Buscaglia es locuaz cuando habla de la
delincuencia organizada, mete el bisturí de su crítica y abre las cloacas de la
corrupción política, cuestiona al Presidente Enrique Peña Nieto y lo llama
“empleado de las redes criminales. Foto: Cuartoscuro
Edgardo Buscaglia habla con el
conocimiento de un sapiente sobre los temas de la delincuencia organizada
nacional e internacional, amplio el
horizonte de su análisis. Desde los años ochenta ha sido un trotamundos incansable:
va de país en país y lo mismo destraba conflictos en Afganistán que imparte
clases de derecho en la universidad de Columbia, dirige el International Law
and Economic Develoment Center, trabaja como asesor de reformas judiciales,
combate la corrupción y asesora a jueces en 109 países del mundo para un mejor
desempeño frente a los embates del crimen organizado.
Buscaglia es locuaz cuando
habla de la delincuencia organizada, mete el bisturí de su crítica y abre las
cloacas de la corrupción política, cuestiona al Presidente Enrique Peña Nieto y
lo llama “empleado de las redes criminales y de las oligarquías que han
empobrecido a México”, mientras los grandes empresarios y políticos mafiosos
–dice — se arropan en un pacto de impunidad para que no se les enjuicie.
No le tiembla la mano ni se
le hace un nudo en la garganta para llamar “mafiocracia” al sistema político
mexicano y afirma –sin tapujos — que el
corazón de la delincuencia organizada mexicana está en la protección que brinda
la clase política a las redes criminales: gobernadores, diputados, alcaldes,
síndicos, regidores y policías forman parte de las estructuras del crimen y de
los cárteles que operan con 24 tipologías delictivas. Nada tendría sentido sin
la protección política. El poder está al servicio de la mafia, afirma.
Edgardo Buscaglia concede la
entrevista justo cuando el gobierno de Enrique Peña Nieto transita por su
quinto año de gobierno –en el momento en que el 2018 se aproxima en medio del
descrédito –, vapuleado dentro y fuera de México por los escándalos de corrupción;
cuestionado por sus yerros y desatinos en la toma de decisiones y por la
impunidad con la que cobija a los exgobernadores de su partido acusados de
saqueos al erario público.
De acuerdo con su opinión, el
gobierno de Peña se terminó en los primeros meses del 2012, poco después de
asumir el poder. Lo que hemos visto de entonces a la fecha ha sido una
verdadera pesadilla, una película de terror para el país, pues un gobierno que
se sabe perdido, debilitado y sin aprobación social echa mano de todos los recursos
disponibles –sin importar para nada la sociedad –con la finalidad de mantenerse
en el poder. Así gobiernan las mafias, acusa.
En la amplia conversación,
Buscaglia analiza la nueva dinámica del crimen organizado mexicano, las
complicidades con el poder, la nueva relación de México con Estados Unidos y su
nuevo Presidente Donald Trump; el papel del Presidente Enrique Peña Nieto,
quien hundió al país en la desgracia y toleró la corrupción política e
institucional a niveles de escándalo y cinismo, el descaro presidencial en su
máxima expresión.
De igual forma habla de la
evolución de los cárteles mexicanos y del surgimiento de nuevos grupos
criminales, todos con el componente que los hace poderosos: la protección
política. De igual forma su análisis se desliza por los temas sensibles: la Ley
Anticorrupción, de la que afirma: “Nació muerta. Una ley que no actúa en contra
del Presidente, no le sirve al país”.
Pasa la mirada por la
delincuencia internacional y la crisis económica que arrastra el país y afirma
que México sigue siendo el territorio más rentable para el crimen organizado,
pues cualquier organización criminal puede invertir sus recursos con mínimas
posibilidades de fracaso. Eso convierte a México en un lugar paradisiaco para
cárteles y mafias, afirma.
Y justamente con ese tema
inició la conversación:
–Don Edgardo, se han
desdibujado mucho los grandes cárteles en México, en los últimos años han
surgido cientos de células criminales en zonas estratégicas, sobre todo donde
hay riqueza de gas, petróleo, turismo y minería. El narcotráfico ha crecido con
un evidente respaldo político, se ha convertido en un poder paralelo, en un
Estado dentro del Estado. ¿Hacia dónde camina el país con este flagelo y su
violencia que nadie puede frenar?
