Las reformas estructurales de Enrique
Peña Nieto, como es el caso de la Energética, no darán los resultados esperados
mientras la práctica de la puerta giratoria se mantenga, pues la información,
el poder y los beneficios económicos se concentran en un puñado de grupos
políticos y económicos, que relegan a la mayoría de los ciudadanos y le quitan
alcance nacional a los proyectos, coincidieron analistas consultados por SinEmbargo.
Este fenómeno que tiene visos de corrupción, dijeron, se acelerará con la
Reforma Energética, pues muchos altos funcionarios están ya al frente de
compañías internacionales en el sector y, como han venido haciendo desde el
sexenio de Carlos Salinas, usan la información privilegiada con que trabajaron
en el servicio público para darle ventaja a los consorcios que ahora
representan.
Desde el sexenio de Carlos Salinas de
Gortari la práctica de la puerta giratoria ha ido en aumento y la mayoría de
sus protagonistas son ex funcionarios de su gobierno, encabezados por el grupo
de Pedro Aspe Armella, denuncian especialistas. Foto: Cuartoscuro
Ciudad de México, 10 de
noviembre (SinEmbargo).– El tránsito de servidores públicos al sector privado
no sólo potencializa los conflictos de interés o el uso de la información
privilegiada. De acuerdo con analistas, uno de los principales efectos de esta
“puerta giratoria” es que crea espacios de poder que “capturan” las
instituciones gubernamentales en favor de intereses particulares y en
detrimento del interés público.
“Este movimiento entre
esferas públicas y privadas trastoca la relación entre (…) la ciudadanía que
paga los impuestos y los funcionarios públicos”, publicó la investigadora de la
Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma
de México (INAM), Alejandra Salas Porras.
“Las decisiones que toman las
élites cuando se encuentran en funciones públicas no se hacen en términos de
los intereses que deben servir, o para un proyecto de alcance nacional, sino
más bien pensando en recompensas futuras y posiciones privadas en redes de
poder nacionales e internacionales. Consecuentemente, estas élites no rinden
cuentas a la ciudadanía que paga sus salarios mientras se encuentran en
funciones”, agregó Salas Porras en el artículo “Las élites neoliberales en
México: ¿cómo se construye un campo de poder que transforma las prácticas
sociales de las élites políticas?”.
Publicado en la Revista
Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales en 2014, el texto identifica el
periodo de las privatizaciones como el contexto que ha propiciado el uso de la
“puerta giratoria” a través de la que funcionarios involucrados en el diseño de
estas “reformas estructurales” terminan vinculados con las firmas, varias
trasnacionales, interesadas en la apertura económica.
Entrevistada este mes, Salas
Porras explicó que esta práctica se presenta no sólo en México, sino en otros
países como Estados Unidos. También, que es característica sobre todo del
sector energético, como el mexicano, en el que dos ex secretarios de Estado
–Luis Téllez Kuénzler y Georgina Kessel Martínez–, así como varios directivos
de Petróleos Mexicanos (Pemex), han pasado a la iniciativa privada, algunos de
manera casi directa.
“Una primera cuestión es
hasta dónde estas pautas son características de un Estado o de instituciones
públicas que han asumido características cada vez más utilitaristas y no
cohesionadas a objetivos de largo plazo, sino que al final de cuentas quienes
pasan por ahí están tratando de obtener las ventajas y más de tipo individual”,
dijo la investigadora.
Para su artículo académico,
Salas Porras elaboró una base de datos con las trayectorias de más de 100
servidores públicos relacionados con las reformas estructurales desde 1988, al
inicio del sexenio de Carlos Salinas de Gortari, y encontró 22 nombres como los
de mayor protagonismo en esta transformación institucional.
“Estos 22 funcionarios clave
son los que han acumulado a lo largo de su carrera el mayor número de puestos
de alto nivel y una mayor participación en los círculos más altos de poder en
el aparato estatal. Son también los que se han entreverado más intensamente con
intereses privados, nacionales y extranjeros, y los que han logrado una
proyección internacional de mayor alcance”, dice el texto.
La investigación identifica a
Pedro Aspe, sucesor de Carlos Salinas en la Secretaría de Programación y
Presupuesto de Miguel de la Madrid Hurtado y Secretario de Hacienda en el
siguiente sexenio, como cabeza del primer equipo de orientación
“predominantemente neoliberal”; grupo que incluye a los ex secretarios de
Comercio Jaime Serra Puche y Herminio Blanco Mendoza, principales negociadores
del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Serra Puche, a la
postre, muestra Salas, se unió a compañías como Grupo Modelo, Vitro y Chiquita
Brands; Blanco, por su parte, se unió, entre otras compañías, al Grupo
Financiero Banorte y a Mitusbishi.
