¿Qué
secuelas psicológicas genera la violencia en los individuos? En México los 619
mil 420 delitos denunciados dentro del fuero común, entre enero y mayo,
reflejan los niveles de inseguridad a los que los mexicanos están sometidos.
SinEmbargo consultó a distintos expertos en
Psicología Social para saber cómo el contexto de violencia con el que lidian
las personas a diario afecta la salud física y mental de la sociedad. Entre las
emociones que los psicólogos identificaron destaca el temor, la ansiedad y la
depresión, las cuales agravan la demanda de atención médica, ya de por sí
saturada. De 1 millón 590 mil delitos denunciados en 2014, alrededor del 40 por
ciento fueron con violencia.
Las
fuentes consultadas coinciden en que la violencia se ha naturalizado. Un
proceso el cual es difícil de precisar cuándo inició, pero que se agravó en los
últimos 10 años. Pese a que el Gobierno del ex Presidente Felipe Calderón
Hinojosa, declaró la guerra al narcotráfico y duplicó el gasto en seguridad, la
incidencia delictiva aumentó 84 por ciento, de acuerdo con un reporte de la
Auditoria Superior de la Federación publicado en febrero del año pasado.
Al
fenómeno de los delitos se unen otras estructuras que violentan a la sociedad,
sostuvieron los expertos, ya que la ciudadanía no sólo percibe que México tiene
un Estado ausente, sino que además las autoridades atentan en su contra. Si se
considera que la seguridad es un derecho constitucional, sería el propio
Gobierno el que violenta a la población al no brindarle mecanismos de
protección no sólo a su integridad física, sino mental, emocional y económica,
aseveraron los entrevistados.
¿Qué
tanto influye la percepción de inseguridad en las emociones de los mexicanos?
¿Cuál es el rol juegan las autoridades? ¿Quién gana con este contexto? Y más
importante, ¿es la violencia un viaje de no retorno?
Miles
de mexicanos padecen daños psicológicos derivados de la violencia y la
inseguridad. Foto: Shutterstock
Ciudad
de México, 24 de julio (SinEmbargo).– Datos del Secretariado Ejecutivo del
Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP) mostraron que las procuradurías
estatales recibieron entre enero y mayo un total de denuncias por homicidio
equivalentes a 90 por día. Un indicador de las condiciones del país, pero
también de los incuantificables efectos psicológicos que la inseguridad deja a
su paso.
La
violencia ha desatado un estrés permanente en las personas, afirma Dalia Jaquez
Bermúdez, jefa del Departamento de Psicología de la Universidad La Salle, en
entrevista con SinEmbargo. Las tienen en la percepción de un entorno amenazante
del cual se deben proteger y eso causa una preocupación constante.
“A
nivel individual no nos damos cuenta de que el estrés tiene diferentes niveles,
tanto en la parte emocional, física, pero también tiene un costo hacia afuera y
económico”.
Esta
sensación de estar expuesto hace que las personas tomen comportamientos que en
otras circunstancias no tendrían, explica la psicóloga, por lo que las personas
que se sienten expuestas tienden a aislarse.
“Llego
a mi casa cierro todo y no salgo ya para nada, porque tengo temor de que me
vayan a asaltar, de que me vayan a violar, o de que me vayan a agredir
físicamente si camino por la calle”, dice.
Debido
a que el entorno de violencia en una zona insegura podría no cambiar, es
posible que la sensación de vulnerabilidad persista incluso dentro del hogar,
lo que afecta el sueño y puede presentar síntomas psicosomáticos relacionados
con la ansiedad, como sudoración y palpitaciones, o depresivos, con
sentimientos de melancolía y culpa.
Un
factor notorio que recalcaron los especialistas fue que para que la persona
viva estas alteraciones no tiene que ser necesariamente ella la que sufra un
incidente, o esté más expuesta ser víctima, pese a que las zonas geográficas
presentan una diversidad de niveles de inseguridad.
“A
nivel psicológico social, incluso, cultural, se podría decir que conlleva a
trastornos del sueño, de la alimentación. Hemos notado incapacidades que van
desde síntomas psicológicos, migrañas, crisis gastrointestinal, gastritis,
colitis, hasta la diarrea”, dijo en entrevista Alberto Montes de Oca Tamez,
rector del Instituto Nacional de Psicoanálisis.
