Naamu es un cachorro de siete
años, nacido en cautiverio y entrenado para bailar, saludar, hacer piruetas,
jugar y hasta ‘cantar’. Ulises es mayor, tiene 18 años y una agilidad y fuerza
sorprendentes para emerger del agua y girar en el aire. Son los lobos marinos
del delfinario de Guaymas, acaso el único delfinario del mundo que… no tiene
delfines.
Este par de animalitos Naamu
y Ulises fue casi lo único que logró salvarse del huracán Memo que azotó Sonora
durante los pasados seis años. El delfinario se encuentra desolado, el estanque
de los delfines vacío.
Fue una obra construida en el
gobierno de Eduardo Bours con el objetivo de ofrecer terapias a niños autistas
y con otros problemas sicomotores. Los delfines también hacían exhibiciones de
sus destrezas, en espectáculos por los que se cobraba la asistencia a fin de
recuperar una cuota de mantenimiento.
Por razones que sería largo
recordar aquí, los delfines ya no están y por lo tanto, tampoco las
delfinoterapias. Sólo andan por ahí Ulises y Naamu, que ayer salieron a dar su
show, pero antes, este último se acercó a decirle algo al oído a la gobernadora
Claudia Pavlovich. Quizás a darle las gracias por el anuncio que recién había
hecho, en el sentido de que el delfinario volverá a ser lo que era.
O al menos eso comentaron
algunos de los asistentes que vieron esa escena ayer, cuando acompañada del
titular de Semarnat, Rafael Pacchiano, se anunció una inversión de 80 millones
de pesos para rehabilitar esas instalaciones y volver a ofrecer las
delfinoterapias, pues la dependencia federal traerá a Sonora cinco ejemplares
que permanecen a su resguardo.
Fue un momento feliz, cuando
Naamu saludó de besito a la gobernadora, que se dejó querer. Pero el cachorro
no es el único que la chipilea, como veremos más adelante.
II
Apenas el miércoles por la
tarde, el secretario de Gobernación Miguel Ángel Osorio Chong y la procuradora
General de la República, Arely Gómez estuvieron en Ciudad Obregón. Con ellos,
el secretario de la Defensa Nacional, general Salvador Cienfuegos Zepeda, y de
Marina, almirante Francisco Vidal Soberón Sanz, así como el comisionado
Nacional de Seguridad, Renato Sales Heredia, y el secretario general del Cisen,
Miguel Robles Bárcena.
Claudia Pavlovich fue la
anfitriona de este encuentro en el que participaron también los gobernadores de
baja California, Baja California Sur, Chihuahua y Sinaloa. El tema: la
seguridad.
Doce horas después, en
Guaymas, la gobernadora reunió al secretario de Semarnat, Rafael Pacchiano; al
director nacional de Conagua, Roberto Ramírez de la Parra y el director
nacional de la Comisión Nacional Forestal, Jorge Recala Pérez.
Al mismo tiempo, en
Bacanuchi, el subsecretario de Semarnat, Rodolfo Lacy Tamayo en su calidad de
presidente del Fideicomiso Río Sonora inauguraba la primera planta potabilizadora
de agua para abastecer esa población, donde inició el derrame tóxico en agosto
de 2014 y anunció que antes de concluir este año, estarán operando 28 plantas
similares en todos los pueblos del Río Sonora.
Si había alguna duda de que
el gobierno federal estaba chipileando mucho a la gobernadora de Sonora, ayer
se despejó. La relación entre el gobierno del estado y el federal marcha, como
desde hace mucho no se veía, sobre ruedas y, como algún colega comentó, todavía
falta la visita del presidente de la República, agendada para dentro de unos
días.
III
Si Lacy Tamayo estuvo en
Bacanuchi tomando agua potabilizada, los otros funcionarios federales no
vinieron de paseo. El director general de Conagua condonó más de 66 millones de pesos a 125 granjas porcícolas
que cumplieron con el tratamiento de más de 18 mil metros cúbicos diarios de
aguas negras y entregó certificados de Prosanear, un programa para fomentar el
tratamiento de aguas residuales y evitar la contaminación de las fuentes de
abastecimiento.
También entregó 26 títulos de
concesión para el aprovechamiento de 8 millones de metros cúbicos anuales de
aguas nacionales para usos agrícola, pecuario y público urbano, anunciando
además una inversión de 600 millones de pesos este año en obras y acciones
hidráulicas.
El titular de Conafor entregó
seis camionetas y un camión cisterna para el combate a incendios forestales.
