Antes de cumplir sus primeros
dos meses en Los Pinos, el presidente Enrique Peña Nieto presentó en Chiapas la
Cruzada Contra el Hambre. Para darle legitimidad al ambicioso plan, la entonces
secretaria de Desarrollo Social, Rosario Robles, invitó al expresidente Luiz
Inácio Lula da Silva, que había lanzado más de una década antes en Brasil su
mundialmente ovacionado, pero internamente cuestionado programa Hambre Zero.
Era abril de 2013.En octubre de ese año, cuando en el equipo de Peña Nieto se
deslumbraban con Brasil, el Presidente recibió en Los Pinos a Marcelo
Odebrecht, presidente de la constructora más grande en América Latina, quien le
tocó música en sus oídos.
Durante los próximos cinco
años, ofreció Odebrecht, la compañía brasileña invertiría en México 8 mil
millones de dólares. Muy pocos sabían en aquel momento que los dos brasileños
estaban conectados, aunque por las razones menos deseables. El año pasado se
empezó a desenmarañar su relación y sus responsabilidades en el mayor escándalo
de corrupción en la historia de Brasil, como resultado de la investigación
llamada Operación Lavacoches, que realiza la Policía Federal brasileña desde
2014, abrió recientemente una nueva línea de investigación para determinar si
la empresa Odebrecht pagó viajes de Lula por todo el mundo para cabildear en su
nombre y abrirle nuevos mercados.
La Fiscalía brasileña ya
solicitó al Instituto Lula en Sao Paulo, que le entregue toda la bitácora de
viajes del expresidente, de 2011 a 2014, para poder determinar si existe una
relación entre sus giras y las nuevas inversiones del conglomerado constructor.
Los países donde se ha enfocado la investigación hasta ahora son Angola, Cuba,
Panamá, República Dominicana y Venezuela, pero los viajes que realizaron los
dos a México en 2013, también se están revisando.
La relación de Lula con
Odebrecht y sus conexiones mexicanas han vuelto a emerger por la puerta de la
ignominia. La semana pasada fue encontrado culpable de haber pagado más de 30
millones de dólares de sobornos a ejecutivos de la empresa petrolera Petrobras,
a cambio de obtener contratos e influencia, por lo cual la Fiscalía le ordenó
resarcir 2 mil millones de pesos. Este fallo sólo añadió problemas para el
presidente del conglomerado, quien desde junio pasado está preso, luego de que
un juez lo encontrara culpable de lavado de dinero, corrupción y conspiración.
Odebrecht manejó la compañía desde la cárcel, hasta que en diciembre finalmente
renunció a la presidencia.
El detonante de los
escándalos en 2014 coincidió con la expansión empresarial de Odebrecht en
México. Aunque la constructora había trabajado en México desde 1992, no fue
sino hasta los tres últimos años cuando intensificó su expansión. Odebrecht
escogió Veracruz como su principal objetivo, y en 2013 anunció inversiones por
5 mil millones de dólares para un clúster petroquímico en Coatzacoalcos. El
Gobernador de Veracruz, Javier Duarte, estaba eufórico. En mayo de 2014, con el
mayor escándalo de corrupción en la historia de Brasil encima, presumió
ampliamente que había comido con Odebrecht. En diciembre de 2015, con los
dominós cayendo por la corrupción de políticos y empresarios en Brasil, se le
otorgó a Odebrecht y su socio catalán, Interagbar, la concesión para operar los
servicios de agua y saneamiento en Veracruz.
El negocio de Odebrecht
después de la visita del presidente de la compañía y de Lula, estaba a todo lo
que daba en México, pese a que en Brasil, 54 políticos habían caído en
desgracia por la corrupción, junto con los presidentes de las dos principales
constructoras de esa nación. Veracruz no fue el único gobierno que se casó con
el conglomerado brasileño, En 2014, Pemex le adjudicó un contrato de 935
millones de dólares para desarrollar el gasoducto Los Ramones II Norte a través
de la Sierra Madre Oriental, y en diciembre pasado, la petrolera mexicana firmó
con ella un contrato por 115 millones de dólares para obras de ampliación de la
refinería “Miguel Hidalgo” en Tula, Hidalgo.
Los escándalos de corrupción
de Odebrecht no causaron inquietud en México. El director general de Odebrecht
Infraestructura en México, Luis Weyll, dijo en ese entonces que las
imputaciones sobre su presidente se aclararían en seis meses máximo. Las
operaciones en México, afirmó, seguirán. Weyll estaba totalmente confiado. La semana
pasada escaló la Operación Lavautos con la detención por tres horas de Lula y
el allanamiento de decenas de viviendas, una de ellas que pagó Odebrecht en una
zona muy afluente en Sao Paulo, a cambio de favores políticos.
¿Cuántos de ellos se dieron
en México? La investigación lo determinará. El dúo de brasileños actuando en
2013, repitió una rutina que había hecho antes en Cuba, cuando de la mano de
Lula, reconoció Odebrecht en una declaración a la prensa, jamás hubiera podido
comenzar a trabajar en aquella nación. La expansión acelerada en México se dio
sólo después de que Lula habló en el arranque de la Cruzada Contra el Hambre.
Los detalles de ese viaje fueron solicitados por la Fiscalía brasileña a
Itamaraty, como llaman al Ministerio de Relaciones Exteriores, que deberá
entregar todos los telegramas y reportes de su Embajada en México sobre el
viaje de Lula, relacionado o no con Odebrecht. Una vez que los analice,
determinará si, como en el caso de las cinco naciones, abre formalmente una
investigación sobre corrupción y tráfico de influencias en México.
(ZOCALO/ COLUMNA “ESTRICTAMENTE PERSONAL”
DE RAYMUNDO RIVA PALACIO/ 11 DE MARZO 2016)
No hay comentarios:
Publicar un comentario