridad Pública en Coahuila se registraron casi mil
muertes violentas.
Los hechos violentos
se multiplicaron en las principales ciudades como Saltillo, Torreón, Piedras
Negras y Monclova, en cualquier punto, a todas horas del día y en lugares de
alta concentración de personas.
Adicionalmente –y
producto de la lucha que libran las autoridades contra la delincuencia buscando
devolver a la ciudadanía la seguridad que demanda– el horario para la venta y
el consumo de alcohol se ha modificando ampliando las restricciones.
Regulada la venta y
comercialización de alcohol en la vía pública, se ha metido al orden a bares y
centros nocturnos para que respeten el horario, lo cual ha originado el
descontento de propietarios en Saltillo y Torreón.
Sin embargo, miles
de familias han aplaudido las medidas y otros se han pronunciado en contra,
pues aseguran coarta sus libertades.
Las autoridades
advierten que la situación no es para menos y han reforzado sus medidas para
combatir la ilegalidad de discotecas y centros de reuniones.
El cerco de
seguridad se ha extendido incluso a las universidades e instituciones
educativas, como la Zona Universitaria de la UAdeC en Saltillo, que han
comenzado a regular fiestas y reuniones dentro de sus campus o instalaciones.
La seguridad dentro de las instituciones forma parte de protocolos estrictos
para entrar, salir o realizar actividades al aire libre.
De acuerdo con datos
basados en notas periodísticas, al menos un promedio de 20 acontecimientos
violentos relacionados con las balas sacuden mensualmente los diferentes puntos
del estado.
En el último año, en
Saltillo, al menos tres grandes centros de baile y rodeo donde asistían en su
mayoría jóvenes han cerrados su puertas debido a cuestiones ligadas a la
inseguridad y a que los clientes ya no asistían en el mismo número.
BALAS SILENCIARON A LA BANDA EN TORREÓN
La ciudad de
Torreón, al sur de Coahuila, no representaba gran cosa a los oídos promedio de
México, excepto por su equipo de futbol, Santos Laguna, y algunas empresas
pudientes que manejan su capital por todo el país, hasta que en 2010 ocupó los
titulares nacionales e internacionales en los cruentos ataques a bares y
centros nocturnos como El Ferrie, donde el 31 de enero de ese año, 10
asistentes bebieron la última copa de su vida y otros 40 terminaron agredidos.
Bares contiguos como
el Ay, Nanita! y El Limbo fueron rafagueados esa misma noche. El 15 de mayo el
bar Juanas VIP cayó en manos de otro grupo criminal en plena inauguración; ocho
muertos y 20 heridos fue su saldo. Así describía a este centro nocturno el
poeta lagunero, Carlos Reyes: “Hasta el diablo anda suelto en el Ay Nanita!,
domicilio conocido, donde uno busca purgar condena eterna”.
No todo terminó ahí,
la madrugada del 18 de julio quedó marcada con sangre cuando 17 personas junto
con los músicos de la banda que tocaba, murieron mientras celebraban una fiesta
en la quinta Italia Inn. Otros 18 sufrieron heridas de gravedad.
El célebre general
Bibiano Villa Castillo, como director de Seguridad bajo la administración del
alcalde priísta Eduardo Olmos, realizó operativos de sellamiento e inspecciones
en bares y centros nocturnos. A pesar de ello, tan sólo en 2010, las balas
cobraron la vida de más de 100 personas. Desde entonces, los índices no han
bajado, las agresiones han continuado hasta la fecha
pero los encabezados ya no están dirigidos a ellos.
Jaime es un joven
treintañero que se desenvolvía con tranquilidad en periplos nocturnos en discos
y bares en los tiempos en que la seguridad lagunera estaba garantizada; hoy
reconoce que todo aquello se ha esfumado: “Estar en la calle en la madrugada es
ya casi imposible. La diversión comienza temprano y termina máximo a las dos de
la madrugada. Ahora hay otras opciones como el cine, el futbol y el beisbol,
sin contar otro tipo de espectáculos como conciertos, obras de teatro y los
barecitos de algunos hoteles de lujo y clubes campestres.
Como que la gente se
siente más segura allí. Ahora lo que nosotros hacemos es cotorrear en casa con
amigos, pues hasta ya la piensas para rentar un salón o ir a una fiesta en una
quinta. Yo tengo dos sobrinas adolescentes, una de 19 y otra a punto de cumplir
17, y siento gacho porque a ellas no les tocó, como a mí, salir del antro a las
3 ó 4 de la mañana, comprar burritos, caminar tranquilamente por la calle a esa
hora
”.