Aspe, por su parte, formó
parte de los consejos de Televisa, Volaris y, en 1996, fundó la consultora
Protego, que luego se convirtió en filial mexicana de la norteamericana Evercore;
fusión que, en 2012, compró el 20 por ciento de la proveedora Diavaz,
contratista de servicios de Pemex y ahora también interesada en las
licitaciones de la Reforma Energética.
La investigación de Salas
Porras muestra también la relación de Aspe con las firmas internacionales
McGraw Hill y BlackRock; ésta última controladora de la primera y fundada por
varios socios de Evercore.
BlackRock, a su vez, compró
este año Infraestructura Institucional, presidida por Jerónimo Gerard –cuñado
de Carlos Salinas de Gortari– y parte de Sierra Oil & Gas, ganadora esta
última de la primera licitación de la Reforma Energética.
“Sus cálculos y lealtades se
pueden encontrar en los clientes y patronazgos potenciales en México y en el
extranjero”, dice Salas Porras en su investigación.
“Una vez que los ex
funcionarios son recompensados con posiciones en las juntas de administración
de grandes corporaciones, utilizan la información y experiencia obtenida a lo
largo de su trayectoria para conseguir contratos y concesiones. Esta nueva
práctica social de carácter rentista explica, en gran medida, el impacto tan
limitado que hasta la fecha han tenido las reformas estructurales”, agrega.
CONTROL DE INFORMACIÓN Y PODER
Otros hallazgos de la
investigación de Salas Porras son que las relaciones entre los 22 funcionarios
clave en la transformación económica fueron facilitadas por redes familiares
–varios, dice, procedían de antiguas familias priístas– y, sobre todo, por su
formación académica. En este sentido, el análisis encuentra una marcada
preeminencia del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), del cual
egresaron 14 de los 22 funcionarios identificados como arquitectos del México
neoliberal y descrito en el texto como “el programa de economía más
americanizado fuera de Estados Unidos”.
Del ITAM, muestra Salas
Porras, salieron Pedro Aspe y su ex empleado en Protego, el hoy Secretario de
Hacienda y Crédito Público Luis Videgaray. También, el ex Secretario de Energía
y Comunicaciones y Transportes, Luis Téllez Kuénzler, y el actual director
general de Pemex, Emilio Lozoya Austin, entre otros.
“Si consideramos a los 127
funcionarios de toda la base de datos, sólo 14 estudiaron en el ITAM, lo que
evidencia que la presencia de esta institución académica es mucho mayor entre
el círculo más íntimo de poder que se configura alrededor de las reformas
neoliberales”, agrega el documento.
Salas Porras, enfocada desde
hace casi 20 años en la investigación de la élite empresarial mexicana y su
relación con la apertura económica, había identificado en un análisis anterior
el papel que tienen los “think tanks” –o centros de pensamiento para los que
trabajan varios funcionarios– en la defensa de las decisiones neoliberales.
Incluido en un reporte
colectivo, el análisis de Salas Porras concluyó que la influencia de las élites
es “abrumadora”, porque genera una corriente de pensamiento, articula intereses
y “controla el conocimiento y los espacios en que se toman las decisiones sobre
el comercio y la política exterior en el ámbito de la región de América del Norte”.
Coordinado por el sociólogo
investigador del Colegio de México, Carlos Alba Vega, este estudio colectivo
fue publicado en 2012 por el Centro de Investigaciones sobre América del Norte
de la Universidad Nacional Autónoma de México. El texto, a 30 años de iniciado
el modelo neoliberal y a casi 20 del Tratado de Libre Comercio, emitió una
conclusión:
“El proceso de integración y
liberalización económica ha conducido a una concentración de la propiedad, el
conocimiento, la información y la tecnología, que son controlados por élites
económicas, gubernamentales y del conocimiento (…) Los grandes ausentes de este
proceso de integración son los sectores populares, los pequeños empresarios,
los sindicatos, las organizaciones de la sociedad civil y muchas otras
asociaciones que no forman parte de las élites económicas y políticas”.
EL FACTOR ALTERNANCIA
El sociólogo Carlos Alba
Vega, por su parte, suma a la apertura económica el proceso de transición
política como factor que acentuó el uso de la “puerta giratoria”, ya que la
pérdida del control del Partido Revolucionario Institucional sobre la Cámara de
Diputados en 1997, dice, obligó a los empresarios a gestionar ante el
Legislativo; un Poder, afirma el investigador, que les era prácticamente
desconocido. Y ante ellos, agrega, recurrieron a las prácticas de “lobbying” o
cabildeo que habían aprendido en Estados Unidos al participar en las
negociaciones del TLC.
