Esa fue la exclamación del
diputado padrecista Javier Dagnino, cuando se votó el paquete económico 2016, y
cuatro votos de la bancada panista validaron la propuesta del Ejecutivo, a
contrapelo de la línea dictada desde algún lugar del mundo, donde Guillermo
Padrés opera desde las penumbras, creyendo que todavía sigue mandando en
Sonora.
El grito en medio del pleno
del Congreso llegó a destiempo. Hace por lo menos seis años, que al PAN lo
partieron, pero es hasta ahora que algunos, como el señor Dagnino, cuya familia
está en la mira de las procuradurías estatal y federal por negrísimos asuntos
de corrupción, peculado y hasta posesión de armas y droga, se dieron cuenta.
Es natural. Javier Dagnino
nunca ha sido un tipo de muchas luces, y antes bien, se ubica en la categoría
de esos neopanistas cerriles, ultramontanos, que enloquecieron de poder en seis
años y aún piensan que el PAN nació el día que Guillermo Padrés llegó al
gobierno de Sonora y nada existió antes y nada puede existir después.
Célida López es otra. Al
enterarse de la votación, su whatsapp enloqueció. Amenazas y juicios sumarios
brotaron de su teclado, contra los cuatro diputados que avalaron el paquete
presupuestal, incluyendo la reestructuración de la deuda (duplicada en los seis
años de Padrés) y la contratación de un crédito por cinco mil millones de pesos
para inversión productiva, contemplados en la propuesta gubernamental.
En redes sociales, se sumaron
al linchamiento algunos personajes como el senador Francisco Búrquez, el ex
diputado local Luis Ernesto Nieves y su compañero de legislatura Juan Manuel
Armenta, así como los operadores mediáticos del padrecismo, encabezados por
esos herederos de la doctrina y los principios del PAN (jejejeje), Jorge
Morales y Luis Enrique Montejano, así como sus troles de menor estofa, si es
que es posible una menor estofa.
Una cosa ha quedado clara en
este episodio. Los padrecistas siguen pensando que ellos son el PAN, y el grito
¡Nos partieron! alude a ese mundo paralelo en el que el PAN son ellos, pero en
realidad se refiere a ese grupo más cercano a la delincuencia organizada que a
un partido político.
“Nos partieron” no es el grito
del panismo, sino del padrecismo, acorralado en los últimos días por la
policía. Atrapados en flagrancia con hieleras llenas de millones de pesos en
efectivo que están moviendo de un lado a otro; sorprendidos en sus casas y
oficinas, donde tienen autos lo poco y lo mucho que compraron mientras
dispusieron del dinero público para insertarse en la lista de los más ricos del
estado.
Pero sobre todo, donde tienen
mucha información, en documentos que están siendo revisados por las
autoridades, sobre operaciones financieras de gran calado que no tardan en
arrojar luz sobre las dimensiones del atraco.
“Nos partieron” no es el
grito del panismo, sino del grupo delincuencial que encabeza Guillermo Padrés
Elías y que todavía alcanzó a posicionar a algunos de los suyos en cargos de
elección, puestos de gobierno y de un partido en el que ya no encuentran la
manera de marcar distancia respecto a ellos, anticipando lo que se viene.
El panismo puede hacer suyo
ese grito. “Nos partieron” resume lo que hicieron los padrecistas con el PAN;
un PAN, hay que decirlo, que se calló todo, que hizo mutis frente al agandalle
que hoy es material para la página roja.
Porque en realidad, los que
partieron al PAN son esos que hoy exigen a voz en cuello un juicio sumario
contra los “traidores”, no al PAN, sino a la causa del padrecismo acorralado.
Fueron cuatro panistas
quienes votaron en contra de la línea dictada por Padrés: Manuel Villegas,
Lisette López, Sandra Hernández y Carolina Lara. Contra ellos se está
enderezando una campaña mediática para expulsarlos del PAN.
Los acusan de traición,
aunque en los hechos, su delito es no acatar el mandato de Padrés para sabotear
el gobierno de Claudia Pavlovich.
La realidad es que la bancada
del PAN está partida, pero eso fue desde antes de rendir protesta. Al perder el
gobierno del estado y la mayoría en el Congreso, el escenario es diametralmente
distinto al que tenían hasta antes del siete de junio.
Cada vez son menos quienes
están dispuestos, en el PAN, a seguir el juego del padrecismo, sobre todo en
estos días, cuando los padrecistas, ya sin el bastón de mando, están pagando
las consecuencias de sus excesos.
Diciembre de 2015 será un mes
clave para interpretar lo que está por ocurrir en los próximos días.
(DOSSIER POLITICO/ Arturo Soto
Munguía/ 2015-12-11)
No hay comentarios:
Publicar un comentario