Sin embargo, en
generaciones más jóvenes la diversión nocturna dejó de ser un pasatiempo para
convertirse en un juego de azar macabro.
Isabela, una
jovencita de 20 años, manifiesta su malestar por no haber tenido el derecho de
gozar de una vida nocturna exenta de peligro: “Cuando empezaron los problemas
yo tenía 16 años y en ese entonces acudía a algunos lugares con más calma,
ahora siento frustración, un poco de enojo e impotencia. Poco a poco nos hemos
ido acostumbrando a todo esto y así es como seguimos saliendo a divertirnos. No
hacerlo es darle el gane total a los narcos en toda esta guerra”. Ella no
pierde la esperanza en recuperar la otrora calma del sexenio foxista.
Otras alternativas
locales son acudir a bares en el centro de la ciudad y hasta algunos de estilo
gay que han tenido menores roces con la delincuencia. Hace apenas un año el
estadio Corona también parecía un sitio inmune, hasta la tarde del 20 de agosto
de 2011 en que unas detonaciones cimbraron a los asistentes.
En el caso de
ciudades vecinas como Gómez Palacio y Lerdo Durango existe una tensa calma.
Mientras que algunos optan por éstas para salir como “plan b”.
En septiembre de
este año, el alcalde Eduardo Olmos ha apostado por inaugurar un nuevo espacio
conocido como la Plaza Mayor, un proyecto urbano qu e tardó más de dos años en
concretarse debido en gran parte por las malas gestiones estatales del ex
gobernador Humberto Moreira.
Como novedad,
pretende ser un nuevo punto de reunión para familias donde incluso bandas como
Café Tacvba y El Recodo ya han tocado de manera gratuita en conciertos
nocturnos. Algunos lo ven con escepticismo… o nostalgia; anteriormente se
trataba de la Plaza Juárez donde se encontraba la Presidencia Municipal, pero
debido a su escasez de árboles y espacios para los infantes no parece un lugar
propicio.
Por las noches se
percibe un ambiente de soledad pese a que el reloj marque las 19:00 horas. Son
pocos los transeúntes y los automovilistas en medio del silencio que rodea el
ambiente de desolación que no existía.
MONTERREY Y AQUEL BARRIO ANTIGUO
Las noches de juerga
del Barrio Antiguo son historia. El punto de reunión de todas las clases
sociales, modas y estilos como hippies, darks y fresas, se ha dispersado con
excepción de municipios como San Pedro Garza García, cuyo alcalde Mauricio
Fernández Garza ha mantenido como un sitio apartado del fenómeno de la
inseguridad que prevalece en sus alrededores. A la par de la escena cultural,
han surgido nuevas alternativas para espacios musicales que han emigrado de los
lugares públicos a fiestas caseras, lo que sería una especie de renovación en
la escena musical de la “avanzada regia” que inició en los 90 donde surgieron
bandas como Jumbo, Zurdok, Plastilina Mosh o Control Machete.
David, de 28 años,
residente de Monterrey, sostiene que la ciudad ya pasó de la paranoia y el
miedo a la violencia de un nivel “sorpresivo” a otro de resignación: “La vida
nocturna en Monterrey está muy disminuida, pero no muerta. Esto, a comparación
de su época dorada, en la que todo México sabía que Monterrey era sinónimo de
fiesta. Hay vida nocturna, pero no en los niveles en los que se llegó a
distinguir en años anteriores. Si antes el Barrio Antiguo concentraba
prácticamente toda la oferta de bares, antros y lugares, ahora el asunto se ha
dispersado. Ahora hay muchos lugares en la calle Garza Sada, por lo general en
pequeñas plazas comerciales o malls, o en la zona de San Jerónimo, o en San
Pedro, municipio donde se siente una relativa seguridad. Aunque también se ha
hecho costumbre atenerte a los planes caseros, armar una carne asada o una peda
con tus compas en la casa”.
La debacle del
Barrio Antiguo comenzó en 2006 con la oleada de violencia que se intensificó en
2009 a raíz de las extorsiones en bares y discos, además de los “moches” para
Alcoholes y autoridades diversas que resultaban insostenibles. Es así como
cerraron sus puertas lugares como La Casa Amarilla, El Clandestino y otros como
el metalero Ibex, el Antropolis, Zócalo y Bar Río. La cereza en el pastel
fueron las tres personas asesinadas frente al legendario Café Iguana en el
caliente verano de 2011. Ahora sobreviven algunos cuantos como La Tumba y el Mc
Mullens, que han tenido que incurrir en promociones embarazosas donde el
cliente puede llevar su propio alcohol con tal de que se pague el cover.