–La delincuencia organizada
mexicana se va especializando y diversificando. En principio lo que sucede en
la delincuencia organizada más sofisticada del planeta es que ya no son
pirámides de comando y control verticalistas, son más que nada redes
horizontales donde diferentes células o estructuras se especializan en
diferentes tráficos de bienes y servicios, minería, petróleo, sistemas
financieros, drogas y armas. Y lo que tenemos en México es claramente un
fenómeno muy grave, ya que se van diversificando esos 23 tipos de tráficos
ilegales.
“Meten mucho dinero en la
economía legal, en ciertos mercados legales. Hay un directorio estratégico en
estas organizaciones, ya sea Yakuza o el cártel de Sinaloa, que coordina estas
actividades con representantes de cada una de sus células, pero en realidad son
estructuras horizontales donde hay una coordinación estratégica, un directorio,
pero toda la parte de transacciones tácticas operativas son llevadas adelante a
través de estructuras criminales más pequeñas y más flexibles y en mucha
economía legal metida en esas estructuras y hay muchos miembros y pedazos de
instituciones del Estado, como lo vengo diciendo desde hace mucho tiempo. Lo
grave de todo es que hay pedazos de Estado que forman parte de estas
estructuras criminales. Se tienen que ver como redes horizontales porque son
mucho más difíciles de desmantelar para una organización del Estado. Esto es un
poco lo que hacen las empresas legales e ilegales: diversifican riesgos para
que no se desmantele tan fácilmente, para que no se desarticule a la
organización con tanta facilidad. Y no es que el Estado mexicano impacte mucho
en los riesgos sino porque otros Estados de diferentes países han estado
pegándole fuerte a una de estas estructuras ligadas a la delincuencia organizada
mexicana, se trata de gente (del cártel) de Sinaloa que ha sido capturada en
Europa. Y hay una realidad: los norteamericanos y los canadienses le están
pegando a pedazos de lo que era Sinaloa antes. La delincuencia organizada mete
el 70% en promedio de los recursos que generan en la economía legal. Y cuanto
más sofisticada es la organización criminal, más legalizada está.
–Estamos frente a una
delincuencia organizada más moderna y menos combatida. Con los embates del
terrorismo en Europa, ¿Qué se avecina para México?
–¿Qué es lo que va ir
sucediendo con lo que era el cártel de Sinaloa y lo que es hoy la Yakuza
japonesa que está mayormente legalizada? En mercados legales de la economía sus
representantes van a reuniones con bussines card, con tarjetas que les dan cuando
tu llegas a una de estos negocios que ellos manejan, ya sean casinos o juegos
legalizados o lo que sea. Entonces esta gente tiende a diversificarse y a
legalizarse y eso es un poco de lo que pueden hacer en México en el largo
plazo. El modelo de ellos no es el antiguo que conlleva muchos riesgos. En una
economía, hoy en día, los Estados por razones ligadas a combatir el
financiamiento del terrorismo y a combatir el lavado de dinero ligado a ese
financiamiento del terrorismo, los Estados se han vuelto más sofisticados que
antes sin desmantelar estructuras criminales trasnacionales y por lo tanto los
grupos criminales tratan de diversificar sus negocios mucho más que antes.
–A partir de enero de este
año un nuevo Presidente asumió el poder en Estados Unidos. En medio de tantos
yerros y desatinos, ¿Qué puede cambiar Donald Trump en la política antidrogas
norteamericana y con respecto a la relación que en ese tema se tiene con
México?
–Yo estoy recibiendo informes
desde Washington, sobre todo de la gente que ha estado interactuando con Trump
en estos temas y me siguen confirmando que le van a poner muchísimo más énfasis
a todo lo que se refiere al lavado de dinero y al financiamiento del
terrorismo. La política contra las drogas obviamente se va a seguir implementando
a través de las instituciones tradicionales pero se le va a poner un mayor
interés a todo lo que representa el financiamiento del terrorismo o a cualquier
grupo criminal que potencialmente pueda representarles un riesgo. El tema de drogas va a seguir
siendo importante como lo ha sido desde hace mucho tiempo, pero no se va a
oponer a que los estados sigan legalizando o regulando la mariguana. Pero como
sabemos, las redes criminales controlan un vasto mercado de drogas legales e
ilegales que va más allá de la mariguana. Ese tema, sin duda, va a seguir
pegando. Con mucho más énfasis en lo que se refiere a atacar a grupos
criminales que tengan vínculos con organizaciones terroristas que puedan
penetrarles la frontera. En ese sentido, el Plan Mérida va a tener que
reformularse muchísimo más para pegarle al problema del lavado de dinero
todavía más de lo que le han pegado.
