Un solo hoyo en la pared de
una de las cuatro balas que no impactaron el cuerpo de Jonathan, es el único
rastro que queda en el centro de barrio de la Lombardo Toledano, del asesinato
del joven maestro, a quién el viernes 30 de octubre una mujer que no había sido
identificada hasta el cierre de esta edición le disparó y se dio a la fuga en
un camión urbano.
No quedan rastros, no se ve
ni una gota de sangre en ese pasillo polvoriento que hay que cruzar para ir de
la cooperativa al salón donde Jonathan daba clases de inglés, y donde quedaron
tirados unos doritos rojos y una paleta que compró como todos los días… esa fue
la última vez que algunos de sus alumnos lo vieron.
Jonathan de Jesús Padilla
Medina, tenía 23 años, era trabajador del Ayuntamiento de Culiacán. Inició en
el Parque las Riberas y fue el año pasado que se postuló para dar clases de
inglés y computación dentro del programa “Creciendo Contigo”, que está a cargo
de la Secretaría de Desarrollo Económico del municipio de Culiacán, primero en
Culiacancito y posteriormente fue trasladado al Centro de Barrio de la Lombardo
Toledano.
“Jonathan era un muchacho
serio y responsable”, lo describen sus compañeros de trabajo; era el único
dentro del programa que no estaba sindicalizado, ni contaba con prestaciones,
ni seguro médico; con una pequeña hija y una esposa que estudia la universidad,
el joven buscó otros empleos para mejorar sus ingresos, arreglaba bicicletas y
por las noches trabajaba en un café bar.
“Estoy impactada, no podemos
creer lo que pasó, a mí me hablaron como a las 4:15 de la tarde, él seguía con
vida, me hablaron para preguntarme si sabía cómo contactar a su familia… él
(Jonathan) era bueno, no se metía en problemas con nadie, en el trabajo muy
responsable”, comentó una de sus compañeras de trabajo.
El año pasado, agregó, “fue
la única vez que yo lo vi mal, él era un poco más llenito que como ya estaba
últimamente, empezó hacer ejercicio, pero yo lo veía mal a pesar de que estaba
haciendo más actividades, le pregunté y platicamos… me dijo que tenía depresión
por que se sentía estancado en lo profesional”.
La última imagen que Jonathan
de Jesús publicó en su cuenta de facebook fue el 30 de octubre, un hombre
caminando por una cuerda floja, balanceándose con un corazón y un cerebro; ese
día en la tarde, antes de las cuatro, salió de su salón de clases y se dirigió
a la cooperativa del centro de barrio; no había mucha gente porque los niños
que entrenan deporte en el lugar se habían ido a un torneo a Mazatlán ese día.
“Como está, buenas tardes”,
cuenta la encargada de la tiendita que le preguntó, le pidió sus doritos y su
paleta, pagó y se fue caminando de regreso a la pequeña aula.
Pero ya no alcanzó a llegar.
Una mujer que vestía pantalones de mezclilla, una playera y una cachucha;
estaba escondida. Cuando pasó, la mujer salió detrás de él y empezó a
dispararle con un arma conocida como “matapolicías”.
Doce disparos, ocho que
alcanzaron a impactarlo en el tórax y abdomen; el joven ya herido corrió a las
oficinas administrativas para tratar de refugiarse, en esa pared está el hoyo
de una bala que la mujer falló.
Testigos de los hechos
narraron que luego de descargar el arma contra el joven maestro, la mujer salió
corriendo, brincó una de las bardas y se subió a un camión urbano. Hasta el
cierre de edición no se ha sabido nada de ella, la Procuraduría General de
Justicia del Estado (PGJE) mantiene el crimen en investigación y no se han dado
indicios del móvil.
“El profe Jonathan era bien
serio, yo no sé si fue confusión, yo desde que lo miraba que nomás venía aquí y
siempre me preguntaba por mi yerno, lo conocía por que trabaja también en el
ayuntamiento”, cuenta la encargada de la tiendita.
“Yo fui para allá cuando él
estaba agonizando, se acercó gente y llegó la policía, yo cerré la tienda y
dije pues voy a ver, porque no estaba ni el encargado de aquí, no había nadie.
Cuando lo vi ahí le dije ¿Qué pasó?… ‘ya ve’, me dijo, ‘me dispararon’, y luego
me dijo que quería hablar con su esposa, pedía su celular y nadie se lo daba
hasta que le pedí el número y yo le marqué”, dijo la mujer, quien fue la última
en ver al maestro antes de que le dispararan.
Jonathan alcanzó a despedirse
de su esposa, pidió que le acercaran el teléfono muy bien al oído para
escucharla bien, le contó que le había disparado una mujer que no identificaba.
“Me disparon aquí en el
centro barrio, una mujer y no sé ni quién es, ni la conozco pero yo quiero que
sepas que pase lo que pase yo te amo y te quiero mucho, cuida a mi bebe”,
fueron las últimas palabras que Jonathan le dijo a su esposa.

Una semana después del
incidente, la clase de inglés, de las cuatro de la tarde, en el centro de
barrio de la Lombardo Toledano está suspendida. El maestro Jonathan de Jesús,
falleció la misma noche en el hospital.
(RIODOCE/ CRISTIAN DÍAZ/ 8 noviembre,
2015)
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