En
realidad no podía decir otra cosa: era una respuesta de librito, como esas
jugadas del béisbol que, si no las haces, corres el riesgo de perder el juego y
la chamba. El gobernador dijo que no fue invitado al evento de Jesús Vizcarra,
donde estuvo el secretario de Agricultura, porque fue un acto privado, de
amigos, entre ellos, y que eso no le afecta, que sigue trabajando para Sinaloa.
La
verdad es que el Gobierno estatal, en todos los círculos desde el gobernador y
su grupo compacto, hasta el que barre las escaleras, se cimbró con la actitud
del empresario y el desprecio por los que le ganaron la gubernatura en 2010.
En
los niveles de abajo, muchos hasta festinaban el agravio y pronosticaban
desenlaces si Jesús Vizcarra llegara a ser gobernador. Pero otros, a los de
mero arriba, les sudaban las manos de nerviosismo.
Hay
mucho miedo en ciertos círculos malovistas, y algunos no lo ocultan. Están
seguros de que, si se diera el caso, habría una persecución implacable y el
empresario recién galardonado por el presidente Enrique Peña Nieto, sí haría lo
que Mario López Valdez nunca se animó.
No
es posible saber qué pasará. Falta mucho tiempo para que se definan las cosas
del 2016, si Vizcarra será o no candidato y, si lo es, menos es posible saber
si ganaría la elección.
Lo
que debería preocupar a los sinaloenses es el presente, pues a la vuelta de
cuatro años, los enconos entre Mario López Valdez y Jesús Vizcarra —y en muchos
malovistas y vizcarristas— se mantienen como estaban semanas después de que
pasó la elección.
No
se hizo política, eso es evidente, y aquí la mayor responsabilidad era de López
Valdez, porque es el gobernador. A él, y a nadie más, tocaba abrir puertas y
ventanas para que la inquina y el odio que quedaron después de aquel 4 de julio
se disiparan. No lo hizo y, por el contrario, se burló, siguió bailando sobre
la frustración de los otros, amenazó y desplazó de la estructura del Gobierno
todo lo que tuviera el tufo de Vizcarra. Todo creyendo que el poder era eterno.
Malova
despreció la oportunidad de mostrarse como un hombre de política y prefirió
hacerla de bufón de carpa. El tiempo que tenía para tender puentes, no solo con
Vizcarra sino con el grupo que lo rodeaba y lo rodea, incluyendo al ex
gobernador, Jesús Aguilar Padilla, lo dedicó a hacer creer que él podía solo
con el paquete de gobernar, incluso sin estar afiliado a ningún partido.
Tarde
se ha dado cuenta López Valdez que el poder no es eterno y que, en su caso, ha
sido instantáneo. Malova, ya se demostró con la descortesía de Enrique Martínez
y Martínez, no tiene asideros firmes en el Gobierno federal, el CEN del PRI lo
ha emplazado a mantener distancia de los procesos electorales que se avecinan y
sectores importantes del PAN estatal y nacional le han dado la espalda. Por si
esto fuera poco, buena parte de su gabinete ya está pensando a dónde irse con
cualquier pretexto. Y todavía no termina el cuarto año de su administración.
Por
lo que toca a Jesús Vizcarra, si piensa que actitudes como la que tuvo al no
invitar más que a sus “amigos” a la inauguración de las oficinas corporativas
de Sukarne, le ayuda a construir una alternativa atractiva de Gobierno, se
equivoca. Con ello confirmó —ya lo había demostrado en Mazatlán cuando no se
despidió del gobernador— que sus heridas no han sanado, que guarda rencor por
los que lo derrotaron en las urnas y que la venganza gravita entre sus
prioridades en Sinaloa. Y eso no le traerá simpatías en sectores importantes de
la entidad, que lo que quieren son condiciones para crecer, no vendettas.
Trae
todo el apoyo del presidente de la República, es cierto, pero las sombras que
entorpecieron su llegada a la gubernatura hace cuatro años siguen allí, son
como tatuajes indelebles. Y, en todo caso, seis años después, la pregunta sería
la misma “¿Es o no compadre de Ismael Zambada García?”.
Al
final, los dos pecan de un defecto que debiera ser veneno para los políticos:
la soberbia. Uno ya le hizo demasiado daño a Sinaloa. Y no están las cosas para
que los electores se vuelvan a equivocar.
BOLA Y CADENA
OTRA
DE LAS COSAS QUE declaró el gobernador López Valdez esta semana que pasó, es
que nadie ha adelantado los tiempos electorales. Y no habla de los que
conciernen al 2015, cuando habrá elecciones federales, sino del 2016, cuando se
buscará a su sucesor. Pues resulta que el que los adelantó es el mismísimo
presidente Peña Nieto en Mazatlán, muy al estilo del mochitense, entre chiste y
chiste. ¿Ya se le olvidó, gobernador?
SENTIDO CONTRARIO
EL
SENTIDO COMÚN DIRÍA QUE, ante la posibilidad de que alguien del PRI llegue a la
gubernatura para el próximo periodo, los funcionarios solitos se van a amarrar
las manos, limpiarán la casa y tratarán de tener todo en orden. Pero el tema de
los dos hospitales que se quieren construir mediante el sistema de las
Asociaciones Público-Privadas habla de lo contrario. Allá ellos.
HUMO NEGRO
LA
RESPUESTA DE Gerardo Vargas Landeros a la resolución de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación (SCJN) sobre el derecho que tienen las personas del mismo
sexo para unirse en matrimonio, advierte de qué líneas de mando han salido
tantas burradas legales, el artículo 51 bis entre ellas. La SCJN es la máxima
autoridad para estos litigios y a las entidades públicas solo les toca acatar
sus resolutivos. Decir que el tema debe pasar antes por quienes conforman el
grupo de los Compromisos por Sinaloa, es babear sobre la Ley.
(RIODOCE/ Columna Altares y Sótanos de Ismael
Bojórquez/ septiembre 28, 2014)
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