–En estos tema ¿Cómo percibe
usted que será la relación entre México y Estados Unidos?
–Se les va a exigir muchísimo
más resultados a México en ese aspecto. Mucho más de lo que se le ha exigido
hasta ahora. La política y los dineros que vienen de Washington para atacar
estos problemas van a estar mucho más ligados a indicadores de desempeño a los
países que reciben ese dinero como México, Argentina o quienes sean y va a ver
mucho más condicionamiento en la política norteamericana de apoyo al combate
contra grupos criminales y en ese sentido el combate a la corrupción va a ser
mucho más enfatizado que antes. Será una relación diferente a la etapa que se
vivió entre los años 2009 y 2010 con Obama e Hillary Clinton. Ahora se tendrán
que replantear todos estos temas. Tengo entendido que grupos regionales de
coordinación de políticas y fiscalías están trabajando ya en los nuevos
planteamientos, que serán lavado de dinero, financiamiento de terrorismo y
corrupción política. Esto es lo que se ha comentado hasta ahora con definición.
–¿Cuál es su punto de vista
respecto al combate del crimen organizado en estos cuatro años de gobierno de
Enrique Peña Nieto?
–Todos los casos de éxito
relativo de combate a la delincuencia organizada han tenido mayormente un
componente político electoral, como ha sido en el caso de Italia e Indonesia.
Se han visto a decenas de políticos y empresarios que han sido procesados. Otro
ejemplo es Brasil. Lo que estamos viendo en esos países no se ve en ninguna
parte de México. En ese sentido si no se comienza a limpiar la estructura del
Estado de arriba hacia abajo poco se podrá limpiar hacia arriba. Entonces el
pacto de impunidad política que existe como estrategia en México termina por
blindar a los políticos y empresarios ligados a la mafia. De todas las
iniciativas que se han planteado desde el Ejecutivo, el Legislativo, desde todo
los ámbitos de poder en México, poco se ha logrado. Yo diría que hay retrocesos
bárbaros. La experiencia internacional dice que nunca se podrán reducir los
índices de delincuencia organizada en mercados tan diversificados como lo que
hoy existen en México. ¿Cómo puede ser que hayan asignado exponencialmente
mucho más flujo presupuestario a los García Luna, a la PGR y a las Fuerzas
Armadas y haya habido un incremento exponencial de la delincuencia organizada?
La respuesta es que en México ocurrió el fenómeno de la paradoja de la sanción
penal y esto lo dije en el año 2008. Las fallas han sido muy claras. Tomando
muestras de 107 países se puede concluir que aquellos pocos países que solo
apuestan a tirarle más dinero a la represión sin controles patrimoniales, sin
controles a la corrupción política, sin prevención social, lo que logran es
aumentar el presupuesto hasta en un 200% y como consecuencia de ello lo que
sucede es que la corrupción y la delincuencia organizada aumenta más que
proporcionalmente. Este es un fenómeno que hemos probado que se produce en
países que a lo largo de los últimos treinta años han caído en esa paradoja de
la represión y que básicamente consiste en agregarle presupuesto a más
represión con un Estado ampliamente penetrado por la delincuencia organizada.
Es por ello que el problema en México se agravó, pues entre más dinero se le
dio a García Luna en los sexenios de Vicente Fox y Felipe Calderón, esos
recursos fueron succionados a través de operaciones de corrupción que lo único
que produjo fue más delincuencia organizada, expresada en el gran poder que
alcanzaron los hermanos Beltrán Leyva, por ejemplo, y otros cárteles como
Sinaloa.
