A ver, a ver, a ver,
a ver, a ver…
Para empezar, si hubieran
hecho bien su trabajo, si no hubieran dejado escapar a Joaquín Guzmán, no
hubieran tenido que gastar durante seis meses, cientos de miles de pesos de
impuestos de los mexicanos y horas hombre, en operativos para reaprehenderlo.
En el proceso, tampoco
habrían aterrorizado comunidades enteras que despertaron a balazos como
resultados de esa búsqueda.
Pero como el hubiera no
existe, resulta que no queda más que estar de acuerdo con aquella declaración
del Presidente Enrique Peña cuando en febrero de 2015 le dijo al periodista
León Krauze que la fuga del “Chapo” -que sucedió cinco meses después- “es
imperdonable”.
En resumidas cuentas, al
capturarlo lo único que están haciendo es cumplir con su trabajo y corregir
-solo en una mínima parte- aquel cúmulo de acciones corruptas que expusieron de
nuevo a México como uno de los países de mayor impunidad ante el mundo.
Entonces salió sobrando, por
mucho, esa alegría exacerbada del Presidente y los miembros de su gabinete, las
alabanzas en boca propia, las mutuas felicitaciones con abrazo y todo, los
aplausos de cónsules y embajadores mexicanos, o de funcionarios en las dos
conferencias informativas que se organizaron. De hecho, el uso de Palacio
Nacional para hablar del criminal y la entonación del Himno Nacional para
celebrar su detención, resultan ofensivos, caricaturesco para cualquiera con un
mínimo de formación cívica.
Igual de lastimosas y
exageradas al punto del rendimiento ante el oficialismo, resultaron las decenas
de declaraciones y opiniones expuestas por algunos políticos, opinólogos y abajo firmantes que se deshicieron en
halagos y congratulaciones.
Luego una breve revisión del
discurso, obliga a darse cuenta que la egolatría de nuestro Presidente es
tristemente comparable con la que llevó a “El Chapo” a su captura. Recordemos:
en julio de 2015, Enrique Peña regresó de Francia seis días después de la
segunda fuga de Joaquín “El Chapo” Guzmán, y en una “improvisada” conferencia
en Michoacán, decidió usar eufemismos para hablar del tema y evadir la cruda
realidad: “El Gobierno de la República no ha evadido su responsabilidad, asume
plenamente la tarea que implicaba mantener plena vigilancia sobre este
delincuente”, declaró.
Por lo que resulta que hace
seis meses el responsable de la fuga, según la conveniente visión del titular del Poder Ejecutivo, fue
“el gobierno mexicano”.
Ahora, tras la recaptura del
sinaloense, el mandatario salió con que el mérito es de él: “Días y noches se
abocaron a cumplir la misión que yo les ordené: capturar al criminal y
presentarlo ante la justicia".
“Yo les ordené”, dijo el
hombre, pues nada más faltaba que después que permitieron la fuga de Guzmán
Loera, en su calidad de máximo responsable de la seguridad de todos los
mexicanos, el licenciado Peña mandara otra cosa.
Y no se trata de escatimar
méritos, definitivamente es una acción positiva, pero que lo celebren como un
acto heroico que se debe aplaudir, ridiculiza el dedicado trabajo de las
decenas de marinos y agentes federales que arriesgaron su vida en el desarrollo
de estas acciones.
Pero de todas las frases
manifiestas por el Presidente tras la reaprehensión de Guzmán, tal vez la más
preocupante fue la primera: “Misión cumplida…”, se redactó en el mensaje por
Twitter cuando anunció la detención, texto al cual, por cierto, un alto
porcentaje de los receptores reaccionó con incredulidad, al pensar que le
habían hackeado la cuenta.
No queda claro qué entienden
Peña y su gabinete por misión cumplida, pero en este caso es sencillo darse
cuenta que esa frase dista mucho de la realidad.
Evidencia 1. Pese a haber
sido detenido en tres ocasiones, los bienes mal habidos por Guzmán, su familia
y cómplices, siguen intocables para que continúe construyendo túneles y
comprando los favores de autoridades y civiles.
Evidencia 2. Desde 1993, el
gobierno mexicano lo acusa de
homicidios, tráfico y venta de enervantes, uso de recurso de procedencia
ilícita, pero a la fecha solo ha sido sentenciado por “cohecho y asociación
delictuosa”. Le dieron 20 años de prisión en 1993, y se fugó cuando apenas
llevaba cumplidos ocho años de la condena.
Evidencia 3.”El Chapo” sigue
obteniendo amparo tras amparo en el proceso de extradición. En este punto
agregue Usted, amable Lector, todos los pendientes del tema que recuerde. El
punto es que a los señores de la
administración peñista les queda mucho por hacer antes de vanagloriarse de una
misión cumplida.
Cierto, como expresó el
Presidente, “hoy, México confirma que sus instituciones tienen las capacidades
necesarias para hacer frente y superar a quienes amenazan la tranquilidad de
las familias mexicanas”, por eso es más molesto e indignante que la corrupción
reinante termine por empañar casi todo, y que los funcionarios implicados
conserven sus puestos, no sean acusados penalmente y, si lo son, ni siquiera
alcancen una sentencia ejemplar.
En estas condiciones, deben
dejarse de festejos, queda mucho trabajo por delante y la misión, no está
cumplida.
(SEMANARIO ZETA/ GENERALEZ/ Rosario
Mosso Castro/ 18 de Enero del 2016 a
las 12:10:32)
No hay comentarios:
Publicar un comentario