El horizonte legal de la
actriz Kate del Castillo está pintado de negro. A diferencia del actor Sean
Penn, a quien llevó a ver a Joaquín “El Chapo” Guzmán a su escondite en la
Sierra de Durango para hablar de una película y entrevistarlo, al Gobierno de
Estados Unidos –de acuerdo con lo que han transmitido a Los Pinos– está
dispuesto a quitarle la ciudadanía y entregarla a la justicia mexicana. Si se
le encontrara culpable de los delitos por los que se le investiga, de todas las
celebridades de Hollywood en la licuadora judicial del entramado financiero de
Guzmán y el cártel del Pacífico, ella sería la pieza desechable.
Paradójicamente, ella puede cambiar su destino.
El Gobierno mexicano, a
través de la Unidad de Inteligencia Financiera, el SAT y la PGR, están armando
el enjambre financiero de Guzmán, que según los investigadores, es muy amplio y
complejo. Dentro de toda esa telaraña se encuentra la pista de la actriz, que
tiene tres empresas, Royal Makeup, Kate del Castillo Productions y Tequila Honor,
que están siendo puestas de cabeza por especialistas de la Secretaría de
Hacienda y el Departamento del Tesoro. El propósito es construir el mapa de
transferencias de dinero de esas empresas a individuos y otras compañías con
recursos que se presume eran del cártel del Pacífico.
La idea de la película de “El
Chapo” producida por el cártel del Pacífico para exaltar la imagen del criminal
y fustigar al Gobierno fue descubierta por un trabajo de contrainteligencia del
Cisen. En el momento que se supo del plan, dijeron funcionarios federales, se
buscó establecer los vínculos que les aportara más información. De esa manera
se llegó a la conductora Yolanda Andrade, agregaron, por el hecho
circunstancial de que su padre era compadre de Guzmán. Pero las investigaciones
sobre ella mostraron que no había existido ningún contacto con él o sus
abogados.
La investigación dio
resultados en 2014, cuando detectaron una llamada entre los abogados de Guzmán
y la señora Del Castillo, a partir de lo cual se fue desenvolviendo la trama
más interesante de lo que iba a ser la película de “El Chapo”. En esas
llamadas, de acuerdo con la información de inteligencia –que aún no forma parte
de la indagatoria en la PGR–, las llamadas intervenidas ese año condujeron a
pagos y comisiones de las empresas de la actriz a nueve holdings y varias
personas de la industria del entretenimiento en México y Estados Unidos, que
están bajo sospecha por la presunción de que esas operaciones fueron realizadas
por miembros del cártel del Pacífico.
Desde el primer momento se
involucró al Gobierno de Estados Unidos, en lo que comenzó como una operación
binacional, que se ha vuelto multinacional. Desde 2014 la PGR trabaja esta
línea de investigación con el FBI y la DEA, y el SAT con el Departamento del
Tesoro, dijeron funcionarios federales.
El FBI también intervino los
teléfonos de la señora Del Castillo en Estados Unidos, en donde surgió un
abogado en Nueva York, cuyas conversaciones llevaron a la presunción de que la
actriz también podría estar involucrada en el lavado de dinero del cártel del
Pacífico en ese país. Estas investigaciones aún no se integran a la indagatoria
en México, donde sin embargo hay al menos tres empresarios que están señalados
como probables testigos de elementos constitutivos de delito, que aún no han
sido llamados a declarar en la PGR.
La investigación sobre la
señora Del Castillo continúa ampliándose, con lo que su desenlace legal está
lleno de incertidumbres. El lavado de dinero es uno de los delitos más
difíciles de probar, y la experiencia mexicana en ese campo ha sido
desfavorable para las autoridades. La PGR citó a declarar a la actriz en
Estados Unidos, pero al ser ciudadana estadunidense desde septiembre de 2015,
tiene la doble nacionalidad y es altamente probable que el Departamento de
Justicia no permita que los ministerios públicos federales mexicanos hablen con
ella.
Tiene que presentarse a
declarar, porque la citaron en calidad de testigo, pero sería ante un fiscal en
la Corte Federal de Miami, donde el Gobierno de Estados Unidos decidió radicar
el caso. La PGR, de cualquier forma, podría formular preguntas previamente.
Iniciar el proceso en contra
de la señora Del Castillo en Estados Unidos es más riesgoso para ella. Según
explicaron funcionarios mexicanos, cuando menos hay dos delitos por los cuales
podrían procesarla. Uno es el de conspiración, donde no necesita haber cometido
un crimen, pero basta que supiera de un plan e intentara romper la ley.
El otro es por haber ayudado
a narcotraficantes internacionales, que se encuentra vigilada por la Oficina de
Control de Activos Extranjeros del Tesoro.
Pero al mismo tiempo, la
fortaleza de un caso contra ella en Estados Unidos, le da, paradójicamente, más
posibilidades de evitar la cárcel. La ley le permitiría llegar a un acuerdo con
el Departamento de Justicia para que a cambio que declarara contra los
involucrados, le otorgaran inmunidad. Esto, en caso de que hubiera pruebas
sólidas de un acto criminal o que decidiera colaborar con los fiscales
unilateralmente. El costo sería el final de su carrera, posiblemente una nueva
identidad, y cortar con todo lo que ha sido y la rodea hasta ahora, volteando a
ver siempre para atrás sobre su hombro. Ningún camino es fácil para ella.
(ZOCALO/ COLUMNA “ESTRICTAMENTE PERSONAL” DE RAYMUNDO RIVA PALACIO/ 25 DE ENERO 2016)
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