Ninguna funeraria
tuvo el espacio para suficiente para velar a toda una familia asesinada. Los
parientes, amigos y vecinos iban de un lugar a otro para estar con todos las
ocho víctimas del multihomicidio ocurrido el domingo.
En un espacio
aguardaron dos cuerpos; en otro, los seis restantes.
El cuerpo de la
pequeña Valeria Lara Castañeda de apenas cuatro años de edad, en su féretro
color rosa, estuvo cerca del de su madre, Rosa María Castañeda Morales, de 28
años… la mujer, recostada en ese pequeño espacio color blanco.
Descansan juntas,
mientras que afuera decenas de seres queridos y amigos fungen como celosos
guardianes e impiden el paso a extraños. En otro extremo de la ciudad, es velado
el resto de familia.
Entre las decenas de
personas, un joven con un traje color verde. Sus ojos enrojecidos y la boca
seca.
Por varios minutos
intentó mostrar fortaleza, pero no lo logró. Es uno de los hijos de María del
Carmen Morales Infante. Llora mientras sus demás familiares lo abrazan.
“No puedo hablar”,
dice con lágrimas en los ojos. Pide privacidad.
En la capilla de la
Funeraria Ríos, ubicada en las calles Piña y Centeno no hay arreglos florales,
ni imágenes religiosas.
En el exterior del local,
los miembros de la congregación de los Testigos de Jehová se han organizado y
llevan alimentos que comparten entre todos.
Entre los asistentes
se observa que integrantes de la familia victimada van y vienen. En la
funeraria ubicada en la calle Centeno velan a madre e hija; mientras que en la
de la calle Guadalupe Victoria y Ramón Rayón, en Zaragoza, se encuentra el
resto de las personas asesinadas a cuchilladas la madrugada del domingo.
“Sí vamos a hacer un
servicio religioso privado, en la Fiscalía General del Estado nos dijeron que
no habláramos con la prensa”, dice una joven que pidió a reporteros y
fotógrafos se retiraran del lugar.
Cerca se observaba
al personal de sicología de la Unidad de Atención a Víctimas que instó a los
deudos a rechazar a los representantes de los medios de comunicación en el
servicio funerario.
“Nosotros confiamos
en la justicia de Dios, esa llegará”, dijo una mujer mayor que reiteró la
posición de los integrantes de esta congregación.
Esta miércoles por
la mañana será sepultada la familia en un panteón municipal. Las últimas
instrucciones de los deudos era que los ocho quedarían en el mismo cementerio,
ya que inicialmente se había dicho que Rosy y su hija Valeria serían
trasladadas a su lugar de residencia.
(EL DIARIO,
EDICION JUAREZ/ Luz del Carmen Sosa/ 2013-11-20 | 00:45)
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