LOS MÁS VULNERABLES
Las
personas de escasos recursos son los más vulnerables a la violencia. Foto:
Cuartoscuro
El
9 de julio, integrantes de un grupo delincuencial irrumpieron una vivienda en
el kilómetro 51 de la carretera Reynosa-Matamoros en el municipio de Río Bravo,
Tamaulipas.
Ahí
cuestionaron una familia integrada por una señora, su hijo y tres nietos sobre
otro grupo rival. Luego de no encontrar información fueron asesinados, de
acuerdo con el Grupo de Coordinación Tamaulipas .
Las
víctimas fueron identificadas como Vicenta García Sánchez, de 65 años de edad;
su hijo Fidel Martínez García, de 39 años y sus nietos Fidel, de 19; Alexis, de
15 años y Pedro Antonio Martínez Medrano, de 10 años.
Los
expertos concuerdan en que la vulnerabilidad es cuestión de recursos
emocionales, físicos y económicos. Y en fenómenos como la violencia existe una
correlación directa entre los más pobres y el grado de vulnerabilidad.
“Por
lo general, las personas que más sufren, son aquellas que tiene los niveles
socioeconómicos bajos es como una correlación la que existe. Esos focos rojos
son los que están hilados, o se acercan a lugares donde el nivel es bajo, o las
personas se podría pensar en un primer momento que tienen necesidad económica”,
dijo la jefa del departamento de psicología de la Universidad La Salle.
En
México unas 60.6 millones de personas viven en la pobreza, de acuerdo con la
iniciativa Acción Ciudadana contra la Pobreza, que agrupa a diversas
organizaciones civiles. Esta proporción de la población en pobreza permanece
casi igual desde 1992, cuando el 53.1 por ciento vivía dichas condiciones.
“He
tenido oportunidad de estar en Oaxaca, Chiapas, hasta la Riviera Maya, y he
podido notar sensiblemente personas con depresión, melancólicas, maniaco
depresivas. Esto va en correlación con la falta de oportunidades”.
En
el primer semestre del año, el Índice Delictivo 2015 reporta 273 mil 633
denuncias por robo, de los cuales 34 mil 635 han sido a transeúntes, de los
cuales el 75 por ciento fueron con violencia.
“A
nadie nos gusta que nos asalten, pero no es lo mismo que a mí me roben mi
celular y yo tenga la posibilidad de reponerlo, a aquella persona que le roban
algo y no hay la manera de recuperarlo. La lógica es que todos requerimos
apoyo, pero le va ser más fácil o más difícil readaptarse a la situación
dependiendo de estos aspectos”, detalla Jaquez.
Sufrir
un atraco conlleva un estado de shock coincidieron los consultados que se
refleja en la incapacidad para reaccionar. Los síntomas que le siguen son
ansiedad, miedo, paranoia y nerviosismo, que quedan enmarcados en una sensación
de indefensión.
REALIDAD O PERCEPCIÓN
El
ENSU reportó un leve repunte en la percepción de inseguridad de la ciudadanía.
Foto: Cuartoscuro
La
Encuesta Nacional de Seguridad reveló en junio que el 69 por ciento de los
mexicanos consideró que su ciudad es insegura.
El
estudio que se hace cada tres meses, refirió en su última publicación, de
marzo, un porcentaje de 67.9. Este ligero repunte mostraría la incapacidad del
Gobierno para proveer de seguridad a la población, establece Andrés Díaz
Fernández, investigador de Fundar, Centro de Análisis e Investigación,
consultado por este medio.
“La
percepción que la gente tiene, obviamente, parte del contenido de los medios de
comunicación, pero de que hay muertos, hay desapariciones forzadas, varias
formas de privación de la libertad, de que hay proceso injustos, personas que
están en cárceles injustamente, y todo el clima que ha generado. Delitos menores
como robos, asaltos y allanamientos pues sí son reales”, dijo Díaz.
La
Ensu incorpora mediciones sobre la percepción de inseguridad, la expectativa
social sobre la tendencia del delito y el atestiguamiento de conductas
delictivas, antisociales, así como cambios de rutinas por temor y el desempeño
de las fuerzas de seguridad pública.
