La Viña del Señor
Dicen los presentes en la reunión
de priístas convocados por Marco Antonio Llano, que al Toño Astiazarán nomás le
faltó venderse como quien le lee por las noches cuentos antes de dormirse a
Enrique Peña Nieto y que eso lo ha convertido en el hombre del de Atlacomulco en
la comarca.
Los dichos y la presencia del ex alcalde ante las huestes
tricolores inhibió a los asistentes quienes ante el hecho consumado
prudentemente guardaron y se reservaron sus alegatos y no los soltaron en la
encerrona, pues no lo esperaban por ahí.
Algunos de los concurrentes iban en
afán conciliador y otros a tentarle el agua a los camotes, ante lo revuelto que
estas están por rumbo del expartidazo.
Si en el pasado era fácil para el alto
mando llegar a acuerdos y evitar que la sangre llegara al río, pues bastaba
hablar con el Morroño y con Julio Ramón Luebbert, ahora en la época de la
alternancia en el poder estatal, ello se ha vuelto complicado en el municipio,
ante el surgimiento de fuerzas alternativas al control que ejercían ambos
caciques.
Esa realidad es reconocida sin recato por los dirigentes priístas
en la entidad, en donde la integración del consejo político municipal sin mediar
convocatoria de por medio es pecatta minuta ante el desgarriate que se carga
Susana Corella desde que arribó a la presidencia local del instituto político de
la mano del Toño con el objetivo inocultable de agenciar la candidatura a la
alcaldía para Otto Claussen y la de diputado local para la propia
Susana.
Todo hubiera salido a pedir de boca si no fuera por las
manifestaciones claras de inconformidad mostradas por un grupo de expresidentes
del partido y del diputado federal José Luis Marcos León Perea, supuesto puntero
en la lucha por la candidatura a la alcaldía en encuestas internas. Con esas
muestras quedó claro que el PRI porteño está dividido y a punto de fracturarse
con funestas consecuencias frente a las venideras elecciones.
Ante ese
panorama la invitación de Llano levantó expectativas entre los militantes
convidados al ágape polaco.
Sin embargo nadie imaginaba que detrás del evento
se fraguaba por parte del Toño y su clica la caída del Morroño.
En aras de
alcanzar ello, toñistas de hueso colorado como el notario Miguel Arnulfo Salas
Mariscal, se soltó convocando a dirigentes de centrales bajo la consigna: “Hay
que juntarnos para deshacernos del Morroño”.
Así de claro es el objetivo de
ese grupúsculo en su intención de acumular poder a toda costa ante el obstáculo
que representa para sus intereses el protagonismo del agricultor, a quien tanto
el Toñito como el fedatario público llamaban tío Toño. Eran otros tiempos cuando
los cachorros no enseñaban el diente ni el cobre.
Luego de la derrota
electoral ante Bernardino Cruz Rivas en el 2000 cuando buscaba arribar de nuevo
a la alcaldía, el Morroño no fue el mismo, pues el 2003 brindó todo su apoyo en
la interna priísta a quien ahora lo busca “desaparecer” del escenario político,
es decir el Toño, el cual sucumbió ante el arrastre del Bebo Zataraín, por lo
cual decidió luego del descalabro buscar la diputación federal por el 04
Distrito Electoral, mismo que ahora pretenden Fernando Miranda Blanco bajo la
bandera del PAN y Marcos Ulloa Cadena por el PRI.
Ese año Llano encabezó en
el puerto la avanzada boursista, mientras su pariente Carlos Cacho Zaragoza,
movió empujó la candidatura del cajemense desde la organización “Yo con
Bours”.
Una vez en la gubernatura Eduardo Bours Castelo rompió lanzas con el
Morroño al grado tal de darse fuertes encontronazos con quien fungió como primer
secretario de gobierno de Bours, Bulmaro Pacheco Moreno.
A partir del 2006
se enfriaron las relaciones entre Llano y su “criatura” una vez sentado el Toño
Astiazarán en la silla que buscó su padre Fernando María en 1988 pero Florentino
López Tapia le ganó la mano a quien todos daban como el favorito por su estrecha
cercanía con Rodolfo Félix Valdez, cuando el Secretario de Pesca Pedro Ojeda
Paullada, metió su cuchara a favor de Don Flor, quedando de esa manera el
constructor en el camino, y con el “orgullo de su nepotismo” como decía José
López Portillo de su hijo Ramón, convirtió en realidad el viejo anhelo familiar
de tomar por asalto el ayuntamiento guaymense, el cual como se ve no desean
soltar a costa de pretender de neutralizar y desbarrancar a quien impulsó en sus
pretensiones.
Quizá el punto de quiebre se dio el 2009 cuando Marco Antonio
hizo amarres con el panismo y apoyó como muchos desencantados con el boursismo
la candidatura de Guillermo Padrés Elías, lo que a l postre significó la
estripitosa derrota de Alfonso Elías Serrano y el estigma de perdedor que recayó
sobre el Toñito, amén de entregar la alcaldía a César Lizárraga Hernández, con
quien en un principio “negoció” arreglos en los que estuvo involucrado su
compadre Miguel Salas.
Así, sin respeto al padrinazgo ejercido por Llano el
Toñito retornó al puerto a venderles espejitos a los priístas con el afán de sin
invertir nada, y a pesar de toda la carga negativa que lo envuelve, busca como
los plebes que desde morritos se perfilan como futuros malandros, quedarse con
todas las canicas del pastel electoral, y aparecer como factor de decisión en un
marco de desprestigio para todo lo que huela a astiazarainismo ya rechazado en
las urnas por los guaymenses.
¡ Y ahora cebados van por la cabeza del
Morroño!!
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