Justo durante “la
noche de la Iguana”, David tenía una fiesta en su casa muy cercana al Barrio
Antiguo donde unos amigos suyos pretendieron acudir a manera de after.
Agradecieron haberse abstenido.
“Hoy, ir al Barrio
es triste. Las calles están vacías. Puedo pasar en el auto como si fuera
cualquier otro lugar de la ciudad. Muy poca gente en la calle. Es
impresionante”.
En cuanto a la zona
de table dance sitios donde acudían a convivir con ficheras como el Sabino
Gordo que también recibió sus dosis de violencia. Ahí, 22 de sus asistentes
bailaron la última pieza el 9 de julio de 2011. Aunque a algunos otros tugurios
de las calles Madero o Villagrán es posible acudir so pena de encontrar a
clientes sospechosos e impredecibles. Esta situación ha provocado que incluso
eventos culturales como los conciertos de la Orquesta Sinfónica de Nuevo León
adelanten una hora su presentación.
David y su esposa
visitan el Distrito Federal de forma eventual donde sienten una mayor seguridad
al salir de fiesta. Ambos coinciden en que el estatus económico y el deseo de
salir de fiesta regiomontanos son demasiado intensos como para que terminen por
circunstancias adversas.
“Todo es una
cuestión de economía. El día en que se arreglen los capos y todo vuelva a estar
controlado, será el momento propicio para que los negocios florezcan de nuevo.
En Monterrey de repente mucha gente cree que lo del Barrio Antiguo es un asunto
meramente “cultural” o de “instituciones”, y de repente organizan conciertos
“para recuperar el Barrio Antiguo” y cosas así.
Pero la verdad es
que el Barrio era un negocio, y mientras no haya un clima propicio para que los
bares puedan operar sin broncas, no se reactivará. Pero como te digo, de que
habrá cambios, habrá cambios, no se puede quedar todo así, habrá qué ver que
nos depara el Peñanietato en ese aspecto
¡pero de que a la gente de
Monterrey le encanta la fiesta, eso es seguro, y eso sobrevivirá!
REYNOSA Y SU FRONTERA
El asunto de
ciudades de Tamaulipas como Reynosa son un caso especial. Por tratarse de una
ciudad fronteriza, algunos optan por “agarrar la fiesta” en Mc Allen, Texas
donde se respira un ambiente de mayor estabilidad, mientras que las fiestas
caseras, las carnes asadas, son por lo general también la mejor alternativa.
Toño lleva cuatro
años y medio en esta región, pese a que la ciudad ya presentaba conflictos
desde tiempo atrás, éstos se han intensificado al grado de obstaculizar algunos
hábitos urbanos.
“Se notó más cuando
empezaron a surgir balaceras en algunos bulevares; aunque en algunas ciudades
se ha escuchado que balean lugares cerrados como bares. Acá en Reynosa no he
escuchado que lleguen a hacerlo. Más bien había persecuciones y enfrentamientos
al aire libre. Siento que el cambio se dio poco a poco. Al principio la gente
salía más a bares y luego ya casi nada más preferían hacer fiestas dentro de
casas, para evitar andar en las calles”.
Los percances que ha
tenido que sobrevivir Toño son disparos a los alrededores de su trabajo. “A
otros amigos míos sí les ha tocado que, incluso en fiestas dentro de casa,
llegó gente armada a quejarse porque tenían el volumen muy alto; llegaron
hombres con armas a amenazarlos que ya le pararan al ruido o lo paraban ellos”.
SINALOA Y LA CUNA DEL NARCO
Sinaloa, la tierra
que carga el estigma de ser la cuna de los principales capos del narcotráfico
mexicano, contaba con ciertas reglas no escritas que no se habían roto, a
diferencia de Tamaulipas, Nuevo León o Coahuila.
Sin embargo, con la
ruptura del cártel de Sinaloa y la guerra entre “El Chapo” y los Beltrán Leyva,
las cosas cambiaron. La violencia se dispersó y llegó a las fiestas, reuniones
de jóvenes y más aún atacó algunos antros de Mazatlán. Entonces tuvieron que
tomarse toda clase de precauciones: llevar el celular al ver a un comando
armado, no mentir nunca a la familia y especificar los lugares que se
visitaban, realizar convivios con mayor discreción y dejar de acudir a aquellos
sitios donde se creyera que los asistentes tenían alguna relación con la
delincuencia, seleccionar con mayor pulcritud el lugar a fiestas a las que se
asistiera, no presentarse solo y regresar a casa a más tardar a las 11 de la
noche.
