“No sé a quién
buscan. Yo no soy. Yo soy Arturo, trabajo en El Manantial”, fueron las últimas
palabras de Arturo Rosales, de 38 años, acribillado en su propia casa por un
grupo armado que irrumpió intempestivamente en la colonia Potreritos.
Ana, la esposa de
Arturo suplicó: “no oigan, no es a él a quien buscan, se los juro por mis hijos
que no es él”.
Ante ambas
súplicas, las almas de acero y los cañones de las armas de grueso calibre
vomitaron plomo y fuego que cegó la vida de Arturo e hirió las piernas de su
esposa.
El asesinato del
empresario rosarense Ernesto Alonso Valdez Lozano perpetrado el 20 de abril en
Culiacán, no tuvo ninguna conexión con las dos balaceras del 17 de abril, en la
comunidad de Chilillos y en la colonia Potreritos, pero el luto ya había extendido su manto
sobre El Rosario.
Esa noche cruenta,
entre las 20:30 y 21:00 horas, las dos balaceras habían dejado dos personas
muertas y ninguno de los protagonistas del enfrentamiento fue detenido por las
corporaciones policíacas.
Tres días antes de
la muerte del empresario en la capital del estado, un grupo armado encapuchado
y con ropa camuflada que viajaba al menos en cinco camionetas sin placas de
circulación, incursionaron violentamente al otro lado de la Laguna del
Iguanero, dejando una estela de sangre y muerte.
Algunas versiones
policíacas les adjudican tácticas “guerrilleras”, debido a que “pegan y corren”
y para cuando las fuerzas de seguridad pública reaccionan ya se esfumaron.
La muerte de
Arturo Rosales, en el interior de su propia casa en la calle Nayarit de la
colonia Potreritos del municipio de El Rosario, produjo tristeza, coraje e
indignación a los rosarenses, que aseguran que los sicarios lo habrían
asesinado por equivocación, cuando aparentemente buscaban al vecino.
Vecinos
entrevistados por este semanario comentaron que en la casa con las paredes
acribilladas a balazos vivía la persona a quien los gatilleros habrían buscado,
mientras que en la vivienda vecina se encontraba Arturo Rosales, quien no tenía
nada qué ver, pero los sicarios se equivocaron.
Compañeros de
trabajo de Arturo Rosales sostienen que éste tenía alrededor de 20 años
trabajando como técnico de mantenimiento en la empresa refresquera El
Manantial, ubicada en el municipio de El Rosario.
La tarde del 17 de
abril, Arturo Rosales había salido de trabajar de El Manantial, cuando se
dirigió a su casa.
“Acababa de llegar
del trabajo, estaba acostado, descansando”, dijo Ana, hoy viuda, quien fue
herida a balazo en sus dos piernas.
La tarde del
miércoles 22 de abril, Ana fue entrevistada por Ríodoce para conocer su versión
de los hechos que enlutaron a su familia y que la postraron en una silla de
ruedas donde se recupera lentamente de las heridas.
“No los
esperábamos (a los hombres armados) y yo me imagino que ellos no esperaban la
reacción de mi esposo y tal vez por eso lo mataron”, reflexiona.
“Porque han de
haber pensado ‘quiere huir o qué sé yo’; pero él nunca trató de huir, él les
dijo ‘no sé a quién buscan, yo no soy, yo soy Arturo, trabajo en El
Manantial’”, dijo.
“Pero nunca
dijeron un nombre”, agrega cuando se le pregunta si los sicarios mencionaron el
nombre de la persona que buscaban en esa noche fatal.
La versión de
algunos de los vecinos es que el grupo armado ya había asesinado a Arturo
Rosales, cuando el vecino de éste, al darse cuenta de que habrían venido por él
y se habían metido a la casa vecina, les empezó a disparar atrincherado desde su
casa y los sicarios cruzaron el fuego.
“Ah chingado, nos
equivocamos…”, habrían dicho los gatilleros mientras emprendían la retirada.
Los testigos
aseguran que mientras los sicarios salían huyendo de la colonia Potreritos,
como a 40 metros balacearon un portón de otra casa vecina, para dirigirse con
rumbo a Chilillos, donde presuntamente fueron interceptados por otro grupo
contrario que los enfrentó y donde quedó otra persona muerta.
“EL NARCO NUNCA SE EQUIVOCA”
Una fuente de
Ríodoce relató que desde el mismo viernes 17 de abril, cuando fue asesinado
Arturo Rosales, su tío Víctor Soto intentaba recuperar el cadáver, abrumado por
los “reproches” de Leticia Guajardo López, titular de la Agencia del Ministerio
Público del Fuero Común del municipio de El Rosario.
En ese contexto,
Guajardo López externaba su opinión a Víctor Soto al grado de que aseguraba que
su sobrino “sí andaba mal” y para “fundamentar” su comentario la funcionaria
agregaba que “el narco nunca se equivoca”.
“¿Cómo iba a andar
mal?, si él tenía 18 años trabajando en El Manantial y con su trabajo mantenía
a su familia y no tenía necesidad de meterse en problemas”, replicaba Víctor
Soto.
Los argumentos de
Soto coinciden con los de la esposa del finado, quien dijo que Arturo Rosales
salía de El Manantial y seguía trabajando por su cuenta, haciendo instalaciones
eléctricas, para ganar dinero que le permitiera superar las angustias
económicas imprevistas de la familia.
“Nos cercenaron
los sueños, planes y proyectos que teníamos mi esposo y yo, porque él era muy
trabajador, y siempre buscaba sacar adelante a la familia”, dijo Ana.
ROSARIO BAJO
FUEGO
-17 de abril. Dos
balaceras, una en Chilillos y otra en la colonia Potreritos dejados muertos y
una mujer herida.
-23 de abril.
Vicente Pérez Chávez, Juan García Deras y Pedro Chávez Alemán, de 60, 56 y 50
años, fueron acribillados en El Tecomate, Pueblo Nuevo Durango, colindante con
zona serrana de El Rosario.
-21 de abril.
Entre estos dos hechos, fue velado y cremado el empresario Ernesto Alonso
Valdez Solano, quien fue asesinado en Culiacán.
(RIODOCE/ Cayetano Osuna /26
abril, 2015)
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