–Es evidente que en el
combate a la criminalidad y a la corrupción política nada se ha logrado con
satisfacción y mucho tiene que ver el llamado pacto de impunidad política que
usted cuestiona. Pero dígame algo: ¿Cómo está operando la delincuencia
organizada para frenar las acciones del gobierno de Enrique Peña Nieto? ¿Cómo
se comportó con Calderón y Vicente Fox? ¿También los neutralizó el crimen
organizado con su poder corruptor?
–Sin duda que hay fallas y no
las quieren corregir por conveniencia. Todo eso se debe a que cuando se le tira
más dinero y más represión a la delincuencia organizada lo que ellos hacen con
sus recursos financieros es reasignarlos a corromper más al Estado. Ellos
capturan pedazos de Estado y lo usan en operaciones en Guatemala, lo usan para
realizar operaciones en Estados Unidos y entonces aumenta la delincuencia
organizada. Pedazos del Estado pasan a formar parte de las redes criminales que
les permiten utilizar más pistas de aterrizaje desde México, más
infraestructura de producción, almacenamiento y distribución desde México y de
Centroamérica. Esta paradoja de la sanción penal en México causó un boom de
exportación criminal hacia otros países de Latinoamérica y, bueno, estamos
viviendo las consecuencias de esa paradoja de la represión. Entonces el secreto
está en aplicar estas medidas que romperían con el pacto de impunidad política
que existe en México y cuyos símbolos evidentes son Carlos Navarrete, Manlio
Fabio Beltrones, Miguel Barbosa, toda esta gente que no ha dado el brazo a
torcer para implementar mecanismos de control en el financiamiento de las
campañas políticas, auditorías a los partidos, a las candidaturas, todas estas
medidas que en democracias como la de Italia y Estados Unidos se aplican. En
México todavía estas medidas suenan a ciencia ficción, eso ha convertido a
México en un país con bajísimos costos operativos para la delincuencia
organizada y permite que cualquier grupo criminal se establezca en México con
la probabilidad casi cero de que pueda ser desmantelado. Son muy bajos en los
mercados laborales e informes de México. La informalidad en México sigue siendo
lo común, es la moneda de cambio corriente y esto para cualquier grupo criminal
del planeta es muy atractivo, México es el lugar ideal para operar y controlar
toda una región.
–Cuando usted habla de pacto
de impunidad quiere decir que buena parte de la estructura del Estado está
capturada por la delincuencia. Cuando usted habla de la delincuencia
constantemente voltea la mirada a la experiencia internacional. ¿Cómo se rompen
esos pactos de impunidad? ¿Qué nos dice esa experiencia internacional que usted
tanto refiere?
–Los componentes que han
hecho de Colombia, Italia, Brasil o Indonesia un caso relativo de éxito, en
México siguen estando ausentes. Son cuarenta y cinco instituciones ligadas a
cuatro dimensiones: la judicial, la de control patrimonial no penal, prevención
de la corrupción política electoral y la de prevención social de la
delincuencia. Todo estos instrumentos y mecanismos siguen ausentes en México. Y
están ausentes no por ignorancia sino porque romperían con el pacto de
impunidad política si se aplica y la clase política mexicana sigue gozando de
esa dolce vita que les permite seguir adquiriendo muchas casas blancas, gozar
de una vida política a perpetuidad y financiándose las campañas sin
cuestionamientos. Para romper ese pacto se necesita una crisis mucho más grave
que la que todavía sufre México lamentablemente. La gente de a pie ya lo viene
sufriendo pero la élite sigue estando aislada. Personajes como Carlos Slim,
Ricardo Salinas Pliego, entre otros magnates, todavía están divorciados de esa
realidad. No sufren las consecuencias que vivió la élite colombiana cuando yo
vivía en Colombia allá por los años noventa. No sufre ese dolor patrimonial en
sus propias vidas. Y en cuanto eso no suceda y esta gente sigue controlando las
telebancadas y a su senador y a su diputado, no darán su brazo a torcer y la
situación que vive México va a seguir como hasta ahora.
–México está sufriendo
severamente en su economía el derrumbe de los precios internacionales del
petróleo, amén de la corrupción imparable que ha terminado con buena parte de los
activos petroleros y casi pone en subasta a la empresa Petróleos Mexicanos.
¿Qué papel juega la delincuencia organizada en países en crisis como México?
