Esta semana en Guasave, Sinaloa y El
Fuerte: torturas, asesinados, desaparecidos, tiroteos en las calles…
La población civil de los
municipios de Guasave, Sinaloa y El Fuerte, en el norte de Sinaloa, entró en
pánico debido a la serie de tiroteos en las calles transitadas y a plena luz
del día, de los asesinatos a sangre fría y de las privaciones de la libertad
que se incrementaron en la víspera de las elecciones locales.
El horror se incrementó
cuando las fuerzas policiales se pasmaron ante los cruentos hechos, y peor aún,
cuando éstas fueron involucradas en el ataque, por omisión y complicidad. Se
llegó al clímax del espanto cuando los gobiernos de los tres municipios
minimizaron los hechos y aseguraron que la situación de inseguridad pública “es
normal”.
La escalada de violencia tuvo
su auge en Estación Naranjo, una zona marginal de la confluencia de los
municipios de El Fuerte, Sinaloa y Guasave, y que es cuna del gobernador Mario
López Valdez.
Siendo una zona netamente
agrícola, pero puerta obligada para arribar a la zona productora de mariguana y
amapola de la serranía del municipio de Sinaloa, las calles del centro de
Estación Naranjo se convirtieron en zona de guerra durante al menos 10 minutos,
cuando un grupo de gatilleros, que presuntamente defendía la plaza, emboscó a
otro que aparentemente recién la acababa de invadir, resultando tres muertos a
balazos.
Tras el tiroteo y en
presencia de impávidos policías municipales y estatales, uno de los grupos
armados retornó al lugar, estudió la fisionomía de los muertos, arrastró los
cadáveres y se los robó, evitando que la autoridad ministerial diera fe del
fallecimiento
De acuerdo con testigos, el
tiroteo sucedió alrededor de las 12:00 horas del pasado jueves, en el cruce de
Morelos y Bruno B. García, intersección que inicia la carretera hacia el
poblado Ocoroni.
En el lugar quedaron
abandonadas y con las portezuelas abiertas dos unidades de color blanco, y
ambas de modelo 2016. Se trata de una Jeep línea Cherokee, que según informe
policial fue robada con lujo de violencia en Guasave, y una Volkswagen tipo
Amarok, despojada a mano armada en Los Mochis.
Tras el tiroteo, la población
se sumió en un nervioso mutismo.
Hasta ahora, la información
oficial del caso es confusa, pues indica el hallazgo de las unidades, rastros
de sangre, residuos de masa encefálica, chalecos tácticos, un fusil, y más de
cien cascajos percutidos.
“Solo encontramos dos
camionetas impactadas por proyectiles de armas de fuego y rastros de sangre. En
estos momentos las investigaciones se realizan en la zona, y hay grupos de
ministeriales en busca de los autores y en el rastreo de probables víctimas.
Las unidades coinciden con las características de otras que participaron en
algunos hechos violentos”, informó Arnoldo Serrano, subprocurador regional de
justicia.
El tiroteo fue la conclusión
de una semana de horror para esta zona, pues el 17 de mayo había comenzado en
la vecina sindicatura de San Blas, El Fuerte, con el secuestro de José Miguel
Ruiz, hijo del coordinador del sistema Enlace Magisterial y regidor en el
Ayuntamiento de El Fuerte, Mario Ruiz. Este es el segundo plagio que sufre la
familia del político.
Al día siguiente, el
miércoles 18 de mayo, se montó un operativo de búsqueda y rescate con las
policías municipales de Ahome, Guasave y El Fuerte, con apoyo de la Policía
Ministerial acantonada en San Blas.
En un retén que ese grupo de
persecución de secuestradores había instalado en la intersección de las
carreteras secundarias Los Mochis-El Fuerte-ramal San Blas-Ocoroni, fueron
levantados los jóvenes primos Jesús Alberto Pérez Beltrán y Julio César Beltrán
Ramos, de 23 y 20 años, respectivamente, ambos residentes del poblado Los
Tablones, Sinaloa, y hacia donde se dirigían para recoger un dinero. Fue la
última vez que se les vio con vida.