Foto: Especial
En
ese periodo la encuesta hecha por el Instituto nacional de Estadística y
Geografía (Inegi) reveló que las población objeto de estudio manifestó que en
los últimos tres meses, el 71.2 por ciento ha escuchado o ha visto en los
alrededores de su vivienda situaciones como consumo de alcohol en las calles,
el 65.3 el robos o asaltos y el 58.5 el vandalismo.
“Es
real todo lo que está sucediendo en México: la desaparición forzada de
personas, los homicidios sin sentido, los enfrentamientos entre supuestos
criminales con fuerzas armadas, son reales. Y eso está basado por las historias
que están siendo cada vez más generalizadas, y probablemente las personas de
este país han tenido algún conocido al que les ha pasado algo de esto”, explica
Díaz.
En
junio, el 20.3 por ciento de la población de los encuestados, que eran personas
mayores de 18 años, consideró que en el próximo año la situación de la delincuencia
en su ciudad seguiría “igual de bien”.
Mientras
que el 37.3 por ciento consideró que seguiría igual de mal y el 26.3 porciento
que empeorará.
“Se
observa que es mayor la proporción de población que considera que la situación
de la delincuencia ‘seguirá igual de mal’ o que ‘empeorará’. Al considerar los
resultados obtenidos en junio de 2014, no se presentan cambios significativos
en la expectativa social sobre seguridad pública”, citó el Inegi en una misiva.
La
psicóloga Dalia Jáquez piensa que no hay que subestimar la percepción y sus
efectos.
“Yo
creo que psicológicamente podemos tener una percepción frente a nosotros y cada
uno la percibimos diferente. A veces esa parte de la percepción ayuda mucho más
a sentirse vulnerable que la propia acción”, dice.
Además,
la capacitación de las autoridades ayuda al respaldo ciudadano. Y puede jugar
un rol clave a la hora de desarrollar un trauma conforme atiendan a una víctima
de violencia.
Actualmente,
las autoridades no sólo carecen de esta sensibilidad sino que tampoco cuentan
con incentivos suficientes para hacerlo, de acuerdo con la directora de
programas del tanque de pensamiento, Causa en Común, Miroslava Ortiz Flores.
“Es
un proceso en el que ya vamos atrasados. Lo que nosotros hacemos es observar la
carrera del policía, al final si los policías son el primer responsable con la
ciudadanía. Si consideras que los salarios son bajos y extenuantes, le estamos
pidiendo a una persona quizá con vocación, que de ser policía sea muy preparada
para tratar al ciudadano pero no les estás dando las herramientas ni las
prestaciones para que eso ocurra”, explica la entrevistada.
La
Ensu de junio reflejó en qué autoridades
tiene más confianza la población. Resultando ser la Gendarmería nacional,
seguido por la Policía Federal, Estatal y Municipal, en el orden respectivo.
Foto:
Especial
ESTADO VIOLENTO
Roles
como el que Enrique Peña Nieto jugó en el caso de Ayotzinapa son
reinterpretados por psicólogos. Foto: Cuartoscuro
De
acuerdo con los expertos consultados, el Estado también violenta a la población
al crear un clima de inseguridad, al no trazar políticas que estén encaminadas
a brindar real seguridad a la población, como también carecer un manejo de la
crisis de derechos humanos debido a la violencia que no revictimice a las
personas.
Esta
falta de protección del Estado está evidenciada en las 619 mil 420 denuncias de
delitos registradas en el Índice de Incidencia Delictiva del Fuero Común, datos
que alejan la realidad de lo que debería ser, de acuerdo con el artículo 21 de
la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
“La
seguridad pública es una función a cargo de la Federación, el Distrito Federal,
los estados y los municipios, que comprende la prevención de los delitos; la
investigación y persecución para hacerla efectiva”, cita el artículo 21.
La
investigadora en temas de seguridad del tanque de pensamiento México Evalúa,
Leslie Solís Saravia, recalcó que es importante recordarle a la gente de esta
obligación del Estado.
