Las rutas son más largas y los cruces se
han vuelto más peligrosos, pero siguen pasando
Intentan cruzar de manera ilegal. Foto:
El Universal
Phoenix (EE.UU.), 23 mar
(EFE).- El endurecimiento de la política migratoria estadounidense ha hecho que
el cruce clandestino de la frontera desde México sea más costoso, largo y
peligroso, pero, pese a todo, los inmigrantes indocumentados siguen llegando,
según los habitantes de la zona fronteriza.
Debido a que la vigilancia se
ha extremado y al anuncio de la contratación de más de 5.000 agentes del
Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) realizado por el presidente
Donald Trump, las tarifas de los "coyotes", como se conoce a los
traficantes de personas en la frontera, han aumentado.
"Si antes había seis
policías de migración cuidando todo el cordón de la línea divisoria, ahora hay
22 divididos en diferentes horarios", dice a Efe Altagracia Tamayo
Madueño, fundadora del albergue para inmigrantes Cobina, ubicado en Mexicali
(México).
Como consecuencia del aumento
de la vigilancia, las tarifas de los "coyotes" han aumentado de
manera "exorbitada", pero aún así la gente sigue cruzando, subraya.
"Definitivamente los
'polleros' (traficantes) se han visto más beneficiados con estos cambios,
porque ahora aumentaron sus tarifas de 5.000 dólares a 12.000 dólares, el más
baratero te va a cobrar 8.000 dólares", afirma Tamayo.
El mexicano Santos Olea, que
en los últimos cuatro meses ha intentado cruzar cuatro veces a EE.UU., pero en
todas ha fracasado y la última fue deportado y advertido de que si vuelve irá a
la cárcel, corrobora lo que dice la fundadora del albergue.
Olea aseguró que los costos
son muy elevados, las rutas son más largas y los cruces se han vuelto más
peligrosos.
Con la vista puesta en el
enorme cerco de hierro que separa Mexicali (México) de Calexico (California),
Olea relató a Efe que sus intentos por alcanzar el "sueño americano",
todos realizados por la sierra de Tecate (México), se han desvanecido.
Ahora deambula con una
mochila desgastada, lo único que le queda, por la zona centro de la ciudad
fronteriza mexicana, intentando recabar lo necesario para pagar su boleto de
regreso a casa.
"Con tanta vigilancia se
ha vuelto más difícil (...), lo intentaría otra vez pero me da miedo que me
arresten", dijo.
Olea explica que los
traficantes deben llevar ahora a los inmigrantes por rutas más largas y en horarios
nocturnos.
"Están alargando el
tiempo, antes mirabas que los cruzaban a plena luz del día, ahora se cuidan
más, usan vías alternas que habían dejado de usar porque se les calentaba el
cuadro, ahora la vuelven a retomar, por ejemplo los que cruzaban inmigrantes
por la sierra de Tecate, ahora le sacan la vuelta a la sierra", explicó.
Pero aclaró que hay rutas que
no se pueden cambiar, como las de Sonora, donde el cruce tiene que ser por el
desierto de Altar y donde por el calor los riesgos para los inmigrantes se
incrementan.
En Tijuana, ciudad del estado
de Baja California, que conforma la zona metropolitana transnacional más grande
de México, ya que colinda con Tecate, Rosarito, en México, y con San Diego, en
California, hay más opciones para realizar cambios de rutas, añadió.
Daniel Martínez, nacido en El
Salvador y deportado hace tres meses desde Los Ángeles (California), comenta a
Efe que debido a lo mucho que le piden los "coyotes" por el cruce no
ha podido regresar a Estados Unidos.
"Ahora todo es más
difícil, te piden miles de dólares, las caminatas son más largas y por sitios
mas peligrosos, es una batalla cruzar", subraya.
Explica que los
centroamericanos tienen que huir de sus países por la pobreza, la violencia y
el narcotráfico, pero ahora sus opciones para lograr una mejor vida se han
visto reducidas en las fronteras por la extrema vigilancia y la ambición de los
"coyotes".
MURO FRONTERIZO
Atrás quedaron los tiempos en
que cientos de indocumentados cruzaban a plena luz del día por el cerco
fronterizo, dice a Efe Antonia Vázquez, una residente de Calexico, quien vive
hace 25 años al lado de la línea divisoria entre ambos países.
"Antes estabas en una
piñata y de repente veías a la gente corriendo, por todos lados corrían en
manadas, eso sí, siempre ha habido patrullas y vigilancia. Se metían hasta en
los botes de la basura para esconderse, recuerdo que se murieron dos personas
deshidratadas en tiempo de calor adentro de los botes", narró.
Francisco Lizalde, con diez
años viviendo en la frontera, comentó que los "coyotes" están por
todos lados y cuentan con conexiones, por lo que los cruces no disminuyen: solo
lo hacen con más cautela.
Mientras Juan García
Elizalde, sentado en una banca ubicada a unos metros de la frontera, asegura
que aunque pongan un gran muro y miles de agentes fronterizos, la gente seguirá
cruzando.
"Los ilegales nunca se
acaban, si este viejo Trump nos pone muros, no importa, nosotros ponemos
escaleras y pasamos, el mexicano por donde quiera se brinca", asegura.
(El Debate/REDACCION/ EFE/ 23 DE MARZO 2017)
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