¿Se potencializa el lavado de dinero y la inyección de capitales sucios en la
economía formal?
–La delincuencia organizada
se beneficia en las crisis económicas de manera enorme, como sucedió en Europa
en 2008, donde el crimen organizado otorgaba créditos a empresas y a los mismos
Estados, en muchos casos a través de la compra de bonos y es muy factible que
ocurra lo mismo con la delincuencia organizada mexicana. El único centro de
poder económico en México sigue prosperando debido a su gran diversificación.
Son las grandes familias, algunas que ya he nombrado, y los grandes grupos criminales que siguen
aumentando sus beneficios económicos a través de una gran diversificación y
exportación de sus bienes y servicios. Entonces, los grupos criminales en
México se perfilan como grandes fuentes de crédito al sector privado y a los
propios Estados que durante las crisis económicas siempre van a estar sediento
de crédito. Si le buscamos encontraremos que en Europa, por ejemplo, los
documentos que se han hecho públicos demuestran como la delincuencia organizada
italiana y rusa participaba en el financiamiento de bonos de gobierno, daba
créditos al sector privado. Entonces ese escenario es muy posible en México
también. Las grandes crisis económicas en realidad son olas de bonanza para la
delincuencia organizada, especialmente en un ámbito donde no hay controles patrimoniales,
como es el caso de México, y donde esos controles se neutralizan justamente
para alimentar el pacto de impunidad política del cual he hablado.
–¿Cuál es su diagnóstico
respecto del combate al crimen organizado en los estados de la República mexicana?
¿Considera que los gobernadores fallaron debido a las complicidades las
organizaciones criminales?
–Hay muchos exgobernadores
como Javier Duarte. México es un país que se fue feudalizando desde la época de
Carlos Salinas. Si, se fueron creando feudos, un poco retornando a la época
previa, un poco a la parte de la consolidación de la Revolución Mexicana, en
toda esa etapa se fue feudalizando el poder político en México. Y cuando digo
que hay varios Duartes es porque cuando voy a Chiapas, por ejemplo, y en un
operativo la policía estatal detiene a fiscales federales y los asedia para no
dejarlos hacer su trabajo, me refiero a funcionarios de la Fepade, pues veo
otro caso de un gobernador feudalizado. Habrá diferencias de matices entre los
gobernadores y diferencias en la escala de la corrupción, pero la
sintomatología del Javier Duarte es la moneda corriente, es lo normal, en un
país donde los controles políticos y autoritarios desde Los Pinos se fueron
desvaneciendo y cada gobernador feudal ejerce su autoritarismo y genera
crímenes de lesa humanidad dentro de su propio territorio. Entonces en esa
feudalización, la delincuencia organizada se beneficia muchísimo. Pasó, como
sabemos, de ser gestionada por una pirámide de comando y control desde Los
Pinos en los años cincuenta o sesenta, especialmente desde Miguel Alemán, hasta
que se fue desmantelando, descentralizando y derivaron en los feudos políticos
que se traducen en una delincuencia organizada de Estado a nivel regional.
Entonces Duarte es la moneda corriente, lo normal. Esperemos que la excepción
sea gente como Javier Corral (actual gobernador de Chihuahua), esperando que
sea honesto y que le vaya bien. Pero decía que lo normal es un prototipo como
Duarte en México, o sea, que a Duarte se le fue la mano porque las mismas
fuerzas que él y su padrino Fidel Herrera propiciaban lo terminaron devorando.
La política de gobierno de Herrera y su ahijado Duarte eran las mismas. Habían
generado mecanismos paramilitares de control del poder, después se les fueron
de las manos y generaron crímenes de lesa humanidad y asesinatos de
periodistas. Aquí la idea central es que no veamos a Duarte como una excepción:
veámoslo como la regla. Hoy en México
basta con que se comience una limpieza de Estado de arriba hacia abajo, al
estilo Italia o Colombia, y vas a ver como los gobernadores se comienzan a
cuadrar y a disciplinar nuevamente. Pero hasta que esa disciplina penal se
aplique y cuando comiencen a caer en la cárcel gobernadores, senadores,
diputados, al estilo Colombia o Italia, donde más del 50% de la clase política
fue encarcelada, hasta entonces la feudalización política va a continuar y los
Duartes dejarán de ser moneda corriente.