En una denuncia de
desaparición forzada interpuesta en la Comisión de Derechos Humanos de Sinaloa
Zona Norte, Aracely Sepúlveda Sauceda informó que la familia de ambos contó que
de acuerdo con testigos, los primos fueron vistos siendo auxiliados por
patrulleros pues la motocicleta en que viajaban se había ponchado.
En informes oficiales, las
cuatro corporaciones policiacas involucradas en la operación del rescate del
secuestrado negaron haber consumado la detención de los primos, y minimizaron
la denuncia.
Una semana después, el
miércoles 23 de mayo, los cadáveres de los primos fueron encontrados en las
polvorientas calles del poblado Jiquilpan II. Habían sido torturados durante
siete días, pues la noche anterior se dejaron oír los rafagazos de fusiles.
Sobre los cuerpos, los victimarios dejaron un mensaje: “Esto les pasará a todos
los chapulines”.
La familia de los primos
desmintió esa imputación y denunciaron que era una maniobra policial para
evadir la responsabilidad de la desaparición forzada y ahora asesinato de los
muchachos, que trabajaban como choferes de un camión de traslado de
estudiantes.
Cinco horas después del
hallazgo de los cuerpos de los primos, tres hermanos originarios del mismo
poblado, pero residentes de la colonia La chuleta de San Blas, que resultarían
ser el padre y dos tíos de Julio César (uno de los primos asesinados). Santos,
Enrique y Emigdio Rosalío Beltrán Beltrán, de 48, 32 y 25 años de edad,
respectivamente, fueron también perseguidos y privados de la libertad en forma
violenta. Acompañado de mujeres, que resultaron ilesas en el atentado, viajaban
en una camioneta rumbo a Los Mochis para identificar a los jóvenes asesinados,
pero desaparecieron en la sindicatura de Mochicahui.
Hasta ahora, las autoridades
no han brindado información sobre los crímenes a los cinco miembros de una sola
familia de Los Tablones, Sinaloa.
POLVOS DE AQUELLOS LODOS
Esa comunidad ganó fama en la
década de los 80, cuando Francisco Labastida Ochoa gobernaba Sinaloa. Por
primera vez en la historia estatal, un gobernador había reestructurado la
entonces intocable Policía Judicial del Sinaloa. Las equipó con patrullas
Chevrolet Cheyene, descontinuó las viejas carabinas M-1, escopetas calibre 12 y
los revólveres, para armarlos con AR-15 largos y pistolas; desechó las añejas
radios de comunicación y los dotó de radios que por primera vez encriptaban la
señal, y uniformó a los policías. También trajo mandos chilangos.
Los nuevos mandos crearon
grupos para cazar a presuntos gavilleros conocidos como los Gamma. Y uno de los
comandantes a cargo más sanguinarios era Joel Velazco Flores, un mochitense.
Los gavilleros estaban convertidos entonces en los principales delincuentes
comunes de la entidad por constantes asaltos bancarios, secuestros de
agricultores y atracos a tiendas de raya de empaques.
En la zona norte, sobresalía
uno: Miguel Ángel Beltrán Lugo, conocido por los apodos del Ceja Güera, o el
Güero, y cuya zona de confort estaba desde San Blas y El Fuerte, pasando por
Los Tablones, El Gallo, Ocoroni, Estación Naranjo y la cabecera de Sinaloa,
hasta Guasave; y tomó a Mochis como su ciudad de descanso.
En 1988, Velazco Flores
incursiona en Los Tablones y asesina a tres muchachos de apellido Beltrán,
emparentados con Miguel Ángel Beltrán. Un año después, en la zona de tolerancia
de San Blas, un policía municipal mata a sangre fría a otro primo del entonces
ya conocido gavillero y éste responde con la misma violencia, y extrae de los
grupos policiales a los que consideraba responsables, y termina masacrándolos
bajo las torres de alta tensión del poblado Jiquilpan II, el mismo sitio en
donde los primos serían encontrados sin vida, 27 años después de aquellas
primeros asesinatos masivos.