Y el titular de Semarnat,
además de participar en la liberación de 15 ejemplares de totoaba, una especie
que se encuentra en peligro de extinción, anunció que cinco delfines que
actualmente permanecen bajo resguardo de la dependencia, serán traídos al
delfinario de Guaymas, donde además se invertirán 80 millones de pesos para su
rehabilitación y remozamiento.
En una primera etapa serán
invertidos 40 millones de pesos en los estanques de delfines y el de los lobos
marinos, de un monto total de 80, 50 de los cuales serán aportados por el Grupo
México.
IV
Hay un antes y un después. No
son pocos los que reaccionan extrañados, pero es natural.
Los últimos tres años del
sexenio pasado, el gobernador Guillermo Padrés se los pasó a salto de mata,
entrenamiento que le resultó muy efectivo, pues en estos días nadie sabe dónde
anda, se ha vuelto ojo de hormiga y la última noticia que se tuvo de él fue
porque se acercó al poder judicial federal para solicitar cinco amparos en un
solo día, para conocer los diversos expedientes que pesan en su contra.
Realmente en esos tres años
la agenda gubernamental fue muy pobre en acciones, obras y programas y muy rica
en conflictos. Las apariciones del gobernador, esporádicas y fugaces, eran más
bien para capear el temporal de la crítica, cuando no para intentar explicar
los casos de enriquecimiento inexplicable, particularmente el suyo, el de sus
hermanos, primos, cuñados y amigos más cercanos dentro y fuera del gabinete.
Podían pasar días, semanas,
sin que el gobernador apareciera públicamente y eso todo mundo lo recuerda.
Por eso a algunos les extraña
si hoy los medios de comunicación reportamos una actividad inusual por parte de
la nueva titular del poder Ejecutivo; quizá se nos había olvidado para qué
servía un gobernador; quizá nos malacostumbraron a pensar que la agenda pública
se articulaba a partir de los escándalos: ya una presa ilegal, ya los ranchos
de súper lujo, ya las caballerizas con albercas, aire acondicionado y salas de
maternidad; ya las cuentas mochas, las tarascadas impresionantes al presupuesto
y hasta la venta de niños.
Pero hay que reconocer que la
agenda pública hoy se mueve en carriles diferentes. En uno de ellos, marcha el
ajuste de cuentas con el pasado: el encarcelamiento de ex funcionarios que
depredaron el presupuesto, la investigación de delitos y la aplicación de la
ley, tareas en las que se encuentran inmersos las procuradurías estatal y
federal; el SAT, la SHCP y la Fiscalía Especial Anticorrupción.
Por el otro caminan las
tareas de reconstrucción del estado. El levantamiento del tiradero que dejaron
los que se fueron; el ejercicio de la política como vía para el consenso con
los alcaldes del estado, por ejemplo; con legisladores estatales y federales;
el cabildeo con los secretarios de Estado y con el propio presidente de la
República para conseguir los recursos y los apoyos que ayuden en esas tareas.
Porque también a eso nos
habíamos desacostumbrado. Los primeros tres años de Padrés, cuando contaba con
la incondicionalidad de su amigo (hoy también ex amigo) Felipe Calderón en la
presidencia de la República, los aprovechó no para atraer inversiones, generar
empleos, fortalecer la seguridad o apuntalar los sectores educativo y de salud
y en general, para hacer crecer a Sonora.
Al contrario, los principales
indicadores económicos se desplomaron y entre la ‘transformación educativa’ y
el galope del doctor Bernardo Campillo, lo único que creció fueron las cuentas
bancarias de los allegados al gobernador.
Y la segunda mitad del
sexenio padrecista fue peor, pues ya sin el apoyo de su amigo Calderón, y
confrontado con un presidente al que le dio infierno siendo candidato, las
cosas no tendrían por qué mejorar. Las consecuencias de ello ya las conocemos.
Al menos en el arranque del
actual gobierno, las cosas han cambiado diametralmente. No hay semana en que no
se anuncien nuevas obras, nuevas inversiones, nuevos proyectos. Eso, sin ánimo
de fanfarrias, es de reconocerse.
Claro, habrá a quien le duela
que esto suceda. Y son muy fácilmente identificables, porque pasan su triste
vida lamiendo las heridas de la derrota electoral y buscando culpables entre
sus iguales. O entre la zozobra de los amparos y el diseño de las rutas de
escape.
O pintando en la pared de la
cárcel una rayita cada 24 horas. O troleando, que es lo único que les queda…
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(DOSSIER POLITICO/ Arturo Soto Munguía/
2016-02-05)
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