–Los casos de corrupción
acreditada en Veracruz, Sonora, Quintana Roo y Chihuahua, por ejemplo, dan
cuenta de una delincuencia organizada muy sofisticada, como bien apunta usted.
¿Pero quien sostiene en la impunidad a esa maquinaria tan perniciosa en el
poder?
–Para los que conocemos
Veracruz y denunciamos a Duarte cuando estaba en el poder, sabemos que el
Estado mexicano, en fragmentos como lo que representa Veracruz, se ha
transformado en delincuencia organizada de Estado, trasnacional, donde
personajes de las entidades federativas cometen crímenes de lesa humanidad
frecuentemente y con impunidad generan negocios billonarios, entonces Duarte
está en una escala mayor de esa sintomatología pero te encontrarás también con
otros gobernadores que todavía no están siendo procesados, que no están
prófugos y que han cometido delitos parecidos, especialmente en el orden
patrimonial, sobre todo con el esquema de las empresas fantasmas que te generan
además una deuda pública espantosa. Yo le decía hace algún tiempo a Carmen
Aristegui que si hacen auditorías a las deudas públicas de los estados se van a
encontrar con la delincuencia organizada más sofisticada de México. Y esas
auditorías no han comenzado, según tengo entendido. Ahí vamos a observar el
origen de la deuda pública. ¿Quién compra? ¿Quiénes venden la deuda? Ahí te
encontrarás con la delincuencia mucho más organizada que la de Sinaloa o la que
representa El Mayo Zambada. Un indicador sobre a cuales gobernadores habría que
investigar es justamente el aumento exponencial de la deuda pública
injustificada. Hay muchos indicadores que te apuntan a eso. Hace cuatro años
vengo diciendo esto y vemos que apenas están brotando todos estos escándalos de
corrupción. Hay un fenómeno que llama mucho la atención. Por ejemplo, Guillermo
Padrés, exgobernador de Sonora, se entregó a la justicia para enfrentar las
denuncias que enfrenta, pero da la impresión de que el pacto de impunidad, el
acuerdo, el contubernio con Peña Nieto es de tal magnitud que pareciera que a
estos exgobernadores corruptos se les procesa y al mismo tiempo se les protege.
La impunidad priva en un ambiente donde el Presidente de la República enfrenta
las consecuencias del modelo salinista que te hace feudalizar al país a través
de negocios que nadie controla desde Los Pinos y que convierte al Presidente en
un florero de adorno y que en el mejor de los casos es reducido a un gerente de
mafiosos que no tiene capacidad de mando. Y todo esto hace que el Presidente
mantenga en el poder a esta mafia hasta que se vuelven imposibles de tolerar
por presión internacional o por presión interna.
–¿Estamos ante una falta de
liderazgo? ¿Ante un caso de complicidad que maniata al Presidente para actuar?
¿O qué impide al Presidente aplicar la ley en estos casos de corrupción
política?
–El Presidente no tiene
capacidad mínima de poder controlar a esta gente. En el mejor de los casos los
gestiona políticamente pero es lo lamentable en los países que ven a sus estados
fragmentarse y desmoronarse, como es el caso de México, donde su presidente ya
no tiene la capacidad ni de despedir a alguno de estos gobernadores porque
todos se pisan la cola, muchas veces amenazan al mismo presidente en otros
países y no me llamaría la atención que suceda esto también en México. En
México hay una situación que no se va a resolver, insisto, sin que se genere un
pacto desesperado entre los que se queden de la élite y que no vean otra salida
más que comenzar a limpiar lo más obsceno y eso normalmente no sucede hasta que
los mismos miembros de la élite comienzan a ser asesinados o encarcelados en el
exterior y en donde nadie sabe quién va a ser el próximo. Y una vez que esto
sucede, entonces ahí sí los que no se quieren quedar sin silla comienzan a
proponer limpiezas parciales de lo más obsceno. Esto fue lo que sucedió, por
ejemplo, con Uribe en Colombia. Los colombianos no comenzaron a limpiar porque
sean ángeles sino porque se transformaron. No hubo ninguna transformación
religiosa en Colombia, simplemente se dieron cuenta que no sabían quien iba a
caer al día siguiente por la presión internacional que generó el caso Samper.
