CIUDAD
DE MÉXICO (apro).- Durante décadas, la familia de los Claudios fue indisoluble
con el poder político. El padre, Claudio X. González Laporte ha sido pilar en
la consolidación del modelo de liberalización económica acelerado por Carlos
Salinas, de quien fue asesor para asuntos empresariales.
Su
influencia como presidente de lo que fue el Consejo Mexicano de Hombres de
Negocios, la élite de la élite empresarial ahora llamado Consejo Mexicano de
Negocios, lo ha convertido a pulso en un ideólogo de los empresarios.
Ha
sido un entusiasta promotor de la alternancia entre el PRI y el PAN en la
Presidencia de la República, y del grupo de altos funcionarios que lo mismo han
servido a los gobiernos de un partido que del otro.
Hasta
ahí nada nuevo en la relación entre el gran empresariado y el poder político.
Desde el régimen autoritario del PRI del siglo pasado, los empresarios se
amoldaron al viejo sistema y su economía cerrada aun cuando tuvieran
enfrentamientos con Los Pinos, como en la época de Luis Echeverría y José López
Portillo, en los años setenta y principios de los ochenta.
Pero
nada como la confrontación de fondo que ahora tiene la familia del presidente
de Kimberly Clark en México, ex consejero de Televisa y asesor de múltiples
empresas e iniciativas con la presidencia de Enrique Peña Nieto.
Esta
vez, la batalla es más que coyuntural. Claudio X. González Guajardo, quien
durante dos décadas se ha dedicado a promover agendas específicas a través de
fundaciones, que han gozado de beneficios fiscales, ha logrado dar el salto de
la élite económica heredada de su padre al terreno de la sociedad civil.
Su
graduación como activista social se la otorgó hace unos días el diario The New
York Times, cuando publicó una alegada persecución a la que estaría sujeto por
parte del presidente Enrique Peña Nieto.
Después
de impulsar desde los gobiernos del PAN la reforma educativa, desde el año
pasado González Guajardo encabeza un sólido proyecto de agenda pública que va
más allá del gobierno de Peña, cuya marca de por sí ha sido la de la
corrupción.
A
través de la organización Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad, el
empresario ha logrado establecer la agenda pública ante las demandas de
transparencia y rendición de cuentas, sin las cuales es imposible la existencia
de un Estado democrático moderno.
Auténticas,
tales exigencias parecen ser ahora un ariete de un proyecto empresarial que le
ha causado graves daños a la imagen del gobierno y sus colaboradores, incluida
la excandidata presidencial del PAN y al gobierno del Estado de México,
Josefina Vázquez Mota.
De
ahí los escándalos que ha documentado sobre la corrupción, principalmente del
gobierno federal. El más reciente, el Ferrari hasta ahora desconocido del
aspirante a fiscal general de la República, Raúl Cervantes.
Todo
lo que abone a la transparencia y a un esperado castigo de la cleptocracia en
México es bienvenido periodística y socialmente. Pero una pregunta válida es
hasta dónde quiere llegar la familia de Claudio X. González con la gran
cantidad de información que posee sobre las élites políticas y económicas del
país.
(PROCESO/ ANÁLISIS/ JORGE CARRASCO ARAIZAGA/ 4 SEPTIEMBRE, 2017)
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