El 7 de abril de 2013, se
rompió la magia del Presidente Enrique Peña Nieto. El entonces líder del PAN,
Gustavo Madero, presentó grabaciones en las que se escuchaba a funcionarios y
ex funcionarios de gobiernos priistas, así como a candidatos y representantes
de ese partido, organizar y evaluar estrategias y procedimientos para la
utilización masiva de recursos y padrones de beneficiarios de programas
sociales en las siguientes elecciones. La difusión de esos materiales provocó
un escándalo que colocó a la Secretaria de Desarrollo Social, Rosario Robles,
en el epicentro.
La controversia fue subiendo
de tono durante dos semanas, hasta que la madrugada del 23 de abril, cinco días
después de que Robles destituyó a seis funcionarios de la dependencia que habían
participado en esas reuniones, el Presidente Peña Nieto suspendió “de manera
temporal” todas las actividades públicas del Pacto por México, y pospuso la
presentación, programada para horas después, de la Reforma Financiera.
Peña Nieto no alcanzó a ver
que en ese momento arrancaba el fin de su sexenio corto y comenzaba su
imparable caída de desaprobación a su gestión. El Pacto por México, la placenta
de las élites mediante el cual se procesaron las grandes reformas del sexenio,
había recibido un tiro de gracia y no se habían dado cuenta.
El 20 de abril, tres días
antes de extender su acta de defunción preliminar, el Presidente puso en marcha
en Zinacantán, Chiapas, la Cruzada Nacional Contra el Hambre, que era el
proyecto prioritario ordenado a Robles. Como invitado -y un pago de 300 mil
dólares de por medio- estuvo el ex Presidente de Brasil, Luis Inazio Lula da
Silva, que en ese entonces ya trabajaba como abridor de puertas para el
conglomerado Odebrecht, que se dedicó a corromper funcionarios en 11 países,
incluido México, para resultar beneficiado con obra pública.
En su discurso, Peña Nieto
señaló: “Yo le decía (a Robles), y también lo ha dicho el ex Presidente de
Brasil..: ‘Rosario no te preocupes, hay que aguantar, porque han empezado las
críticas, han empezado las descalificaciones de aquellos a quienes ocupa y
preocupa la política y las elecciones, pero nosotros, este gobierno, tenemos un
objetivo claro que es acabar con el hambre. Que sigan criticando las acciones,
porque a otros los ocupan las elecciones. A nosotros nos ocupa, y nos
comprometemos con el hambre en México”.
La frase “no te preocupes” se
puede trasladar al momento actual, donde la hoy Secretaria de Desarrollo
Agrario, Territorial y Urbano se encuentra en medio de otro escándalo, pero
porque no ha comprobado, durante los dos encargos secretariales que le han
asignado, 5 mil 321 millones de pesos, de acuerdo con la Auditoría Superior de
la Federación.
Las irregularidades
encontradas a Robles y su equipo han ayudado a Ricardo Anaya, quien en la mayor
crisis política que ha tenido como político y candidato presidencial de la
alianza Por México Al Frente, ha logrado dividir el impacto negativo de las
imputaciones políticas y mediáticas en su contra, con señalamientos de corrupción
en contra de la Secretaria, y de omisión, negligencia y encubrimiento por parte
del candidato oficialista, José Antonio Meade, quien fue su sucesor en
Desarrollo Social.
Meade sostiene que las
irregularidades que le imputan sólo conciernen a Robles, en un deslinde con
claros fines electorales. Sin embargo, no ha funcionado. La toxicidad de Robles
ha contaminado a Meade y su campaña presidencial, que hasta este momento no ha
podido ni desmarcarse, ni desprenderse de ese lastre. Viendo la gestión de
Robles, a través de la ruta trazada por la Auditoría Superior de la Federación,
ciertamente es difícil hacerlo.
La forma como manejaba el
presupuesto Robles fue ilustrado por una de las observaciones registradas en la
edición impresa de Eje Central, que menciona los 155 globos nacarados para la
promoción de la Cruzada Nacional Contra el Hambre, que costaron 32 mil 900
pesos. Cada globo costaba entre 15 y 30 pesos, pero Sedesol los pagó en 212
pesos. “Así se manejaba el presupuesto en la Sedesol en los años en que Rosario
Robles estuvo al frente de la dependencia”, escribió el reportero Juan Carlos
Rodríguez. “Pero no es extraño. De las 111 personas que han ocupado una
Secretaría de Estados en los últimos 18 años, Robles es la funcionaria que
tiene el historial más negro en el manejo de los recursos públicos”.
El número de recursos no
recuperados del erario en las gestiones de Robles equivale a todas las
observaciones que se hicieron al Gobierno del presidente Vicente Fox o al
presupuesto anual de la Secretaría de Turismo. Robles, sin embargo, parece
blindada. Nadie la ha tocado ni tampoco a su equipo más cercano, en particular
a Emilio Zebadúa, su oficial mayor, a quien según la Auditoría, se le señala
como presunto responsable de adquisiciones, servicios, asesorías que no siempre
se entregaron de acuerdo con la ley.
El “no te preocupes” del
Presidente Peña Nieto a Robles en 2013, tiene que cambiar en estos tiempos
electorales. Vale la pena recordar hoy al Conde de Mirabeau, el monárquico y
revolucionario, quien en un apasionado discurso dijo que si para salvar a la
República se tuviera que guillotinar al Rey, que se guillotinara. Mirabeau
murió dentro de la descomposición de la Revolución Francesa, y no vio cómo,
poco después, a Luis XVI le cortaron la cabeza.
El dilema de Peña Nieto es
semejante. Para salvar a Meade y su campaña presidencial, necesita guillotinar
a la Secretaria que más quiere. Es un dilema doloroso, pero con esto puede
estarse jugando la Presidencia.
rrivapalacio@ejecentral.com.mx
@rivapa
(NOROESTE/ ESTRICTAMENTE PERSONAL/ RAYMUNDO RIVA
PALACIO/ 09/03/2018 | 04:07 AM)
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