Había también mucha presión interna por el asesinato de candidatos a presidente
o ministros. Entonces esa situación de presión que genera la misma violencia
que la clase política mexicana propició con sus modelos mafiosos, esa misma
violencia les va a generar una presión para ir limpiando a los futuros Duartes
de México que aún quedan todavía como gobernadores o presidentes de asambleas
municipales. Y hasta que esas dinámicas mafiosas no se traduzcan en una
dinámica de limpieza no vas a encontrar una solución a esta tragedia que vive
México. Insisto: tendrá que haber una presión internacional e interna en México
para que haya cambios. Y esa violencia que hoy enfrenta México se está comiendo
a la clase política.
–¿Los cambios de gobernadores
implican cambios en las estructuras criminales?
–Si, aunque muchas veces las
estructuras criminales se heredan y se cuadran. Yo no espero, por ejemplo, que
Yunes (se refiere a Miguel Ángel Yunes Linares, gobernador de Veracruz) sea muy
diferente a Duarte en ese sentido. El tipo se va a ver sometido a una
estructura criminal que lo va a controlar y él se va a dejar controlar para poder
sobrevivir políticamente. Insisto: tiene que hacer una limpieza desde el centro
hacia afuera y de afuera hacia el centro y bajo condiciones que todavía en
México no se están dando. Y lamentablemente no creo que se den en el corto
plazo. Los mecanismos de control patrimonial de los financiamientos de
candidaturas políticas, las formas en que se elaboran las listas en México,
todo esto representa una invitación abierta a las redes criminales de cualquier
lugar del mundo para llegar a México y establecerse con protección política y
sin límites. Es muy fácil ser mafioso hoy en día en México. Es muy, muy, pero
muy fácil. No tienes que ser una persona muy original ni muy creativa para ser
mafioso. Las reglas están totalmente definidas para que un político llegue al
poder. Aun cuando está fuera del poder formal, salvo que, insisto, se le se le
salgan de control sus mismas fuerzas paramilitares que ellos crean y sostienen.
En el caso de Duarte fue así. En Chiapas, sin embargo, hay una pax mafiosa
bastante bien controlada por la gente del gobernador Manuel Velasco. Hay que ir
monitoreando a cada uno de estos gobernadores, pero básicamente no los vas a
sacar de ahí sin entrarles con investigaciones patrimoniales muy fuertes y
además es muy claro que desde el exterior las agencias de inteligencia, los
agente de la DEA, que conocen las cloacas de esta gente esperan que se vayan
del poder para comenzar a procesarlos, acusarnos e iniciarles una acusación
formal y eso ellos también lo saben.
–Es un escenario harto complicado
este de la delincuencia organizada en el poder. Pero hay otra realidad: el
papel de las policías en el combate a la inseguridad pública. ¿Cómo ves este
panorama? ¿Cómo analizas el papel de las Fuerzas Armadas en el combate al
crimen organizado?
–En todos los países donde
hay policías, jueces o fiscales empezaron a funcionar bien cuando los gobiernos
limpiaron primero a su clase política. La realidad te dice que no puedes
esperar que haya una policía relativamente limpia y efectiva si antes no se toman
esas medidas. Los órganos de control político de esas estructuras de policías
son mafiosos. Normalmente tu encuentras que la gente en Colombia, por ejemplo,
se olvida que en 1994 hubo una reforma constitucional en ese país que sentó las
bases a las policías que encabezaba José Rosso Serrano. Se trataba de las bases
que luego dieron pie a la reforma judicial del año 2001. Con la reforma
constitucional de 1994 se comenzó a limpiar la clase política de Colombia y esa
reforma política de listas abiertas en Colombia y de controles de
financiamiento, lamentablemente todavía ni se ha planteado en México. Y no
esperemos que surja ninguna policía, ningún ejército, ninguna Fiscalía limpia y
que no sea mafiosa si el sistema político sigue siendo mafioso y eso lo vimos
perfectamente bien cuando se propuso el Sistema Nacional Anticorrupción, sobre
el cual dije que había nacido muerto. Y nació muerto porque no puedes pretender
que mafiosos generen un sistema nacional anticorrupción entre ellos mismos. Es
una contradicción. Yo quiero pensar que la sociedad civil que participó en ese
show no son mafiosos sino solamente estúpidos. Entonces no puedes pretender una
cosa así. No esperemos ningún modelo político ni ningún modelo de Fiscalía que
funcione en México, mientras tengas un sistema político que obedece al
financiamiento de campañas con dinero sucio y que obedece también para colocar
a caciques y mafiosos en las listas de campañas. Entonces tienes que comenzar.
