MÉXICO,
D.F. (apro).- La detención de Hipólito Mora –uno de los líderes de las
autodefensas michoacanas– por parte del gobierno federal evidenció
algunos de los grandes problemas que enfrentan las guardias
comunitarias. De su resolución depende no sólo la victoria de los
inconformes, sino su supervivencia y la naturaleza de la futura lucha
antinarco. He aquí cinco de los grandes retos que afrontan.
La infiltración
Mora
ha aceptado que uno de sus mayores errores fue permitir y fomentar la
entrada de extemplarios a las autodefensas. Los “buenos” usaban a los
otrora narcos como “carne de cañón” en los combates y para obtener
información del cártel. Es el caso de Simón El Americano, cuya pelea con Mora derivó en el encarcelamiento de este último. El caso de El Americano
no es un hecho aislado. Sistemáticamente, ciertas facciones de las
autodefensas abrieron la puerta a redimidos. Esto significa dos
problemas: Los “pentiti” podían ser infiltrados del narco (sea de
Los Templarios o de sus rivales, el Cártel Jalisco Nueva Generación), o
podían adquirir demasiado poder dentro de las guardias. Esta segunda
opción encierra también muchísimos riesgos: los exnarcos podían ejecutar
“golpes de Estado” y monopolizar los recursos financieros y
armamentísticos, entre otros. No hay que olvidar que las autodefensas
han argüido que sus arsenales vienen de los decomisos que hacen a Los
Templarios…. Y quienes mejor sabían dónde estaban las bodegas de fusiles
eran los arrepentidos.
La situación, pues, es sumamente grave
para las autodefensas. De inicio tomaron una mal decisión, que seguirá
dando frutos malos. La mayor parte de los comunitarios está interesada
genuinamente en recobrar la tranquilidad y repudió esta política de
admisión. Eso también genera tensiones entre “la tropa” y los jefes de
las guardias. Muy probablemente la fractura sea más grande de lo que
parece. Esto puede terminar en una “guerra civil” dentro de una “guerra
civil”.
La reorganización
Tras
la detención de Mora, el liderazgo (al menos el mediático) vuelve a
recaer en el doctor José Mireles, que había dado un paso atrás después
de que sufriera un accidente aéreo y tuviera diferendos con otros jefes
por difundir posicionamientos no consensuados. En este contexto vuelve a
ser la principal figura del levantamiento. Él lo sabe y sus acciones y
discursos han ido encaminados a este fin. No es una tarea fácil. Los
infiltrados y los cárteles querrán mover ficha e incluso guardias
“legítimos” pueden ver la ocasión de hacerse con parcelas de poder, que
les permitan allegarse de recursos.
¿Quién decide ahora cómo se
regresarán las propiedades arrebatadas al narco?, ¿cómo funcionará la
comunicación en la línea de mando? Y otra pregunta que será central: ¿Se
respetará el proyecto estratégico perfilado durante la jefatura de Mora
o habrá cambios? Y si este es el caso, ¿qué poder tendrá Mireles para
instrumentarlo? ¿Cuánto tiempo le tomará?
La ruptura con el gobierno
La
detención de Mora también desató un sentimiento de traición entre buena
parte de las facciones de comunitarios. Si es cierta la versión oficial
(que coincide con la de Mora), el líder pidió ayuda al gobierno ante un
inminente ataque de El Americano. La federación envió un
helicóptero a sacarlo del sitio, pero después le informó que estaba
detenido. Hace apenas unas horas se le dictó el auto de formal prisión.
El encono, entonces, no sólo se desató al interior del movimiento, sino
contra los ejecutores de la detención: los soldados y el aparato
gubernamental. Así, hasta este jueves sumaban al menos tres balaceras
entre comunitarios y Ejército. Tres. Es una cifra pasmosa, que no se
había dado ni siquiera antes de que el gobierno legalizara a las
autodefensas. En redes sociales ya hay comunitarios que detallan la
realización de “operativos” para neutralizar las labores militares.
Esta
situación significa un grave retroceso institucional e insufla vida a
las versiones de que es la administración de Enrique Peña Nieto la que
busca desarticular las autodefensas a la brava. Los defensores de esta
teoría aseguran que es más fácil tratar con un cártel (con el que se
negocia fuera de la ventana pública) que con un conjunto heterogéneo de
gente que exigirá cuentas.
Medios, de la complacencia a la diatriba
El
conocimiento de la crisis en Michoacán está fuertemente ideologizado,
entre los medios que rápidamente decidieron dar el beneficio de la duda a
las autodefensas, como Aristegui noticias, Proceso y El País, y los que –también de inicio– los vieron con resquemor, como Milenio o Excélsior. Si
de suyo entender el tema es complicado, esto le ha agregado otro nivel
de dificultad. Así, hacer la comunicación política se ha tornado en una
tarea doblemente difícil para los comunitarios.
Asegurar el financiamiento
Las
autodefensas dicen que ellas mismas generan los recursos para mantener
su lucha. Pero es sabido que empresarios michoacanos, tanto en el país
como en el extranjero, están financiando la resistencia. ¿Cómo convencer
a esos hombres de negocios de que sigan invirtiendo su dinero en el
actor ganador? En una lucha que se atomiza –y que por lo tanto complica
su triunfo– es dable pensar que habrá quienes decidan retirar sus
fichas, lo que desatará un círculo vicioso desde la perspectiva de las
guardias: menos dinero lleva a menor poder de fuego, que lleva a menos
resultados y a menor financiamiento.
Twitter: @JCOrtegaPrado
E.mail: juan.ortega@proceso.com.mx
(Las opiniones expresadas en el texto son responsabilidad única y exclusivas del autor)
/20 de marzo de 2014)
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