Después, Velazco y Beltrán se
encuentran en La Mojonera, Sinaloa. Se enfrentan a balazos. El policía recibe
un tiro en la cara, pero sobrevive.
Ya como lugarteniente de Joaquín
Guzmán Loera, el Chapo, fundador del Cártel de Sinaloa, Miguel Ángel Beltrán
Lugo es asesinado a balazos en el penal del Altiplano, en Almoloya de Juárez,
Estado de México, el 6 de octubre de 2004, en tanto que Joel Velazco Flores
muere de un tiro en un negocio de renta de videos, en Guamúchil.
No son todas las muertes
masivas que sacudieron a Los Tablones, pues en el 2005, cuatro mujeres, una de
ellas embarazada, fueron asesinadas a balazos en una emboscada, que entonces
fue ligada a una venganza por un homicidio anterior.
Quienes cayeron abatidas por
ráfagas de rifle de asalto AK-47 cuerno de chivo, fueron identificadas como
Marina Román Sauceda, de 52 años, Blanca Gallardo, de 40 años; Claudia Román
Gallardo, de 18; y Claudia Pérez Beltrán, de 26, esta última aparentemente
hermana de Jesús Alberto Pérez Beltrán, uno de los primos asesinados
recientemente.
GUASAVE, ZONA DE MIEDO
La población de este norteño
municipio se encuentra bajo zozobra constante debido a macabras decapitaciones,
desaparición de personas y la tortura a funcionarios municipales, ante un
ayuntamiento pasivo y la falta de respuesta policial.
Lo más reciente fue la
privación de la libertad, golpiza y liberación del adolescente Juan Alfonso,
“N”, de 16 años, en la comunidad de Pueblo Viejo, y la ausencia de Obed Aarón
Meza Miranda, de 26 años, quien vive en el poblado Ruiz Cortines número 2.
Ambos fueron capturados por hombres armados, señalan escuetos informes
policiales.
A estos dos casos se suma la
desaparición, tortura y posterior liberación del comisario municipal del campo
pesquero el Huitusi, Isidro Acosta Sepúlveda, de 39 años; la ausencia forzada
del biólogo pesquero Alejandro Nolasco Orta, desde el 6 de mayo en el campo
pesquero La Pitahaya, y el abandono de una cabeza humana dentro de una hielera,
en la calle Japaraqui, entre Uno y Dos, en Juan José Ríos.
Aunado a todo, el dirigente
estatal del Partido Sinaloense, Héctor Melesio Cuen Ojeda, denunció que
miembros de la delincuencia organizada le impiden realizar campaña electoral en
Batamote, Guasave, y en el municipio de Sinaloa.
POLICÍA ENREDADA
—Los primos Jesús Alberto Pérez Beltrán y Julio César
Beltrán Ramos, de 23 y 20 años, respectivamente, desaparecieron en mayo. La
familia culpa a las policías de Ahome, Guasave y El Fuerte.
—En febrero, después de ser perseguidos por policías
de Ahome, desaparece en Juan José Ríos la pareja de Zumiko Lizbeth Félix Ortega
y Eduardo González Rodríguez.
—En diciembre del 2015, los culichis Sergio Ernesto
Ceballos López, Carlos Omar Pérez Rodríguez, Jesús Ceballos López y Francisco
Antonio Ceballos Jiménez, desaparecen después de ser detenidos por la Policía
de Ahome.
—En junio del 2015, los jóvenes David Mendoza Marín,
Margarita Marín Yan y Alfredo Elías Marín Bustos, desaparecen después de un
chequeo de rutina de la policía de Ahome.
Mirna Nereyda Medina
Quiñónez, líder de “las Rastreadoras” asegura que en el 90 por ciento de los
200 desaparecidos en el norte de la entidad hay involucrado al menos un
policía.
(RIODOCE/ Luis Fernando Nájera/ Los
Mochis / 29 mayo, 2016)
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