“A
la que ellos mismos se comprometieron, y que a partir de la reforma del 2011 se
estableció que los derechos humanos son el centro del Estado, en todas sus
dependencias. Dijeron, ‘promover, respetar, proteger y garantizar los derechos
humanos’ [de forma literal]”, explica Saravia.
Por
su parte, la estrategia de gobierno para abordar la inseguridad, también es
deficiente coinciden expertos.
“Nunca
ha sido una estrategia del Estado dar una real seguridad ciudadana. Se trata de
marginalizar quienes van a estar adentro de la ley y de las políticas públicas
de beneficios y quienes contra la ley”, dice Díaz.
En
ese sentido, apunta el investigador, es que el Estado arma un show mediático
que va en búsqueda de los grandes narcotraficantes, lo que podría engañar a
parte de la sociedad haciéndoles ver que el Gobierno del Presidente Enrique
Peña Nieto está interesado en la seguridad de los ciudadanos.
“No
es posible entonces entender como si el Estado quiere respetar la seguridad lo
hace a través de la violación de derechos humanos. Para nosotros eso es muy
básico no se pueden garantizar derechos violentando otros derechos humanos”,
dijo Díaz.
Casos
como el de Ayotzinapa, y el papel que jugó el Gobierno, son interpretados en
términos de efectos psicológicos por los expertos.
Mientras
que Peña Nieto tardó 10 días en pronunciarse respecto a la desaparición de los
43 normalistas de Ayotzinapa, la noche del 26 y madrugada del 27 de septiembre,
le tomaron 12 minutos hacer un anunció público sobre la muerte del actor
Roberto Gómez Bolaños “Chespirito”, lo que deja un velo de indiferencia sobre
lo que sucede en México.
“Cuando
hay una violencia y se comprende qué pasó, cómo fue, eso ayuda mucho a una
reconección del pasado, presente y futuro del trauma. Pero en el caso de
Ayotzinapa es una incertidumbre no se sabe bien qué pasó. Qué pudo haberlo
conducido, qué tipo de móvil pudo haber llevado esa acción. Esa ambigüedad hace
que la herida siga abierta, que genere rabia, coraje y una tendencia de
agresividad hacia diferentes figuras, que puede ser el Gobierno, el Ejército,
los narcos, o quién se imagine la persona”, explicó Marco Eduardo Murueta
Reyes, presidente de la Asociación Mexicana de Alternativas en Psicología
(Amapsi).
JUSTICIA PERSONAL
Guardias
comunitarios del municipio de Soledad Atzompa, Veracruz, montan retenes y
realizan recorridos de vigilancia. Foto: Cuartoscuro
Al
no haber instituciones públicas que garanticen seguridad, una de las reacciones
es el impulso de los ciudadanos para defenderse por sus propias manos o cobrar
venganzas, indica Jaquez. Esta sensación de vulnerabilidad, o de estar
desprotegido haría que las personas tiendan a tomar posturas más agresivas.
“A
nivel social yo he visto noticias cómo las personas hacen justicia por sus
propias manos. Es decir, encuentran a un ladrón donde ven a alguien robando y
lo linchan. Al sentir que no hay instituciones que les den garantías, dicen,
pues bueno, yo voy a tener mi pistola, mi machete, lo que sea. Para que me
pueda defender en caso de que alguien me agreda”.
Parte
de esta psicología impera en localidades del país donde el sentimiento de
desprotección sirvió para la conformación de grupos de autodefensas armados.
Casi
al cumplirse el primer año de la administración de Peña Nieto diversos medios
estimaron que en el país habían 26 grupos de autodefensa, 20 de ellos en el
estado de Guerrero en las comunidades de El Troncón, Zacatzonapa, Tecoltzintla
y El Potrero.
“Justo
estos grupos surgen ante un vacío del Estado, un vacío de autoridad, de proveer
la seguridad que los ciudadanos necesitamos, y no es que nosotros digamos, que
es un asunto que está bien, no, pero sí estamos convencidos que el Gobierno
tiene que trabajar para fortalecer sus instituciones para que tenga
credibilidad, para que la confianza de los ciudadanos se incremente, y puedan
acercarse”, explicó Ortíz Flores, de Causa en Común.