Daniel, pese a que
ha nacido y crecido en esta entidad percibe los cambios en esta región antes y
después de este último sexenio.
“A diferencia de lo
que empezó a ocurrir en otras partes del país, en que comenzó el terror más
temprano o desde inicios del sexenio de Calderón, acá seguimos prácticamente
sin cambios, quizás porque ya estábamos acostumbrados a las balaceras, cosa que
en otras partes de México no ocurría. Pero acá todo el falso orden se rompió
con la captura de Alfredo Beltrán Leyva, “El Mochomo”, pues empezó la guerra
fraticida en casa”.
Daniel no avizora un
futuro prometedor para Culiacán y Sinaloa en general con el final de esta etapa
panista y su fallida estrategia contra el narcotráfico:
“No veo por dónde,
Culiacán siempre ha sido una ciudad violenta, cuna de varios jefes del narco, donde
hay demasiada gente armada. Siempre ha habido ejecuciones, levantones,
balaceras, y mientras exista esto y el tráfico de drogas, no vendrá la paz”.
CHIHUAHUA Y TIJUANA: DOS CASOS
Durante el trienio
de Jorge Hank Rhon, la vida nocturna de Tijuana no se vio afectada. En algunos
tugurios hay mayor tolerancia para utilizar narcóticos como la mariguana en
asistentes frecuentes, pero si se trata de alguien nuevo se corre riesgo de
sufrir algún tipo de ataque. Mientras tanto, en la ciudad se respira un ambiente
de relativa calma por un aparente trato de no transgresión; así lo revela Hugo,
otro joven escritor cuya vida social se desenvuelve tanto en esta ciudad como
en Ensenada. “La vida nocturna en Tijuana es de la mejor experiencia; claro que
hay de lugares a lugares, ya que puedes fumar mota en ciertos bares a los que
entras para conocer, arriesgando incluso tu integridad. Todos se cuidan y
parece haber un tácito acuerdo de no transgresión”.
Durante los 90 se
vivió una especie de surgimiento que impulsó la escena musical donde destacaron
talentos como el grupo Tijuana No!, su cantante Julieta Venegas como solista,
el Colectivo Nortec con Bostich y Fussible a la cabeza y una larga lista de
dj’s que hasta la fecha mezclan en las fiestas raves del resto del país. Su
testimonio parece ser más optimista: “La gente hace su vida normal, sólo matan
a la gente involucrada en el narco; y aquella que mal informada o que por
azares del destino estuvo en el lugar incorrecto a la hora incorrecta”.
En cuanto a
Chihuahua, la capital, su situación no es más favorecedora, Rafael, lo cuenta
así: “Antes te enterabas de un ejecutado en alguna calle o estacionamiento
lejano y era noticia de ocho columnas. Poco a poco se fueron multiplicando y ya
eran en lugares más céntricos, a cuadras de tu casa. Dejaron de ser noticia.
Después alguna ejecución en algún bar o antro desató cierta paranoia por ir a
esos lugares”.
Durante los 90 no
solía frecuentar muchos lugares, pero mientras su vida transcurre entre esta ciudad
y el Distrito Federal, tiene percepciones distintas entre la vida nocturna de
cada región. Por ejemplo, en el otoño de 2010 sufrió un percance cuando él y
otros amigos fueron asaltados a mano armada por unos jóvenes delincuentes en un
café.
A diferencia del
Distrito Federal, donde suele acudir con frecuencia, tampoco lo considera
seguro: “No es una ciudad 100% segura, pero es diferente; es otro tipo de
violencia. En el DF no estás con la paranoia de una balacera, aunque puede
ocurrir, más bien estás con el miedo de que te asalten. Antes en Chihuahua le
daba miedo a uno viajar allá porque era muy inseguro, ahora es al revés”.
La única esperanza
que avizora para una vida segura en su localidad es que bajaran los hechos
delictivos, se terminara la impunidad y se castigara a los culpables. Un deseo
expresado para el resto del país y sus circunstancias adversas.
(ZOCALO DE SALTILLO/ REVISTA VISION
SALTILLO/1ºAgencias/ 21/01/2013 - 03:01 AM)
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