José
Sánchez Villalobos fue detenido a principios de 2012. Foto: Notimex.
Ciudad
de México, 29 de julio (SinEmbargo).– José Sánchez Villalobos, un operador del
Cártel de Sinaloa conocido por construir y administrar los narcotúneles de esa
organización criminal en la frontera con Estados Unidos y que se encuentra
preso en la misma sección del penal de El Altiplano en la que estaba Joaquín
Loera Guzmán, pudo ayudar a coordinar el escape de su jefe desde el interior de
la prisión, publica The New Yorker al referir que el túnel por el que se fugó
”El Chapo” comparte las mismas características de las construcciones realizadas
por Villalobos.
“Sánchez
Villalobos se encuentra recluido en la misma sección de alta seguridad de la
prisión del Altiplano de la que Guzmán huyó el mes pasado. Los hechos acerca de
la fuga de Guzmán, junto con varias preguntas sin respuesta, ¿Podía comunicarse
con otros presos a través de los barrotes de su celda? ¿Por qué nadie escuchaba
cavar?, proporcionan pistas para los teóricos de la conspiración. Si Guzmán
tenía un teléfono celular a pesar de las reglas de la prisión, es posible que
Sánchez-Villalobos también y que ayudara a coordinar el túnel de escape desde
el interior. Muchos elementos de los túneles de contrabando en Otay Mesa –la
profundidad, los sistemas de iluminación y ventilación, la madera apuntalada
alrededor del eje de entrada– parecían ser replicados en el túnel de escape de
Altiplano”, escribe Monte Reel en la edición del 3 de agosto.
El
medio recuerda cómo en mayo de 2010, agentes del Departamento de Seguridad
Nacional de los Estados Unidos comenzaron a escuchar las llamadas de un
integrante del Cártel de Sinaloa identificado como Enrique. “Él y los otros
operadores utilizaban varios apodos para referirse a sus jefes. Alguien que
llamaron como Quirino [quien después sería identificado como José Sánchez
Villalobos] parecía estar a cargo de un importante proyecto de túnel”, escribe
Reel.
Detalla
que en ese momento los agentes creían que los túneles que se construyeron entre
Tijuana y Otay Mesa eran realizados por células de construcción vagamente
afiliadas a Sinaloa, pero sin relación entre sí. No obstante, dos detenciones
realizadas en noviembre de 2010: la de un hombre que transportaba mariguana y
la del jefe de un almacén dieron con llamadas que ambos hicieron al tal
Quirino, lo cual hizo evidente que no había más que una célula de la
construcción y que Quirino era su jefe. “Parecía estar a cargo de todos los
aspectos de los supórtameles de Sinaloa: el almacenamiento de las drogas en
Tijuana, la construcción y los horarios del transporte, alquiler y compra de
almacenes en ambos lados de la frontera”.
The
New Yorker recuerda que a principios de 2012, la policía mexicana arrestó a
Sánchez Villalobos en Zapopan, Guadalajara, quien fue identificado como
director financiero del Cártel de
Sinaloa a cargo de la región fronteriza de California. “Los pocos datos
que surgieron fueron consistentes con una caricatura de un jefe del cártel: se
decía que era dueño de una pista de carreras, en la que condujo a su colección
de Aston Martins, y que mantuvo una pantera bebé como mascota”, detalla la
publicación.
En
diciembre de 2013, un tribunal mexicano ordenó que Sánchez-Villalobos fuera
extraditado a los Estados Unidos, a lo que Quirino apeló. “Estas batallas
legales pueden tomar años, y Enrique Peña Nieto, el Presidente de México, ha
sido reacio a dejar que los prisioneros mexicanos fuera del país. (Queda por
verse si la vergüenza por segunda fuga de Guzmán ablandará la postura de Peña
Nieto.) De acuerdo con los registros de inmigración, en el momento de su arresto
en México, Sánchez-Villalobos era un residente permanente legal de los EU”,
reseña la prestigiada revista.
Detrás
de las construcciones de túneles que Villalobos dirigió en la frontera entre
Baja California y San Diego, están las historias de personas que fueron
obligadas a trabajar para el Cártel de Sinaloa en la edificación de estas
obras. Sobre estos relatos también da cuenta la revista neoyorquina. Menciona
que agentes de fronterizos, de seguridad, inteligencia y migración de EU han
encontrado dos de estos túneles por año mediante operativos en los que han sido
arrestados operados del Cártel de Sinaloa de bajo perfil.
Dice
que estas detenciones han dejado ver que incluso dentro de la organización
criminal que encabeza “El Chapo”, la información es compartimentada de modo que
incluso cuando los trabajadores se encuentran atrapados y tentados con acuerdos
con la Fiscalía de EU no pueden divulgar muchos datos”.
“Investigaciones
recientes, incluyendo un caso pendiente que involucra a un hombre que se cree
que ha sido el operador de más alto rango involucrado en los túneles, han proporcionado algunas
respuestas. Sherri Hobson, un fiscal federal en San Diego, me dijo: ‘Creo que
es un muy pequeño grupo de miembros de la élite del cártel que están haciendo
esto. Este es un trabajo muy sofisticado. Mucha gente piensa que tiene una pala
y cavan. Esa no es la forma en que funciona’”, escribe Monte Reel.
