Sin
importar el cambio de un gobierno a otro, lo cual ocurrirá a fines del próximo
año, los empresarios que tienen contratos de obra para la construcción del
nuevo aeropuerto internacional –un puñado de personajes cercanos al priismo y,
sobre todo, al salinismo– no sufrirán: el dinero seguirá llenando sin medida
sus bolsillos el próximo sexenio, pese a todos los señalamientos de corrupción
y opacidad que rodean a la obra cumbre del peñanietismo.
CIUDAD
DE MÉXICO (Proceso).- Despojado de su traje oscuro, en camisa roja a cuadros,
el presidente Enrique Peña Nieto parece estar en la torre de control del
Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, en medio de dos personas
jóvenes, cuya presencia se justifica sólo por asentir a los dichos
presidenciales, lo mismo que quienes aparecerán en el resto del spot tras esa
primera toma.
La
escena cambia. Ahora Peña Nieto sobrevuela la obra del Nuevo Aeropuerto
Internacional de la Ciudad de México (NAICM), dibujada sobre el vasto terreno
del vaso de Texcoco. Entonces subraya que ahí cabe siete veces el aeropuerto
actual.
Nueva
estampa. Peña Nieto aparece ahora entre cinco personas cuya indumentaria
permite advertir sus oficios. Al fondo aparecen fotografías de obras de
infraestructura que el mandatario enlista por sector, para luego pronunciar su
slogan de esta campaña por el V Informe de Gobierno: lo bueno cuenta y queremos
que siga contando.
El
slogan es apropiado cuando de las cuentas del NAICM se trata, pues ese, su
proyecto de infraestructura más ambicioso, no estará terminado cuando concluya
el sexenio, pero las empresas que tienen contratos ahí mantendrán sus ingresos
a través del tiempo.
Y
es que el NAICM es también emblemático de aquello que ha marcado la gestión
peñanietista: una elite de contratistas favorecida de manera transexenal, como
la propia obra que ya tiene tempranos señalamientos de corrupción y
negligencia; clientelismo para imponerlo y represión a quienes se oponen.
Añejo
proyecto del llamado Grupo Atlacomulco –con el que se identifica al presidente
Enrique Peña Nieto– los contratos más grandes del NAICM, así como de la obras
hidráulicas y carreteras que reclama para su funcionamiento y conectividad,
fueron asignadas a una decena de nombres cercanos a la cúpula priista y
salinista.
Desde
la presentación del proyecto en septiembre de 2014 quedó claro que uno de los
principales beneficiarios sería el magnate Carlos Slim –ultraenriquecido con
las privatizaciones salinistas–, cuyo yerno, Fernando Romero, fue quien diseñó
el plano, asociado con el arquitecto británico Norman Foster.
FRAGMENTO DEL REPORTAJE ESPECIAL
PUBLICADO EN PROCESO 2131, YA EN CIRCULACIÓN
(PROCESO/ REPORTAJE ESPECIAL/ ARTURO
RODRIGUEZ Y ARELI VILLALOBOS/ 2
SEPTIEMBRE, 2017)
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