Jáquez
sostiene que tomar justicia por sus propias manos funciona como válvula de
escape para un resentimiento social. “Muchas de las personas que se suman a
tomar justicia por sus propias manos, no son siquiera las afectadas o que
fueron víctimas, pero se suman a agredir cuando surge un chivo expiatorio, como
podría ser un ladronzuelo”.
EL ANTIHÉROE
La
segunda detención de “El Chapo”, realizada en febrero del año pasado. Foto:
Cuartoscuro
La
creación de antihéroes es otro síntoma de la inconformidad de la gente con las
personas en el poder, explica el psicoanalista Alberto Montes de Oca Tamez, no
importa si logran las cosas a través de la violencia, aunque esa fascinación
“es algo a todas luces patológica [síntoma de enfermedad]”.
A
partir del segundo escape de una prisión de alta seguridad del narcotraficante,
Joaquín “El Chapo” Guzmán, el pasado 11 de julio, su figura comenzó a tomar
tintes legendarios, como lo constataron diferentes “narcocorridos” y manifestaciones
populares que enaltecen al líder del Cártel de Sinaloa.
“Sinaloa
está de fiesta porque el jefe de regreso a la casa está…”, reza la letra del
“narcocorrido” llamado “La segunda fuga del Chapo”, que interpreta la banda
Rejegos, informó el HuffingtonPost.
¿Qué
es lo que se esconde detrás de esta fascinación? De acuerdo con Marco Eduardo
Murueta: una venganza simbólica
“Es
el personaje que logra burlar a las autoridades contra las cuales hay tantos
resentimientos acumulados. Son sociedades en vergüenza. Los humilla. Y ellos
sienten de que en este caso son ellos humillando a Peña Nieto. Que tanto se
había jactado que ya no lo iba a dejar ir. Es una forma de sentir venganza no
sólo por ‘El Chapo’, sino por la Reforma Energética, la Reforma Educativa, y
demás frustraciones”.
De
acuerdo con el presidente de la Asociación Mexicana de Alternativas en
Psicología (Amapsi), los antihéroes responden a la misma función social que
tienen las caricaturas o sátiras políticas, que tienen como trasfondo ver
humillados a los supuestamente poderosos.
Por
otra parte, Montes de Oca Tamez agrega que el caso del “Chapo” es el de alguien
que representa a un ciudadano en déficit económico, y que encuentra una salida.
“Representa
a un personaje rural marginal, como la mayoría de personas están pasando por
problemas de la misma naturaleza y como síntoma lo toman como escudo. Él sí
pudo lograrlo, él sí salió, él afronta la autoridad, la enfrenta, la pone en
tela de juicio”, interpreta Montes de Oca.
¿NATURALEZA VIOLENTA?
Un
contexto de violencia favorece a reproducir actos violentos, dijeron
psicólogos. Foto: Cuartoscuro
La
afinidad por figuras delictivas puede ser sentida consciente o
inconscientemente, por personas inmersas en un contexto de violencia, sin
embargo, la postura del Instituto Nacional de Psicoanálisis es que las personas
no nacen con una naturaleza violenta.
“A
nivel psicológico y neurológico el hombre nace bueno por naturaleza. Tiene
todos los elementos para poder ser una persona exitosa de bien, con educación y
capacidad”, detalló el rector Montes de Oca.
Estar
sumido en un contexto violento hace que las personas estén más propensas a
adoptar comportamientos disfuncionales, violentos o agresivos, que utilizan
para desenvolverse en esos ambientes. Como es el caso de muchos focos rojos de
violencia en México, donde la violencia es ambiental, dice el experto.
“Qué
sucede en el intermedio, bueno, pues vamos viendo. Que la falta de
oportunidades, de educación, de transparencia, de lo simbólico, educación
deficitaria, problemas de alimentación, falta de oportunidades, violencia, pues
eso obviamente va a repercutir en la psicología futura”, continúa.
En
qué momento se articula lo sano con lo patológico del exterior. Las zonas rojas
en el país, tanto en áreas urbanas como rurales, pueden dar lugar a nuevas
formas de aprendizaje derivadas de la violencia.