El túnel por el que se escapó Joaquín
"El Chapo" Guzmán. Foto: Cuartoscuro.
The
New Yorker da cuenta del caso de Fernando, un joven de 19 años de edad, que en
diciembre de 2012 acudió a una pizzería de un centro comercial de Tijuana a
pedir trabajo. En ese lugar, mientras él llenaba su solicitud de empleo, un
desconocido entró a la tienda. “Según declaraciones recogidas más tarde por las
autoridades mexicanas, el hombre entregó a Fernando su número de teléfono y le
preguntó si quería un trabajo de limpieza de una tienda de conveniencia”.
“Fernando
nunca recibió una llamada de Mama Mia. Finalmente, desesperados por trabajar,
llamó al desconocido y se reunió con él en el centro comercial. El hombre le
ofreció un buen dinero, mil doscientos pesos a la semana, y Fernando accedió a
ir con él a ver el lugar de trabajo. [...]
Se detuvieron frente a una estructura sin marcas de identificación,
excepto la dirección de la calle, pintada en negro. En el interior, detrás de
una puerta rodante, estaba un muelle de carga lo suficientemente grande para
dar cabida a un camión de basura. Dentro había un almacén con paredes de
hormigón. Fernando no vio a nadie más en la habitación, sólo un agujero y sacos
de tierra. El hombre le dijo a Fernando que las cosas habían cambiado: él
estaría cavando un túnel y no limpiando una tienda. Si trataba de salir, él y
su familia iban a matar”, relata el medio.
La
publicación refiere que en ese tiempo otros dieciséis hombres cayeron en la
misma trampa. “Al otro lado de Tijuana, en las estaciones de autobús y en las
esquinas ocupadas, fueron atraídos a la bodega por la perspectiva de empleos
temporales. Algunos dijeron que se les había prometido un paso seguro a través
de la frontera a cambio de unas pocas horas de trabajo de construcción.
Fernando era el más joven de ellos, y uno de los dos únicos nativos de Tijuana.
La mayoría eran trabajadores de interior rural de México que había viajado al
norte en busca de oportunidades”.
Los
trabajadores dijeron que el supervisor del proyecto se hacía llamar Carlos,
estaba en sus treinta y tantos años y tenía un bigote ralo y una gorra de
béisbol calada sobre la frente. “Carlos dividía a los hombres en dos grupos.
Fernando trabajaba el turno de día, desde 06 am hasta las 6 pm; en la noche,
dormía en el almacén con el resto de sus compañeros. Carlos les llevaba la
comida y se aseguraba de que nadie salió del edificio·.
“La
mayor parte del tiempo, cinco o seis hombres trabajaban dentro de la cámara,
alargando un túnel con palas eléctricas de mano y llenando bolsas de arena con
tierra y rocas. Otros tres trabajadores arrastraban las bolsas utilizando un
ascensor improvisado con una jaula grande de metal conectado a un sistema de
poleas eléctrico. Los sacos de arena eran apilados en palés de madera en el
muelle de carga”, precisa The New Yorker.
Menciona
que de vez en cuando, Carlos estuvo acompañado por otras personas, que llevaban
pasamontañas y que amenazaban con golpear a los trabajadores si su progreso
hacia el norte se frenaba.
Sin
embargo, en febrero de 2013, el Ejército mexicano, que actuó por una denuncia
anónima, irrumpió en el almacén en Tijuana. La primera persona que encontraron
fue un joven de veinticinco años de edad, de nombre Juan José, sorprendido mientras estaba en un cuarto de
baño con el rostro cubierto en polvo.
“Cerca
de allí, dos hombres sacaban sacos de suciedad en el ascensor. Mientras los
soldados hablaron con los hombres, otros cuatro permanecieron en la cámara, preguntándose
por qué estaba tomando tanto tiempo el ascensor para volver abajo. Con el
tiempo, todos los trabajadores fueron llevados para ser interrogados, pero
ninguno afirmó tener conocimiento de las drogas o el contrabando”, publica le
medio.
Dice
que Carlos podría haber sido capaz de decirle a la policía más, pero, de
acuerdo con los trabajadores había dejado el edificio veinte minutos antes,
“para ir a la tienda.” En base a la ubicación y el diseño del túnel, la policía
asumió que era el obra del cártel de Sinaloa, pero no hizo más arrestos.
The
New Yorker dice que Fernando y los demás buscadores fueron trasladados a la
prisión de La Mesa, cerca de cuatro millas de la bodega, en la que todavía se
encuentran detenidos.
“Es
posible que hayan tenido la suerte de ser arrestados. Joseph Dimeglio, el jefe
de la Fuerza de Tarea del túnel, me dijo que, cuando se termina un túnel, los
excavadores son a veces recapturados y obligados a trabajar en otro proyecto.
Otras veces, dijo, “el cártel los saca, y ya sabes, se deshace de ellos’”,
relata Reel.
(ZOCALO/
REDACCIÓN / JULIO 29, 2015 - 11:25H)
No hay comentarios:
Publicar un comentario