La derrota del Partido
Revolucionario Institucional en la elección de 2000, menciona también el investigador,
empujó aún más funcionarios federales al sector privado, el cual vio en ellos
“agentes de servicios” con información estratégica, conocimiento de los
mercados y contactos políticos.
“Sus posibilidades de
conseguir contratos gubernamentales para la realización de obras de
infraestructura o los derechos de transmisión de televisión, y su participación
directa en el diseño y aplicación de políticas públicas favorables al sector
privado, todo eso, les permitieron utilizar la puerta giratoria que se creó
entre los puestos públicos y las empresas, ya fuera como consultores de
empresas nacionales y extranjeras, como parte de la estructura corporativa o a
través de la creación de sus propias empresas de consultoría”, planteó Alba
Vega en un ensayo reciente.
“Todas esas características
son muy apreciadas por las empresas por diversos motivos: ejercer presión sobre
empresas que han tenido situaciones de monopolio en México, facilitar el acceso
a los poderes ejecutivo y legislativo, obtener información estratégica,
promover políticas públicas cercanas a sus intereses”, agrega Alba en “El
sector privado mexicano y las políticas públicas”.
Como Salas Porras, Alba Vega
coincide en que la Reforma Energética, para la que trabajaron varios ex
funcionarios, “aumentará la velocidad y el tamaño de la puerta giratoria”.
“¿QUIÉN REPRESENTA A LA MAYORÍA?”
Ayer, SinEmbargo públicó que,
al haberse sumado a la firma internacional KKR en abril pasado, Luis Téllez se
vinculó con el grupo cercano a la ex Secretaria de Estado Norteamericano,
Hillary Clinton, que se pronunció por la Reforma Energética en México y que
luego pasó a la iniciativa privada.
En este grupo, indican
documentos oficiales y publicaciones periodísticas como DeSmogBlog, están el ex
Embajador norteamericano en México Carlos Pascual, hoy integrante de
Information Handling Services (IHS); el ex coordinador de la política
energética del Departamento de Estado, David Goldwyn, y el ex jefe de asesores
del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, Neil R. Brown.
Brown, a su vez, se integró
en 2014 a KKR; firma que, luego de contratar a Téllez este año, se fusionó con
Monterra Energy, creada específicamente buscar los negocios para la reforma
energética.
Téllez, que ha participado en
varios consejos de administración tanto nacionales como internacionales –Grupo
México, Herdez, Carlyle, McLarty Associates– y que ha pasado por cuatro
Secretarías de Estado desde hace 28 años, ha sido considerado ejemplo “clásico”
del uso de la puerta giratoria y señalado repetidamente por incurrir en
potenciales conflictos de intereses.
El caso más advertido es el
de Sempra Energy, empresa con la que hizo contacto desde al menos 1999, cuando
era Secretario de Energía y los ejecutivos de esta firma sostuvieron encuentros
con el entonces Presidente Ernesto Zedillo. Boletines oficiales de la
Presidencia de la República muestran cómo, en febrero de ese año, Zedillo se
reunió con los directivos de Sempra, y por la noche anunció la propuesta de
apertura en el sector eléctrico.
“Rechazar la privatización de
la industria eléctrica obligaría al Estado a desviar recursos de otras
actividades”, dijo el entonces Secretario Téllez a Excélsior el 16 de febrero
de ese 1999.

“Sin duda que hay conflicto
de interés en todas estas prácticas; ¿hasta dónde además de eso hay corrupción?
hay que ver en qué casos sí y qué casos no; trazar una línea tajante entre esos
conflictos de interés y hasta qué momento implican corrupción, un manejo de la
información en el que claramente aprovechan toda su trayectoria en el aparato
gubernamental para hacer beneficios personales”, dice Salas Porras en
entrevista.
“Despierta muchas sospechas y
hace pensar que puede haber corrupción cuando se descubre que esos funcionarios
mexicanos no parecen representar los intereses de la sociedad en su conjunto,
ni de México, sino ya desde sus puestos gubernamentales preparaban las
condiciones necesarias para que los grandes intereses económicos sacaran
provecho de las reformas, como la energética”, dice por separado Alba Vega a
este medio.
El problema es grave, agrega
el académico: “En México, uno de los 14 países más ricos del mundo y que al
mismo tiempo cuenta con 52 millones de pobres, ¿quién representa los intereses
de estos últimos?”.
(SIN EMBARGO.MX / Sandra Rodríguez Nieto
noviembre 10, 2015 - 00:00h)
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