El presidente Trump ha usado a la MS-13
para justificar sus políticas migratorias de mano dura, pero la pandilla que
busca expulsar del país fue creada en Estados Unidos. Credit Tomas Munita para
The New York Times
WASHINGTON.- A principios de
su mandato, el fiscal general Jeff Sessions les ordenó a sus principales
investigadores que fueran tras el grupo criminal trasnacional MS-13 como una
prioridad. Un año más tarde, grupos operativos antinarcóticos tienen nuevas
atribuciones para combatir a la MS-13, más fiscales federales están presentando
denuncias contra la pandilla callejera vinculada con El Salvador y se ha
reclutado a aliados extranjeros para capturar a sus miembros.
Pocos niegan la amenaza
violenta que la MS-13 representa en zonas de Estados Unidos. Sus miembros
empuñan machetes, asesinan a sangre fría e infunden terror, en su mayoría en
comunidades inmigrantes.
Sin embargo, los encargados
de hacer cumplir la ley en los niveles local, estatal y federal describen la
campaña del gobierno de Trump contra la MS-13 como una estrategia
desproporcionada con respecto a la amenaza.
El presidente Donald Trump ha
aprovechado la brutalidad y la violencia de la pandilla como símbolo de los
riesgos de la inmigración ilegal.
No todos los miembros de la
MS-13, o Mara Salvatrucha, son inmigrantes sin papeles. Además, la pandilla no
sobrevive gracias al tráfico mundial de drogas, armas ni personas.
La policía y los fiscales en
áreas donde la MS-13 está más activa dijeron que este énfasis en la pandilla ha
llegado a costa de combatir amenazas más extendidas para Estados Unidos, en
específico los opioides y la trata de personas.
Desde la izquierda, Robert Mickens,
Elizabeth Alvarado, Evelyn Rodríguez y Freddy Cuevas, cuyas hijas fueron
asesinadas por miembros de la MS-13 en Long Island, fueron invitados al informe
de gobierno por la primera dama, Melania Trump. Credit Tom Brenner/The New York
Times
En una reunión con Sessions
en marzo pasado, Chuck Rosenberg, entonces el director interino de la
Administración para el Control de Drogas, dijo que no tenía mucho sentido
enfocarse en la MS-13 en lugar de luchar contra organizaciones más peligrosas.
Se rehusó a dedicar más recursos a la pandilla, de acuerdo con dos personas que
tuvieron conocimiento de la reunión privada. Desde entonces, Rosenberg dejó el
cargo.
“La MS-13 en efecto es una
amenaza, pero no de la manera en que la ha retratado el presidente”, dijo Tom
Manger, jefe de policía en el condado de Montgomery, Maryland, un suburbio de
Washington donde la pandilla tiene una de sus concentraciones más grandes. Los
funcionarios de ahí solo lidiaron con cuatro incidentes policiacos relacionados
con la MS-13 el año pasado —con un total de cinco homicidios— en comparación
con 2013, año en el que no hubo ninguno.
“Son una amenaza local a la
seguridad pública, pero no son una amenaza a la seguridad nacional”, explicó
Manger.
Formada en la zona central de
Los Ángeles por refugiados salvadoreños que escaparon de la guerra civil en la
década de los ochenta, se cree que la pandilla tiene 10.000 miembros en
cuarenta estados, de acuerdo con el FBI, pero predominantemente solo en tres
áreas metropolitanas: Los Ángeles, Long Island en Nueva York y en los
alrededores de Washington. La mayoría de sus 30.000 miembros adicionales vive
en Centroamérica o México, de acuerdo con las autoridades.
“Son una amenaza local a la seguridad
pública, pero no son una amenaza a la seguridad nacional”.
TOM MANGER, JEFE DE POLICÍA EN EL
CONDADO DE MONTGOMERY, MARYLAND
En su informe de gobierno en
enero, Trump dijo que los miembros de la MS-13 aprovecharon las leyes
migratorias para mudarse a Long Island y, en última instancia, asesinar a Kayla
Cuevas, de 16 años, y a Nisa Mickens, de 15. Las chicas fueron golpeadas con
bates y cortadas con machetes en un callejón sin salida cerca del
estacionamiento de una escuela primaria en septiembre de 2016.
Trump llevó a los padres de
las adolescentes al discurso y les pidió que se pusieran de pie, como para
exhibir el motivo de su mano dura contra la inmigración.
La MS-13 opera en grupos
locales dispersos, sembrando temor y violencia. No es un cartel de la droga global
sofisticado y muchos miembros de la pandilla son indigentes.
El fiscal general de Estados Unidos,
Jeff Sessions, se ha enfocado en la MS-13, a la que ha comparado con los
carteles de la droga colombianos y con la mafia. Credit Chang W. Lee/The New
York Times
Entrevistas con decenas de
funcionarios de inteligencia y de la policía, así como una revisión de
documentos, indican que la pandilla se dedica al tráfico de drogas a pequeña
escala, a la venta de armas, la prostitución y la extorsión; algunos miembros
reciben solo el dinero suficiente para sobrevivir.
En un caso, el presunto líder
de uno de los grupos más grandes de MS-13 en Maryland hace poco canceló un
acuerdo de venta de drogas porque no tenía dinero suficiente para pagar la
gasolina necesaria para conducir al lugar acordado, según un oficial de policía
en el estado.