“Si
pensamos en pandillas, independientemente, de la edad, por lo general son
jóvenes que se asocian a esa sociedad porque les da una protección. Un poco
substituyen a una familia, o a la falta de una familia”, explica la encargada
del departamento de Psicología de la Universidad La Salle.
Este
punto estaría relacionado con la manera en que está estructurada una familia.
Durante un seminario sobre el Día de la Familia la maestra Katia Villafuerte
explicó que la conformación de las familias en México ya no es la de antes.
“El
concepto al que estamos acostumbrados [que es padre, madre e hijos], se ve muy
diferente, está muy alejado de la realidad, pues desde hace unas décadas el
concepto se ha ido modificando”, citó un comunicado de Notimex. Este fenómeno
está directamente relacionado con las condiciones de precariedad que se viven
en el país.
Otro
aspecto que hace reproducir la violencia es la educación, ya que en México es
usual enseñar bajo el condicionamiento.
“Los
espantan, los amedrentan como una forma de controlarlos, entonces, más bien la
educación promueve la vulnerabilidad de la gente. El miedo es una de las formas
de mayor control”, hace hincapié el profesor Murrueta Reyes.
Esta
suma de aspectos hacen que los jóvenes mexicanos en ambientes violentos estén
más proclives a desarrollar una moral deficiente.
“Si
no hay una familia que me ayude a esto. Y me la paso en la calle.
Eventualmente, lo aprendo. Y si lo aprendí en casa, lo reproduzco en la calle,
en medios sociales como pandillas. Casi siempre alguien que es testigo de
violencia suele volverse victimario”.
TERAPIA COLECTIVA
Exposición
fotográfica en las rejas de Chapultepec de la Ciudad de México. Foto:
Cuartoscuro
Los
psicólogos resaltaron que al igual que el Gobierno ha sido indiferente ante los
hechos de violencia, lo es con los efectos en la salud mental que genera este
fenómeno.
Los
especialistas consideraron que teniendo en cuenta el ambiente violento que hay
en el país, a pesar de los matices, deben de haber políticas públicas
orientadas a sanar la salud mental de los ciudadanos.
“Si
no hay psicoterapia social, o terapia colectiva, entonces se queda el trauma,
con o mayor intensidad pero lo arrastran”, explica Eduardo Murueta, quien
agrega que la excusa más recurrente en las autoridades es la falta del
presupuesto, pero que esta rama de la psicología tiene amplios estudios y
beneficios.
El
Gobierno federal todavía no tiene la suficiente sensibilidad para considerar lo
que los psicólogos podemos aportar en un proyecto como éste. Se pueden hacer
desde talleres; dar psicoterapia familiar a las más vulnerables; folletería,
videos, campañas, foros de expresión, aspectos culturales y deportivos, hacer
protagonistas a las persona”.
Tras
el tema de los recursos que podrían conllevar estos programas, Murueta piensa
que hay un segundo factor, por el cual las autoridades no están interesadas en
sanar a la ciudadanía. “No les conviene, porque sería empoderar a una comunidad
y pues eso es riesgoso para los que lo tienen mal habido”, enfatiza.
Los
psicólogos indicaron que la llamada “Guerra contra el Narcotráfico” sería un
comparativo suficiente con cualquier otra guerra para decir que las secuelas de
violencia en México se arrastran durante generaciones.
Un
enfoque de cómo la sociedad busca sanarse a sí misma podría estar en la
historia de este país, de acuerdo con Murueta.
“Por
ejemplo, todo esto del traumatismo de la Revolución, donde murieron un millón
de personas, se compensó un poco con florecimiento cultural que tuvo México en
los años 20 con Vasconcelos, Diego Rivera, Frida Kahlo, Agustín Lara, el cine
mexicano, esa efervescencia cultural es terapéutica, claro. Pero no sólo el
arte. El deporte, el juego, el afecto. La seguridad. Hay muchas cosas que
habrían que trabajar. Nosotros tenemos un calendario completo de trabajar”.
Otros
aspectos que conllevan a una mayor rehabilitación social, de acuerdo con los
consultados, son las condiciones sociales relacionadas con el empleo, el acceso
a los servicios básicos y la reducción de los niveles de desigualdad.
-
Con información de Notimex y TheHuffingtonPost
/julio 24, 2015 - 00:02h)
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