Más enfermedades
No sólo no disminuyó ni se
estabilizó el nivel de afectación en la salud de las personas que viven en los
pueblos aledaños al Río Sonora, luego del macro derrame de metales pesados en
2014, sino que aumentaron las enfermedades al detectarse más casos de cáncer en
la piel, y de daños en riñón e hígado.
Los habitantes de la zona
afectada y un equipo de profesionales de la salud de Estados Unidos entregaron
un diagnóstico realizado en seis de los ocho puntos geográficos que conviven
directamente con el cauce del agua envenenada desde el 6 de agosto de 2014, por
la ruptura de un contenedor en la mina Buenavista del Cobre, concesionada a
Grupo México (GM), del empresario Germán Larrea, ubicada en Cananea.
Guadalupe Poom Rentería,
radicada en Ures, denunció que hay familias enteras con deterioro en su salud,
y resaltó que el hijo de una vecina, Gabriel Bavichi Tarango, que padece
síndrome de Down, agravó su condición “por una contaminación que él no se
buscó”, por lo que se potencializa su necesidad de atención al haber adquirido
padecimientos por la mala calidad del agua.
Cobre y aluminio son los
principales metales que han salido a relucir en la sangre de quienes han tenido
los recursos para hacerse exámenes en laboratorios particulares, pues los
practicados con recursos del fideicomiso creado por GM no contienen los
análisis especializados que detectan presencia de metales en el cuerpo humano.
Hay desesperación, pero
también desolación, pues la confianza en el Gobierno mexicano ya la perdieron.
Sin embargo, la visita de la misión humanitaria de EU, compuesta por
sindicalistas, personas de la academia, profesionales de la salud y
periodistas, les hace recuperar un poco la esperanza.
La economía por los suelos y
sin generación de empleos, aunque ha habido promesas de maquiladoras, de
talleres, pero no llegan.
Martha Aguirre Valenzuela, de
Tahuichopa, dijo que hay muchas personas enfermas que no han recibido atención
médica, y que quienes se han atendido en la Unidad de Vigilancia Epidemiológica
Ambiental (UVEA) han sido amenazados de que les retirarán el apoyo monetario si
van a Hermosillo o a otro lugar a pedir una segunda opinión médica.
Luz María Domínguez Peralta,
de Mazocahui, mostró los resultados de exámenes particulares practicados a sus
nietos. La niña de dos años de edad muestra presencia de arsénico, cobre,
manganeso y cadmio en la sangre. El niño de 10 tiene plomo, arsénico, cobre,
manganeso y cadmio.
Los estudios se los hicieron
en la UVEA, pero Luz María dijo que desconfía de su veracidad, pues en un
segundo examen de la misma institución el niño tuvo presencia cero de metales.
“Se le quitaron por arte de magia”, ironizó la mujer, pues no han tenido
tratamiento, sólo les recetan hierro.
El niño ha presentado
sinusitis muy aguda, y ya requirió de lentes, le practicaron una tomografía,
todo pagado por sus propios medios, pues la UVEA no los hace. La clínica nada
más es un “parapeto” para tapar la realidad, criticó Domínguez Peralta.
A la madre de los niños se le
está cayendo el cabello, a Luz María le aparecen moretes en la piel sin
explicación alguna, y su hijo, que trabajaba como guardia de seguridad en la
UVEA, ya presentó cáncer de huesos.
Tanto autoridades como
población afectada tienen claro que una de las medidas urgentes es la
instalación de plantas potabilizadoras de agua que eliminen los metales
pesados, pero a la fecha sólo se ha construido una planta tratadora en
Bacanuchi, que aunque fue inaugurada el pasado 4 de febrero aún no opera.
El equipo de EU entrevistó a
mineros y visitantes de Cananea, pobladores de Bacanuchi, Tahuichopa,
Baviácora, Ures, Topahue y El Molinito.
Entre sus conclusiones expuso
que el Gobierno mexicano debe exigir a la empresa minera la instalación de clínicas
accesibles a las comunidades rurales para su valoración y atención médica
adecuadas.
GM debe pagar por el costo de
los daños ocasionados a la salud de las familias del Río Sonora. También debe
erogar el costo de la limpieza y remediación del afluente, así como compensar a
las familias y comunidades afectadas, incluyendo la pérdida de sus cosechas y
el costo para proveer agua de riego y para consumo humano.
En tanto, habitantes
denunciaron que el fideicomiso creado para reparar los daños se utilizó aparentemente
para limpiar el río, lo cual no ha sucedido pues –aseguraron– la tierra fue
removida superficialmente y al escarbar un poco, tierra y agua están igual de
contaminadas que el día del macro derrame. “Ahí están la tierra y el agua
amarilla y espesa”, acusó Luz María Domínguez.
(DIARIO DEL YAQUI/ Silvia Núñez Esquer /
APRO-CIMAC/ 12 DE ABRIL 2016)
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