Estados Unidos y los aliados
extranjeros han presentado denuncias en contra de 4000 miembros de la MS-13,
dijo Sessions a principios de este mes. En diciembre, anunció cuarenta nuevos
puestos de asistentes de fiscal en todo el país para combatir a la MS-13 y
otras pandillas, entre ellas dos en Long Island y tres en Maryland.
Un funcionario en la oficina
del fiscal estadounidense, que habló con la condición de conservar su
anonimato, dijo que le preocupaba la presión reciente en los casos de la MS-13,
dado el aumento drástico de los crímenes relacionados con opioides y un
creciente problema nacional con la trata de personas.
Aun así, el número de
procesos federales en contra de la MS-13 en Estados Unidos es limitado. Solo
once casos se presentaron entre octubre de 2016 y septiembre de 2017, de
acuerdo con datos proporcionados por el Departamento de Justicia. Desde
entonces, los procuradores han abierto trece casos más.
Esta semana, Sessions les
dijo a los fiscales generales estatales que quería trabajar con ellos en
procesamientos locales en contra de la MS-13. “Vamos tras la MS-13. Queremos
acabar con ellos”, dijo el martes.
Mientras tanto, los
investigadores de la Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados
Unidos (ICE) arrestaron a 796 presuntos miembros de la MS-13 el año pasado, un
aumento en contraste con los 429 de 2016. La agencia dijo que también deportó a
cerca de 5300 presuntos miembros de todas las pandillas durante el mismo
periodo, un aumento en contraste con dos mil casos previos. A lo largo de un
periodo de tres meses el otoño pasado, una operación de ICE llamada “Raging
Bull”, atrapó a 214 miembros de la MS-13 en todo el país y arrestó a 53 más en
El Salvador.
En Nueva York, los agentes
del FBI se han quejado de tener que enfocarse en la MS-13, de acuerdo con un
funcionario sénior de la agencia; ha habido preocupación porque los agentes han
arrestado a miembros de Trinitario, una pandilla dominicana, pero los
presentaron como miembros de la MS-13 para aumentar el total de arrestos y
cumplir con las expectativas, dijo un oficial estatal sénior de policía.
Ninguno de ambos oficiales tenía autorización para hablar públicamente y
hablaron bajo condición de conservar su anonimato.
“Cualquier afirmación de que
estamos presentando de manera engañosa a los miembros de las pandillas para
aumentar nuestro total de arrestos es falsa”, dijo Nora Sheland, una vocera del
FBI mediante una declaración. El FBI va tras toda actividad de pandillas como
parte de su trabajo de combate a los crímenes violentos, agregó.
Una subvención de 500.000
dólares al Departamento de Justicia prometida en octubre para combatir la
violencia de las pandillas y los crímenes con armas de fuego en el condado de
Suffolk, Nueva York, enfocó su análisis de delitos no solo a la MS-13, sino
también a las pandillas de los Bloods y los Crips. El condado de Long Island,
que hizo una solicitud para la subvención, fue uno de los catorce a los que se
les otorgó para un total de 3375 millones de dólares. Los funcionarios dicen
que aún no la han recibido.
Timothy D. Sini, el fiscal de
distrito del condado de Suffolk y excomisionado de policía, dijo que la MS-13
“constituye una amenaza de seguridad pública significativa” y era responsable
de diecisiete asesinatos en quince meses en esa zona de Long Island.
“Habiendo dicho eso”, dijo
Sini, “el problema número uno de salud y seguridad pública que enfrenta el
condado de Suffolk, como en otras comunidades, es la epidemia de narcóticos,
que también es un blanco en movimiento”. Dijo que las sobredosis de opioides
asesinaron a más de trescientas personas en el condado de Suffolk el año
pasado, en comparación con seis muertes vinculadas con la MS-13.
Personas reunidas para rendir homenaje a
Nisa Mickens, de 15 años, quien fue golpeada brutalmente con bates de béisbol y
cortada con machetes por miembros de la MS-13 en Long Island en septiembre de
2016. Credit Heather Walsh para The New York Times
El gobierno de Trump en
repetidas ocasiones ha buscado mostrar que los programas migratorios que
intenta eliminar han permitido que prosperen la MS-13 y otras pandillas. Ha
señalado el sistema de lotería de diversidad del país, los programas de
inmigración para permitir que menores sin compañía crucen la frontera y las
protecciones de deportación para personas que llegaron sin papeles a Estados
Unidos cuando eran niños.
Sin embargo, las cifras más
recientes no reflejan eso. De acuerdo con las estadísticas de aprehensión de la
Patrulla Fronteriza publicadas en diciembre, el número de miembros de la MS-13
atrapados en la frontera de hecho disminuyó hasta llegar a 228 en 2017,
mientras que en 2014 la cantidad fue de 437.
Ron Nixon y Katie Benner reportaron desde Washington y
Liz Robbins, desde Nueva York. Michael S. Schmidt y Adam Goldman colaboraron
con este reportaje desde Washington.
(THE NEW YORK TIME EN ESPAÑOL/ RON NIXON , LIZ ROBBINS
Y KATIE BENNER 6 DE MARZO DE 2018)
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