Según
informes confidenciales, el equipo militar con que cuenta la Bundeswehr para
mantener la paz y la estabilidad en el mundo es igual o peor que un ejército
tercermundista
BERLÍN,
4 de octubre.— Cuando la Conferencia de Seguridad, que todos los años se
celebra en el mes de enero en Múnich y que reúne a la crema y nata de los
responsables mundiales del tema, incluidos jefes de Estado y de Gobierno, los
asistentes a la inauguración del último encuentro fueron testigos de un hecho
inédito en la historia moderna de Alemania.
Por
primera vez la máxima autoridad del país se había atrevido a decir que el
pasado nazi y la tiranía comunista de la RDA no podían seguir siendo una excusa
para evitar nuevas obligaciones militares.
“Creo
que es hora de que asumamos responsabilidades más sustanciales; de que demos
pasos más decisivos para preservar el orden y los valores en que creemos”, dijo
el presidente Joachim Gauck, en un
discurso que aún se recuerda en ese país. “En lugar de huir de los
desafíos tenemos que enfrentarlos”, insistió al admitir que su país debía
asumir su rol de potencia y enviar soldados a combatir más allá de las
fronteras alemanas.
El
discurso de Gauck fue respaldado por la nueva ministra de Defensa alemana, Ursula
von der Leyen, quien reveló a los participantes de la conferencia que Alemania,
junto con ser un gigante económico, estaba preparada para dejar de ser un
“enano político”. “La indiferencia no es una opción para Alemania. Tenemos la
obligación de contribuir a la búsqueda de soluciones a crisis y conflictos y
como potencia económica tenemos la responsabilidad de que se mantenga la paz y
la estabilidad en el mundo. Alemania está casi condenada a asumir más
responsabilidades” dijo la ministra.
Pero
la realidad que impera en el seno de las fuerzas armadas alemanas convirtió los
deseos del presidente Gauck y de la ministra Von der Leyen en una parodia.
Según sendos informes confidenciales que llegaron a manos de la prensa germana,
el equipo militar con que cuenta la Bundeswehr para mantener la paz y la
estabilidad en el mundo es igual o peor que un ejército tercermundista.
En
agosto pasado, el ministerio de Defensa recibió un informe que pone en tela de
juicio los deseos de la ministra de convertir la Bundeswehr alemán en un
moderno y efectivo ejército de intervención. Su lectura muestra, por ejemplo,
que la fuerza aérea alemana, es una institución que está al borde del colapso.
En los hangares repartidos a lo largo y ancho del país, sólo ocho aviones de combate
Eurofighter, de un total de 109, están en condiciones de cumplir misiones
militares. El resto se encuentra en los talleres a la espera de repuestos.
La
situación en que se encuentra la flota de los helicópteros de transporte CH 53
es igual de dramática. De un total de 67 ejemplares que tienen la crucial
misión de transportar soldados y material en misiones internacionales, sólo
siete pueden despegar, una situación que también afecta a los helicópteros del
tipo NH 90, que utiliza el ejército alemán en Afganistán. En la actualidad sólo
cinco helicópteros, de un total de 33, pueden cumplir con las misiones.
La
miseria del ejército alemán alcanzó un punto de no retorno cuando el gobierno
alemán se comprometió, en junio, a apoyar la misión de Naciones Unidas
“Minusma” en Mali con aviones de transporte C-160 Transall para trasladar
tropas y material desde Senegal a Mali. La oferta fue rechazada con un
argumento amable pero categórico: los aviones eran demasiado viejos.
La
ministra Von der Leyen también ofreció sus anticuados aviones para dar vida al
puente aéreo que debe llevar armas y municiones a los kurdos en el norte de
Irán y que combaten a los yihadistas del Estado Islámico. Pero la participación
alemana es algo más que frágil. De un total de 56 Transalls, sólo 21 están en
condiciones de volar.
El
más reciente ejemplo de la miseria que vive el ejército alemán la vivió en
carne propia el capitán de fragata Peter Christian Semrau cuando dio inicio a
una nueva misión de la fragata a su
mando, Lübeck, que debe participar en la delicada misión de la Unión Europea,
“Atalanta” diseñada para combatir, perseguir y, si es posible, capturar a los
piratas que actúan en el cuerno de África.
La
fragata zarpó del puerto de Wilhelshaven para incorporarse a la misión
“Atalanta”, pero el capitán admitió con impotencia que faltaban dos
helicópteros del tipo “Sea Lynk”, diseñados para la lucha antisubmarina y para
detectar las embarcaciones que utilizan los piratas. Durante una inspección de
rutina realizada en junio pasado, los técnicos detectaron una peligrosa fisura
de 20 centímetros en el cono de cola, que separa la cabina de los rotores.
Los
técnicos, junto con declarar los dos helicópteros como “no aptos para el vuelo”
decidieron someter a una inspección radical a la totalidad de la flota de Sea
Lynk. “Más de la mitad de los helicópteros de la marina no pueden ser utilizados”
señaló el periódico Süddeutsche Zeitung, que reveló el más reciente escándalo.
“La avería de los dos helicópteros significa un pérdida importante en la
capacidad de actuar de la fragata”, señaló el periódico.
No
es el único problema que tiene la ministra Ursula von der Leyen en su cruzada
para convertir a su país en una potencia militar capaz de intervenir en
cualquier rincón del mundo para garantizar la paz y la estabilidad en el mundo.
A causa de un presupuesto que disminuye cada año, el ejército alemán, además de
las penurias de material, también tiene un importante déficit de personal.
Desde
el fin del servicio militar obligatorio en julio de 2011, el ejército busca
cada año unas 60 mil personas. A causa de la buena situación económica del
país, las nuevas generaciones prefieren trabajar en la empresa privada antes
que aceptar las generosas ofertas que ofrece la Bundeswehr, que gastó en 2013
más de 30 millones de euros en una campaña publicitaria para atraer a los
futuros oficiales.
La
falta de personal afecta, en especial a la marina, aunque el problema es
relativo. La Marina debía recibir este verano su quinto submarino de la clase
212 A, quizás la nave de propulsión clásica más moderna del mundo, pero por
razones técnicas la entrega se retrasó. “A pesar del retraso, el Almirante Axel
Schimpf se sintió aliviado: No tenía el personal adecuado que pudiera hacer
funcionar la nave ultramoderna”, señaló la revista Der Spiegel en un artículo
que dejó al desnudo las miserias que existen en el ejército germano.
Alemania,
la primera potencia económica de Europa sólo destina el 1.29 de su PIB en
defensa (32.8 mil millones de euros en 2014), un presupuesto que ubica al país
en el lugar número 14 de los países miembros de la OTAN, por debajo incluso que
Dinamarca.
(EXCELSIOR/
Enrique Müller/ESPECIAL/ 04/10/2014
05:50)
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