La experiencia internacional dice que la secuencia de las reformas comienzan
como en Colombia con la reforma, primero política, para limpiar las
estructuras, un órgano de limpieza para controlarlas con órganos democráticos
supra autoritarios y después le entras a las reformas policiales, judiciales y
administrativas. Lo mismo hizo China: primero fue la reforma política de la
concertación y después vinieron las reformas técnicas judiciales. México quiere
colocar la carrera por delante del caballo, por eso no funciona, porque la
clase política mexicana se niega a reformarse. Siguen con las simulaciones de
reformas policiales y judiciales. Entonces los que hemos estado trabajando en
reformas judiciales por 35 años ni siquiera participamos en las reformas
judiciales mexicanas porque sabemos que son una farsa mafiosa. Cualquier
persona que dice ser experto y que participa en una reforma judicial mexicana o
es un idiota o es un mafioso. Simplemente está defraudando al pueblo mexicano.
Entonces las reformas políticas vienen primero para que después los políticos
que queden y tengan incentivos para generar reformas judiciales de primer
mundo. No veamos ningún tipo de esperanza en las reformas que se avecinan sin
una reforma política previa.
–¿Qué se necesita en México
para implementar una reforma de esta naturaleza?
–Voluntad de hacerla. Es
principalmente una ley electoral que abra las listas, como te mencioné antes,
para que sea a través de votos abiertos de los miembros de partidos, con
controles patrimoniales de tres tipos: un control patrimonial del Legislativo,
un control patrimonial del Ejecutivo, sobre los partidos y candidaturas, un
control de auditoría patrimonial de la sociedad civil, como en Brasil, como en
Estados Unidos, como en cualquier democracia, y controles patrimoniales que
todavía no existen y son ciencia ficción. Cuando le mencionas todo esto a
personajes como Monreal, Anaya, Madero, entre otros, y les mencionas este tipo de auditorías, se
te ríen en la cara. Lo consideran un chiste y después te felicitan por la buena
idea y nunca más vuelven a hablar del tema. Entonces en este tipo de ambientes
no esperes una reforma policial ni judicial que de algún tipo de indicador de
efectividad como los que yo he venido demostrando en mis trabajos científicos,
porque no los vas a encontrar. La secuencia de las reformas las plantean mal en
México no porque sean estúpidos sino porque la impunidad prevalece y no quieren
dar el brazo a torcer con este tipo de controles. Entonces te siguen bailando
con las reformas judiciales. No hay ninguna reforma judicial del planeta que haya
dado resultado en cuanto a calidad de resoluciones, mayores ejecuciones de
sentencias sin que antes no haya existido una reforma política previa de
limpieza. No existe.
–Está muy claro, don Edgardo.
Se tiene que sanear la estructura de poder para que esto fluya de otra manera.
¿Ve usted que esa salida esté próxima en México?
–Así es. Los jueces y policías le responden al sistema
político. No son burbujas, planetas independientes. En ese sentido me llama la
atención que algunos amigos míos que quiero mucho les digo: ¿Por qué te rompes
tanto la cabeza con la reforma judicial mexicana? Sabes que no te van a dejar
implementar nada con un sistema político mafioso como el de México. Es una
situación que hay que revertir. Este cambio no parece que esté cerca en México,
menos cuando la clase política se niega al cambio. El pacto de impunidad de
fortalece. Insisto: Ningún mafioso en el poder o en el Congreso va a
implementar leyes para actuar en contra de sí mismo. Estas leyes, como que
aprobaron contra la corrupción, es un circo, una simulación más del poder
mafioso.
(SIN EMBARGO/ OPINION/ RICARDO RAVELO ABRIL 7, 2017 -
12:04 AM)
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